lunes, 23 de agosto de 2010

y el maíz, silencioso, creciendo

Esta noche es una noche de calor sofocante, como las noches de calor de verano de Nueva Orleans cuando hace tanto calor que empuja a las mujeres de Tenessee Williams a padecer sofocos apasionados aún llevando solamente sobre el cuerpo un vestido de tejido fresco estampado de verano y a sus hombres a quitarse la camisa de algodón y quedarse en camiseta estilo imperio. No hablo de un calor tórrido o de un calor asfixiante, hoy hace una noche de calor a lo Tenessee Williams. Los perros ladran, cantan las chicharras, la acequia borbota muy alegre a lo lejos y en el cielo sólo se ve una venus quieta y una luna redonda que proyecta las sombras perfectas de los árboles perfectos sobre los muros. Son unas sombras tan perfectas que se diría que estamos ante una imperfecta noche americana; filmada, créanme, no se la creerían. En noches así, claro, me alegro mucho de ser de natural nocturno. Otras noches, miren, otras noches no, pero en noches así, ah, qué cosas se pierden los madrugadores.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

yo he madrugado mucho a ver si aún estaba la noche, pero no... ya no estaba

Spanique dijo...

Comparto con usted la cosa. A mí también me gustan mucho esas noches, si...

Portarosa dijo...

Que qué bien escribe usted, digo.

Harry Sonfór dijo...

Al final me lo acabaré creyendo y será peor, Portorosa.