martes, 7 de agosto de 2007

Guillotin no inventó la guillotina


Guillotin no inventó la guillotina, tampoco la construyó ni la sufrió en su cuello: «tuvo una plácida muerte natural en 1814» explica Harold J. Morowitz en su libro «El filantrópico doctor Guillotin» (Tusquets editores, Barcelona, 2005). Vaya, tantos años pensando que Guillotin había inventado la guillotina y la había padecido y ahora resulta que no, que sólo propuso su uso (y se hizo ley) en el año 1791. Harold J. Morowitz, además de profesor de bioquímica y biofísica molecular es un señor con cara de señor calvo que lleva un peluquín entero, de esos que tienen patillas y todo. Como las pelucas de Elvis que se ponen los novios que se visten de Elvis en Las Vegas para casarse pero un poco (sólo un poco) más discreta. No considero que llevar peluquín entero con patillas sea un punto especialmente negativo en la imagen de un ser humano profesor de bioquímica y biofísica, pero tampoco puedo negar que me deje indiferente. Bien, le agradezco la información sobre Guillotin. Tal vez si no hubiera leído su ensayo me hubiera muerto con la idea equivocada y al aparecer en el cielo de los justos y encontrarme a Guillotin le hubiera espetado «Canalla, canallón, asesino cortacuellos» cuando el hombre no se merece esas injurias. Está bien, acepto profesor de bioquímica y biofísica con peluquín entero con patillas y le agradezco que me haya sacado del error con Guillotin. Otra cosa es que critique a Stephen Jay Gould cuando arremete contra Pierre Teilhard de Chardin como coautor en el engaño paleontológico del Hombre de Piltdown (cráneo humano + mandíbula de simio con los dientes limados= Hombre de Piltdown). Stephen Jay Gould publicó un bonito ensayo que aparece en el libro «El pulgar del panda» sobre el caso Piltdown (Ed. Crítica, Barcelona, 1994), posteriormente y tras la crítica de varios científicos al «Yo acuso» del autor contra Teilhard, publica un nuevo ensayo, que aparece en el libro «Dientes de gallina y dedos de caballo» (Ed. Crítica, Barcelona, 1995), con más datos y mucho más completo. Lo que en un principio parece una disculpa por haber maculado la figura del padre jesuíta acaba resultando un despliegue de datos que si no acaban por confirmar, acercan la figura de Teilhard a Dawson (el puñeterón autor del fraude). Todo esto venía a que me acabo de enterar de que Guillotin no inventó la guillotina ni la sufrió y servidor pensaba lo contrario. Qué peligroso es a veces relacionar un apellido con un objeto que lleva el mismo nombre. Ahora que lo pienso, igual por eso Manolete nunca escribió una carta de agradecimiento por el invento al autor de «A sangre fría». Tal vez porque no tengan nada que ver, tal vez porque Manolete murió por una mala corná de Islero* en 1947, un año antes de que el escritor publicara su primera novela. Va a ser eso.

*Según últimas informaciones, Islero no mató a Manolete, aunque fue de buena ayuda. Un equívoco de los médicos practicándole una transfusión de sangre que no era de su grupo parece que fue lo que llevó a Manolete a la muerte, y con ella, a que Adrian Brody protagonice una película haciendo de él (de Manolete, no de Adrian Brody).

En la foto: castillo de Pau (Francia), que no tiene mucho que ver con Guillotin, pero que queda muy pomposo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí por ahí (SNAVELY, B.B. "Continuous-Wave Dye lasers I". En: SCHÄFER, F.P. (ed). Dye lasers. Berlin: Springer, 1990. p. 91-120) que Guillotin dedicó sus últimos años, y después de él sus descendientes, a intentar que se cambiara el nombre del aparatejo cortacuellos, pero lo único que consiguieron los descendientes es que en el registro les permitieran cambiarse el apellido. Así que quién sabe, tal vez esa vecinita tan mona o ese repartidor de pizzas tan macizo tengan en su árbol genealógico al inventor del cortauñas gigante. Y hablando del repartidor de pizzas, ¿tendrá alguna relación el inventor de la guillotina con el del cortador de pizzas?

Harry Sonfór dijo...

Helter, para mí que no, que el cortador de pizzas tiene más que ver con algún aparato de los que se usan en marroquinería. A no ser que usted llame cortador de pizzas (que suele ser ese mango con una cuchilla giratoria) a la tajadera o tajadora, que es esa hoja con dos mangos, uno a cada lado y en posición vertical. Una buena, templada y pesada tajadera tirada desde lo alto puede suplir la carencia de una guillotina casera. Yo de niño tuve una primorosa guillotina de juguete que servía para hacer el truco de la guillotina que corta zanahorias pero que no corta dedos (versión reducida de la guillotina mágica que corta melones y repollos pero no corta cabezas). El truco estaba en un pulsador que según en qué dirección estaba bajaba una cuchilla entera o una con muesca. Venía con una publicación que traía esos bonitos cachivaches. La disfruté unos días y luego desapareció. Ahora que lo pienso, desapareció igual que el bonito barril que pinchabas con espadas y del que salía un pirata de golpe. Hm, para mí que les preocupaba que disfrutara tanto con esos dos juguetines...

Anónimo dijo...

Pues a mí ese truco me sigue pareciendo interesante. Tiene su morbo. Estoy viendo ahora mismo a Bárbara Rey y, de ser Ángel Cristo el que estuviera en la guillotina, no sé yo qué botón abría apretado la Bárbara. Al menos era peligroso equivocarse de botón. Es más, si se se hubiese inventado la guillotina doble y fuese uno de sus empleados el que hubiera de apretar el botón equivocado con estos dos pendientes del filo, otro gallo nos habría cantado, porque vaya que cantaba mal este pseudotravesti de la Bárbara. Es más, me atrevo a decir que si se hubiera inventado la guillotina no ya doble, sino múltiple... ¡Vaya ideas que se me ocurren esta noche!

Esos juguetes desaparecieron en un último intento de sus padres para que usted hubiese sido juez, farmacéutico, pocero o economista. Como yo. No se queje, que no lo consiguieron.

Anónimo dijo...

Ah, y otra cosa. Investigue al Victorinox suizo (de verdad que es sin doble intención :-D) que le da para otra de sus historias imaginarias y viene al pelo de los cortaúñas de Helter.

Harry Sonfór dijo...

Oiga no, a servidor le parieron para ser camarero de toda la vida, pero luché y luché y conseguí hacerme no-camarero. No obstante, el otro día adquirí una bonita coctelera BRA de las de toda la vida, con su cabezal muescado para mejor adhesión de los dedos que es un primor. Me gusta la coctelería y con una coctelera BRA diseño años 40 más. El modelo no ha variado en todos estos años y es igualita que con la que aprendí a hacer cócteles en mi infancia. Está sin estrenar. Mañana mismo la inicio, aunque sea con un dry-martini de esos sencillos pero resultones. No digo que haya visto «Hormigas blancas» pero sí que lo he oído, pues mientras cocinaba un pollo de corral en dos estilos (uno clásico semi-chilindroniano pero en versión picante y otro con salsa de curry de las de verdad, con su curry y su leche de coco) oía a la señora Rey ahí contando su vida detrás de mi nuca y a la voz en off que lee todos los textos con su soniquete madrilí enfadado: «pués yá le he di-cho que lo de una ser-vi-do-ra es el ci-ne». No sé qué pensar, pero reconozco que Bárbara Rey tenía las piernas largas. Ángel Cristo no. Después han hablado un poco de lo del supuesto romance de Bárbara con su apellido, pero todo así como velado y por encima, que no está el horno para bollos. Lo del vídeo de la tortilla de patata ni ha salido. Conozco poco a Victorinox, pues nunca fui boyescau. Reconozco que esos trastos tienen un nosequé que me dicen que si tengo uno de esos completo completo con un de todo seré mejor persona, o más completo. O no, en verdad que tengo mis dudas, pues los zurdos nos solemos llevar mal con ciertas herramientas (pero peor con las herramientas «para zurdos», esas no entran en mi casa, por orgullo, por coraje y por placeeeer).

Anónimo dijo...

Harry, en realidad yo me refería a Karl Elsener, su inventor. Un curioso personaje.

Harry Sonfór dijo...

Pues si es que leo su biografía y unos me dicen que lo de Victorinox viene de la palabra «Victoria» cuando consiguió vender sus navajuelas al ejército suizo y otros porque la madre se llamaba Victoria y le puso el nombre en su honor tras su muerte... Así no hay quién se aclare. ¿Ha visto que han sacado un nuevo modelo con memoria USB? ¿y el modelo con GPS e interné del que se habla?
¿sabe usted que antes de ir a un IKEA por primera vez me metieron en la cabeza un rumor falsete que decía que los muebles IKEA se montaban con unas llaves especiales que sólo tenía IKEA y que si la perdías o rompías ya no podían volver a montarlos? cuando descubrí que IKEA se servía de llaves Allen de toda la vida (Allen Manufacturing Company, EEUU y Bauer y Schaurte Karcher para Alemania y Países Bajos) me dije «ah, pero si son allen de toda la vida, qué paparrucha».

Anónimo dijo...

Harry, ¿que no me has escrito nada en dos semanas?

Hombre, por Dios, deje usted ya de trabajar un momentico.

Harry Sonfór dijo...

Sólo decirte que si el trabajo dignifica, llevo una temporada como para acabar lo que tengo a medias, jubilarme y me queda diginidad hasta que me muera y para dos generaciones venideras.
Vamos que estoy dignísimo...
Oj... qué verano...