viernes, 27 de febrero de 2009

Las hormigas cortadoras

Las hormigas cortadoras de hojas del Brasil, tan maravillosas por tantos conceptos, dan muestras de una curiosa forma de estupidez que me asombra no haya sido eliminada por evolución. El esfuerzo que a la hormiga le supone el recortar una porción más o menos circular de hoja es muy considerable; sin embargo, una vez hecho el corte, hay más o menos un cincuenta por ciento de probabilidades de que la hormiga tire de la hoja en sentido erróneo y de que el trozo de hoja que acaba de recortar caiga al suelo. Aproximadamente la mitad de las veces la hormiga estira y arranca y estira y lucha por arrancar un trozo de hoja, hasta que se cansa, renuncia, y comienza a recortar otro pedazo. No hace intento alguno de recoger trozos que ella u otra hormiga hayan recortado ya. Salta a la vista, si se observa con atención, que el trabajo de recortar y arrastrar las hojas es muy poco eficiente: van a una hoja, recortan un trozo, y la mitad de las veces eligen erróneamente el trozo que han de sujetar y el recorte cae al suelo.

Richard P. Feynman, ¿Está usted de broma, Sr. Feynman? Alianza Editorial, Madrid, 2008.

Feynman aquí se preocupa por la productividad de la hormiga cortadora (nombre que agrupa diferentes especies del género Atta), pero no cae en la cuenta de que la hormiga, al cortar los pedazos de hoja valiéndose de sus mandíbulas, ingiere una parte de su dieta al instante, la savia de la planta. Es como ir de tapas durante buena parte del día. Luego, trasporta los pedazos de hoja hasta el hormiguero, donde serán masticados y servirán como base del campo de cultivo de su alimento principal, el hongo Leucocoprinus gonglylophorus. Lo cual da sentido al enunciado que dice que si hay que ir se va, pero que ir pa ná es tontería.

Y aquí, una entrada muy bonita que escribió ayer Helter. Rebonita.

jueves, 26 de febrero de 2009

Hannibal Lecter dibuja con el culo

Existe algo que nos dice en lo más profundo de nuestro cerebro que Hannibal Lecter nunca dibujaría así, tan relamido, tan feo, tan cutre. Hannibal Lecter, el orgulloso descendiente de los Visconti y los Sforza, un tipo de educación exquisita, gourmet apasionado, podrá dibujar bien o mal, pero nunca así de relamido. No puede ser. Pero sí. En la película El silencio de los corderos (1991) Hannibal Lecter dibuja de pena. El retrato a lápiz que hace de Clarice Starling posando como una madonna renacentista con un cordero peludo en los brazos que mira al espectador, con una valla baja al fondo que parece hecha por un niño de ocho años, con ese camino que conduce a un calvario con tres cruces que a su vez conducen a la risa (esas sombras sin sentido, ese cielo emborronado con el dedo) es posiblemente el peor retrato de la historia del cine. Es una mierda enorme. Clarice, en el dibujo, no es Clarice, es la cara de Jodie Foster posando para una ficha de actores pegada a un cuerpo grueso y sin forma. El manto que lleva sobre la cabeza que cae flotando sobre el pelo es ridículo y no sigue ninguna ley física. Todo el dibujo es ridículo. Malo. Horroroso. Cutre. Zaborrero. Hannibal Lecter, nuestro Hannibal, dibujaría de otra forma. O no dibujaría, pero no se le ocurriría perpetrar esa mierda tan grande. Y miren que la película me gusta pero, por el amor de dios ¿en qué estaba pensando Jonathan Demme cuando contrató a ese dibujante? ¿Le metió esa patata el productor? ¿Fue culpa de los decoradores? ¿El de atrezo? ¿Por qué el director no decidió eliminar ese plano en algún momento del montaje?

lunes, 23 de febrero de 2009

Hotel Hilbert

Me he prometido no volver nunca más al Hotel Hilbert. Es un local amplio, con bonitas vistas, de precio asequible y con trato agradable. Cada vez que voy, aunque el recepcionista me diga que el hotel está lleno, siempre encuentran una habitación para mí, pero el ruido que meten todos los huéspedes cambiándose a la vez de habitación no me deja pegar ojo en toda la noche. Y el servicio de habitaciones, así así: el anterior inquilino se dejó el cepillo de dientes en la encimera del baño, un calcetín usado bajo la cama y una bolsa de maíz frito sabor barbacoa abierta sobre la cómoda. Sabor barbacoa. Cada vez es más difícil encontrar maíz frito con sabor a maíz frito.

jueves, 19 de febrero de 2009

Tiburón

El tiburón era gigantesco, pero los pescadores consiguiron llevarlo a la orilla. Todavía estaba vivo y trataba de soltarse, así que para mantenerlo en la playa lo ataron a un árbol. Luego lo mataron. Los tiburones eran bastante comunes en la costa toscana, pero aquél era un lamia, un gran tiburón blanco, y pesaba más de una tonelada. Cuando ya estaba muerto, varios pescadores abrieron la horrorosa boca del animal y con sus cuchillos le arrancaron los dientes para conservarlos como recuerdo y talismanes.
Los rumores sobre esa maravilla llegaron al palacio de los Médici, en Florencia. El gran duque Fernando II, un aficionado a la historia natural, ordenó que le llevaran el tiburón de inmediato para que los científicos de la corte pudiesen examinarlo, pero era un animal demasiado grande y la carne ya había comenzado a pudrirse. Los pescadores cortaron la cabeza y arrojaron el resto del cadáver al mar. Cargaron la cabeza en un carro para trasladarle a través del valle del Arno hasta Florencia.

Del libro Una nueva historia de la Tierra, un relato sobre la ciencia y Nicolaus Steno, el genio que descubrió la geología, de Alan Cutler, RBA, Barcelona, 2007.

En la foto: familia nuclear biparental con tiburón.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Sobre el acto de peinarse

Me gustaba mucho observarla cuando se secaba el pelo. Se lavaba la cabeza en la bañera, arrodillada, como una lavandera de sí misma. Luego salía del baño en albornoz, llegaba hasta el dormitorio descalza haciendo chip-chap sobre las baldosas, con la toalla blanca colocada en una suerte de turbante oriental con forma de merengue envolviendo su cabello, buscaba en el interior del neceser y sacaba un cepillo, volvía al baño, se pasaba una y otra vez el cepillo redondo con bolitas amarillas en los extremos de las púas y se oía «ras-ras-grat-ras-ras-grat», luego encendía el secador y se secaba el pelo con la cabeza hacia abajo. Aquella postura tan extrema me recordaba a las bailarinas del Maestro de Agüero y traía hasta el dormitorio un olor acogedor, tropical, a pelo caliente y perfumado. Luego se colocaba frente al espejo y se peinaba. Ponía cara de mirarse al espejo, se miraba de tres cuartos, se ponía de frente, giraba el mentón de un lado a otro haciendo paradas cortas de fotomatón y volvía a mirarse de tres cuartos alzando la barbilla mientras el ojo izquierdo (el derecho en el espejo) se le torcía un cuarto hacia la nariz, graciosamente. Ya estaba peinada. Eso me gustaba observar.
—¿Y no se acuerda de nada más?
—De poco más, pero le aseguro que eso lo recuerdo muy vivamente.
—Intente recordar.
—Bueno, también recuerdo cuando arrancaba las marañas de pelo muerto del cepillo sirviéndose de un peine sentada en el inodoro y cómo las colocaba en montoncitos sobre la tapa del bidé, antes de tirarlas al cubo de la basura.
—¿Y recuerda cómo sonaba?
—«Grat-grat-grat-grat», era algo así. Así sonaba el peine sobre el cepillo.

domingo, 15 de febrero de 2009

Sobre estética y esteticien

Bien, los del Opus andan con la ilusión de poner una figurita de san Josemaría Escrivá de Balaguer en la basílica del Pilar de Zaragoza, como la que esculpió Romano Cosci en mármol de Carrara, que colocaron en uno de los nichos de la fachada exterior del transepto izquierdo de la basílica de san Pedro de Roma, pero más pequeña. A mí eso, oigan, no me parece mal, cada uno en su casa pone lo que quiere. A Cosci, el escultor que realizó la figura del santo para la basílica de san Pedro, le salió un santo cabezón, con la cabeza gorda, vaya. No sería malo aconsejar al que haga la reproducción para el Pilar que le reduzca un poco la cabeza, un siete o un diez por ciento así a ojo, que si no le quedará una figura más pequeña que la de la basílica de san Pedro pero también, en proporción, cabezona. Y a ver qué hace con las gafas. Es una puñeta hacer esculturas de gente con gafas, pues el resultado nunca es muy bueno. Si se opta por tallarle las gafas sin cristales, parecerá que lleva gafas de broma (y de qué sirven unas gafas sin cristales); si se talla la montura con cristales, la figura parece ciega. Si le graba unos ojitos sobre el cristal, al estilo de la escritura cuneiforme, parecerá que lleva unas gafas de carnaval con ojitos pegados. Si le talla unos ojitos que sobresalgan por encima del cristal también queda raro pues parecerá que lleva un par de morritos de broma pegados sobre un plano. Una solución es tallar las gafas con cristales y luego pintarle unos ojitos encima, pero es también bien mala solución. Claro está, que si no le pone gafas, no se parecerá a Escrivá de Balaguer... Hay personas que llevan gafas que se sueñan a sí mismos sin gafas y personas que se sueñan a sí mismos con gafas. Escrivá de Balaguer tenía que soñarse con gafas, porque sin gafas o no era Escrivá de Balaguer o era otra cosa. Tal vez la mejor solución sea tallar la figura sin gafas y luego colocarle unas gafas de quita y pon y a ver qué pasa, así hasta puede ir a la moda según los cambios estéticos de la época (aunque tampoco es cosa buena, a la escultura de Woody Allen que hay en Oviedo, obra de Santarúa, le roban las gafas cada dos por tres). Y ahí entramos en un debate que mezcla la estética con la esteticien: Andy Warhol, ese visionario, escribía en su libro Mi filosofía de A a B y de B a A que en los retratos era buena cosa eliminar los granos, pues los granos son algo pasajero y los retratos quedan para la posteridad. Eso lo escribió quince años antes de inventarse Photoshop. Warhol, el pobre, tenía muy mala piel y aquello le preocupaba constantemente. El Altísimo le otorgó grandes valores estéticos y creativos a cambio de una piel muy mala. Ahora ya sabemos que podemos quitar sin reparos espinillas, puntos negros y barrillos de la piel de los retratos y no hacemos mal alguno. Sobre el asunto de eliminar con Photoshop arrugas, marcas del rictus, patas de gallo, bolsas del párpado inferior o reestructurar la banana del ojo, sobre todo eso no habló. Así que ahí andamos, que cuando vemos las fotos que salen en la revista ¡Hola! no tenemos muy claro si eso de retocar tanto es lícito o no es licito y nos crea mucha ofuscación. Pero bien, a lo que vamos, que hacer esculturas de personas con gafas siempre da problemas y debería decidirse qué es mejor, si no ponerle gafas, si ponérselas, cómo ponérselas o mejor aún, si la solución sería crear una ley que impida que las personas que lleven gafas suban a los altares y así libramos a los escultores de esas dudas engorrosas que se montan los escultores cuando les encargan que tallen o modelen la efigie de una persona con gafas.

sábado, 14 de febrero de 2009

Escrivá vuelve

El 19 de agosto de 2008, este blog ofrecía extensa información sobre la noticia de la imagen del santo Josemaría Escrivá de Balaguer aparecida en un mapa de google map sobre las tierras canadienses. Hoy, nos sentimos orgullosos al ofrecer a nuestros lectores la transcripción de la aparición del santo en la casa del alcalde de la ciudad de Zaragoza, don Juan Alberto Belloch, en versión entremés:

Interior de la casa de Juan Alberto, dormitorio, noche. Truenos, relámpagos, lluvia y todos los sonidos que hacerse puedan que evoquen la idea de tormenta en el espectador.

Josemaría: ¡Juanalberto!
Juanalberto: ¿Quién llama?
Josemaría ¡Juanalberto!
Juanalberto: ¿Quién es?
Josemaría ¡Yo, te llamo!
Juanalberto: ¿Quién es el que osa molestarme a estas horas?
Josemaría Yo te llamo. Josemaría.
Juanalberto: ¿Escrivá?
Josemaría: de Balaguer.
Juanalberto: ¿Y a qué vienes?
Josemaría: a pedirte que pongas una calle con mi nombre.
Juanalberto: ¿Una calle con tu nombre?
Josemaría: Así es.
Juanalberto: Así sera si así lo quieres.
Josemaría: Así lo quiero, que así sea.
Juanalberto: ¿Y si esa decisión molestara o incomodara al pueblo?
Josemaría: Dile a tu pueblo que lo haces por un favor personal de alcalde.
Juanalberto: Ah, bien, eso haré, si digo eso nadie se molestará.
Josemaría: gracias hijo y que dios te guarde.
Juanalberto: De nada, Josemaría, así sea.

Josemaría desaparece de la habitación de Juanalberto tras una explosión.
Fin del entremés.

Añadido, últimas noticias: leo hoy domingo 15 de febrero en El Periódico que el alcalde de Zaragoza, Belloch, fruto de las presiones, recula y en lugar de dedicar a Escrivá de Balaguer una calle céntrica como la de General Sueiro, ahora lo manda a una calle sin viviendas, donde el túnel de la A-68, ahí donde Cristo perdió las chancletas. Los del Opus, mal. Los demás, mejor. Yo digo que a san Escrivá le pega más la calle General Sueiro, que es una calle más pija.

jueves, 12 de febrero de 2009

Cumpleaños de Charles Darwin

Hoy es un día muy feliz para este blog pues celebramos el cumpleaños de Charles Darwin. Así que como es un día muy feliz para este blog sólo tengo buenos pensamientos (y uno de los pensamientos buenos, pero de los buenos buenos, de los mejores, es imaginarme a todos los creacionistas ahí en una caldera monstruosa sobre el fuego con cientos de demonios enormes y peludos pinchándoles donde más les duela en un no parar de lamentaciones y de rechinar de dientes, venga a rechinar dientes, sin parar).

martes, 10 de febrero de 2009

Los novietes

Campaña de Orange, primer anuncio: un chico narra toda la gente que le ha influido en su vida. Él es su madre, sus hermanos, sus amigos, todas las chicas que besó, el profesor que le hizo repetir y la profesora que le empujó para continuar los estudios, su jefe, todos sus amigos, una chica embarazada.

Campaña de Orange, segundo anuncio: una chica narra la gente que le ha influido en la vida: su primer noviete, su segundo noviete, su tercer noviete, su cuarto noviete, su novio, su pareja estable. Ya está.

Conclusión: a los hombres les influye toda la gente que tiene a su alrededor y a las mujeres, a las mujeres, los novietes.

Pretecnología

Las enciclopedias constituyen una parte esencial de muchas biliotecas escolares. [...] representan la filosofía de los humanistas de hoy. Esto resulta obvio por el atrevido despliegue de ilustraciones que acompañan a los textos dedicados a la pintura, arte y escultura [...]. Una de las partes que es necesario corregir es la falta de decoro de la desnudez y las posturas. Esto se puede conseguir dibujando ropa sobre las figuras o tachando toda la ilustración con un rotulador mágico. Hay que hacerlo con cuidado o el rotulador mágico se puede borrar del papel satinado que se usa para las enciclopedias. Para que no se borre hay que raspar suavemente con una cuchilla de afeitar hasta que el papel pierde brillo [...] [En cuanto a la evolución,] cortar las partes [que se dedican a ella] resulta práctico si lo que quitamos no es lo bastante grueso para dañar el lomo del volumen y éste se puede abrir y cerrar normalmente. Cuando las partes que necesitan corrección son demasiado gruesas, hay que pegar las páginas con cuidado de no manchar las secciones del libro que no se quieren corregir.

Ray Martin, Reviewing and Correcting Encyclopedias, Christian School Builder, 1983.
Reseñado en el libro Por qué creemos en cosas raras. Pseudociencia, superstición y otras confusiones de nuestro tiempo, de Michael Shermer, Alba, Barcelona, 2008.

Más sobre Helen Duncan (y III)

Para más información sobre Helen Duncan, pueden visitar la página sobre Harry Price (1881-1948), caza fantasmas, investigador psíquico, arqueólogo y numismático, que investigó a la médium en sus sesiones. Allí encontrarán un índice con muchas fotos de la Duncan echando ectoplasmas por la boca.
En la foto, Harry Price (derecha) con un colaborador, C. M. Joad (izquierda), coflaos como gaticos en un cesto, investigando una cama que supuestamente estaba embrujada en una casa de Chiswick, Londres, septiembre de 1932.

lunes, 9 de febrero de 2009

Heather Angel

Hace unas semanas se hablaba por aquí de esa escena rarita de la película El resplandor en la que Wendy Torrance (Shelley Duvall) sube por la escalera con un cuchillo en la mano y se encuentra con una pareja en una habitación, el uno vestido de etiqueta, el otro vestido de bicho. Una parafilia más.
Hoy es el cumpleaños de Heather Angel (9 de febrero de 1909 - 13 de diciembre de 1986), actriz inglesa nacida en Oxford que trabajó en películas como El perro de los Baskerville (1932) y Orgullo y prejucio (1940) y como dobladora en las películas de animación de Disney Alicia en el País de las Maravillas (1951) o Peter Pan (1953) y lo celebramos con esta foto de Heather Angel vestida de conejo de pascua y posando sobre una cesta llena de huevos gordos.

domingo, 8 de febrero de 2009

Volvemos con Helen Duncan

En la foto: la médium Helen Duncan durante una sesión espiritista en su casa, materializa el espíritu de una mujer.
Helen MacFarlane (27 de noviembre de 1897 – 6 de diciembre de 1956) nació en Callander, Perthshire (Escocia) y sus fantasmas eran, eso, británicos. Los rasgos del espíritu (en algunas fuentes, llamado Peggy; en otras, Peggy es el nombre del espíritu de una niña, que aparece en la fotografía de la entrada anterior), recuerdan al títere tradicional Judy, la esposa de Punch, la adaptación inglesa del personaje Pulcinella de la Commedia dell’arte (Judy sale mal parada en las representaciones; deja al hijo de ambos al cuidado de Punch en la casa, el niño no para de llorar, Punch se pone nervioso y lo tira por la ventana. Judy vuelve a la casa, pregunta por el niño, discuten y Punch tira a su esposa por la ventana. Cabe destacar que en ocasiones aparecía otro títere, que era Judy convertida en fantasma. El fantasma de Judy). Los espíritus materializados de Helen Duncan solían salir de un armario; un dato relevante pues será contar que el marido de Helen, Henry Duncan, era ebanista, fabricante de armarios.

sábado, 7 de febrero de 2009

Los muertos cansados

A los muertos de ahora no les suele gustar hacer acto de presencia en las reuniones espiritistas. Les molesta, los inquieta. También saben que deben asistir cuando se les llama, como asisten los padres a una reunión de padres del colegio de sus hijos o como asisten los vecinos a un reunión trimestral de vecinos de la comunidad de vecinos de la casa. Asisten, pero sin ganas. Hay que ir. Y van, pero de mala gana, sin ilusión. Llegan tristes y sin ganas. Entre tanto vivo, los muertos se sienten como cuarentañeros en un un bar de adolescentes. Desubicados. Y a veces hacen cosas raras, para llamar la atención, para sorprender a los vivos, y les sale mal la mayoría de las veces. Algo que no debería caerse se cae y algo que no debería explotar explota. Sin medida, sin mesura. Los muertos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX hacían apariciones más bonitas. Las preparaban con cariño. Robaban telas de algodón y gasa, puntillas y encajes en los almacenes comerciales de retales, las arrugaban y las recosían formando largos churros y las sacaban por la boca y los oídos de los médiums como si fueran largos y hermosos cordones umbilicales ectoplasmáticos. Eso gustaba y sorprendía siempre a los asistentes. Hacían cosas bonitas, vistosas, de relumbrón. A veces, con mucho mimo, cosían a las telas pedazos de fotografías de familiares fallecidos o recortes de portadas de revistas de la época, con hilo fino y puntada invisible, o formaban moldes de cera de sus manos o de sus rostros y los dejaban caer desde lo alto en mitad de la mesa de la sesión. Era bonito y excitante todo eso para el día a día de los muertos que, de natural, se suelen aburrir. Los muertos de aquellos tiempos eran minuciosos, cuidadosos, detallistas. Fue una hermosa generación de muertos artesanos. Ahora no. Ahora los muertos, como mucho, meten cuatro gritos en edificios deshabitados o se aparecen durante un rato corto, pero se aparecen sin ganas, tristes, deseando volver a la tranquilidad. Entre ellos, se dicen, animándose, que llegarán tiempos mejores.

En la foto, la médium Helen Duncan, durante una sesión espiritista en la Biblioteca de la Universidad de Londres, saca un ectoplasma por uno de sus ojos vendados que toma la forma de un espíritu con la cabeza, reducida, de Joshepine Baker. Año 1933.

viernes, 6 de febrero de 2009

¿Se va a quedar morico?

Que acabo de leer esta frase en la nueva entrada de Badil. Que no conocía esa expresión, que la comprendo perfectamente pero que no la había oído nunca (los moros aquí construyeron de todo, hasta puentes romanos construían. Cosa antigua con fecha no muy clara: la habían hecho los moros), y eso, que me ha parecido muy bonita.

Y hoy andaba yo pensando que qué grande es Internet, que nos permite cosas que antes ni imaginábamos, como ver tantas veces como queramos el vídeo del ave lira (Menura novaehollandiae) echándose unas risas con un cucaburra y haciendo la motosierra o el vídeo del gatico que dice «Oh, my dog, oh, Long John, oh, Long Johnson, oh Don Piano». No hay cosa mejor. Son vídeos ya muy vistos, sí, pero no hay cosa mejor. De vez en cuando me los pongo y se me pasan todos los males. No hay cosa mejor.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Sobre los arcones

Hay un momento en la vida en el que a un buen varón le da por comprar un arcón frigorífico de refrigeración. Lo instala y lo llena con dos medios ternascos y cuatro paletillas, dos cochinillos, una bolsa con seis jarretes, ocho manitas de cerdo, dos pollos partidos como para hacer al ajillo, cuatro pollos partidos en cuartos, cuatro rapes, dos merluzas cortadas por la mitad, dos merluzas de anzuelo cortadas en rodajas, una bolsa grande de aros de calamar, una bolsa de chopitos, una caja de gambas tamaño medio, una caja de langostinos, una bolsa de preparado para ensaladilla, dos bolsas de patatas prefitas tamaño familiar, dos bolsas de preparado para paella, una bolsa de setas variadas, una caja de lasagna precocinada, dos pizzas, cuatro bolsas de guisantes, varias bolsas de verduras precocidas (col de flor, judías verdes, acelgas, borrajas, alcachofas, alubias frescas, habas desgranadas, coles de Bruselas, cebolla picada, perejil picado, apio de hoja picado) y una tarrina de helado de limón y otra de chocolate y vainilla. Cuando ve que le queda espacio, mete una botella que le regalaron de marc de champagne, otra de orujo que tenía empezado y que ha calzado entre los hielos para que el cuello quede en lo alto y no se salga el contenido, unos cuantos vasos de chupito que previamente ha mojado en el grifo del garaje para que formen esa bonita capa de hielo alrededor del cristal y ocho bolsas de cubitos de hielo de los grandes, los que nunca fabrica un frigorífico y que venden en las gasolineras, que el agua no será buena, pero esos hielos son campeones. Cuando un buen varón cierra la puerta de su nuevo arcón frigorífico de refrigeración y ve que lo ha llenado hasta los topes, se golpea los muslos y se dice «aún hay sitio en el garaje para otro arcón».

lunes, 2 de febrero de 2009

Nuestras percepciones de la realidad están influidas por las teorías que enmarcan nuestro examen de ella

Que la teoría da forma a nuestra percepción de la realidad es cierto no sólo para la física cuántica, sino para todas las observaciones del mundo. Cuando Colón llegó al Nuevo Mundo, creyó que llegaba a Asia y, en función de ello, procedió a percibir el Nuevo Mundo como si fuese el continente asiático. La canela era una valiosa especie asiática, así que cuando encontró un arbusto que olía igual, declaró que era canela. Cuando encontró el aromático gumbo-limbo en las Antillas, pensó que se trataba de una especie asiática similar al fruto del lentisco mediterráneo. Un fruto del Nuevo Mundo coincidía con la descripción que Marco Polo había hecho de un coco. Basándose en unas raíces descubiertas por sus hombres, el cirujano de Colón declaró que había encontrado ruibarbo chino. La teoría le decía a Colón que se encontraba en Asia, así que sus observaciones así se lo confirmaron, por mucho que se encontrara a medio mundo de distancia. Hasta ese extremo es poderosa la teoría.

Del libro Por qué creemos en cosas raras. Pseudociencia, superstición y otras confusiones de nuestro tiempo, de Michael Shermer, Alba, Barcelona, 2008.

Anna May Wong

Hoy se conmemora el 48 aniversario de la muerte de Anna May Wong, actriz norteamericana de origen chino. Nacida como Wong Liu Tsong (黃柳霜), en una humilde familia propietaria de una lavandería en Los Ángeles. Comenzó su carrera a los catorce años, en 1919, como extra en la película La linterna roja, en 1919, de Alla Nazimova, rodada en el barrio chino donde Anna May había nacido. Fue la primera actriz de origen asiático que protagonizó una película, The Toll of the Sea, en 1922. También trabajó en el teatro y, al final de su carrera, en la televisión. Hizo papeles de china, de india americana (en una peli sobre el libro Peter Pan), de esquimal y de la hija del doctor Fu Manchu, entre otros. Tenía un padre puñetero que la encerraba en el camerino entre escena y escena, no fuera a ser que algún varón la pretendiera. Nunca se casó. Anna May Wong murió de un infarto de miocardio mientras dormía, a la edad de 56 años. Llevaba tiempo con el corazón pocho y el hígado hecho cisco de estar todo el día copa va copa viene. Era más bonita que un san Luis. La más guapa.