miércoles, 28 de enero de 2009

Hala melones

El rey Maximiliano de Austria (1459-1519), padre de Felipe el Hermoso y, por tanto, suegro de Juana I La Loca, murió en 1519 de una indigestión de melones, siendo enterrado en el ataúd que desde años antes llevaba siempre consigo.

De El libro de los hechos insólitos de Gregorio Doval, Alianza Editorial, Madrid, 2005, que es un libro de esos divertidos que cuenta muchas anécdotas bonitas, como la de la muerte de Jean Baptiste de Lully, que se murió al gangrenársele un pie tras pincharse con el bastón que usaba para marcar el compás durante la interpretación de su Te Deum en el palacio de Luis XIV. (Esta historia le va a gustar a Miranda, lo sé.)

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Maximiliano. Seguro que los melones no eran de Villa Conejos o que se los prepararon con ajo y perejil y de ahí la indigestión. Por cierto, el ataud, me lo imagino como esas maletas de mano con tirador y ruedecillas para ser más llevaderas.
Si mi señora tendrá razón y tengo que leerle más para culturizarme, porque... (sin ánimo de ofender, que antes pasaba cada cosa) no especifica qué tipo de melones le sentaron mal. Besos de buenas noches y de buena fe para todos.

Helter dijo...

Y los melones, ¿dónde los llevaba? ¿dentro del ataúd? El Maximiliano digo, que Juana la Loca ya sé dónde los llevaba.

Harry Sonfór dijo...

Nada, los datos que ofrezco son los datos que tengo, Helter y herrero. Que no sé ni la variedad de melones, ni dónde llevaba los melones, ni la cantidad de melones, ni si los comió solos o con jamón. Lo que tengo es lo que doy. Pero bien, yo digo que eran tipo Tendral, los de toda la vida, vaya.

Arkab dijo...

Hace unos días Dolly Parton, hoy los melones de Maximiliano... ¿Alguien sabe si mañana cumple años Yola?

Harry Sonfór dijo...

No, no, Arkab, que Yola es del 15 de septiembre. Hoy cumple años Helter, eso sí. Ay qué alegría más grande.
¿Recuerda cuando la conocimos, cuando aún yera mozeta?

Yahuan dijo...

No me puedo creer de los melones!!! Por cierto, lo del ataud no es tan raro, mi bisabuelo mismamente tenía el suyo en su habitación desde que mi padre tenía consciencia. Jojo

Anónimo dijo...

Es lo que tienen los Te Deum...que uno empieza y se encocora.
Yo por eso me cuido mucho de no oillos ni tocallos.
Talué, que tengo puente.

Badil dijo...

Hala, venga...qué fácil es echarle la culpa a los melones que no se pueden defender. No señor, se murió solo, que eran gente de mal tragar. Que su hijo el "hermoso" se murió por beber un vaso de agua fría después de un partido de pelota.

Anónimo dijo...

Lo de Lully me consta que Miranda ya lo sabía, era uno de esos comentarios habituales.
Lo de los melones me impresiona menos que la previsión de viajar con su propio ataúd, porque una cosa es tenerlo en casa, a resguardo de posibles enojosos incidentes, pero acompañarte de él en tus viajes implica que, o bien eres muy temeroso de la muerte, o bien que ciando viajas te llevas hasta los recuerdos de la primera comunión.

Helter dijo...

Creo que era el arponero Queequeg el que no se embarcaba nunca sin su ataúd, y al final el prota se salva agarrándose a él. Al ataúd.
Mmmm y el capitán, ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Arkab.

Angelillo dijo...

El libro que dices yo también le tengo, y es uno de mis favoritos, tiene anécdotas y hechos históricos realmente rocambolescos e increíbles (pero ciertos).
De la anécdota que más me acuerdo es de la que cuenta que una vez por error los dólares cambiaron su texto "in God we Trust" por "in Gold we Trust".

Farencica dijo...

Eso pasa, una vez mi padre en el ascensor le dijo a una vecina que hacía un frío que se le helaban hasta los huevos, y lo que quería decir es que se le helaban hasta los huesos.