El cerebro, que funciona de maneras muy diferentes y muy extrañas, que tiene su lenguaje codificado simple y vago, que cuando pide zumo de naranja recrea una imagen de colores y de letras que como mucho es una especie de «zuranja» y le vale, y le funciona, que todo el cuerpo le lleva a eso, hasta la nevera a por el zumo de naranja, luego nos sale con códigos internos más formales, que si existiera un premio príncipe de asturias a la frase interior mejor construida, lo mismo que dan premios a los toreros, la frase sería «¿Llevas las llaves?» y, en ese momento, en un vuelo, las manos buscan, palpan, toquetean por los bolsillos delanteros y traseros de los pantalones, de la chaqueta, del chubasquero; rebuscan, miran en la bolsa de mano, palpan y repalpan buscando esas piezas de metal muescadas unidas por un aro entre la cartera, el tabaco, el mechero, los caramelos para la garganta, los papeles del banco, la factura de eléctricas que lleva una semana ahí, las tarjetas y tarjetones, esa hoja de publicidad, los celofanes del paquete de tabaco, los caramelos comprados en la gasolinera, el paquete de chicles y los chicles que se han salido del paquete, renegridos, sucios, desamparados y conscientes de su futuro (o bien acabo en la papelera o antes le hago la puñeta al dueño y me disuelvo entre todo lo que encuentre suficientemente sólido), los bolis y rotuladores, los medicamentos de uso rutinario, y, de pronto, aparecen, ni tan siquiera una llave entera, un pico de metal que roza la uña y que la uña reconoce (alabada uña). ¡Ahí están! Las llaves. ¿Llevas las llaves? Llevo las llaves. Así reviente el mundo, que llevo las llaves.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
ays don harry, que me ha descrito.Esos tocamientos los conozco, antes de salir de casa, antes de coger el coche, antes de entrar en casa.Con las llaves con la cartera y las gafas de sol.Que con la cartera es un sinfín de palpitaciones, Y en ese rebuscar se te clava un imperdible abierto entre la uña y la chichica, y sigues desconsolado sin dolor ni nada pensando a mil por hora¿cual ha sido el último sitio donde la he sacado?¿se habrá caido justo al guardarla¿¿algún hábil carterista o mechero pluriempleado habrá metido mano..?y zas, la cartera, las llaves y las gafas de sol estaban todos apelotonados bajo el brazo
Precioso, Harry. Reconfortante como casi todo lo que usted nos deja leer. O todo, vamos, que no nos vamos a poner tiquismiquis.
Fíjese cómo estará mi bolso de lleno, que por lo visto usted ha estado dentro, ha vivido para contarlo, y yo sin enterarme.
Oiga que sí, anagardner, que cuando no encuentras la cartera el cerebro va a mil por hora y lo primero que se le ocurre es la puñeta de dar de baja todas las tarjetas de crédito y de pago y tener que hacerse de nuevo el carnet de identidad, foto incluída.
¡Ole! me alegra mucho que le haya gustado, marideliwes.
Sí señora Helter, dos meses y cinco días, bien acompañado por cuatro gormitis.
Luego dicen que las mujeres llevamos el bolso llenotarros... pos anda...
Ayer me sucedió una cosa que durante tiempos he soñado con horror que me sucedía: se me cayeron las llaves por el hueco del ascensor. Las llevaba en la mano, preparadas para abrir la puerta del garaje, y oye, no sé qué hice, pero se me escurrieron de los dedos y chuíp, se colaron por la ranura entre la pared y el ascensor propiamente.
Así que no, no llevo las llaves. Kagontó.
¿Y cómo ha acabado la cosa, Inde, recuperó las llaves o ahora las tiene el ogro que vive bajo el ascensor que tiene una colección enorme de juegos de llaves?
Publicar un comentario