martes, 13 de noviembre de 2007

Cosas que Dios eliminó de la tierra para hacer que la vida resulte más difícil a la humanidad


Los antiguos surtidores de gasolina disponían de una cápsula transparente con un par de bolitas flotantes que se movían para indicar que el líquido estaba pasando del tanque al depósito del automóvil. Mientras la gasolina fluía, las bolitas se movían, giraban y se perseguían como peces de colores redondos. Pocas veces se diseñó un sistema tan sencillo y eficaz. Dios, celoso de esta creación humana, influyó en los nuevos diseñadores de surtidores de gasolina y nos arrebató las bolitas bailarinas. Los surtidores modernos de gasolina tienen otros indicadores, pero ya no usan bolitas de colores. Ese día, Dios mandó construir en el sexto cielo una gran urna de cristal transparente de 250 x 373 x 225 codos para contener todas las bolitas de las antiguas gasolineras, que ahora flotan, giran y bailan gracias a un sencillo sistema mecánico de doble bomba con salida y entrada del agua que contiene la urna. Algunos días Dios se pasea frente a la urna y mira durante un rato cómo bailan las bolitas, luego se siente cansado y se va a hacer otras cosas.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya puesto, Dios podía emplear para llenar la urna todas las botellas de gaseosa La Pitusa que nos arrebató en su día. ¿Te imaginas lo bien que quedarían las burbujitas con las bolitas todas moviéndose aquí y allá detrás del cristal? Aunque lo que más intrigado me tiene es qué habrá hecho Dios con todos los tricornios de la Guardia Civil que quitó de enmedio.

Harry Sonfór dijo...

Habrá observado que Dios también ha eliminado las tildes en los títulos de las entradas. Es una cosa que me molesta mucho, pero no sé la manera de solucionarlo. Creo que la guardia civil mantiene su tricornio en el traje de gala. En todo caso, me parece desacertado que no usen el tricornio y la capa a diario, pues lucían mucho más galanones que ahora, que parecen meros soldados.

Anónimo dijo...

A mí me gustaban las bolsas de papel de colores que usaban antes las churrerías. Rojas, verdes, amarillas y azules. Las amarillas eran las más sosas, pero oh! las rojas, las verdes y las azules!
Cuando estaban vacías no eran gran cosa, pero al llenarlas de patatas o churros calientes y grasientos, su color se intensificaba y parecían casi luminosas.
Las patatas que sabían mejor eran, sin duda, las de la bolsa roja.
Ahora las ponen en cutrebolsas de papelajo marrón que pa mí que las hacen con partidas sobrantes de papel higiénico Elefante. Sin usar, espero.

Harry Sonfór dijo...

Helter, ustedes tienen cosas que nosotros no tenemos. Aquí los churros se ponían o en bolsas de papel blanco, o en bolsas de papel marrón fabricadas con los sobrantes del papel higiénico Elefante o en cucuruchos de papel blanco. Nada de bolsas de colores. Bolsas amarillas como las que usted dice sólo las recuerdo con patatas fritas dentro, pero más al norte. Aquí las patatas fritas de toda la vida son las del Gallo Rojo, que usan de siempre un slogan que no sé si se refiere a la calidad o más bien a la cantidad: «Pruebe una y no quedará ninguna». No son las mejores patatas fritas del mundo, más bien al contrario. Lo que ha conseguido Lays con sus patatas al punto de sal no lo ha conseguido casi nadie. Claro, pero ustedes tienen otras cosas que no tenemos, como las gomas de pollo. Aquí los pollos no llevan gomas, van así como sueltos, y si a alguien de aquí le dices ¿tienes una goma de pollo? te miran raro. No se usan las gomas de pollo. O sí, se usan, pero no se usan para atar pollos. Se les conoce como elástico o goma, pero no como goma de pollo. Tengo recuerdos grabados a fuego de ir a la droguería de niño y ver pilas enormes de papel higiénico Elefante, cubiertos por un bonito acetato amarillo huevo con un elefante rojo. Me encantaba ese elefante rojo sobre fondo amarillo y lo deseaba como lo que más se pueda desear en este mundo. Pero en la casa de mi infancia no compraban nunca Elefante. Tiempo después, ya independizado, me armé de valor y entré en una droguería vieja del barrio para comprar papel higiénico elefante. Imagínese, me sentía como Andy Warhol recién levantado de la cama tras quitarse sus cinco wings de la cara, recién duchado, recién vestido y con dinero en el bolsillo. Sí, me sentía como Warhol frente a una colección de envases para galletas de porcelana. Así que le dije al tendero: deme papel higiénico Elefante, y el hombre cogió un palo largo con una manita a modo de pinza y empujó un brillante y colorido paquete de Elefante hasta sus manos. Lo llevé corriendo a casa, lo miré por todos los lados, abrí el paquete y me dije ¿esto es? Un mito más perdido. Luego miré un rato a través del plástico amarillo transparente diferentes lugares de la casa y luego ya no recuerdo más.

Miranda dijo...

Ay que bonito ay...
Que me emociono toa...

Te quiero mucho Harry, mucho, eres como una especie de salvoconducto para el resto de la humanidad.

Beso enorme.

M.

Harry Sonfór dijo...

¡Hala lo que me ha dicho! pues me has alegrado el día, que con eso de la entrada del invierno y el cambio de horario ando con la cosa ciclotímica medio regular. Ando pensando en hacerme unas tarjetas que ponga:
Harry Sonfór
Salvoconducto para el resto de la humanidad
pero no sé cómo se lo tomarán los que la reciban (pues se lo tomarán mal, que para eso hoy estoy ciclotímico y hoy pienso que los demás son el infierno).
¡Yo también te quiero mucho, Miranda, aunque fumes!

Santiago Cabello dijo...

Hola a todos:
El elefante fue en mi casa durante mucho tiempo el antónimo del "untadedos". Así definió mi padre un día al resto de papeles higiénicos -por cierto, que en mi casa jamás se denominaron así, bien al contrario, papel del vater era lo usual, cuando no papel del culo-. Hoy no se encuentra ya el papel del elefante y derrochamos ingentes cantidades de energía en hacer rollos más grandes para que nuestros dedos terminen impolutos.
Respecto a Dios ¿Qué papel usaría?

Anónimo dijo...

"Ustedes tienen cosas que nosotros no tenemos"

Que me se había quedao en el tintero preguntarle... ¿Quiénes son "ustedes"? ¿Quiénes son "nosotros"? ¿Cómo están ustedes? Contéstelas en el orden que quiera.

Harry Sonfór dijo...

Oiga, es verdad, Helter, que igual me expresé mal o si no mal de una manera un poco oracular. Cuando le decía lo de «ustedes tienen» me refería a que en Cataluña creo que se daba lo de atar con una goma las patas del pollo, o el elàstic de pollastre o como ustedes lo llamen. Aquí no, que no lo he visto nunca. Como mucho, para atar los ajos tiernos y en según qué sitios, pues en algunos lugares el atadijo lo hacen con la misma hoja del ajo tierno, que al carecer del bulbo se seca antes y hace las veces de cuerda. Los que se sirven de goma para los ajos tiernos usan de dos tipos, a saber: o unas de color natural finas a las que dan dos o tres vueltas o unas de color violeta opaco bien vistosas y más anchas, que por ser más cortas suelen apresar los ajos (o las cebollas tiernas, o los puerros) con una sola vuelta. Servidor antes tenía la costumbre de guardarlas, pero hace un tiempo que me deshago de ellas pues al final nunca les encontraba utilidad. Para recogerse el pelo, dirá alguien, pero no resulta aconsejable, que lo corta en el mejor de los casos, y si no, los pelos se enredan y luego es un martirio deshacerse la coleta. Mucho más cómodas esas otras que venden en mercerías cubiertas de tela de rizo americano o rizo portugués, que además de cuidar el cabello lo alegran con bonitos colores e incluso lo adornan cuando éstas llevan incorporados detalles de plástico que asemejan animalitos o setas, o flores u otras muchas cosas que los diseñadores de coleteros sacan cada temporada.

Anónimo dijo...

¡Oño, gomas de color violeta! ¡Me corroe la envidia!
Hasta donde yo sé, en Catalandia ya no se usan las gomas de pollo de toda la vida. Están las gomas de polla, pero creo que son otra cosa (pendónpendónpendón bórrelo si quiere que pa eso es su blog). Y luego están las típicas gomas del manat d'espàrrecs, que son anchitas y verdes.
¡Diosssss, gomas violeta!

Anónimo dijo...

Ayer estuve en el [I]Ikeda[/I] y Paca me dejó que llenase el carro con todo lo que se me antojase de menos de cinco euros. Me compré: unos vasitos primorosos para vino o cañitas de cerveza, un sacacorchos como los franceses pero en malo y seis veces más barato, una cuchara para helado monérrima, una caja enorme de cuentas para hacer collares que a mí me valen para anillar los canarios, un peluche de jirafa precioso para regalo a un bebé, unos jacintos que serán azules en enero y su macetero y, sobre todo, para las botellas de vino, un tapón y otra cosa que es igual pero con agujero que permite servir poquito a poco y sin chorreo porque es antigota. Ahora voy más a la cocina de casa porque me encanta mirarlo y remirarlo. Es una pocholada increíble, oyes.

Después fui al Decatlón y me compré una raqueta de [I]padles[/I] por si mi hijo se digna a llamarme para que juegue contra él, que no lo creo, porque mi hijo es un cabronazo y además siempre le gano.

En fin, ya te digo, que las nöeles ya están aquí. Bueno, casi, que hasta el sábado la Paca dice que no plantamos el pino en el salón. Ya te enseñaré una foto de un pavo y unas gallinas de barro que le he comprado a un artesano de aquí (las suele hacer en estas fechas para pagarse el hachís del resto del año) son preciosas, pero tienen el mismo tamaño que el Niño Jesús que pone Paca, así es que las disimularé colocándolas en la habitación de al lado.

Pero librerías no compré ninguna.