Hoy celebramos el cumpleaños de Earl Silas Tupper, (28 de julio de 1907 - 5 de octubre de 1983), el inventor del tupperware. En el mismo año que las señoras de la foto de la entrada anterior y que Ezra Pound era internado en el el hospital St. Elizabeth de Washington, Tupper, trabajador de la DuPont Chemical Company, investiga con los polímeros e inventa los recipientes de plástico para la conservación de alimentos. Si se me hubiera ocurrido a mí se llamarían sonforwares, pero servidor tiene la costumbre de nacer en el momento inapropiado y, además, tarde. No sé en qué año se pusieron de moda los tupperwares en España, pero siempre recuerdo la nevera de mi madre, que mostraba una merluza abierta en un plato aguado y sangrante sobre un filete de ternera con la cara de medio lao, y sobre ésta un paquete de papel carnicero con unos riñones resbalones justo al lado de medio melón semiseco que a la vez besaba un bote abierto de melocotón en almíbar con media cebolla encima que reposaba sobre una lata abierta de espárragos con un paquete de chuletillas de cerdo que estaba junto a un trozo de queso de Idiazabal que hacía equilibrios justo encima de una cabeza de ternasco cortada por la mitad sobre dos bolsas de leche y, sobre ésta, un trozo de sandía rezumante y un plato con unos sesos sangrantes con aspecto de implorar que los donaran a un museo de historia natural. Eso era mi idea de lo que era una nevera, una especie de armario del terror alimentario. Luego llegaron los tuppers a mi vida y la cosa cambió. A mejor, sí.
martes, 28 de julio de 2009
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3 comentarios:
La nevera de mi casa era algo parecido, quizá no tan llena. Luego se avanzó bastante cuando llegó el papel albal, que al menos podías cubrir los platos y, amén de que no le veías los ojos a la merluza ni la sangre a los filetes, la nevera brillaba al abrirla como si fuera el armario de las Crónicas de Narnia.
Las fiambreras estaban sólo para ponerle la alforja a mi padre. Por aquello de la herencia familiar, en mi casa de ahora tardamos bastante a utilizarlas (bueno, ahora las llamamos también "tupper", a las fiambreras). Pero son una caña, sí.
Lo que no he experimentado nunca, y supongo que me daría un horror horroroso, son esas reuniones de señoras tuperwareras. Que mira que tiene que dar poco de sí, el tema...
Calle, calle, Inde, que ahora ya no se lleva lo de las reuniones de señoras para comprar tuppers, que ahora se juntan en una casa y les viene una señorita con una maleta de esas con ruedas, abre la maleta y saca un de todo de cosas mi decencia me impide detallar. Y luego los niños que si mama, que dónde están las pilas del mando de la wi.
Ay, Señor, llévame pronto.
No joda... huy, perdón, no fastidie...
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