viernes, 13 de julio de 2007

Pliego

Me llamo Franziska Schanzkowska, nací el 16 de diciembre del año 1896, en Pomerania. Fui Anna Anderson en Estados Unidos; allí, entre los flashes de las cámaras de la prensa y en una pequeña habitación azul empapelada con dibujos de flores amarillas intenté recordar mi pasado y olvidar mis recuerdos. También fui la Gran Duquesa Anastasia Nikoláyevna Románova en Peterhof. También pescadora de ostras perlíferas en la isla de Wokam, Indonesia (aún recuerdo el punzante ardor que producía la sal marina en las heridas abiertas de mis dedos). En Viena, como Alma Marie Schindler, quise con afectuoso y, a veces, afectado cariño a mis maridos Gustav, Walter y Franz y amé con pasión a mis amantes, Alexander, Paul, Oskar, Max… Fui modelo azul de Matisse, bailarina que posó con los brazos desplegados para Degas y también, entre otras cosas, el coño de Courbet. Fui obrera especializada en una fábrica de Bucarest durante la Segunda Guerra Mundial, carnicera en Heckfield y fabricante de jabón en Herefordshire. Soy la que besó las llagas de Cristo tras su muerte y la que momentos antes de embalsamar su cuerpo lo lloró desconsolada. Fui la hija pequeña de Barbazul, la última esposa de Landrú, la judía errante, la Lilith primigenia, la carta de la Templanza, fui Hildegart Rodríguez Carballeira y también su madre, Aurora. Fui costurera del rey, activista política en Lisboa, bella durmiente y bacante extática bailando desnuda y en círculo la danza de las Ménades en Pérgamo. También fui feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tenía -y creo tener, tengo que buscarlo- un libro de mi tío Andrés sobre grandes personajes del crimen. Dos de ellos eran Barbazul y Landrú. Lo leí jovencito y me impactó. Lo releí mayorcito y me hizo sonreír. Shiny Happy People, que dirían mis queridos REM con la de Los Picapiedra B52. Voy a buscar el vidrio na más que por eio. Hala.

Una delicia, como siempre Harry. (Y como los raviolis al gorgonzola que me está prometiendo en estos momentos Franziska, lástima que yo no sepa pronunciar la letra K, para mañana con pasta fresca preparada en La Máquina de las máquinas). ¡¡OLE, OLE y OLE!!!

Harry Sonfór dijo...

Yo tengo un librito sobre Landrú del año 1963 (Landrú, Pierre Garnier, Ed. Rodegar, Barcelona) que es una monería. Lo compré en una almoneda. El texto, más bien malo, como para asustar a jovencitas. Yo pensaba que tenía fotos, así lo recordaba, y ahora lo miro y nada. Las tendré en otro libro. Landrú era un señor como resumido y calvito, con perilla y ojos vivos. Parecía un señor encantador para tomar el té y a la vez con ese algo tirando a malote. Oiga, eso de hacer pasta con la máqina panera me parece muy interesante. Hace poco vi un trasto para convertir una plancha de pasta en unos tallarines (como una picadora de esas viejas pero con la boca plana como la de las máquinas destructoras de papeles), creo que lo vi en el Makro, que es lo más grande que hay. Si la pasta le sale bien a su Franciska, avíseme, que voy corriendo a por esa maquinilla...