sábado, 30 de junio de 2007

El flan y la serendipia

En el año 1876 las hermanas Eileen y Frances McMullen disfrutaban de unos días de reposo en la casa de su tía abuela Merry Gray McMullen, recientemente fallecida, en Kentallen. Eileen, cocinera profesional, trajinando en la cocina, volcó de forma accidental un tarro de coco rallado sobre una masa de huevos, azúcar y leche. Tras poner al baño maría la mezcla, el resultado fue un flan con sabor a coco, al que puso el nombre de «Flan de coco al estilo McMullen». Su hermana Frances, escritora romántica que a sí misma se definía como «una perfecta inepta para los pucheros» bautizó la nueva receta como «Flan serendípico».

martes, 26 de junio de 2007

La cuchara de madera (cuento tradicional. Albania)

Érase una vez que en Tropojë vivía un campesino muy pobre que tenía tres hijos: Enver, el mayor; Dordje, el mediano y Balsa, el pequeño. Como ya dijimos, el campesino era muy pobre y todos los días se lamentaba de no poder llevar un plato caliente a sus hijos. Ese invierno fue el más frío que se recordaba y ni los rábanos crecían entre la escarcha del pequeño huerto. Un día [el campesino] volvía de recoger un poco de leña del bosque y se disponía a dejarla sobre el estiércol para que se secara cuando de pronto escuchó una voz:
—Brijne, Brijne (pues así se llamaba el campesino), cuídate de tirarme la leña sobre la cabeza, que me lastimarás.
—¿Quién habla? —preguntó el campesino a la vez que lanzaba los troncos a un lado— ¿quién anda ahí?
De pronto, una pequeña dama alada surgió del montón de estiércol.
—Soy Bracna, el hada del viento templado —respondió—como has tenido mucho cuidado de no romperme la cabeza con tu leña mientras descansaba te voy a conceder un deseo. Sé que tú y los tuyos pasais hambre, así que te voy a dar esta cuchara de madera. Cuando prepares el agua para hervir la sopa échala sobre el caldero y ya me contarás.
Y dicho y hecho, el campesino se despidió del hada, entró en la cocina y puso a hervir agua en un caldero. Al momento llegaron sus hijos Enver, Dordje y Balsa.
—¿Qué hay para comer hoy, papá? —preguntó el mayor.
—¿Qué hay para comer hoy, papá? —preguntó el mediano.
—¿Qué hay para comer hoy, papá? —preguntó el pequeño.
—Lo de siempre, agua caliente con esta media zanahoria que recogí del huerto —respondió el campesino.
Cuando el agua comenzó a bullir, el campesino se sirvió de la cuchara para remover [el caldo]. Al momento, del pobre caldero surgió flotando un buen trozo de carne de cerdo, unas patatas, col, una costilla, un cuarto de gallina, guisantes, habichuelas y un gran pedazo de sebo. Todos se quedaron muy asombrados y los hijos, de tanta hambre que tenían, cogieron sus cucharas y tomaron el cocido del mismo caldero hasta dejarlo más limpio que una patena bizantina.
—¡Qué buena comida, papá! —dijo el mayor.
—¡Qué buena comida, papá! —dijo el mediano.
—¡Qué buena comida, papá! —dijo el pequeño.
—¡Qué buena cuchara! —dijo el campesino admirando el regalo del hada.
Desde ese día y a lo largo de veinte años, el campesino no tenía otra cosa que hacer que poner a hervir un caldero con agua y remover con la cuchara. A los pocos segundos surgía como por arte de magia el plato completo. Unos días brotaba un cocido de legumbres con oreja de cerdo, otros un guiso de ternera con coles, otros un una densa y aromática sopa de pescado con anís. Los hijos, tras comer los estupendos guisos decían a la vez:
—¡Qué buena comida, papá!
—¡Qué buena cuchara! —decía el campesino.
Pero un día el campesino hizo como de costumbre y echó la cuchara [en el caldero con agua hirviendo] pero de ella no salía nada: no había garbanzos, ni coles, ni habichuelas, ni judías blancas, ni costilla, ni gallina, ni pedazos de cerdo. Así que, desesperado, llamó a la bruja del viento templado:
—¡Bracna, Bracna, ven por favor!
Al instante se apareció el hada del viento templado.
—¿Qué sucede, campesino? —preguntó el hada.
—Hoy como de costumbre eché la cuchara [en el caldero con agua hirviendo] pero no me hizo ni sopa ni guiso ni nada para comer ¿qué puedo hacer, hada del viento templado?
—¿En qué siglo estamos? — preguntó el hada.
—En el siglo XXI —contestó el campesino.
—¿Pues no crees que ya es momento de que enriquezcas tus sopas con Avecrem?
Y, dicho eso, la bruja desapareció.

jueves, 21 de junio de 2007

Una pesadilla muy mala

Era un sueño recurrente. De pronto se veía vestido con un pantalón bombacho de algodón con rayas lilas y verdes, unas rastas largas recogidas a modo de col con una goma elástica y haciendo malabares con unos aros encendidos en llamas. De fondo, varios djembés sonando o malsonando: patumba-patumba-pat-patabá-patumba. Al poco se despertaba bañado en sudor y le costaba dios y ayuda volver a coger el sueño.

miércoles, 13 de junio de 2007

Claude Cahun


Ahora ya saben a quién le deben media vida Marc Almond y David Delfín. Claude Cahun (Nantes, 25 de octubre de 1894 - Saint-Hélier, Isla de Jersey, 8 de diciembre de 1954), seudónimo de Lucy Renée Mathilde Schwob, sobrina del hermoso escritor Marcel Schwob, fotógrafa, escritora y artista (valga lo tercero como definición y para que no se confunda fotografía y escritura con arte, pues no tienen por qué ir de la mano), activista radical, condenada a muerte por participar en acciones de la resistencia contra la ocupación nazi y luego liberada, lesbiana, trisexual o andrógina, moderna como nadie. Redescubierta por la crítica en los años noventa y ya para siempre enorme. «Mi opinión sobre la homosexualidad y los homosexuales es exactamente la misma que mi opinión sobre la heterosexualidad y los heterosexuales. Todo depende de los individuos y las circunstancias. Yo reclamo una libertad general de comportamiento.» Claude Cahun, L'Amitié, 1925.

martes, 12 de junio de 2007

El gato de Cheshire tiene un mal dia


Esta tarde vino a visitarme el gato de Cheshire. Sereno, se pegó tres horas y media sobre el televisor «¿Qué te pasa? entraste por la puerta como los demás, ahora te quedas medio dormido encima de la tele y ni desapareces, ni muestras una pata aquí, una boca allá...¿Qué tienes?» le pregunté, cansado de verlo sin intermitencias. «No sé qué me pasa, no me encuentro muy bien hoy», me dijo. Bajó de la tele de un salto y se fue por donde vino.

Exvoto


Suele dar mucho gusto encontrarse con cosas que no saben qué son. Este exvoto sabe que está montado en madera, sabe que está pintado, sabe que representa unos ojos, incluso sabe que es un exvoto, pero no sabe lo raro que es (y en este punto me niego a poner surrealista, que a veces se queda en un cajón de sastre de lo pretencioso. Prefiero raro). Lo mejor de todo es que no lo sabe. Sucede lo mismo cuando un macetero no sabe lo kitsch que es (y da grima cuando alguien se define a sí mismo o a sus obras como kitsch, sin parar a pensar que el kitsch intencionado anula la esencia pura y plasticosa de lo kitsch. Lo mismo pasa con los que se definen freaks por el cutre hecho de que les guste La Guerra de las Galaxias y tengan el «soy tu padre» como politono en el móvil. A estos últimos y también a los anteriores los encorrería a gorrazos).
Dejo este exvoto para que lo mire Miranda (a fin de cuentas esta entrada no es más que una copia canalla de su exvoto en http://mirandofijo.blogspot.com/). O mejor aún, para que el exvoto mire a Miranda. Servidor desde que lo ha puesto no deja de sentirse observado. Gajes de ser ateo, que si le falta alguien que le mire se lo busca.

sábado, 9 de junio de 2007

Suspenso doble


En la foto de la izquierda, Harry Houdini cuelga de su chaqueta en el año 1922. En la foto de la derecha, Yves Klein salta al vacío en el año 1960.

viernes, 8 de junio de 2007

La queratina y un hombre que se quita el sombrero para saludar


En el año 1976 Richard Dawkins publicó el libro «El gen egoísta». Olviden la frase anterior, olviden la teoría del gen, la del huevo egoísta que crea gallinas. Olviden todo lo anterior. Olviden también las teorías antropocéntricas. Olviden la imagen de Adán poniendo nombre a los animales. Adelanten unos cuantos siglos después y lleguen hasta Linneo, olviden también la imagen de Linneo poniendo de nuevo nombre a los animales, pues Adán lo hizo medio bien medio mal y en el siglo XVIII resultaba más cómoda la nomenclatura binominal que llamar al perro perro y al pájaro pájaro. Olviden todo eso. Sepan que si estamos aquí es por y para la queratina. La queratina, esa hermosa y revolucionaria proteína malditamente azufrada que hace que por nuestras uñas y cabellos circulen cuernos de corzo, púas de puercoespín, pelos de dromedario, plumas de aves del paraíso, aves comestibles, canarios y perros, salmonetes, codornices, orcas, cuervos, tapires, gallos, gallinas, ratas, topos, serpientes, ratones, cebras, ciervos, gorilas de montaña, rinocerontes, castores, águilas de cabeza blanca, alces, tiburones, cornejas, bisontes, vacas, elefantes, canguros, zorros y lobos, mamuts, lagartos gecos, mapaches, onagros, caimanes, trigres, peces de colores, buitres, gorriones, morenas, cocodrilos y lagartijas, jirafas, gatos monteses, ballenas, peces gato, monos tití, murciélagos, ardillas voladoras, emúes, quebrantahuesos, chimpancés y osos almizcleros. Así que tras tantos siglos buscando el sentido de la vida, no hay otro que el de mantener la queratina a buen recaudo, en nuestras uñas, nuestros cabellos y nuestra piel, y así la besamos y así le rendimos culto. Mi único dios es la queratina, la queratina será la razón de la existencia de todos los vertebrados, y así sera.

En la foto, un hombre, señalado con un círculo, saluda inerte a los lectores desde el año 1914, durante un espectáculo de Harry Houdini.

sábado, 2 de junio de 2007

Más de lo mismo: hombres-lobo, licántropos y lobisomes


Más conocido es el hombre que por razones varias al convertirse en lobo muestra fauces de lobo (lo que en antiguo se llamaba «cerradura de loba» que es cuando la caja de los dientes se asemeja a la de estos animales), garras de lobo y vello hirsuto cubriendo la totalidad del cuerpo, pero hay otro tipo de hombres-lobo a los que se les nota poco o nada la conversión pues no muestran evidencia alguna de su carácter alobado. Se les hace llamar hombres-lobo y se dice de ellos que son más hombres-lobo que los mismos hombres-lobo, aunque a estos, al contrario que a los anteriores, les crece el vello hacia el interior y por eso resultan más peligrosos, pues al no mostrar su animalidad al prójimo nunca se sabe en qué momento tornan en hombre o en bestia. Plauto, y después Francis Bacon y Thomas Hobbes usándose de éste, dijeron «Homo homini lupus», que aunque no venga a mucho cuento, no me negarán que queda de fábula en este contexto. El crecimiento del vello hacia el interior puede surgir por varias causas, la primera, como antes apuntamos, por ser uno hombre-lobo; la segunda, por rasurarse la piel con cuchillas de afeitar o por practicar sobre el cuerpo la depilación a la cera. Cuando sólo es uno o unos pocos los cabellos que crecen hacia el interior, una buena solución es servirse de una aguja que previamente habremos desinfectado con la llama de una vela. Pincharemos en la zona (que suele estar infectada y se muestra más oscura o más abultada), hurgaremos hasta dar con el cabello e intentaremos sacarlo por vía antinatura, esto es, por el agujero que previamente habremos practicado con la aguja. Otra buena herramienta a considerar será una pinza de las que se utilizan para depilar, que nos ayudará en gran media a extraer el cabello rebelde. No debemos confundir al hombre-lobo con el lobisome, pues este último se diferencia del primero por su aspecto más descuidado, sus hábitos alimenticios (en buena parte, excrementos e inmundicias de las granjas y gallineros) y sus grandes orejas, mezcla de perro y cerdo que le crea un porte mucho menos ditinguido que el que lucen los hombres-lobo.

En la foto, Ringo da Silva, señalado con un círculo a la derecha. Ringo da Silva (Porto Alegre,1876-Nueva Orleans, 1958) entró a trabajar en el año 1902 como trapecista en el circo Rasmus (EE.UU), en el que realizó, junto a sus dos hermanos Jacobo «Zaco» y Bartolomé el número de "Los Fabulosos Hermanos del Aire". Tras 45 años de profesión dejó el trapecio aquejado de unas fiebres, que lo retuvieron en cama hasta el fin de sus días. Tres años antes de su muerte confesó que tras cumplir los 15 años y durante toda su vida sufrió frecuentes accesos de licantropía que le provocaban mareos, eccemas cutáneos y tormentosas migrañas. Como Ringo era un hombre-lobo al que le crecía el vello hacia el interior nadie le creyó ni le tuvieron en cuenta.

viernes, 1 de junio de 2007

Verdades y falsedades sobre los licántropos


Es preciso revelar que desde hace muchos años circula una patraña que, publicada en oscuros escritos, artículos que se copian unos de otros y falsos grimorios creados hace poco más de un ciento de años, se ha hecho muy famosa y popular: los licántropos u hombres-lobo se convierten con la visión de la luna llena. Bien, de una vez por todas debemos enterrar esta falsedad y conducirla al país de las hipótesis olvidadas: a los licántropos no les afecta la luna llena o, a lo sumo, les afecta como a cualquier otro ser vivo. Sí es cierto que los licántropos u hombres-lobo se han servido durante siglos de la luz de la luna llena para que sus apariciones, gracias a la mayor luminosidad de la noche, resulten más vistosas, pero eso poco tiene que ver con sus mutaciones físicas de hombre a lobo (o de lobo a hombre al transcurrir unas horas). Del mismo modo, a los benandanti (hombres-lobo también pero en versión más catolicorra) les sucede tres cuartos de lo mismo, o no les sucede, para ser más exactos. Los benandanti se ven influidos mucho más por las fechas que por las fases de la luna: se convierten en lobo sólo durante los días comprendidos entre Navidad y Epifanía, proceso que les impide celebrar las fiestas como los demás mortales pero que les libra de comprar los regalos del día de Reyes. En el año 1678, Lucio Giardino, licántropo confeso del Friul Occidental, en una entrevista que concedió al párroco de Pannonia Lucas Krauss declaró: «Todo lo anteriormente dicho en este texto es la verdad y poco más tengo que decir de todo ello o de cosas relacionadas con lo mismo».

En la imagen: licántropo vestido muy elegante a la moda que venía de Francia, según un bestiario del siglo XVI.