
Acabo de leer a
Diana Aller, que dice que los grabados de
Escher gustan a los cerebros poco trabajados. Sus lectores seguidores de
Escher ya le están
recriminando lo escrito. Servidor, que aboga siempre por lo políticamente correcto, nunca diría que a los que les gusta
Escher tienen los cerebros poco trabajados, pero que de pequeños les metieron una pedrada en la cabeza y se quedaron medio tontos sí. Madre el
Escher, qué tipo más aburrido y más hortera. ¡
Pon las escaleras bien, copón, que te se van a caer los monicacos esos que pintas! Confieso que no me gustan las paradojas visuales. Ya solo imaginarme al tipo ahí en su estudio pensando una paradoja visual (mientras se circunspecta todo él mismo hacia su interior lúdico-creativo) y me entran sudores, ganas de abrir la nevera y arramblar con todo lo que encuentre con un alto contenido en glucosa. Me dan bajones de azúcar las paradojas visuales. Y también los
trampantojos. El otro día veía un reportaje en la
tele sobre un palacio de
Andrea Palladio y me entró el síndrome de
Stendhal pero al revés. Madre mía toda la casa ahí pintada con
trampantojos por aquí y
trampantojos por allá, que no quedaba una pared limpia. Qué angustia. También les confieso que siento un hermanamiento sideral con Diana
Aller desde que le leí que no soportaba a
Jordi Mollà, que Vetusta
Morla le parecen insípidos, que critica los bautizos civiles y que odia los bolsos
serigrafiados con la cara de
Audrey Hepburn. Digan si no es para hermanarse. Y más cosas. Bueno, yo ya me hermané con ella con lo que dijo del
Mollà. Que no puedo con
Mollà. Que es verlo y me salen unas ronchas en el envés de los antebrazos tamaño
donuts. Que no puedo.
D. Harry, acabo de enterarme de que existen los bautizos civiles, y sí, coincido en que es una muestra más de la estupidez humana. Estoy básicamente de acuerdo, a mí tampoco me gusta Escher (menos si aparece Bob Esponja, eso es otro cantar), sin embargo me parece demasiado categórico decir que lo admiran los cerebros poco trabajados. Yo he terminado por pensar que las cosas no se clasifican en buenas y en malas sino en lo que nos gusta y en lo que no, y sobre gustos ya se sabe..., hay muchas cosas escritas, aunque digan que no hay nada.
ResponderEliminarBuenas noches D. Harry
Estoy de acuerdo con usted, doña Labegue, pero no me diga que no da gusto, de vez en cuando, poner a caldo y criticar to lo que se menea. Yo me suelo cagar en to lo que se menea varias veces al día, por no hablar del Altísimo, que no sé si se menea, pero también le cae su ración diaria. Por ahora, para mí, es la mejor gimnasia antiestrés. No he encontrado otra mejor. Ni el yoga, ni el pilates, ni las cadenas de energía; no hay cosa mejor que cagarse en to. Y eso conlleva, alguna vez, criticar a otro, ser políticamente incorrecto y molestar a algún tercero, pero lo hago por mi salud, como antiestrés. Compréndame.
ResponderEliminarBuenas noches, doña Labegue.
Y a mi que el Mollá me parece guapísimo...
ResponderEliminarDe Vetusta Morla,no tengo opinión, que la primera vez que tuve noticias de ellos fue hace dos días, viendo el programa de fiestas.
Pero con lo de los bautizos civiles estoy totalmente de acuerdo.
Una duda: en lugar de echarle agua bendita que le hacen a la pobre criatura?
Bienvenida, A filla do mar, está en su casa.
ResponderEliminarPues imagino que en lugar del agua bendita le darán una charla sobre lo bueno que es venir al mundo o algo así. En realidad, el bautizo católico tiene su cosa buena, porque es un exorcismo. Bautizas al niño y así ya sabes que no le va a entrar un demonio a los cuatro meses que te ponga la casa perdida de vómitos y espumotes. Pero un bautizo civil... sin exorcismo... ya no sé para qué sirve.
Ay, Mollà guapísimo. Vamos a tener unas palabras usted y yo.
ResponderEliminarHombre, pues al menos medio polvo si tiene, quizás no uno entero, pero medio...
ResponderEliminarOiga, me propongo acudir a uno y luego se lo cuento, que a mí eso de los bautizos civiles también me tiene intrigaíta. Tiene que ser una tontadaaaaa...
ResponderEliminarPues nosotros hicimos algo así como una "comunión civil" con el Dani hace un par de años. Más que nada porque parecía que lo dejábamos de lado con los fastos comunioneros de sus compis de clase..y salió chulo.
ResponderEliminarComidica familiar en la montaña y un par de regalillos realmente acordes a un niño de 9 años.
Se quedó como un rey el tío, y nosotros lo pasamos bien también. Que no se puede estar siempre con la familia al teléfo Harry, a veces hay que cumplir.
Pues entonces lo que le hicieron al niño es una fiesta de entrada a al estadio prepuberal, que es una celebración que se da en todas partes, en Oriente y Occidente, con hostias o sin hostias, lo mismo es.
ResponderEliminarYo también quiero que me hagan una fiesta acorde con mi edad. Acorde a con mi edad sería que contrataran a cuarenta señoras en topless para que bailaran la conga por toda la casa y fingieran que están muy contentas de bailar la conga y de haberme conocido. Se lo voy a comentar a mi señora a ver qué le parece. Que lo merezco, no hay duda de ello; que le parezca bien, eso ya no sé yo.
Pues claro que se lo merece Harry, anda que sí. Seguro que su señora le hace la fiesta la mar de contenta. Igual incluso se hace ella también un regalo y coloca unos yogurines de esos al final de la conga.
ResponderEliminarO mejor no, que los yogurines dan alergia. He visto hoy uno en la playa, todo renegrío, "oteando" a las gachises desde unas gafas de espejo...madre mía que horror. Alergia me dan. Unas ronchas mas grandes que las suyas que me han salido oiga.
Gensanta.
Para mi es una linea tan difuminada lo que separa lo que nos gusta y lo que no, que Jordi Mollá de tanta repulsión que me produce, me atrae.
ResponderEliminarUna comunión civil, no sé porqué, pero me suena bien.
Un abrazo bien hermanado.
Pues aún no he llegado a ese estadio, Diana Aller, que el Mollà aún no me atrae. Sí que me pasa eso con los Ostos, con todos y cada uno de ellos. Me dan tanto miedo que me atraen, como si estuviera viendo una peli de terror buena. Más deberían sacarlos en la tele.
ResponderEliminarUn abrazo, Diana hermanada, y sabe que esta casa es su casa.