Hace ya tiempo, refugiada en una librería, me puso, el que susurra, la mano sobre el hombro y así encontré el cuaderno azul, el diario de los gestos; y ya sentada en casa, leí en él las huellas sobre cada una de las páginas. Después de dejar vacío el asiento, de dejar el cuaderno azul de palabras para las desapariciones, aún tiemblo, con los ojos cerrados, al recordar las palabras, los roces y el azul.
Volví a encontrarme con el que narra sus caminos con las mejores palabras posibles, y con Marcel dancé en aquella soir bleu entre las mesas de mármol y los farolillos de papel. Intuíamos ya, quizá, en aquella tarde azul de arrabal, que no había comenzado aún la ceremonia en la que bailan las gentes para protegerse de la muerte que se acerca, en la que se reviven amores y dramas.
Ya sin mapa y con la herida abierta, quisimos compartir con Guillaume el baile que silba como el huracán, cantar sus esquirlas con palabras nuevas, y crear, así, la danza de este tiempo que es nuestro.
11 comentarios:
¿ese fantasma es el de un indio navajo vestido de soldado de la gran guerra o es que necesito otro café?
Más que un indio navajo para mí que es un indio romano... En todo caso, pregúntele al autor, a ver si lo reconoce.
¡Hale, otro café!
hecho (lo del café; que el autor estará soñando con nuevos poemas)
¿Guillame?
Tojunto
¿Qué Guillame, qué Guillame, Tojunto?
¿No había un Gillame por ay? A ver: ¡Guillaaaaaaaaame!
¡Ah!, pos no.
Toy tonto, yo.
Nada, don Harry, esto es que me he liao. Siempre me lío con los Guillame. Unas veces les llamo Gillame, otras Gillaume, otras Galluime, otras Milleugame... ¡Con lo fácil que es llamarse Pío, por ejemplo! Pues no; hay gente que le da por llamarese Gillaume, o Gillaumière, o Melambierter, por ejemplo.
Por cierto, cuando vaya a Suiza, cuidado con los Guillaume, o Guillame, o lo que sea que se llamen. En Suiza no es lo mismo, por ejemplo, Hotel Guillermo que Guilermo Hotel.
Ya le digo, váyase con cuidado.
Tojunto
Jo jo, qué ferrete le ha dado.
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