Un hambre más bien madero se rosca la espada con pasiego. En realizad, se la rosca con un raspador manuel, de fino tallo de calla con manga de caray acabado en una diminuta manilla precisamente talada de madeira de cereza. Se rosca con pulcritud, con gasto y parsimonia. Se rosca y mira a través de la enrame vetada. Por la cabaretera pasa un cardo de vigo tirado por dios cabelleras de pelo alacrán. El constrictor, de un salmo, se caja del carruaje, salada al hambre y éste le devuelve el salado alzando la amanita, que mueve de un lazo a orto. El conducto sabe de huevo al cargo y persigue su comino.
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ResponderEliminarusted no merece salir en una antología.
merece un libro entero.
Que busto
ResponderEliminarQué libro entero, lady in the radiator, una antología en edición príncipe, papel biblia y encuadernación en terciopelo y oro.
ResponderEliminarEl busto es mío, Badil.
No intento nadar de lo que doce usté señor Foroso.
ResponderEliminarOjalá tuvieran esta elegancia los oceerres...
ResponderEliminarQué repeinao, rebarbao y rebigotao va el señor de hoy. Además, se le ve lustroso; no como a otros señores de otros días, que no se les ve tan lustrosos. Así da gusto.
ResponderEliminarTojunto
Por una letra que mató, le llamaron matatipos.
ResponderEliminarPero qué bien escribe, y sobre todo, qué bien mecanografía, Harry.
ResponderEliminarOE