Aunque los lectores puedan pensar que el que escribe en este blog se comporta como un bonobo, todo el día tocándose los huevos y rascándose los costados, también le toca trabajar. Y hoy, buscando imágenes de computadoras antiguas para un trabajo, me he encontrado con esta foto tan bonita de dos muchachotes de Harvard posando con cara como de querernos convencer de que conectando este cable y este otro van a cambiar el rumbo de nuestras vidas. Me gusta mucho verlos. Es como un ballet quieto. Ponte tú aquí. Y tú aquí. Haz como que haces algo. No. Sube ese brazo. Eso. Ahora tú coge un cable con una mano y otro con la otra. No, otro cable, bien, ahí. Quietos. Foto.
Luego, Kraftwerk tomaría buena nota de todo esto.
sábado, 30 de enero de 2010
Techno pose
jueves, 28 de enero de 2010
El error
El otro día Badil me dejó el libro Los escombros de Dios de Scott Adams, que es un libro muy entretenido que se lee en un plis plas. Hasta ahí bien. Peeero... (esto es como en el canal Biography, que te sacan un reportaje de un actor que se hace muy famoso, que se casa con una mujer maravillosa, tiene unos hijos maravillosos y un perro maravilloso con casa maravillosa peeeero... luego viene que se mata con el coche o que se vuelve drogadito o que bebe sin parar y se lo gasta todo en el bingo), bueno, pues a lo que voy: peeeeero... en la contracubierta dice:
Los escombros de Dios es el primer libro no humorístico de Scott Adams, creador de la exitosa tira cómica Dilbert. Adams describe esta obra como «un experimento mental envuelto en un relato» que lo hará transitar por la perplejidad, la reflexión y el asombro. Imagine que conoce a un hombre anciano que —como usted va notando poco a poco— lo sabe todo. Imagine que le explica los grandes misterios de la vida —la física cuántica, la evolución, Dios, la gravedad, la luz, los fenómenos psíquicos y la probabilidad— de un modo tan sencillo y convincente, que todo encaja y tiene sentido. ¿Qué se siente cuando de repente se entiende todo? Sin embargo, la explicación del anciano contiene un error. El experimento consiste, precisamente, en descubrirlo.
La pregunta es, por si alguien lo sabe ya y así Badil y yo nos libramos de pensar y pensar a ver dónde carajo está el fallo y nos ocupamos de otras cosas, que ya tenemos medio cerebro seco de tanto pensar. Que si pasa por aquí algún espabilao que lo haya descubierto o al que se lo hayan contado pues que lo diga, y así descansaremos.
El error. Cuál es el error del libro. A ver.
Del diario de un artista minimalista
15 de febrero de 1991
El ayuntamiento de mi localidad acaba de encargarme una escultura de grandes dimensiones para conmemorar el 420 aniversario de la batalla de Lepanto.
8 de abril de 1991
Esta mañana he presentado el proyecto en el ayuntamiento, maqueta de cartón plume incluida, de la escultura que he denominado «Batalla de Lepanto». En la presentación estaban presentes el alcalde, los concejales de cultura y varios representantes de los medios de comunicación de la comarca. Será una escultura espectacular formada por cinco grandes piezas rectangulares curvadas de acero oxidado de ocho por quince metros enfrentadas a otra gran pieza de veinte por quince metros, también curvada y del mismo material. Las primeras representarán la Liga Santa (España, Génova, Venecia y Santa Sede) y la última, la de mayor tamaño, representará la flota otomana. La lluvia, el viento y la humedad ambiental irán deteriorando el acero y de él rezumarán hermosos charcos de óxido (la sangre de los hombres muertos), que cubrirán, pasados los años, la base de ladrillo recubierto con cotegrán. Hermoso. Juan ha preparado una animación en 3D con el Autocad que ha encantado a todos los asistentes. Bien.
15 de mayo de 1991
Ya tengo la empresa que se encargará de la construcción de las seis piezas de acero. Jacinto, el jefe, un hombre muy amable, me dice que ellos se encargan de todo: compra del material previo pago del 75% del presupuesto, construcción, transporte e instalación en la que será su ubicación, la plaza de Cervantes.
21 de octubre de 1991
Llamo esta mañana a Jacinto para ver cómo va todo. Me dice que de maravilla, que ya han recibido el material y que en dos días se disponen a cortar, curvar y montar la pieza de mayor tamaño, la otomana. Me dice que son planchas de chapa enteras de seis centímetros de grosor, como acordamos. Bien.
25 de octubre de 1991
Llamo a Jacinto para preguntarle por el proceso de construcción de la escultura, me dice que de maravilla. Que ya han montado los perfiles de veinte centímetros de la pieza otomana y que en cuatro días se meten ya con las piezas restantes. Le pregunto por el proceso de oxidación. Jacinto me dice que a qué oxidación me refiero. Yo le respondo que me refiero a la oxidación natural del acero, que si van a preparar las planchas para que se oxiden allí en fábrica o que si ese tratamiento lo dan después, cuando se coloque en la plaza. Que qué oxidación, me dice, que no hay oxidación. Yo le digo que le hablo de la oxidación de las planchas, la oxidación de las esculturas, la sangre derramada por todos aquellos hombres. Jacinto me dice que no hay oxidación. Vamos a ver, le digo ¿ustedes están construyendo las piezas en chapa de acero oxidado o se oxida después? Jacinto me responde que ni antes ni después, que para eso compraron planchas de acero inoxidable, de larga duración, que eso no lo oxida ni el meado de mil gatos. Yo le digo que desde el principio les hablé de planchas de acero oxidado. ¿Acero corten? me pregunta. Y me suelta que si quería acero corten tenía que haber especificado que la escultura la quería en acero corten, pero que en el pedido en ningún lado venía especificado lo de acero corten y que pensaron que me refería a acero inoxidable, que es más duradero. Me pongo nervioso. Les digo que paren, que la escultura va en acero oxidado, que no puede ser de otra manera, que el concepto de la obra se basa en la oxidación. Me dice que ya han comprado todo el material y que ya han montado la primera pieza, que no hay vuelta de hoja, que acero inoxidable. Le digo que devuelvan el material. Me dice que no hay manera si quiero que las piezas estén acabadas para el 8 de diciembre, que es la fecha acordada para el montaje. Intento explicarle que no es posible que la escultura conmemorativa de la Batalla de Lepanto sea de acero inoxidable. Le explico de la mejor manera posible que yo quiero que la escultura parezca como de Richard Serra, que mi escultura debería ser una escultura minimalista, sobria, contemporánea, como de Richard Serra, y que eso solo se consigue con acero oxidado. Él se ríe desde el otro lado del teléfono y me dice que no será para tanto, que el acero inoxidable queda mejor, que es más limpio y no mancha, que el acero corten tiene peor vida y no queda tan acabado. Yo le digo que o cambian el material o no hay escultura y le cuelgo, furioso.
28 de ocubre de 1991
Hablo por teléfono con Álvarez, mi marchante, le cuento el problema de la escultura de la Batalla de Lepanto en acero inoxidable. Me dice que igual en acero inoxidable no queda tan mal. Le digo que yo de la única manera que veo artísticamente, conceptualmente, la Batalla de Lepanto es en acero oxidado. Me responde que a él le pasa lo mismo, que la Batalla de Lepanto la ve en acero oxidado como si fuera de Serra y que el acero oxidado queda siempre bien. «Mira, hasta si haces una mierda enorme, la forras con acero corten y queda bien, sobria, contemporánea». Yo le digo que mi escultura no es una mierda. Él me dice que no me quería decir eso, pero que el acero corten es muy resultón y que precisamente se estaba cambiando las puertas de la entrada de casa y que se las estaban haciendo en acero corten barnizado, que queda muy bien, muy sobrio, muy moderno y muy contemporáneo. «Queda como una escultura del Serra pero en puerta para la entrada del coche, tú», me dice. Le pido que arregle el asunto de la escultura, que se ponga inmediatamente en contacto con Jacinto. Le digo el teléfono. Me dice que bien, que lo arreglará y que ya ha pensado en lo que tengo que hacer para mi próxima exposición. Le pregunto que qué ha pensado. Me dice que me olvide ya de las esculturas de acero corten y que me dedique a hacer figuras en escayola de personas a tamaño natural. Le digo que qué es eso de las figuras de escayola. Sí, me dice, lo que tienes que hacer es mogollón de figuras de escayola de personas, a tamaño natural. Mogollón de figuras de escayola, veinte o treinta, o más, algunas si quieres las repites, que no se notará. Luego las metemos en la sala de exposiciones todas juntas y eso queda total. Está gustando mucho eso, me dice. Yo le digo que no me agrada la idea. Él me dice que no es cuestión de gustos, que es lo que se lleva en Nueva York. Mogollón de figuras de escayola a escala 1:1. Haces un molde de tu padre, haces un molde de tu vecino, haces un mode de tu mujer, de tus chicos, moldes, moldes, y luego lo pones todo junto en una sala grande, toda blanca, eso es lo mejor, eso es lo que vende. Si quieres me haces un molde a mí, como quieras, lo importante es que hagas mogollón de figuras de escayola a tamaño natural. Imagina, mogollón de figuras de escayola ahí puestas, como que no se sabe si son los visitantes los que miran las figuras o son las figuras los que observan a los visitantes. Eso es total, me dice. Eso está gustando mucho en Nueva York. Yo le digo que no me convence la idea. Que no lo veo. Que lo que yo quiero hacer para mi próxima exposición es una escultura enorme en plancha de acero oxidado. Me dice que lo llaman por la otra línea, que me llama luego, y me cuelga.
8 de diciembre de 1991
Hoy a las 12:30 horas se presenta la escultura «Batalla de Lepanto», que conmemora el 420 aniversario de la batalla de Lepanto. Estoy muy orgulloso de esta pieza. El sol se refleja, deslumbra, sobre las grandes planchas de acero inoxidable. Esos brillos, que refulgen sobre la superficie de toda la obra, representan para mí el brillo de las espadas, los cañones, la batalla encarnizada de los hombres contra los hombres. La lucha, el cruento y lamentable fragor de la batalla.
En enero comienzo a preparar mi nueva exposición: «Urban people», que consistirá en una obra coral formada por figuras de personas, a tamaño natural, en diferentes posturas, realizadas en escayola, con estructura de alambre. Será una exposición impresionante, donde el espectador no sabrá si observa o si es observado por la obra. Como base de cada pieza, quiero poner una plancha de acero corten, que represente el latido urbano, el sentir de la humanidad, el desgaste de sus pies, el rezumar de cada uno de sus pasos. Va a ser la bomba.
miércoles, 27 de enero de 2010
La Feria Internacional de la Escalera
En la primavera de 1934, la ciudad de Circa acogió la I Feria Internacional de la Escalera. 78 stands dispuestos en línea a los dos lados del paseo central de la avenida Joanna of Bavaria (junto al hoy desaparecido jardín botánico municipal) mostraron durante cuatro días las novedades en el sector de la escalerística. En este espacio se exhibieron bonitas escaleras de mano fabricadas en madera, acero, cristal y aluminio; novedosos asientos metálicos que con un simple giro se convertían en escaleras de cuatro, cinco o seis peldaños; escaleras de tijera, escaleras correderas, escaleras plegables, escaleras enrollables, andamios móviles y fijos; revestimientos de múltiples materiales para escalones; barandillas, pasamanos, quitamiedos; balaustres torneados en madera, mármol, alabastro y metal; barandales de hierro, madera y piedra (natural y sintética) y multitud de catálogos con hermosas fotografías de escaleras imperiales, escaleras de caracol, escaleras modulares, escaleras escamoteables y escaleras colgadas. Como acto de entretenimiento paralelo a la programación de la Feria, la organización contrató a ocho hermosas bailarinas del famoso cabaret Folies Bergère de París que con mucha gracia y elegante estilo bajaron y subieron repetidas veces una escalinata de estructura metálica de 40 por 25 pies forrada con láminas reflectantes, espejos y vistosas luces, cortesía de la empresa belga de construcción Smith & Lemonnier, espectáculo que encandiló a chicos y mayores.
martes, 26 de enero de 2010
Sobre empirismo y priapismo
Hasta ahora no se conoce ninguna sustancia que excite la libido, pero hay unas cuantas que pueden ayudar a producir y mantener una erección que la líbido no ha conseguido estimular. Una de las primeras fue la papaverina, cuyos efectos quedaron demostrados de forma espectacular por el psiquiatra Charles Brindley en una reunión de la British Andrology Society. Brindley, un showman nato, empezó su charla bajándose los pantalones, inyectándose una solución de la sustancia en el muslo y «exhibiendo los resultados durante la hora que duró su charla». Es muy importante utilizar la dosis exacta de papaverina y se han dado casos de personas que han tenido que interrumpir sus vacaciones y volver doloridos y con la misma erección que provocaron cuatro dias antes.
Len Fisher, Cómo mojar una galleta, Debolsillo, Barcelona, 2009, p. 206.
En la imagen, obelisco de estilo neogótico construido en 1878 por el conde de Carnarvon en Newbury, Berkshire. El monumento conmemora a los 6000 hombres muertos en la batalla de Newbury, en 1643, incluyendo el vizconde Falkland, Secretario de Estado de Carlos I. A los pies del obelisco, ovejas. La foto es de Henry Taunt.
domingo, 24 de enero de 2010
Órdago bosónico
Badil me dejó el otro día un libro. Es un libro corto, voy por la mitad y lleva ya un rato hablando de una especie de partículas de Dios explotao que son a su vez lo que somos en vida (la materia angélica o celestial de la que se servían los gnósticos para explicar la naturaleza humana). Servidor cree que el autor se refiere a los bosones de Higgs, que tanto juego han dado en las últimas décadas los muy puñeteros y más últimamente con la puesta en marcha del Gran Colisionador de Jarrones (GCJ). Esto es un órdago. Como no hable de los bosones de Higgs me voy a enfadar. Mientras, me voy a seguir leyendo el libro, a ver si salen, que me tiene enganchado. Que si no salen los bosones de Higg, me enfado.
En la imagen, Donatas Banionis y Natalya Bondarchuk en una foto promocional de la película Solaris (1972) de Andrei Tarkovski.
Pues árboles, postes y árboles
Cada día cojo dos tranvías, un tren y un autobús (o un autobús, un tren y dos tranvías) para ir al trabajo y volver a mi espartano hogar. Entre Mannheim y Heidelberg se extiende una extensa Nada sólida, cubierta de nieve inmaculada y virgen sobre la que nadie ha puesto el pie. Son campos extensos sembrados de macizos postes metálico-eléctricos, de seda helada, de hileras escuálidas en las que se alinean árboles mondos y arbustos tiritantes. Cuando voy en tren sólo existen dos colores en el mundo, el blanco cegador y el negro retraído, y me gustaría que algún paisajista dejase a un lado las verdes colinas, los riachuelos primaverales y todo el cobre del otoño, y se atreviese a pintar un cuadro con estos dos colores, las dos esencias, los dos venenos de mi día a día.
No tengo vergüenza ni la he conocido. En un plis plas me he hecho una nueva entrada robando un texto de una entrada de A princesa no xardín (El tío Otto y el mar de pelusa), que narra sus trayectos de casa al trabajo y del trabajo a casa (unos veinte kilómetros de mucha nieve según el google maps) más una foto de Lady in the radiator (Leg tree) que no sé cómo viaja pero que vistas sus fotos también es de mucho viajar. No hay razón aparente para unir a estas dos personas en una misma entrada. En todo caso, son razones subjetivas, que me parece que A princesa no xardín cuenta las cosas como dios hecho carne inmortal y Lady in the radiator hace fotos como dios hecho carne inmortal también. Si esas razones no les sirven, tengo un puñado más.
sábado, 23 de enero de 2010
Lo que es, es
Pues que para qué lo iba a decir yo, si lo dicen mucho mejor Arkab en su blog y Helter en el comentario de la entrada anterior, que son mis faros, mis guías y mis pastores. Para celebrarlo, no hay cosa mejor que poner una foto de Paulette Goddard enseñando garra con un coreógrafo que, miren qué casualidad, le hace el mismo gesto del dedito que Cary Grant a la Falsa Tortuga. Te digo yo dónde te puedes meter el dedito, coreógrafo.
Que qué pies más bonitos que tiene la Goddard, me dirán ustedes. Ya me he fijado, ya.
viernes, 22 de enero de 2010
Louise en salto de cama
David me envía esta foto de Louise Brooks. Me dice que ha estado estos días rebuscando en revistas viejas cosas de ilustradores de las primeras décadas del siglo XX y como me conoce bien y sabe que soy fan de la Brooks me la manda. No sabía yo de esta foto. Miren qué guapa está. Apareció en enero de 1929 en La Esfera y el pie de foto dice: «La bella actriz de la Paramount Louise Brooks, luciendo un lindo salto de cama de estilo japonés». El 30 de enero de 1929 se estrenó la película La caja de Pandora, de Georg Wilhelm Pabst, donde la Brooks se luce sin parar, interpretando a la bella Lulú, que es una muchacha fiestera y alegre que por ser tan fiestera y tan alegre acaba un poco mal en manos de Santiago el Destripador, cuando lo que tenía que haber hecho es casarse como dios manda y así no le hubiera pasado lo que le pasó. Pero, ojo, mientras, lo bien que se lo pasaba y lo feliz que reía. ¿Que no han visto a la Brooks riendo en La caja de Pandora? Pues no hay chica que ría mejor.
Ya no queda nada más que decir. Bueno sí, que vamos a hacer un poema corto, que nos va a quedar hasta poundiano:
La bella actriz de la Paramount Louise Brooks,
luciendo un lindo salto de cama
de estilo japonés.
miércoles, 20 de enero de 2010
Alces fluorescentes
Se entera de esto Lars Von Triers y cambia el zorrete parlanchín por un alce. Además, queda mucho más satánico.
Ciertas sustancias naturales resultan fluorescentes bajo la luz ultravioleta, como la orina, la quinina y la piel de alce. Los prisioneros sabían explotar esta propiedad de la orina, pues la utilizaban como tinta invisible. El agua tónica, que contiene quinina, también puede hacerse fluorescente ¿Y qué le pasa a la piel de alce? En Canadá, Estados Unidos
y Suecia, se producen anualmente muchos accidentes entre coches y alces, y algunas de estas colisiones acaban con víctimas mortales. Por ello, varios fabricantes de coches están considerando la posibilidad de equipar sus coches con faros que emitan luz ultravioleta para reducir los accidentes con los alces.
Joe Schwarcz, ¿De qué se alimentan los zombis? Robinbook, Barcelona, 2009.
martes, 19 de enero de 2010
Hedy Lamarr
Dirán que me repito más que el ajo frito, pero es que hoy se cumplen diez años de la desaparición de Hedy Lamarr, la ingeniera en telecomunicaciones austríaca más guapa de Hollywood. La recordamos con esta foto en la que sale bien guapa pero mostrando unas manazas que te da así con la mano abierta y te tumba. La recordaremos también en Sansón y Dalila (Cecil B. DeMille, 1949) levantándose de la cama con un incómodo camisón al estilo filisteo y una voz en off que le retumba en la cabeza que le dice «¡No puedes deshacer lo que ya está hecho!»; la mujer andaba atormentada por cortarle el pelo a Sansón, suceso que aprovecharon los filisteos para arrancarle los ojos y atarlo a una rueda de molino. Una pena tirando a suave si contamos que Sansón, además de fuerte, era muy bruto y tenía muy mal perder. A saber: en su primera boda se casa con una filistea, más que nada para hacer la puñeta a los filisteos, que eran unos incircuncisos. En el convite de bodas hace una apuesta con los familiares filisteos y promete que si descubren un acertijo (el del león y el panal de miel) les regala treinta sábanas y treinta mudas de vestidos. Los filisteos, con la ayuda de la mujer, que es la única que lo sabe, lo aciertan, a Sansón le entra el espíritu de Jehová y para no tener que ir al Sepu a comprar las treinta sábanas y las treinta mudas de vestidos se carga a treinta filisteos, les quita las ropas y las entrega a los de la apuesta (...y Sansón dijo a los filisteos al tiempo que les entregaba la ropa: «Tomad lo prometido, treinta sábanas y treinta mudas de vestidos. Ojo, que alguna tiene manchicas de sangre, pero bien lo arreglaréis si cada mancha la frotáis con un poco de agua oxigenada y luego la metéis a lavar con vuestro detergente habitual. Yo he probado lo de la sal, pero a mí me funciona mejor el agua oxigenada, aunque debéis saber que el agua oxigenada en según qué tejidos deja cerco y si deja cerco eso ya no tiene arreglo, que hagáis lo que hagáis se os quedará el cerco»).
Además, si quieren ver a Inde cantando «Tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegría», pretar aquí.
lunes, 18 de enero de 2010
Cary Grant con la Falsa Tortuga
—Hubo un tiempo —dijo por fin la Falsa Tortuga, con un profundo suspiro— en que yo era una tortuga de verdad. Estas palabras fueron seguidas por un silencio muy largo, roto sólo por uno que otro graznido del Grifo y por los constantes sollozos de la Falsa Tortuga. Alicia estaba a punto de levantarse y de decir: «Muchas gracias, señora, por su interesante historia», pero no podía dejar de pensar que tenía forzosamente que seguir algo más, conque siguió sentada y no dijo nada.
Lewis Carroll, Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865). La imagen de Alicia junto a la Falsa Tortuga y el Grifo es una de las 34 ilustraciones que John Tenniel realizó para la obra.
Hoy es el cumpleaños de Cary Grant (Bristol, 18 de enero de 1904 – Davenport, 29 de noviembre de 1986) y no hay mejor manera de celebrarlo que poniendo una foto de Cary Grant regañando a la Falsa Tortuga. No sabemos bien por qué regaña a la pobre Falsa Tortuga, que bastante tenía con su depresión recordando su infancia como tortuga verdadera en la escuela del mar y presintiendo su final como ingrediente principal de una sopa o, aún peor, como juego de peines. La Falsa Tortuga era una tortuga de naturaleza depresiva, tristona, melancólica. Tampoco sabemos a qué se debe que algunos actores del siglo pasado, cuando les iban a hacer una foto de estudio, ponían un gesto de regañar a lo que tenían más cerca. En este caso le ha tocado a la Falsa Tortuga. Pues pobre, con lo pocha que está ya de por sí, ahí, con el caparazón al revés.
domingo, 17 de enero de 2010
Anticristo, de flim, o No tomarás el nombre de Tarkovski en vano
Hoy he visto Anticristo de Lars Von Triers. No me voy a extender. Que cada película que le veo siempre me digo antes «va, venga, haz un esfuerzo, mírala sin prejuicios, que bien que te caiga como una patada en los huevos, pero que igual esta peli no te disgusta tanto como las anteriores» y acabo cagándome en san Pito Pato, en el susum corda y en todo lo que rodea a Lars Von Triers. Para los que no la hayan visto, pues es una peliculita que es como una mezcla de Saw, El proyecto de la Bruja de Blair y Doctor Dolittle (y el inicio, que es como el vídeo ese de Beyoncé cantando en una ventana pero en blanco y negro). Que los actores se pegan toda la película en tensión, que mientras la veía me decía: ya pararán, que si están discutiendo en tensión, están follando en tensión, se están pegando en tensión o se están amputando en tensión. Ya pararán y se harán una fideuá o un guacamole con nachos y se pondrán a ver la tele, pero no, que están tensionados todo el día, y sin comer. Así mal. Mal van a acabar, me decía. Me he prometido no usar el término pretencioso en esta entrada, más que nada porque parece que es el segundo apellido Lars Von Triers. No lo voy a usar. También, que a los que les guste, ya les aviso que sí, que lo he entendido todo. Que no es cosa de no entender. Que lo he entendido. Que se entiende mejor que Pocahontas. Pero que no me gusta lo que quiere contar, ni cómo lo cuenta. Que tampoco es cosa de más o menos sensibilidad. Que no es eso. Que es que no hay manera y prau. Hasta ahí, bien, vale, que tiene que haber gustos para todo el mundo. Que si no me gusta Lars Von Triers pues tampoco seré el único, que hay la tira de gente que no le gusta Lars Von Triers. El que diga que en eso se basa su genialidad me cago en sus muelas, para genialidad la suya diciendo esa melonada de frase que encima se la habrá oído a otro antes. Y es que, de corazón, el Lars Von Triers me parece muy melón. Pero melón melón, melón para melones. Ya está. Hasta ahí, pues bien. La peli es una peli que va sobre una pareja muy tensionada por un suceso que, para estar así todo el día, mejor se separan y cada uno hace la vida por su lao y primero paz y después gloria. Pero bien, hale, que el director quiere tensión, pues venga tensión. Tensión y Bambi, pues tensión y Bambi, hale. Pero es que el jodío del Lars Von Triers, al final de la película, se la dedica a Tarkovski, y ahí es cuando me he puesto a dar botes en el sofá y hasta ahora, que he cenado casi sin sal para que no me subiera más la tensión. Jodo, a Tarkovski. Que miren, que Tarkovski puede gustar o no puede gustar, que también es comprensible, que, como decía uno, ver una peli de Tarkovski es como mirar cómo se seca un cuadro al óleo, pero que les digo que Tarkovski ve esta película que le ha dedicado Lars Von Triers y vuelve a este mundo como el tío de la vara a meterle una somanta de palos. Así que me estoy oliendo que si no será otra de las puñetas del director, dedicarle esta película sabiendo que al bueno de Tarkovski, tan espiritual y tan lento en sus puestas en escena, le repugnaría. Pero mucho. Le repugnaría cosa mala. A mí, oigan, no me ha repugnado, hasta me ha hecho gracia el asunto de la madre poniéndole los zapatos al revés al niño o esa auto-ablación tan vistosa en primer plano con unas tijeras de pescado, pero a Tarkovski... madre a Tarkovski... me le rompe siete costillas del primer varazo.
sábado, 16 de enero de 2010
Ay, qué espejo más bonico
Llevaba toda la vida deseando tener un espejo sol, esos espejos flamígeros de inspiración barroca con rayos radiantes o puntas de inspiración vegetal que se pusieron de moda en los años cincuenta y que luego derivaron en todo tipo de estilos (racionalista, futurista, pop...). Toda la vida deseando tener un espejo sol. Así que un día buscando por internet encontré un blog, Vintage&Chic, que tenía alguno más que interesante. Observando que su dueña, Leticia Blanco, solía tener en stock más de un espejo sol, he esperado semanas, como zorro al acecho, a que pusiera alguno más grandote, que yo lo quería grandote. Hasta que lo puso. Un espejo flamígero bien hermosote. Lo pedí el martes, 12 de enero, y hoy me ha llegado por paquete azul. Más rápido no puede ser. Estoy que no paro de contento. Madre qué bonito que es. Esta tarde lo he puesto en la pared y no dejo de mirarlo. Ay, qué bonico. Y la cosa no queda ahí, que veo que tiene unos juegos de café de porcelana, clásicos, de los que a mí me gustan, que me tienen en un sinvivir. Ay. Que si en los días venideros no meto entradas nuevas, será que estoy mirando el espejo. Mañana le hago fotos, como si fuera mi chico. Ay, qué bonico. Ya me siento como Julián, el protagonista de Pepermint Frappé, en su casa-despacho. A otros les da por los coches o por coleccionar escopetas, oigan.
El gato astral de David Starr Jordan
En septiembre de 1896, un artículo de la revista estadounidense Popular Science Monthly sorprendió a propios y extraños.
En él se hablaba del experimento hecho con una cámara (denominada «Sympsychograph») dotada con unas lentes especiales que permitían que los pensamientos se hiciesen visibles en una placa fotográfica (similar a la forma en que los Rayos X producen una imagen en una placa fotográfica)... Leer más de este bonito artículo encontrado en el blog la aldea irreductible.
viernes, 15 de enero de 2010
El plátano mágico
Bú, me digo, voy a hacerle un truco a mi señora que he visto en la tele que se va a quedar de piedra. Así que busco en el costurero una aguja larga, voy a la cocina y miro que sobre la encimera están ahí esperando los dos plátanos. Dos plátanos que el día anterior en la verdulería le había señalado a mi señora «¿Quieres que cojamos plátanos?» ya pensando en el truco tan bueno que le iba a hacer en el momento oportuno. Ahí estaban, esperando, sobre la encimera. Los cojo, los escondo bajo el jersey y me meto en una habitación. Saco la aguja, la desinfecto con alcohol, la seco, la introduzco con sumo cuidado y la muevo horizontalmente de un lado a otro cortando el interior del plátano a través del orificio. Repito la operación cinco veces en diferentes puntos del plátano, cuidadosamente. Es un truco buenísimo, me digo. Froto la superficie con el dedo para que mi señora no note ninguna manipulación. Qué truco más bueno, me digo. Los escondo bajo el jersey y bajo a la cocina. Veo que mi señora no anda por la cocina y los dejo en el mismo lugar. Perfecto. Guardo la aguja en el costurero. Salgo de la cocina y me froto las manos de alegría. Queda media hora para preparar la comida. Llaman por teléfono, miro el correo, trabajo un poco. Ya es la hora, bajo a la cocina y veo que mi señora anda sacando pucheros y rebuscando en la nevera. Poso mi mirada sobre la encimera en busca de los dos plátanos y veo... ¡un plátano! Oh, señor. «¿Y el plátano que había aquí junto a este otro plátano?» le digo. «¿Qué?», me dice. «El plátano, antes había aquí dos plátanos». «Ah —me responde—, que me ha entrado hambre y me lo he comido». «¿Que te lo has comido?», le pregunto. «Sí, me ha entrado hambre y me lo he comido», me responde. Cojo el platano, lo miro fijamente y veo que sí, que ese plátano es el plátano sin manipular. «Y... ¿y estaba bueno el plátano?» le pregunto. «Sí, me contesta». «¿Y no has notado nada raro, unos cortes así transversales que al pelarlo te salía como si previamente lo hubieran cortado en porciones con un cuchillo invisible?» le pregunto. «¡Ah, eso era! —me responde—, yo pensaba que tenía un trozo malo y lo he tirado. Mira, ahí está, en la basura». Abro la tapa del cubo de la basura y veo un trozo de plátano, triste, abandonado, una bonita porción de plátano con los lados perfectamente seccionados.
He decidido que dejo lo de la magia.
Luego, al rato, tras descubrir mi desconsuelo, me preguntó cómo había hecho esos cortes en el interior del plátano sin manipular la piel. Sí, los cojones que se lo voy a contar. Un mago nunca cuenta sus trucos. Aunque sea un fracaso como mago.
El escuchador del autobús
—...Así que yo estaba ya tan tranquila, voy a la cocina a por un vaso de agua y, plas, otra vez que me llama. Y le digo ¿qué quieres? y me dice que no quiere nada, que quiere hablar...
—Espera... ¡Calla!
—¿Qué?
—Que calles.
—¿Qué pasa?
—¿Ves ese señor con barbita que acaba de subir al autobús?
—¿El del jersey amarillo?
—¡Ese señor!
—¿Y qué le pasa?
—Es el escuchador del autobús...
—¿El escuchador del autobús?
—El mismo. Dicen que sube a los autobuses, afina la oreja y se queda con todo lo que la gente dice.
—Bueno ¿y qué?
—¡Que luego lo cuenta todo!
—¿Todo?
—¡Todo! No se guarda nada el muy jodío.
jueves, 14 de enero de 2010
Cita con un armario
Un hombre frente a un armario ropero de roble, de cuatro hojas. El hombre golpea en una de las puertas. Suavemente. Se mira en el espejo, saca un peine de carey del bolsillo de su chaqueta y se peina. El armario contesta «¿Quién llama?».
Cuarenta minutos más tarde, el hombre, sentado en el borde de la cama, conversa con el armario. «Desconfía —le dice el armario— de los humanos que presumen de no tener desván. Todos tienen uno. Ve a sus casas y, si no lo encuentras a la primera, búscalo. Indaga. Todos tienen uno. Algunas veces, ese desván se encuentra lejos de la casa. A veces bien lejos, en otros países, incluso en otros continentes. En muchos casos es un desván escondido dentro del desván de la casa de sus padres, o se cobija en las casas que han abandonado. Pero escucha lo que te digo: todos los humanos tienen un desván. Conocí a una mujer que coleccionó 35 desvanes a lo largo de su vida. Uno por cada amante. llegaba, dejaba su desván y luego, al tiempo, se iba. Si juntáramos el contenido de todos sus desvanes en un solo espacio llenaría entero un edificio de cuatro plantas. También sé de un hombre que llevaba consigo su desván a cada nueva casa que habitaba. Como no tiraba nada, en cada mudanza, el desván crecía, se multiplicaba a lo alto y a lo ancho. Una mañana decidió tirarlo todo, sopló aliviado y a la semana se le vio buscando sus enseres perdidos, llorando desconsolado, en todos los desguaces de la ciudad. Unos guardan sus cosas en el cobertizo, otros en las alacenas, otros bajo la cama, tras los armarios, sobre los armarios, en los descansillos, bajo la escalera, en los altillos, en cajas de cartón apiladas... pero no conozco humano que no tenga su desván». «Pero, y bien —preguntó el hombre— ¿qué se puede hacer?». «Nada, no se puede hacer nada ¿para qué?», contestó el armario. «¿Y qué guardan los humanos en los desvanes?», preguntó el hombre. «Penurias, miserias, y algunos objetos bien bonitos y brillantes. Esas cosas suelen ir siempre de la mano. Si los humanos no ocultaran sus desvanes, todo sería infinitamente más triste y los armarios no tendríamos nada interesante que contar».
BIGOTT Oh Clarin - Video Oficial
Recién estrenado. Como es un vídeo en sepia, queda más que bien en este blog. A Arkab le va a gustar.
Bueno, copón, y a mí.
«Oh Clarin», tema incluido en el álbum Fin de Bigott (Grabaciones en el Mar, 2009).
Realizado por el equipo de Videadictos.
Cámara: Vanessa; tratamiento de imagen: Luismi; edición: Jaume; maquillaje: Mar, Chusa y Arantxa.
martes, 12 de enero de 2010
Possum posa
Hoy es el cumpleaños de Jack London y lo celebramos poniendo esta foto de Jack, Charmian y su perrete Possum.
lunes, 11 de enero de 2010
Se acerca la Semana Santa
El mayor problema con que se enfrenta la civilización no es meramente el extremismo religioso; por el contrario, es el conjunto, más amplio, de concesiones culturales e intelectuales que hemos hecho a la fe misma. Los moderados religiosos son, en gran parte, responsables del conflicto religioso en nuestro mundo, porque sus creencias proporcionan el contexto en el que el literalismo escriturístico y la violencia religiosa nunca encuentran suficiente oposición.
Sam Harris, The End of Faith (2004), reseñado en Más allá de las imposturas intelectuales, de Alan Sokal, Paidós, Barcelona, 2009.
domingo, 10 de enero de 2010
M. y su imagen especular
Es posible que lo más extraño que le sucediera a M. fuera encontrar el reflejo, la imagen especular de su cuerpo entero en el techo, justo encima de la cama. Esa imagen, que sobresalía del techo como un mediorrelieve, convivió con él durante no menos de cuarenta días. M. unas veces conversaba con su imagen y otras la mandaba callar. Ese día en concreto se inclinó por esto último y la imagen especular se mostró malhumorada a lo largo de toda la noche. «¿Ya?», «No, por favor, déjame dormir una hora más». Esa noche, la imagen especular vestía de forma diferente a lo acostumbrado, que era un pijama de dos piezas azul celeste con rayas finas verticales de color blanco. Esa noche, la imagen especular vestía una camisa blanca abotonada hasta el cuello, pantalón gris de lanilla y zapatos bicolores. «¿Ya?» volvió a preguntar a M. «No, por favor, déjame media hora más. Hoy he tenido un sueño muy agitado», le respondió M. «Deberías despertar ya —le contestó la imagen especular—, tengo algo muy importante que decirte».
sábado, 9 de enero de 2010
Hale, otra vez con Tarkovski
T [arkovski] telefonea a Moscú y habla con su perro, según comenta su intérprete... Como hemos visto, aún habla con la parte de su familia que ha dejado atrás. Está muy orgulloso de su hijo y adora a su perro. Respecto a lo de hablar a su perro, nadie se ríe sobre ello.
Extracto del diario de rodaje que escribió Lars-Olof Löthwall en 1986 durante el rodaje de la película Sacrificio, traducido al castellano en exclusiva para la edición coleccionista de Cameo Media, que consta de un dvd con la película remasterizada más dos dvd's con un porrón de reportajes documentales interesantes y un librito muy ameno y muy bonito de ver.
viernes, 8 de enero de 2010
Marcos 11:12-14
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Jesús, hablando a la higuera, le dijo: «¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti!». Y cuando Jesús se volvió para proseguir su camino la higuera le gritó: «¿A santo de qué?». Y Jesús se volvió hacia la higuera y le preguntó: «¿A santo de qué... qué?». Y la higuera le respondió: «Que a santo de qué me echas la maldición de que nadie coma fruto de mí si sabes que no estamos en temporada de higos. Tu vienes otro día, dentro de tres meses, y te doy los higos que quieras; pero si vienes ahora a buscarme higos pues no encontrarás higos, pues no es temporada, bien lo deberías saber». Y Jesús le respondió: «Que bien, pero que yo quería higos». Y la higuera le contestó: «Y yo quiero un chalet en Torrevieja, Alicante, pero si te digo que no tengo higos pues no tengo higos, que no es temporada. Eso no es razón para que me maldigas, puñetero». Y entonces los discípulos acompañaron a Jesús al Carrefour más cercano, lo guiaron hasta la sección de frutas y verduras y le ofrecieron una bandeja retractilada con seis higos bien dispuestos. Y Jesús rompió el plástico con la uña del dedo índice de su mano derecha, que a la sazón la llevaba más larga que las demás uñas, tomó un higo, se lo llevó a la boca, lo mordió y dijo: «Sabed todos que estos higos serán de importación, pero aún siendo de importación no están del todo mal y bien se pueden comer». Y uno de sus discípulos posó su mano sobre el hombro derecho de Jesús y le dijo: «Caprichines, cada día estás más caprichines». Y Jesús le contestó: «Vale, pero yo quería higos y ya tengo higos».
Cine en casa
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miércoles, 6 de enero de 2010
Ira Levin, la escritora meticulosa
Me estoy haciendo la colección de películas de terror que saca el diario El País todos los domingos. No sé si les había contado que me gustan los clásicos de terror y que en esta colección hay unos cuantos. Quería tener en dvd La noche de los muertos vivientes, El resplandor, La semilla del diablo... esas pelis que a lo largo de mi vida han ayudado a convertirme en esto que soy, para bien y para mal. Quería contarles que servidor, que soy de natural formal y bien mandado, se mira la película, luego se ve los extras del dvd (pocos, para qué nos vamos a engañar) y luego por la noche se lee el librillo de 64 páginas contando guardas más cubiertas y que sirve, a su vez, de caja para guardar el dvd. Se lee en un plis plas, que lleva mucha foto. El domingo por la noche me leí el librillo dedicado a La semilla del diablo, que es una película que me gusta por varias razones, entre ellas, porque sale el edificio Dakota, porque me gustan mucho los actores secundarios y por lo mona que va vestida Mia Farrow durante todo el metraje, que cada vestido que me lleva es más bonito de ver. A lo que iba, que estaba yo ahí leyendo tan contento en la cama cuando leo lo siguiente en la página 15:
Ira Levin había presentado el libreto Rosemary's baby (del ridículo título español, La semilla del diablo, ya hablaremos otro día) a la editorial Random House. Levin tenía cierto prestigio por sus trabajos en televisión y era una autora, aunque novel, con fama de meticulosa [...]
Ojo, que estoy de acuerdo con que el título en español es malo y destripa la película, pero que digo yo que si a ver si el autor (o autora) del texto, Toni García Ramón, con eso de la fama de autora meticulosa se refiere a Ira de Furstenberg, que Ira Levin de autora meticulosa tenía poco.
En la foto, la meticulosa escritora Ira Levin, autora también del libro Los niños del Brasil.
Así que me digo, voy a mirar a ver de dónde ha sacado esta información Toni García Ramón. Busco por internet y en Wikipedia, en la entrada «Rosemary's Baby (película)» leo:
En dicho DVD Robert Evans recuerda que Willian Castle le trajo las primeras galeradas de la novela de Ira Levin y le pidió comprar los derechos para la adaptación cinematográfica aún antes de que Randon House, la editorial de la escritora, publicara la novela.
No me quedo contento y me digo ¡pues voy a buscar más!, y me encuentro con esta información, que se acaba de convertir para mí en una piedra angular estilística del periodismo chapucerete (la negrita es mía):
LaVey, quien aparentemente tomó mediante un anagrama el apellido de Ira Levin, autora del libro origen de la cinta, participó como asesor de la cinta y tuvo gran influencia en las decisiones de Polanski.
Ahora Ira Levin ya no es que sea una escritora meticulosa, sino que encima, aparentemente, es una anagrama del cara malote Anton Szandor LaVey. Trocotrón. Dejo de buscar y me digo «pues ya está, que el autor del texto del librillo de la colección de dvd's de El País, Toni García Ramón, lo que no ha encontrado en el documental que viene como extra en el dvd lo ha buscado por Internet y le ha salido lo que el Altísimo ha querido». Ole, con dos, como los del caballo de Espartero o como los de, ya puestos, Ira Levin. Aparentemente bien gordos.
Madre mía, Ira Levin, autora meticulosa, con esa barbaza que lucía siempre.
domingo, 3 de enero de 2010
La flor del ayaguaco
La flor del ayaguaco es de color anaranjado y, cuando se muestra abierta, tiene el tamaño de la mano de un hombre adulto. Es cigomorfa (con simetría bilateral), de cinco pétalos, con largos estambres y un pistilo grueso con estigma lobulado. Antiguamente utilizaban las mujeres esta flor para embellecer sus cabellos y era de uso común preparar una pasta con sus anteras, miel y caucho que se decía que aliviaba el dolor de encías a los niños en el periodo de dentición. Se cuenta que si se llevan cinco flores de ayaguaco en la boca, bien visibles, entre los dientes, se puede cruzar la selva sin temor de ser atacado por ninguna fiera. El perfume que resulta del destilado de sus pétalos, mezclado a partes iguales con pachanago y alcohol, atrae a los hombres trabajadores de buen corazón. Más fabuloso resulta saber que de esta flor se dice que cuando cae la noche lanza terribles alaridos y que el que ha intentado dormir cerca de alguna de ella[s] no puede conciliar el sueño, se levanta enloquecido, y acaba con su vida golpeándose la cabeza contra los ásperos troncos de los árboles.
Utha J. Brewster. Formulario de flora y fauna del continente americano, cuaderno 2, McKinney Library, Circa City, 1895, pp. 678-679.
Mara Corday II
Hoy es el cumpleaños de Mara Corday y lo celebramos, como el año pasado, poniendo una foto de Mara Corday, esta vez apoyada en una pared que necesita cosa de ocho botes de kilo de masilla tapagrietas. Mara, como siempre, reguapa. Atentos a las lazadas de los zapatos que se ajustan a sus tobillos. Sí, son las mismas (oh, bien, similares) que las que llevaba la paciente del doctor Kinsey en la foto para la revista Life.
sábado, 2 de enero de 2010
Dance with me
No comprendo cómo hay gente que se muestra reticente a pasar por uno de esos escáners de seguridad que quieren poner en todos los aeropuertos. Con el sistema Millimeter wave (arriba, fondo negro) el viajero queda como un bailarín vestido de látex brillante recién salido de un videoclip techno-sado. Con el sistema Backscatter (abajo, fondo gris), el viajero queda igual que un operario técnico del planeta Fix-Trocotron (junto a Alpha Centauri) que, acabado el trabajo, recibe un importante mensaje telepático desde la otra punta de la ciudad. Quedan muy bien de las dos formas. Tengo que preguntar si, previa petición, te pueden sacar la foto por impresora, para llevarte de recuerdo.
El milagro azul - entonces resultara incluso con la vecina
Acabo de recibir un bonito email para que adquiera las pastillas Vi. Su título es el mismo que el de esta entrada y el texto es el que sigue. He convertido los párrafos en versos libres, para que quedara más cuco.
El milagro azul
entonces resultara incluso con la vecina
Sexo
es mas satisfactorio que nunca.
El estres y la tension han desaparecido.
Ella ya no se amarga, ya no me temo
que tendre que denegar su peticion.
Esto es una sensacion fisica estupenda
despues de que sigue el sentimiento
profundo.
Lo mejor de Vi es una confianza
que puedes «volar en piloto automatico»,
llegar relajado y sin problemas
hasta la esencia,
que el miembro sigue mantenerse levantado
incluso cuando se interrumpa
(ninos golpean a la puerta del dormitorio,
ladra el perro,
se desliza su condon).
viernes, 1 de enero de 2010
Aurora Redondo
Hoy celebramos, además de la llegada del nuevo año, el cumpleaños de la actriz Aurora Redondo. Nació recién estrenado el siglo pasado, hace 110 años, un uno de enero como el de hoy. Era reguapa, así lo demuestra una foto de su juventud con el peinado a la moda, de rubia platino, ondulado a tenacillas. Mi madre me contaba que mi abuelo se pegó toda la vida enamorado de ella, debió de verla alguna vez en el teatro y ya se quedó así, prendado de por vida. Inició su carrera en el teatro a los siete años, se casó con Valeriano León, también actor, y tuvieron de padrino de boda a Carlos Arniches. Hace años la vi una noche cruzando el paseo Independencia junto a María Isbert. Caminaban despacito, cansadas, la Redondo agarrada al brazo de la Isbert, pegadas, como dos hermanas ancianitas recién salidas de misa, de vuelta a casa. Acababan de bajar del escenario, de representar una obra en el teatro Principal. Es posible que fuera Arsénico y encaje antiguo. En ese momento supe que no olvidaría ese momento mientras viviera. Por si lo olvidara, lo escribo. Las recuerdo muy hermosas, luminosas.
En la foto, Valeriano León, Aurora Redondo y Carlos Arniches, sentado.