martes, 29 de enero de 2008

Del diario del doctor Wallace

28 de octubre
Hoy vino a la consulta un paciente aquejado de un fuerte trastorno nervioso acompañado de dolores abdominales. El paciente, M., hombre de unos treinta años, de complexión atlética aunque excesivamente delgado para su estatura (73 pulgadas) se mostró en todo momento inquieto, se rascaba los brazos, las piernas y la cabeza y respondía a mis preguntas de manera alterada y esquiva. Su hermano mayor, que le acompañó a la consulta, declaró que el paciente llevaba en ese estado más de dos años y que en ese tiempo había perdido más de 45 libras. Acostumbraba a hacer tres comidas: desayuno (sobre las 7), almuerzo (12 y media - 1 del mediodía) y cena (7 u 8 de la tarde). Ingería todo tipo de alimentos (por la descripción, una dieta rica en proteínas e hidratos de carbono, además de una buena cantidad de verduras frescas y frutas), siempre con buen apetito. En esos dos años de enfermedad habían visitado varios médicos y centros hospitalarios, sin hallar una solución satisfactoria.
Mary, la pequeña, se encuentra mejorada de su afección. Hoy mandé que la asistenta le subiera unos dulces que compré en una confitería de la ciudad y los comió todos con buena gana. Progresa favorablemente. Solo Dios sabe lo mucho que he rezado por ella estos días y cómo la quiero. Mi ángel, mi adorado ángel.

30 de octubre
M., el paciente aquejado de trastorno nervioso y dolores abdominales, ha vuelto hoy a la consulta, esta vez sin la compañía de su hermano. Se encontraba más calmado, más dócil, y hablamos largo rato sobre su vida y sus molestias. Me contó que trabaja en una granja de cerdos, el negocio familiar, limpiando las porquerizas y llevándoles la comida. He observado que es un hombre poco aseado, lleva la ropa sucia, huele desagradable y tiene las uñas largas y negras. Me ha producido cierta repulsión cuando ha tomado con las dos manos la pluma que me regaló mi adorada Charis las pasadas navidades, que tengo expuesta sobre el escritorio y que tanto me gusta. Le he pedido que en la próxima visita venga con una muestra de sus heces para realizar un análisis coproparasitoscópico siguiendo el método Ritchie.
No debo olvidarme mañana por la mañana de escribir a Fionn. Hace ya más de tres meses que no recibo noticias de él.
Mary se encuentra casi recuperada. Hoy despertó como una preciosa flor mientras la observaba sentado a los pies de su camita. Se frotó los ojos y, aún soñolienta y perezosa, se tiró a mis brazos. La he llenado de besos. Mi amada niña.

12 de noviembre
Efectivamente, como esperaba, el diagnóstico no deja lugar a dudas. Las heces del paciente M. contienen huevos de solitaria. El tamizado de heces confirma que los huevos son de Taenia saginata.

13 de noviembre
He recomendado al paciente M. que acostumbre a ser más aseado a partir de ahora. Debe tomar baños completos al menos cuatro o cinco veces por semana y lavar sus manos con agua y jabón cada vez que salga del excusado. No sin cierto sonrojo me ha prometido que así hará. Le he recetado que tome 25 gramos de semillas de calabaza machacadas y diluidas en un vaso de agua con miel de romero. Dos tomas, una por la mañana al levantarse y otra antes de acostarse, a lo largo de toda la semana. Eso me ha recordado que debo llamar al jardinero para que traiga provisiones para este invierno. La despensa, tras los días de vacaciones que pasaron en casa los padres y la hermana de Charis, está casi vacía.

21 de noviembre
Vuelve a la consulta el paciente M. Me dice que ha seguido religiosamente mis consejos y que tomó lo que le receté, pero no experimenta mejora. Será necesario recetarle un antihelmíntico más fuerte. Pruebo con praziquantel. 50 mg/kg/día repartidos en dos tomas durante quince días.

10 de diciembre
El paciente M. no ha experimentado niguna mejora y se queja de fuertes cefaleas, mareos y vértigo. Es posible que sólo sean molestos pero no alarmantes efectos secundarios del fármaco. Mañana volverá por la mañana y le administraré nueva medicación.
Mary, mi querida Mary, ha pegado un buen estirón en este último mes. Su madre le ha comprado un nuevo vestido y le ha cortado el pelo a la moda francesa. Está preciosa. Sus ojos resaltan aún más con ese lacito azul sobre sus cabellos.

11 de diciembre
Hoy vino el paciente M., le pedí que se desnudara de cintura para abajo y que se inclinara en la camilla sobre el pecho apoyando los pies en el suelo. Le he suministrado por vía rectal un croissant y dos onzas de chocolate amargo. Le he dado cita para mañana a las diez de la mañana.

12 de diciembre
Hoy volvió el paciente M. a la consulta, le he suministrado por vía rectal un croissant y dos onzas de chocolate amargo.
He recibido carta de mi querido Fionn. Me cuenta que se encuentra bien, y también los suyos, pero que la vida en la ciudad es difícil. Rezo a Dios para que encuentre ese trabajo que tanto necesita y desea.

13 de diciembre.
Mary, mi querida niña, ha comenzado a leer. Es maravilloso verla recorriendo con su dedito las líneas del precioso libro que le regaló el tío James para su cumpleaños. Anne, su nueva cuidadora, es muy paciente y cuidadosa. Es una encantadora muchacha de un pueblo de Dundee, humilde, cariñosa y buena como ninguna. Gracias al Cielo.
He suministrado a M., el paciente de la tenia, un croissant y dos onzas de chocolate amargo.

14 de diciembre
He descubierto a mi querida Mary haciendo unos dibujos preciosos de flores y animalitos en las esquinas de su libro de lectura. Su contemplación me ha llenado de gozo. ¡Deseo tanto que esta niña herede las delicadas y adorables habilidades de su encantadora mamá!
He suministrado al paciente M. un croissant y dos onzas de chocolate amargo por vía rectal, según lo acostumbrado.

15 de diciembre
El paciente M. ha venido hoy a la consulta. Se mostraba más nervioso de lo acostumbrado y me imploró que acabara con la cura, pues cada vez sentía más molestias. Le he pedido un poco más de paciencia, pues ya queda poco para acabar el tratamiento. Según lo acostumbrado, le he suministrado por vía rectal un croissant y dos onzas de chocolate amargo.

16 de diciembre
Ha vuelto el paciente M. Le he suministrado por vía rectal dos onzas de chocolate. Le he pedido a M. que esperara en la postura del tratamiento. Pasados diez o doce minutos, la cabeza de la tenia ha asomado por el ano del paciente y ha gritado con voz alta y clara: «¿Y el croissant?». Acto seguido he tomado un martillo de carpintero que tenía guardado en el cajón superior del escritorio y he golpeado varias veces su cabeza al grito de «Toma croissant». La extracción del resto de la tenia ha sido satisfactoria y solo nos ha llevado cosa de veinte minutos a la enfermera y a mí.

24 de diciembre
¡Qué hermoso es disfrutar de estos días tan hermosos en compañía de mis adoradas Charis y Mary!
Hoy vino a visitarnos el paciente M., lo encontramos de muy buen humor y totalmente recuperado del penoso trance. Ha engrosado varias libras, rebosa salud por todos sus poros, se encuentra lleno de energía y derrocha una alegría contagiosa. Nos trajo como obsequio una bonita botella de whisky, que beberemos a su salud esta misma noche.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Viva el doctor Wallace y viva la madre que lo parió. Por fin un médico que no diagnostica de primeras Lupus, que no manda hacer un electroencefalograma, una resonancia magnética, una angiografía y una punción lumbar, así como también una batería de análisis de laboratorio. Ole, ole y ole el doctor Wallace y su martillo de carpintero.

[Pero un poquillo golfillo sí que era el doctor Wallace, que si en vez de chocolate amargo se lo da más dulce, alguna que otra administración rectal se habría ahorrado].

Harry Sonfór dijo...

Diga que sí, o chocolate dulce o un antihelmíntico de amplio espectro suministrado en las dosis adecuadas, pero no me negará que el chocolate amargo produce más tensión en la trama.

Anónimo dijo...

¿Se ha planteado presentar un guión para rodar una serie de esta historia? Mire que ahora que los guionistas americanos están en huelga igual hasta alguna productora se lo lee y le gusta y todo. Ahora, ya si se lo pagarían o no pues no le sé decir. Pero habría que aprovechar ahora que los españoles estamos de moda en las Américas. Usted diga que fue al colegio con Bardem y que a Pene se la encontraba cada día en la cola de la panadería. Nunca está de más presentar alguna referencia.

Anónimo dijo...

No es por criticar, bueno, un poco sí, que la historia me ha gustao mucho pero el final... que yo soy más de que las historias acaben mal. Vale, para la tenia ha acabado fatal, pero estoy segura de que el/la lector/a tenio/a inconscientemente no ve un final chungo, sino un final abierto... A saber cuántos huevos puso la tenia en el organismo del tarugo ese... A saber si, por la misma falta de higiene que el dr. Wallace le reprochaba al taruguín, su adorada Filomena o como se llame acabará acogiendo en su frágil cuerpecito a una bulliciosa colonia...
¡Tenias del mundo, uníos!
¡Jornada de 20 horas y croisants per tutti! ¡Pásalo!

Harry Sonfór dijo...

Entonces M. coge entre sus brazos a Mary el día de nochebuena y le pega unos huevos que lleva en los dedos, los huevos se reproducen y la niña se ve afectada a los cuatro meses de neurocisticercosis. Esa es la segunda parte, pero servidor tiene que trabajar, luego anda muy ocupado metiendo y sacando semilleros del invernadero e inventando nuevos invernaderos para albergar las lechugas que comprará mañana tras la visita al dentista en la ciudad. Quiero decir, que no, que para serie creo que no da o no tengo tiempo. Otra cosa ya es que se convierta en una novela coral internauta en la que colaboren muchos autores. Cada capítulo, un autor. Ya me imagino qué bonito principio para el segundo capítulo: Está lloviendo en la calle, hace un frío de mil demonios y la tenia, vestida con un sombrero de ala ancha y una empapada gabardina entra en un macilento bar. Pide un doble de whisky con hielo, lo bebe de un trago y espeta «¡qué cuerpo me ha dejado!» a lo que responde el barman «¡Oiga, que usted vino así ya!». Luego ya para el tercer capítulo pues otro autor hace una descripción subjetiva de la mente de la tenia, algo entre frío y desangelado, estilo Samuel Beckett y luego en el tercer capítulo otro autor hace que la tenia se líe con otra tenia aún sabiendo que las tenias son autosuficientes para eso del amor.
Mire, no, casi mejor que no. Vamos a dejar lo de la novela coral, que acabará mal.

Harry Sonfór dijo...

Oiga, Arkab, que Canadá está que lo peta, entro al fiji y me salen no una, ni dos, ni tres banderitas sino cuatro. Qué alegría.

Miranda dijo...

Yo me pensaba que le iba a meter a Mary sin chocolate.

jo!

Anónimo dijo...

Sí es muy curioso, aparece y uno de Canadá y vienen detrás los demás como atraídos, y eso que Faren lo quiere a usted para ella sola en todo el Canadá y no para de hacerle vuduses a todos los que asoman. Bueno y lo de la costa del Pacífico americana, Norte, Centro y Sur es para Nota.

Ah,¿y se ha fijado en los japos?, la primera bandera fue en Hammatsu que es donde tiene su sede la Suzuki. Ahora es Kawasaki. Ya se lo digo yo: lo suyo no es el manga, lo suyo es el motociclismo.

Harry Sonfór dijo...

Pobrecica Mary, qué mal me la quieren, la una que si le entre una tenia, la otra que si la dejen sin chocolate... Es un secundario poco querido.

Anónimo dijo...

Oigan, que yo hago vudù a los canadienses, aunque un poquito celosa sì que soy. Yo decìa que me tenìa mosqueada el de la bahìa de Hudson porque también visita asiduamente mi blog, y me gustarìa saber qué le pasa por la cabeza.
Pero Harry, que yo me alegro de que tenga banderitas de lo màs diversas, eh?
Saludos arkab.

Anónimo dijo...

Nota al mensaje anterior: que yo NO haga vudù a los canadienses. No sé ni còmo se hace, aunque de pequena quemé una foto de un novio de mi madre y al mes la espichò. Nùnca le pregunté a mi madre sobre esto.

Anónimo dijo...

Oiga, Faren, no nos vuelva a quemar fotos de los novios de su madre que viven en la Bahía de Hudson. Como mucho invítelos a cruasanes con chocolate amargo.

Harry Sonfór dijo...

Oiga Faren, que eso de querer poner que no hace vudú y poner que hace vudú es para llevárselo a Freud a ver qué dice. Oiga, pues tenemos que hacer algo para que el visitante de la Bahía de Hudson nos diga algo.
Ay, quiero ser canadiense (bien tanbién quiero ser sueco, con ese pelazo rubio, o noruego, noruego también).

Anónimo dijo...

A ver, Harry, que vengo a poner una queja. Que estado en Canadá, digo en Monte Real, quiero decir aquí al lado con Doña Faren, y... pues mire, que me he pasado un rato estupendo viendo nieve, faros, rusas, patines, inviernos, faros, de todo, oiga, de todo-todito-todo, ahí en el margen izquierdo. Y no como usted, venga encuestas y encuestas, hombre. Pónganos al menos una secuencia, así en plan Antonio López con su miembrillo, pero usted con sus ciruelicos. O, por ejemplo, de su vecino el de ra astralica dándole a los olivos. O del montaje de las canaletas de la Comunidad. Ponga algo, jomío, que no todo va a ser Nathaniel Hawthorne en esta vida.

Harry Sonfór dijo...

Oiga, es verdad, Arkab, no todo va a ser Nathaniel Hawthorne. También hay vida ahí fuera, pero le aseguro que ahora tengo poco para fotografiar. O sea, que está todo soso, que si un día niebla, que si un día cierzo, que si un día sale el sol que si luego se va y hace frío. Vaya, que parece que estamos en invierno. El mundo ribereño es lo que tiene. Pero ojo, si me da usted mes y medio o dos meses la cosa va a cambiar, y pondré fotos de flores de calabacines, lechugas, acelgas y un de todo que espero que salgan de mi huerto. Solo necesito tiempo, una temperatura propicia, agua y paciencia.
Yo creo que Faren no se cree del todo lo mucho que nos gusta su blog, porque como anda ahí no se da del todo cuenta de todo lo bueno que enseña. Quiero decir, que aunque no lo busque, tiene todo un punto a lo festival de Sundance delicioso. Otra cosa es la manía que tiene de eliminar banderitas, pero se le perdona (que me trajo el otro día un paquetón de cds de música moderna montrealina y una bolsa ecológica que hace las delicias de mi señora, que la lleva a todos los laos. Dágame si no es para perdonarle lo de las banderitas).