Desde hace unos años sufro de una fobia confesable que no sé aún si tiene nombre y si alguien más la padece. Seguro que sí, que desde que tenemos internet nada es del todo original o novedoso (y qué bueno y qué hermoso es eso, y qué humildad produce, y qué bien que a un tipo de Minessota se le ocurra lo mismo que a un tipo de Ubrique, en el mismo instante, como un flash, a 6992,92 kilómetros de distancia). Miren, de vez en cuando me viene a la cabeza que, de forma aleatoria, escribo en el ordenador cuatro cosas, luego ejecuto cuatro comandos (un comando corta, un comando pega, cosas así, lo que viene siendo hacer cuatro comandos) y, de pronto, sin comerlo ni beberlo, por una conjunción de probabilidades ordenadas en su justo ritmo y cadencia matemática, desvelo el verdadero nombre de Dios, las diez Sefirot se ponen a girar como locas, se crea una explosión exoplanetaria del copón y, plas, el ordenador se funde. Quiero decir, lo de menos es lo de descubrir el nombre de Dios y que las Sefirot se pongan a girar como ruedas de molino, mi fobia es que el ordenador se muera por una concatenación azarosa de acciones que descubren el acceso a un túnel de gusano adormecido del sistema espacio-temporal que funde irreparablemente la placa base del CPU («Es imposible ejecutar esta acción porque el reloj de este ordenador marca la fecha 12-02-1802», por ejemplo). Del mismo modo que creo que se le pueden fundir los plomos a un robot proponiéndole un número determinado de paradojas, que se puede sofronizar a a una gallina obligándola a seguir con la vista el trazado de una línea recta de tiza sobre una pizarra o que se le puede crear un tumor cerebral instantáneo a un crítico cultural preguntándole por el futuro de la narrativa aragonesa, creo firmemente (lo sé, aunque no tengo ninguna base en la que apoyarme) que con cuatro comandos y cuatro palabritas escritas en un determinado orden podemos fundir la placa base de un ordenador. Lo sé. Sé qué es así. ¿A alguien más le pasa? No sirve que me contesten que me lo haga mirar, ni que me psicoanalicen la fobia, ni que me digan que les recuerda a la pretenciosa película Pi, ni que me digan que es una buena idea para una novela, que no tengo yo el coño últimamente para novelas; lo que les pregunto es que si alguno de ustedes también lo sufre. Solución no tiene, ni arreglo, que sigo siendo muy vago para hacer copias de seguridad, pero si alguien me dice que también le pasa, ay, me sentiré menos solo con esta fobia informática-matemática.
Aquí, el vídeo de la semana, que no puede ser mejor.
sábado, 31 de julio de 2010
Lo sé
viernes, 30 de julio de 2010
Tres años sin Ingmar Bergman
Siempre he sufrido de lo que se llama vientre nervioso, una calamidad tan ridícula como humillante. Mis intestinos han saboteado mis esfuerzos con una refinada e inagotable riqueza inventiva. La escuela fue un martirio incesante, ya que jamás podía prever cuándo me iba a dar el ataque. El hacerme de repente en los pantalones es una experiencia traumática. No se necesita haberlo sufrido muchas veces para estar constantemente preocupado.
A lo largo de los años he aprendido pacientemente a dominar mi dolencia hasta tal punto que he podido realizar mis actividades sin interferencias demasiado patentes. Es como albergar un demonio mal intencionado en el centro más sensible del cuerpo. Puedo controlarlo por medio de férreos rituales. Lo que limitó seriamente su poder sobre mí fue mi decisión de que era yo y no él quien mandaba sobre mis actos.
No hay medicina eficaz ya que o restriñen o actúan demasiado tarde. Un medico inteligente me dijo que debería aceptar este handicap y obrar en consecuencia. Es lo que he hecho. En todos los teatros en los que he trabajado un cierto tiempo, he tenido mi propio retrete. Esos retretes son, probablemente, mi permanente aporte a la historia del teatro.
Ingmar Bergman, Linterna mágica, memorias. Tusquets, Barcelona, 2007, p. 72.
miércoles, 28 de julio de 2010
¡Toma tupper! (II)
Hoy, un año más, celebramos el cumpleaños de Earl Silas Tupper, el inventor del Tupperware. Y lo celebramos con esta imagen publicitaria en la que todos los colores que salen son bonitos. Los colores de la cortina son bonitos, los colores de los muebles son bonitos, la combinación de colores de los tuppers son bonitos y los colores del marido y de los niños son bonitos. Antes, hace cincuenta o sesenta años, los colores eran más bonitos. Ahora, gracias a los avances de la fotografía digital y los procesos digitales de imprenta, los colores son más reales y mucho más feos. Las tramas fotográficas antiguas, con sus rosetas imperfectas, nos contaban muchas más cosas que las rosetas modernas. Nos hablaban de largos y complejos procesos fotográficos, de ajustes manuales sobre los astralones, de papeles chupones que sorbían y expandían la tinta de cada punto como si fuera alimento puro, vital. Los tipos de metal, con su hermosa imperfección, marcaban la superficie de las páginas y dejaban unas huellas hendidas perceptibles al tacto que, aún pasado el tiempo, parecen decirnos ¡aquí estuvimos! Vale, lo digital será un avance importante, pero vaya mierda de avance en algunos aspectos, copón.
jueves, 22 de julio de 2010
Antílopes mañosos
Creo que ya les he contado más de una vez que hay cosas que odio mucho, no ese «ah, me disgusta» o «pues me gusta poco», no, digo cosas que no aguanto. Y entre ellas, además de Facto Delafé y las Flores Azules, Pitingo, Papá Topo, los djembés y la gente que no usa la escobilla de tu baño tras usarlo (en ese orden), están los dioramas a escala 1:1. El otro día vi un anuncio del Museo de la Evolución humana de Burgos, en el que sale una visitante llamada Lucía mirando complaciente una figura a tamaño natural de Lucy. Oigan, fue verlo y que me empezó a picar todo. Pero ¿es necesario hacer dioramas de todo? ¿Es necesario representar lo que no es más que una conjetura? De Lucy se sabe poco, oigan, pero es verla en el anuncio y parece que es una señora de la familia. Ya lo sabemos todo: tenemos diorama 1:1. Sólo espero que no la hagan hablar contando cómo vivía. Ese odio, claro, se extiende a los recreacionistas históricos de todo tipo y a los mercados medievales que ¡Cada día hay más! Una sociedad desidiotizada, en lugar de darles subvenciones, echaría a pedradas de su ciudad a cualquier grupo de tipos vestidos de soldado antiguo que pretenda representar una batalla histórica. Bueno, a pedradas es poco.
Aprovecho para poner una bonita cita sobre los hallazgos arqueológicos de restos de los primeros homínidos, que creo que viene al caso:
Los científicos, con tan poco de lo que pueden estar seguros, suelen tener que formular suposiciones basadas en otros objetos hallados cerca, y esas suposiciones pueden no ser más que audaces conjeturas. Como han comentado secamente Alan Walker y Pat Shipman, si correlacionases el descubrimiento de herramientas con la especie de criatura que con mayor frecuencia se encuentra cerca, tendrías que llegar a la conclusión de que las herramientas manuales primitivas eran principalmente obra de antílopes.
Bill Bryson, Una breve historia de casi todo, p. 422, Ed. RBA, Barcelona, 2003
miércoles, 21 de julio de 2010
Ulls
Tengo dos despertadores en mi mesita de noche, uno para que suene a menos cuarto y el otro en punto. Uno es pequeñito y cuadrado, negro (siga leyendo en el blog de Helter, que es canela en rama. Bueno, no, vainilla, que es más cara. Traduzco el título, porque me gusta más cómo suena ulls que ojos, oigan, me da que los ulls son más ojos que los ojos).
Death Metal Rooster
Pocas veces sucede que uno se encuentra en un vídeo con lo que Schopenhauer definiría como «sentimiento completo de lo sublime». Lo encuentro en el blog de un nuevo seguidor de éste, su blog de confianza, en el blog El chico del chándal de los 90. Me dicen que es un vídeo ya clásico, pero, oigan, que yo no lo conocía. No saben cómo me gusta. Madre mía. Cómo me gusta. No me canso de verlo y reverlo.
martes, 20 de julio de 2010
Los orígenes (II)
Su hijo, Daniel, disfrutó de una infancia feliz en la mansión de los Viscain. Años más tarde, se enroló en el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, obteniendo numerosas condecoraciones como oficial técnico jefe de salsas en la cocina de diversos submarinos y portaaviones en los que desempeñó sus labores. En 1966, nueve años antes de que finalizara la Segunda Guerra de Indochina y con la excusa de que es absolutamente necesaria para su completa formación como jefe de cocina, Daniel pide una excedencia y parte hacia Benarés. Allí descubrirá el hinduismo y la meditación profunda y aprenderá el idioma sánscrito con la lectura del Mahábharata y el Ramayana. Su maestro, Sri Agama Khan, le introducirá en la tradición de la música hindú clásica y aprenderá a tocar el sitar en la prestigiosa Escuela de Música de Benarés (8). Su padre, al conocer la noticia, le desheredará.
En Benarés Daniel conocerá a Brita Tranströmer, artista plástica y profesora de danza jazz sueca de origen finlandés que había viajado a la India para preparar su exposición Action Sönderfall Reaktion (9). En una emotiva (y larga) ceremonia siguiendo el rito hindú, Daniel y Brita se casaron y esa misma noche concibieron un hijo, al que llamaron Pedrín.
protestante, durante su estancia en Bristol, Londres, 1970
Tres años después y, según palabras de Brita, «con la intención de que el niño no viviera como un salvaje, que parecía Mowgli el pobre» la pareja decide buscar un nuevo lugar para vivir. Se establecen primero en Londres, luego en Copenhague, Reims, Ibiza, Palma de Mallorca, Pollença, Tortosa, Salou, y terminan recalando en Zaragoza.
«Mis padres —recuerda Pedro— estuvieron buscando suerte en diversos trabajos: tras varios meses como camareros en un pub irlandés reunieron un poco de dinero y montaron un chiringuito ilegal en una cala ibicenca, crearon espectáculos callejeros de action-painting con performances muy coloristas y transculturales, trabajaron también para una multinacional de mobiliario sueco y en unos grandes almacenes..., pero la verdad es que nunca con mucha suerte».
en el vagón-restaurante del ferrocarril británico
Meses más tarde, la empresa de Daniel Viscain y Brita Tranströmer quebró.
Tuvieron que transcurrir 23 añospara el relanzamiento del sello,
esta vez impulsado por Pedro, el hijo de ambos
En pocos días, Brita y yo ya teníamos alquilado un pequeño local en un bajo, un logotipo, una máquina de escribir portátil marca Olivetti, un teléfono con dos líneas y muchas, muchas ilusiones». Comenzaron haciendo una campaña publicitaria de buzoneo con el eslogan «Música, qué hermosa eres», convocando a los artistas musicales noveles de la isla para que nos presentaran sus trabajos. Fue en esos primeros días cuando un muchachuelo inglés se pasó por la oficina para presentar una cinta que había grabado en su casa. «Así que vino el chaval, puso la casete en el magnetófono y al rato me pregunta “¿Qué te parece?”, “¿Que qué me parece? —le digo— pues qué me va a parecer, una mierda así de grande me parece”. Así que apagué el aparato, saqué la cinta y le dije “Más te valdría probar a hacer canciones más cortas y cantadas, melón” y lo despedí con un par de palmadas en la espalda y una colleja paternal» (10). Pasaron los meses y la discográfica se vio obligada a cerrar y a abandonar el local por numerosos impagos... antes de estrenarse. Un sueño perdido, que el tiempo borró de la historia de la música en España. Brita continuó su carrera artística y Daniel encontró trabajo en el departamento creativo de una famosa agencia de publicidad madrileña. Suyos son los eslóganes (claros, directos y fáciles de memorizar) para diversas campañas turísticas («Murcia, qué hermosa eres», «Galicia, qué bella eres», «Pozuelo de Alarcón, qué hermoso eres», «Tauste, qué hermoso eres» y «Embid de Ariza, qué bonito eres», entre otros).
Mientras, pasó el tiempo y Pedro se fue convirtiendo en un esbelto mozalbete. «Fue en 1984 —explica Pedro—, lo recuerdo como si fuera ayer, cuando entró mi madre en la habitación con un paquete con remite de Estados Unidos. Lo abrí y en su interior encontré una caja dorada con una carta (11). La caja contenía una enorme colección de sellos. En ese tiempo andaba mucho más interesado en ponerme pequeñas cantidades de pasta dentífrica sobre las marcas del acné y en perseguir chicas de mi edad al grito “eh, moza, eh, moza, eh” que en quedarme una sola tarde en casa mirando sellos, así que cogí la caja, la dejé en la estantería de mi dormitorio y al rato me olvidé de ella».
Unos años después, en 1993, Pedro Vizcaíno abre la tienda de discos Plasticland en un pequeño local ubicado al fondo de un pasaje comercial. Le acompañará en la empresa Sergio Algora. En poco tiempo, recuerda Pedro «El poderoso marketing ejercido, la increíble ubicación del local, así como la innovadora forma de dirigir una empresa, propiciaron un ascenso imparable cuya mejor prueba fue que hasta un total de treinta y siete personas llegaron a trabajar en Plasticland Corporation S.L.C. Miles de referencias se despachaban diariamente, ya fueran en vinilo o en el entonces ya pujante formato del cd. Largas colas de aficionados a la música aguardaban la apertura del local cada mañana y cada tarde, ávidos de novedades o de esas peticiones acordes a nuestro principal slogan “solicítanos el disco inencontrable y nosotros lo encontraremos”».
Por la tienda, que debido a su reducido espacio parecía que estaba en todo momento llena, pasaba todo tipo de gente «Huy, sí, todo tipo de gente», recuerda Pedro, «...amantes de la música, señoras preguntando que si hacíamos fotocopias, señores preguntando dónde caía el paseo Teruel, músicos, coleccionistas de todo tipo de objetos...», así que un día recordó que en la casa de sus padres guardaba en una estantería la colección de sellos que heredó de su abuelo y decidió exponerla en la tienda «por si pasaba por allí algún filatélico perdido». Más tarde, recuerda Pedro «En alguna de esas placenteras mañanas de 1994 surgió en mi por entonces neuronada y poblada cabeza (12) la idea de comenzar a editar la música que nos gustaba, crear un sello independiente o, mejor llamado, indie, denominación creada no sé por quién para referirse a no sé muy bien qué tipo de música. Para ello adquirí en propiedad una vieja casa de madera en el borde de un acantilado de las afueras de mi ciudad, compré la maquinaria necesaria para fabricar vinilos y una pequeña impresora y tostadora de cds. Al poco tiempo encargué instalar una entrada-recibidor y al fondo dos puertas; la que daba acceso a mi oficina y la que daba acceso directo al vacío. De esta sencilla manera podía indicar la puerta adecuada a los visitantes según el grado de agrado que me proporcionara su visita o sus propuestas».
¿Y la promoción del sello? Pedro Vizcaíno asiente: «Teniendo ya el local y repleto de grandes ideas iniciaba las dos grandes fases de toda discográfica que se precie: elegir los artistas y promocionarlos. La promoción se antojaba un arma fundamental por lo cual decidí apostar, lejos del tópico de insertar anuncios en revistas especializadas, por publicidad más abierta a todos los públicos, diseñando una campaña innovadora y creativa. Para ello adquirí cuatro halcones peregrinos que equipé con sendas pancartas con el lema “Grabaciones en el Mar, su sello discográfico”. Cada mañana, temprano, liberaba de sus grilletes a los halcones, que se pegaban buena parte del día sobrevolando la ciudad con gracioso estilo. Era una campaña novedosa y muy vistosa que recibió varios premios a nivel europeo, aunque no obtuve la pronta repercusión que yo deseaba. Tiempo después, decidí adquirir doce palomas mensajeras, encantadores animales que durante más de seis años ejercieron de mecanismo de correos para el envío periódico de los catálogos del sello. Fue un servicio económico, ecológico y de alta sostenibilidad, pero decidí abandonarlo aquella mañana que, en mala hora, decidí soltar los halcones y las palomas a un mismo tiempo», se lamenta Pedro. Años después, la discográfica dejaría también el sistema de envío por correo ordinario para pasar a los nuevos sistemas informáticos: «La informática llegó a nuestra empresa, y con ella todo un despliegue de luz y color, ordenador, pantalla, teclado y hasta una impresora. Se acabaron los envíos de catálogos por paloma mensajera, por lo que cedimos al museo ornitológico de la ciudad los dos ejemplares que sobrevivieron». Con el tiempo, Pedro pudo comprobar que el maravilloso invento de enviar boletines a varios miles de personas con sólo pulsar un botón dio paso a la entrañable tarea de «...recibir información de miles de personas que amablemente te ofrecen medicinas varias para mejorar tu salud sexual, para el amueblamiento de tu cabeza, y miles de cosas igual de interesantes que al principio resultaban incluso divertidas de leer y responder. Gracia que hoy ya se ha perdido del todo. Ya no hay imaginación ni para el spam». Se lamenta Pedro «Sigo echando de menos aquella pizzería de Lima que enviaba puntualmente sus menús especiales para los viernes. Siempre reservaba mesa, pero nunca pude ir».
¿Y el sello del guacamayo de Cochabamba? le preguntamos, «¿El sello ese de mi abuelo con un loro? por casa estará... Mira, eso me recuerda un día que un tío mío, ya mayor, pero aún en la tierra, me preguntó hace ya unos años: “Pedrín, oye una cosa, me dice siempre tu madre que te ganas la vida con un sello que tienes. Y ese sello ¿dónde lo guardas pues?”».
del sello Grabaciones en el Mar (Gelmar)
8 VV.AA. «El sitar, origen, evolución, expansión en Occidente y su influencia en la música popular española» en Folklore Vivo, número especial primavera-verano, Alcalá de Henares, 1989.
9 Lovisa Bergström, New Art Svenska, Marbåcka, Sällsyntaböcker, 1993, p. 523.
10 «...unos amigos me recomendaron que me pasara por una compañía discográfica de reciente creación. Tras escuchar no más de tres minutos de mi grabación, el tipo de la compañía me dijo: “Más te valdría probar a hacer canciones más cortas y cantadas, melón”. Por supuesto que no volví a ese sitio». Mike Oldfield contando sus experiencias anteriores a la publicación de su primer álbum Tubular Bells, entrevista para la BBC en Las tardes con Samantha, 1994.
11 «Querido Pedro, mi queridísimo y desconocido nieto. Solo unas líneas para desearte paz, amor y felicidad en todas estas navidades anteriores en las que no te había felicitado. Ya viejo y en el final de mi vida quisiera ofrecerte un regalo que en verdad es muy especial para mí. Espero que lo disfrutes y que en tu corazón se despierte la pasión por el mundo de la filatelia como lo hizo en mí hace ya muchos años. Te quiere, tu abuelo, Gary». Carta de Gary Viscain a su nieto, Miami-Dade (Florida), 1984. Archivo personal de Pedro Vizcaíno.
12 Hemos recogido numerosos testimonios que lo acreditan. Entre ellos: «Nació con todo el pelo. Mira si tenía pelo que la comadrona le hizo una trenza nada más nacer. Y con las uñas largas, que al día siguiente se las cortó con unas tijericas de manicura la Amparín. Pero pelo, tenía mucho pelo. Yo no se lo corté hasta que me dijeron que eso era pelusilla, como el plumón de los canarios, que luego se les cae y les sale el pelo bueno. Así que un día se lo dejé corto corto, como lo lleva ahora, y luego ya le fue saliendo el pelo bueno. Pero pelo, vaya si nació con pelo, que luego me dijeron que por eso me pegué medio embarazo con cólicos, por el pelo, que da muchos cólicos. Pero pelo, nació con todo el pelo, que la comadrona le hizo una trenza nada más nacer y lo enseñó por todo el hospital y todo el mundo decía que qué niño más hermoso y más guapo, que parecía una niña de guapo que era y con ese pelo recogido en una trenza. Que Pedrín de niño era precioso, que no había día que lo sacara a pasear en el carrito que no me paraba una mujer para decirme que qué niño más guapo y más hermoso».
Entrevista a Brita Tranströmer. Archivo personal, Zaragoza, 2008.
lunes, 19 de julio de 2010
Los orígenes
Para comprender los hechos y vicisitudes sobre la creación del sello Grabaciones en el Mar es conveniente que nos traslademos a una aldea cercana a la ciudad de Székesfehérvár, en el condado de Fejér (Hungría). Allí, en una pequeña y umbría cabaña, nació Mihály Vizkáin, bisabuelo del actual propietario del sello. Poco o casi nada sabemos de Mihály, salvo que cursó estudios hasta los veinte años para luego abandonar la universidad y dedicarse al cultivo de la remolacha azucarera en un pequeño terreno que heredó de su padre, Károly Vizkáin (1). También, durante unos cinco años, trabajó como recolector de líquenes en las inmediaciones del lago Balaton. En 1880 contrajo matrimonio con la joven Magda Mikszáth (2), hija de los propietarios de la tienda de ultramarinos Mikszáth és Mikszáth, ubicada en el número 2 de la calle mayor de la aldea.
De este feliz matrimonio nacieron dos hijos, los dos varones: Géza y Karl Maria.
Karl Maria, el menor de los dos hermanos, tras cumplir los veinte años, emigró a Francia. En París acabó sus estudios y en su juventud se convirtió en un reconocido deportista de la época. Combinó su labor como docente en la Facultad de Ciencias y Literatura de la Sorbona con su trabajo como modelo al natural en varios estudios artísticos. Al final de sus días, dedicó buena parte de su tiempo y energía en una prolífica actividad literaria. Es notable la edición norteamericana de sus obras escogidas en edición bilingüe que preparó la escritora Anaïs Nin en su propia editorial (K. M. Vizkáin, Café et cigare, poupée de terre, Nueva York, 1945) (3).
Géza, el mayor de los hermanos, emigró a Alemania en el año 1919 y a los pocos meses entró a trabajar en los estudios cinematográficos Universum Film AG (UFA), ocupándose primero de la preparación de cafés vieneses acompañados de tortitas de yema tostada rellenas de crema para el equipo de producción y posteriormente, con la llegada del cine sonoro, como ayudante de técnico de sonido. Con la subida al poder del nacionalsocialismo, Géza Vizkáin buscó asilo, junto a otros compañeros, en Estados Unidos. Ya en Hollywood, en los años comprendidos entre 1934 y 1941, trabajó como técnico de sonido en diversas producciones cinematográficas y espectáculos teatrales. En ese tiempo cambió su nombre por el de Gary Viscain.
En 1942, Gary Viscain, junto a tres socios (F. Bradford, H. Jacobs y M. Parker) (4) inauguró su propio teatro de variedades a dos manzanas de la avenida Broadway de Manhattan. El pueblo necesitaba evadirse durante unas horas de la cruda realidad que los tiempos de guerra y de posguerra deparaban y el Thalia Treatre preparó vistosas producciones musicales para un público hambriento de distracción. En dos años, el Thalia Treatre se convirtió en uno de los locales de espectáculos de variedades más afamados de la ciudad.
Entre las bambalinas del teatro, Gary conocería a Mary Tyler Bradley, una muchacha de procedencia humilde nacida en la ciudad de Glendive (Montana) que había llegado dos meses antes a la Gran Manzana para trabajar como bailarina. Mary fue contratada por el coreógrafo Roscoe Mendoza para el musical Little gold shoes de Lloyd Michaud (Brookner-Brant-Viscain, 1944) (5). Gary tomó como esposa a Mary el 4 de mayo de 1945. De está unión nació, un año después, su único hijo, Daniel.
Una de las muchas aficiones que Gary Viscain cultivó a lo largo de su vida fue la filatelia. Según algunos autores, lo que comenzó como un sano entretenimiento, se convirtió en los últimos años de su vida en una extraña obsesión (6). De su ingente colección, Gary estaba especialmente orgulloso de un pequeño sello americano emitido en 1918 con facial de 24 centavos, en colores azul y naranja, cuyo motivo central, un guacamayo de Cochabamba o de frente roja, aparece invertido y con el pico abierto. Lo compró, junto a otros muchos sellos, al famoso coleccionista filatélico Coronel Green en 1947 (7).
1 Los padres de Mihály, tras vender unas propiedades de la madre de éste, se trasladaron a vivir a Esztergom en 1874. Le dejaron en usufructo «Una cabaña de madera con su terreno lindante, ocho árboles que dan fruta y una yegua de carga y diversos utensilios para la siembra». Archivo de la ciudad de Fejér, pp. 247-248 y anexo II.
2 «Queridos papá y mamá. Sirvan estas líneas para daros la noticia de que este próximo 21 de mayo tomaré como esposa a mi adorada Magda. ¡Cuánto deseo que la conozcáis y que os guste tanto como a mí! Es una buena muchacha, hacendosa, cariñosa y adorable, el mejor regalo que pudiera darme Dios. El 6 de febrero, Dios mediante, haremos una parada de unas horas en Esztergom para luego proseguir nuestro viaje hasta Târgu Mureş ¿Sería posible que mamá preparara su delicioso pörkölt para ese día? Magda se muere de ganas por probarlo, le he hablado tantas veces de él...
»En espera de vuestras noticias, recibid un fuerte abrazo y no olvidéis enviar recuerdos a mis queridos György y László. Besos de este que os quiere y que tanto os echa de menos, Mihály».
(Carta de M. Vizkáin a sus padres, Székesfehérvár, 20 de enero de 1880. Archivo de la Biblioteca de la Universidad de Ciencias Agrícolas de Debrecen, Hungría).
3 T. F. MacGreevy, Gran enciclopedia de los escritores en lengua francesa, vol. III. Valladolid, Coromín eds., 1978, pp. 278-284.
4 T. F. MacGreevy, Broadway, Broadway!, Washington, Hartnett Lib. Publishing, 1991, p. 124.
5 Ibídem, p. 158.
6 «Lo coleccionaba todo, quiero decir, todo aquello que se pudiera coleccionar despertaba un encendido interés en Gary. Botellines de licores, tenedores y cucharillas de plata, horribles recipientes contenedores de galletas inglesas, figuritas de porcelana y de cristal con forma de perrito, pipas, limpiapipas, huevos de piedra y de cerámica, llaveros publicitarios, armas y condecoraciones militares de la Guerra de Secesión, máscaras y figuras africanas y, sobre todas las cosas, esa maldita colección de sellos que le tenía ocupado la mayor parte del día». De la entrevista a Mary Tyler Bradley tras la separación de Gary Viscain en Divine Truth Magazine, publicación de la iglesia baptista de Milwaukee, 1983.
7 «...así que abrí la vitrina en la que guardaba los sellos, agarré ese sello del loro que tanto quería y le dije “¿Sabes qué voy a hacer con tu maldito sello? ¿Sabes qué voy a hacer con tu maldito sello o es que no tienen un momento para dejar de mirar esa maldita colección, levantar la cabeza y mirar qué es lo que voy a hacer con este maldito sello?”, pero en ese momento llegó Daniel, que por aquel entonces tenía unos cinco años, me mordió en el tobillo y me arrancó el sello de la mano para, acto seguido, devolvérselo a su padre». Ibídem.
Tonificación
Y el hombre suplicó al Señor que se pusiera en contacto con él, y Éste así lo hizo y le preguntó: «Qué quieres, hijo?», y el hombre le dijo al Señor: «Oh, Señor, llevo muchas noches y muchos días dándole vueltas a la cabeza», «Y por qué llevas tantas noches y tantos días dándole vueltas a la cabeza, hijo? ¿acaso hiciste algo malo? ¿mataste a tu hermano? ¿gritaste "Niets is groter dan Nederland!" el día del último partido del mundial en un bar concurrido?», preguntó el Altísimo. «No Señor, lo que me atormenta día y noche es que se acerca el cumpleaños de mi vecina y no se me ocurre qué artilugio le debería regalar para que practique ejercicios de brazos y que así se ponga fuerte para sus tareas diarias, se tonifique, no le cuelguen las carnes y que a la vez resulte muy natural y muy atractiva mientras lo practica», contestó el hombre. «Tú lo que quieres comprarle es un Shake Weight y no sabes cómo decirlo», contestó el Altísimo. «Vale, Señor, sí, yo lo que quiero regalarle es un Shake Weight pero no sé si peco regalándole un Shake Weight», le contestó el hombre. «Pues no sé si pecarás comprándole un Shake Weight, pero que como se te ponga a practicarlo en el balcón vas a dejar romos los marcos de las puertas de toda la casa, eso seguro, hijo mío», le contestó el Señor.
martes, 13 de julio de 2010
Oh, baby, baby, it's a wild world
Tony coge el móvil y llama a Michelle para expresarle sus sentimientos hacia ella. De pronto, un autobús lo atropella y lo deja bien perjudicado. Su hermana, Effy, llora desconsolada. Mientras, Sid está pocho y se pone a cantar Wild World de Cat Stevens con un coro de dos señores orinando porque su chica, Cassie, se va a vivir a Escocia. También, Chris mira desde la calle a Angie, su antigua profesora con la que ha tenido sus cosas, que mira a Chris desde la ventana y canturrean la canción, como la canturrea Tony tumbado en la acera tras el accidente (ver vídeo aquí).
Así de alegre acaba la primera temporada de Skins, la serie británica sobre unos adolescentes de Bristol, de Bryan Elsley y Jamie Brittain (vale, la segunda temporada aún es un poco menos alegre). Me he visto la primera y la segunda temporada creo que unas cuatro veces cada capítulo. Así que ando pegando botes por ver la tercera y cuarta temporada ya. No hay serie que me guste más que Skins. «Pues si parece Al salir de clase o Física o Química», dirá alguno. Los cojones se parece a Al salir de clase o Física o Química. ¿Y se puede hacer una serie que trate sobre adolescentes, amistad, drogas, sexualidad, religión, bulimia y otros trastornos psíquicos sin que parezca un panfleto hortera? Sí, se puede hacer. Vean Skins.
lunes, 12 de julio de 2010
De las carnes varias
Si se dedica a escrutar las etiquetas de la sección de cárnicos del supermercado, quizá haya visto alguna vez que algunas salchichas cocidas contienen «carnes varias». Con este eufemismo se indica que se ha utilizado desde cualquier parte hasta la totalidad del músculo no esquelético del animal: corazón, cerebro (excepto cerebro de vaca), intestino grueso (mondongo), bazo (pajarilla), páncreas y glándulas del timo (mollejas), riñones, hígado, labios y lengua.
En los perritos calientes, las salchichas y otros productos cárnicos de origen desconocido podemos encontrar todavía otras partes de animales: sangre, tuétano, mejillas y otros residuos de la cabeza (rostrera), pies o pezuñas (manos de cerdo), rabo (rabo de buey), estómago, pulmones (bofe o liviano), imtestino delgado (tripas de embutir), piel (cortezas de cerdo), paredes del estómago (tripas) y testículos (criadillas).
Robert L. Wolke, Lo que Einstein le contó a su cocinero 2, Robinbook, Barcelona, 2005.
Y hoy celebramos el cumpleaños de nuestro querido Tod Browning, que es un señor que empezó trabajando en el circo como cadáver viviente y acabó dirigiendo películas sobre el circo (Freaks, 1932) y sobre vampiros (Drácula, 1931), entre muchas otras. Un tipo consecuente.
sábado, 10 de julio de 2010
¡Ole la Tura guapa!
Hoy celebramos el cumpleaños de Tura Luna Pascual Yamaguchi. Más conocida como Tura Satana (10 de julio de 1938, Hokkaidō, Japón). Vamos a ser claros, aquí el que no sea fan de Tura Satana no es un seguidor en condiciones de este blog. Es seguidor, vale, pero menos. Así está la cosa. Pues es que usted es una idólatra de lo bizarro, me dirán. Pues sí, así es, si ustedes lo quieren llamar así, adelante. Así está la cosa. De Tura, hija de padre japonés y de madre india cheyenne, es posible que en alguna escena de la película Faster, Pussycat! Kill! Kill! (Russ Meyer, 1966) nos pueda recordar a un tío bruto hormonado con peluca que mete galletas como Bruce Lee y que tiene culo carpeta, pero nos gusta más que nada en el mundo, porque sí, porque es una señora bonica y entrañable. Nos gusta porque es Tura Satana y no hay nadie como ella. Que ahora en pleno 2010 me vienen disfrazados de Tura Satana, pues ya les digo que no, que Tura es Tura y se le quiere por eso, porque no tiene comparación. Tura Satana es única e infalsificable. Acabo de ver unas fotos y un vídeo de Tura Satana en la actualidad, promocionando la película Sugar Boxx (Cody Jarrett, 2009) y es una señora grandota que resulta igual de entrañable que cuando era joven, o más, pero en más grandota. Bien guapa también. Tura mola. A Tura se le quiere y ya está. No se puede hacer otra cosa. En el mundo existen seres humanos que, sin conocerlos en persona, dan sentido a nuestras vidas. Que igual para alguno de ustedes es la madre Teresa de Calcuta, pues para mí es Tura Satana. ¿Pues qué ha hecho Tura Satana para que diga eso?, me preguntarán, pues darle sentido a mi vida, les contestaré.
En la foto, Tura Satana en su primera aparición cinematográfica, en la película, Irma la Dulce (1963), interpretando el papel de la prostituta Suzette Wong, con Billy Wilder, el director, haciendo... no se sabe muy bien qué está haciendo el director con esos palos bajo los pechos de la señora Satana. Aquí, Tura Satana en el trailer de la película The Astro-Zombies (1968). Aquí, una entrevista a Tura Satana en 1996, con imágenes de Tura Satana metiendo galletas. Aquí, una entrevista a Tura Satana en la actualidad (2008), con imágenes de sus pelis, reguapa y luciendo escote. Aquí, Tura Satana en un vídeo homenaje con Tura Satana bailando, conduciendo coches a toda velocidad y metiendo galletas como panes, que es lo que más nos gusta de Tura Satana. Aquí, una foto de un gatico oriental que no tiene nada que ver con Tura Satana, pero miren qué gato más bonito de ver.
jueves, 8 de julio de 2010
¡Eh!
Suele pasar que en la relación retratista-retratado es el primero el que se acerca al segundo, y no al revés. Suele pasar que en la relación observador-retratado el que mira es el primero y el segundo es el que se deja mirar. Pues este retrato infringe todas las leyes con el mayor descaro. Si Mimosa, en lugar de ser una gata, fuera una actriz, estaría rompiendo la cuarta pared. Qué digo la cuarta, y la quinta, y la sexta pared.
La foto es de Mis adarmes. Qué digo de Mis Adarmes, la foto es de Mimosa. Y de todos ustedes, los que se han dejado mirar.
miércoles, 7 de julio de 2010
insomnio
Ayer sufrí de insomnio. Hacía tiempo que no sufría de insomnio, aunque los insomnes somos como los alcohólicos rehabilitados, que aunque durmamos, siempre sabemos que podemos recaer, y como lo sabemos, recaemos. Un insomne es insomne de por vida, aunque duerma (los insomnes, no le engañen, duermen, pero suelen dormir raro, que no le digan que no duermen, que duermen, pero de forma rara). Es, además de una alteración del sueño, una actitud. Anoche desperté de un sueño muy malo. Miré el despertador y marcaba que había dormido hora y media, como mucho. Los insomnes no sabemos muy bien si despertamos por culpa de una pesadilla o si es la insomnia la que nos lleva a pesadillear para despertarnos pronto, antes de tiempo, cuanto antes. Algo pasa en ese momento, en ese despertar, que nos dice que estamos vivos. Algo nos pasa a los insomnes cuando despertamos, que nos dice «eh, mira ahí, mira esa luz, mira ese brillo, mira ese cielo, escucha ese pájaro, escucha ese otro pájaro, huele la tierra, huele la humedad, mira esto, mira lo otro; si ahora durmieras, te perderías todo esto», pero está ese otro lado más carnuz que nos pide dormir, descansar. Esa lucha, entre el yo sensitivo y el yo carnuz, es la que impide volver a caer en el sueño. Gana primero el yo sensitivo y poco a poco va venciendo el yo carnuz, pero fuera de hora, cuando no hay vuelta atrás. Ayer soñé que me quedaba sin casa y que tenía que hacer una mudanza rápida. Aparecía mi familia (ojo, no avisé que era una pesadilla), me encontraba con ellos en salas de aeropuertos, en estaciones, y me informaban de los bultos que cabían en un coche. Algo se intuía de fin del mundo en todo eso. Dentro de la escena, aparecían varios cuñados que no conocía pero que estaban prestos a cargar bultos. Esa sensación nómada me amargaba mucho y desperté con la preocupación de pensar cómo podía plegar el ordenador para que cupiera en un hatillo. Recuerdo (reinterpreto) que pensé mucho, con todas mis fuerzas, la manera de plegar el ordenador, durante largo rato, para que cupiera en un pequeño espacio del maletero de un coche que había en medio de una enorme sala de espera con filas corridas de asientos de plástico. Como no encontré solución, desperté angustiado. Como el despertar no fue del todo bueno (la idea de un bicho peludo con grandes calvas por todo el cuerpo, de largos brazos agarrados como por ventosas al lado oculto de la puerta del dormitorio que respiraba fuerte en espera de no se sabe qué) me levanté. Se inicia un nuevo día. Vamos allá. Un café, bien. Vamos con el café.
martes, 6 de julio de 2010
Sobre la amistad entre Kubrick y Spielberg
Durante el final del montaje de El resplandor el equipo de En busca del arca perdida se traslado a Elstree. El fuego del Colorado Lounge se había convertido en una ventaja para Lucas y Spielberg, que aprovecharon el tejado deteriorado para subir la altura del techo, lo que les dio el espacio extra para crear el Pozo de las Almas con sus dos estatuas gigantescas de Anubis con cabeza de chacal. Los vestuarios se llenaron de grandes bañeras en las que rebullían miles de serpientes. Se había construido un falso suelo a dos metros del suelo del estudio de sonido y se había llenado de arena y de serpientes, algunas de goma pero muchas auténticas, aunque no venenosas. Cuando Harrison Ford y Karen Allen tratan de repeler a cobras y pitones (que estaban a otro lado de un escudo de cristal), sus pies arrojaban serpientes abajo por las grietas del piso.
Vivian [la hija de Kubrick], una amante de los animales, quedó convencida de que se estaba maltratando a las serpientes. Stainforth no estaba tan seguro, pero dice: «Había por allí algunas serpientes muertas; eso sin duda.» Sin preocuparle que Spielberg estuviera rodando, Vivian se subió a la plataforma de la cámara y le pidió que pensara un poco en el bienestar de los reptiles. Spielberg le aseguró que no había ningún problema y que, si lo hubiera, tenía demasiadas cosas que hacer para ocuparse de ello. Pero no iban a desanimar tan fácilmente a un Kubrick, y Vivian llamó a la sociedad protectora de animales muy llorosa. Se suspendió la producción del Arca y cuando ésta dio comienzo, un día después, el plató estaba cubierto de cubos de basura de plástico en cada cual había tres o cuatro serpientes cómodamente instaladas en nidos de lechuga. Kubrick vino a verlas desde Childwick Bury. «Cuando hay un escándalo así —recuerda Stainforth—, Stanley disfruta. Estaba eufórico. Naturalmente se puso de parte de Vivian y hubo una ruptura definitiva entre Spielberg y Kubrick. Y recuerdo a Stanley muriéndose de risa con su puro y diciendo con una sonrisilla: "Steve es un cretino"».
John Baxter, Kubrick, biografía, T&B Editores, Madrid, 2009, pp. 302-303.
jueves, 1 de julio de 2010
Mi ciruelo
Les presento a mi ciruelo. Miren qué alegría da verlo, ahí cuajado de frutos. Sólo en una rama le he contado unas 34 ciruelas. 34 ciruelas son muchas ciruelas. No caben en un frutero 34 ciruelas. Es un ciruelo que da unas ciruelas hermosas, verdes amarillentas, muy dulces y sabrosas. El año pasado dio tres ciruelas; este año está a rebosar de frutos (es posible, pues, que el año que viene dé otras tres o cuatro ciruelas, que para eso es bianual). Estoy orgulloso de mi ciruelo. Lo quiero como a un hijo, o más, que me da menos disgustos. Bueno, este año los ha dado, que el pulgón ha estado ahí dale que dale, pero mi señora, que es la maestra fumigadora de la casa, los ha puesto a raya. Otro día recuérdenme que les cuente por qué llamo a mi señora la doctora Mengele cada vez que una podadora cae en sus manos.
Y aquí, el nuevo vídeo de Bigott, Sparkle Motion, realizado por Esteban Perles: