Ira Levin había presentado el libreto Rosemary's baby (del ridículo título español, La semilla del diablo, ya hablaremos otro día) a la editorial Random House. Levin tenía cierto prestigio por sus trabajos en televisión y era una autora, aunque novel, con fama de meticulosa [...]
Ojo, que estoy de acuerdo con que el título en español es malo y destripa la película, pero que digo yo que si a ver si el autor (o autora) del texto, Toni García Ramón, con eso de la fama de autora meticulosa se refiere a Ira de Furstenberg, que Ira Levin de autora meticulosa tenía poco.

Así que me digo, voy a mirar a ver de dónde ha sacado esta información Toni García Ramón. Busco por internet y en Wikipedia, en la entrada «Rosemary's Baby (película)» leo:
En dicho DVD Robert Evans recuerda que Willian Castle le trajo las primeras galeradas de la novela de Ira Levin y le pidió comprar los derechos para la adaptación cinematográfica aún antes de que Randon House, la editorial de la escritora, publicara la novela.
No me quedo contento y me digo ¡pues voy a buscar más!, y me encuentro con esta información, que se acaba de convertir para mí en una piedra angular estilística del periodismo chapucerete (la negrita es mía):
LaVey, quien aparentemente tomó mediante un anagrama el apellido de Ira Levin, autora del libro origen de la cinta, participó como asesor de la cinta y tuvo gran influencia en las decisiones de Polanski.
Ahora Ira Levin ya no es que sea una escritora meticulosa, sino que encima, aparentemente, es una anagrama del cara malote Anton Szandor LaVey. Trocotrón. Dejo de buscar y me digo «pues ya está, que el autor del texto del librillo de la colección de dvd's de El País, Toni García Ramón, lo que no ha encontrado en el documental que viene como extra en el dvd lo ha buscado por Internet y le ha salido lo que el Altísimo ha querido». Ole, con dos, como los del caballo de Espartero o como los de, ya puestos, Ira Levin. Aparentemente bien gordos.
Madre mía, Ira Levin, autora meticulosa, con esa barbaza que lucía siempre.
Ya lo decían nuestras abuelas: No acepteis jamás un caramelo de un extraño, ni os fieis de lo que se dice en Internet y en la Wiquipedia en particular...
ResponderEliminarCómo me alegra leer que también usted haya caído en el enfado con(tra) la chapucería y el desinterés
ResponderEliminar(en este caso su mujer barbuda sería mi Stevenson inglés)
y me llamaban tiquismiquis
¡Ja! [así, un "ja" seco]
Oiga, que a todos nos puede pasar, y a el/la Toni... pues le ha pasado. Su problema fue hacerse el/la interesante con la chulería esa de "ya hablaremos otro día" a propósito del título. Por cierto, a mí me gusta mucho ese título contundente de "La semilla del diablo" que no la cursilada que la Sra. Ira puso a su novela: no sé inglés, pero eso de "El niño de la Rosa Mari" queda como muy basto.
ResponderEliminarQue en qué tienda venden la cosa esa del trigo tierno, si hace el favor; que, si a mano viene, lo voy a probar.
ResponderEliminarTojunto.
Yo lo suelo encontrar en esas grandes superficies que empiezan por al y acaban en campo pero también imagino que habrá en esos grandes almacenes que empiezar por corte y acaban en inglés, Tojunto. Van en una caja, como el arroz estrella, el que dicen que no se pasa (que no se pasa pero que se queda achiclao, eso no lo dicen en el paquete).
ResponderEliminarPos esto es que fui una vez al Hipercor de Castellón y no tenían, y eso que pregunté bien preguntao. Pero no me voy a rendir, ¡vaya que no!
ResponderEliminarTojunto
Tiene unos mofletes muy femeninos.
ResponderEliminarAunque eso de confundir el I.R.A. y la Ira/ira le puede pasa a cualquiera o cualquiero
Es que se trata de La Ira del Diablo.
ResponderEliminarSuele pasar cuando algún curioso incontinente con nulo dominio del inglés (ej yo)le da al botón de Traduzca esta página.
ResponderEliminarUstedes dirán que que ajco de traducción y yo les digo, no, es que tanto meter información en la güiki se nos ha vuelto creativa.
¿No recuerdan aquel relato de ciencia ficción en que la humanidad fabricaba un superordenador que al meterle todo el conocimiento humano tenía respuestas para todo y le preguntaban "¿Existe Dios?" y el contestaba "Ahora si"?.
Pues ya tiene hasta su oración, que se lo pueden bajar como politono
Güiki
tuchún chún chún
güiki gúiki gúiki.....
Venga, Harry, no se justifique con las 64 páginas del librillo, que si llegó a las 678 del formulario para encontrar el ayaguaco, le debieron resultar un ná.
ResponderEliminarPor cierto, en la wikipedia dicen «que le sobreviven dos hijos» al Ira Levin, juer, ¿a cuántos hijos se cargó en vida?.
Pues ya pasa, ya... Yo tengo amigas que se quedaron de una pieza cuando les dije que Noah Gordon era un escritor.
ResponderEliminarQue una cosa es Noa y otra Noah (Noé).
Huy, Alberich, si me vienen mis abuelas a decirme que no me fíe de internet me preocuparé. Me preocuparé y llamaré a Cuarto Milenio para que me vengan a hacer una psicofonía de esas.
ResponderEliminarOjo, que aún hubiese sido peor que dijeran que Stevenson era chica y además de Paniza, lady in the radiator.
ResponderEliminarUna vez leí en el listado de un libro que había un demonio llamado Dumézil (que la verdad es que es un apellido que suena como a Pazuzu pero, creo que hasta el fin de sus días, Dumézil se quedó en filólogo).
Bueno, así como lo dice, David, suena mal. Aún podía ser peor: «El crío la rosamari».
ResponderEliminarAh, pues igual en el hipercor de Castellón no lo tienen, Tojunto. No obstante, usted busque en la sección donde vea sémolas y cosas así, que por ahí anda.
ResponderEliminarBueno, no anda, es un decir. Es trigo tierno quieto.
ResponderEliminarPues habrá sido eso, Spanique, que el autor le dio al buscador de imágenes de Google, le aparecieron unas cuarenta fotos de Ira Levin con la barbaza pero con los mofletes femeninos y decidió que lo segundo era más determinante.
ResponderEliminarEl Diablo, Mis Adarmes, que calienta los sesos y nos confunde. Y el Internet, que es un invento del demonio.
ResponderEliminarPues no conocía ese relato, Badil, pero es una idea rebuena.
ResponderEliminarOjo, Arkab, que es que hay padres muy pesaos, que sobrevivirlos es difícil. En el caso de ira Levin, encima, le tocaría ejercer de padre y madre.
ResponderEliminar¿Así que Noah Gordon no es la misma que canta una versión de La vida es bella y que es como la rosarillo pero como más yemení, Gloria? pues me ha dejado de piedra.
ResponderEliminarOiga, Badil, ¿se acuerda del nombre del relato?
ResponderEliminares que la historia me ha entusiasmado (ahora recuerdo que yací anoche hasta tarde planeando introducir en la red de redes palabras inventadas, mediante un vírus implacable. Mechachís, ya se me han olvidado los tremendos palabros y sus definiciones (unas se duermen pensando en Brad Pitt y otras inventando definiciones para palbaras inexistentes, aún)).
Harry, seguro que al escocés le haría más ilusión que crean que es de Paniza... lo de la feminidad ya no sabría decirle
Así sea.
ResponderEliminarLA RESPUESTA
Dwar Ev soldó ceremoniosamente la última conexión con oro. Los ojos de una docena de cámaras de televisión le contemplaban y el subéter transmitió al universo una docena de imágenes sobre lo que estaba haciendo.
Se enderezó e hizo una seña a Dwar Reyn, acercándose después a un interruptor que completaría el contacto cuando lo accionara. El interruptor conectaría, inmediatamente, todo aquel monstruo de máquinas computadoras con todos los planetas habitados del universo - noventa y seis mil millones de planetas - en el supercircuito que los conectaría a todos con una supercalculadora, una máquina cibernética que combinaría todos los conocimientos de todas las galaxias.
Dwar Reyn habló brevemente a los miles de millones de espectadores y oyentes. Después, tras un momento de silencio, dijo:
- Ahora, Dwar Ev.
Dwar Ev accionó el interruptor. Se produjo un impresionante zumbido, la onda de energía procedente de noventa y seis mil millones de planetas. Las luces se encendieron y apagaron a lo largo de los muchos kilómetros de longitud de los paneles.
Dwar Ev retrocedió un paso y lanzó un profundo suspiro.
- El honor de formular la primera pregunta te corresponde a ti, Dwar Reyn.
- Gracias - repuso Dwar Reyn -, será una pregunta que ninguna máquina cibernética ha podido contestar por sí sola.
Se volvió de cara a la máquina.
- ¿Existe Dios?
La impresionante voz contestó sin vacilar, sin el chasquido de un solo relé.
- Sí, ahora existe un Dios.
Un súbito temor se reflejó en la cara de Dwar Ev. Dio un salto para agarrar el interruptor.
Un rayo procedente del cielo despejado le abatió y produjo un cortocircuito que inutilizó el interruptor.
Fredric Brown
¿Un suéter que transmite imágenes al universo? ¡Jo, Badil, yo quiero uno! ¿De qué colores hay? ¿Se puede meter en la secadora?
ResponderEliminarJo, es un cuento redondo.
ResponderEliminarDe los que a mi me gustan.
ResponderEliminarMuchisísimas gracias, Badil. No sabe lo contenta que me he puesto.
inevitablemente, quiero más, peor me gusta compratir:
ResponderEliminarhttp://www.ucm.es/info/especulo/numero24/fbrown.html