miércoles, 14 de enero de 2009

El hotel de la ciudad de Circa

Hay un hotel en la ciudad de Circa donde los clientes dejan cada noche los zapatos en el pasillo, pegados a la puerta, y por la noche los recogen limpios y brillantes. Algunas veces el servicio se confunde y deja equivocados los zapatos de la 202 en la puerta de la 304, o los zapatos de la 213 en la puerta de la 245 y viceversa. Pero los clientes nunca se enfadan cuando se encuentran con los zapatos cambiados; se duchan, se visten, se calzan los zapatos brillantes y bajan a la sala de recepción, que lleva al salón de los desayunos que por la tarde se convierte en salón de almuerzos y por la noche en salón de cenas y saludan al recepcionista. «Buenos días», dice el recepcionista, «buenos días», dicen los clientes, «¿Ha descansado bien esta noche?», pregunta el recepcionista, «He descansado de maravilla», responden los clientes. «Bonitos zapatos lleva hoy», dice el recepcionista, «Muchas gracias», responden los clientes. Entonces los clientes entran en el salón de desayunos, con las mesas preparadas con manteles de hilo, centros florales y platos con tostadas, bollos de mantequilla y pastas de azúcar. «Buenos días», dice el camarero mientras sirve el café o té, «buenos días», dicen los clientes, «¿Ha descansado bien esta noche?», pregunta el camarero, «He descansado de maravilla», responden los clientes. «Bonitos zapatos lleva hoy», dice el camarero, «Muchas gracias», responden los clientes. Y allí se desayunan los clientes, mirando por la ventana cuando hace buen día o leyendo el periódico en los días que amenazan lluvia.

4 comentarios:

Helter dijo...

Vale, pero si después de haber dejado mis zapatos negros de tacón ante la puerta y encontrarme con un par de chirucas húmedas y rasposas quiero reclamar, ¿a quién tengo que hacerlo? ¡Quiero hablar con el Defensor del Cliente!

Badil dijo...

Usté tiene terrenos en Circa,¿verdá Harry?. Me gustaría un día que nos hablara de la peluquería o barbería de Circa. Esa que lleva usté a sus invitaos de cabecera. Que los dejan a todos que parecen pa un diploma de esos de Facultá de Podología promoción 1834-1838

Anónimo dijo...

Yo soñaba de pequeño con una casa similar a ese hotel de la foto: lo más parecido que me he encontrado es la música de Wim Mertens y su asexuada voz.
Con los caballos a la entrada, y el Club Social poniendo una de "El Hombre Delgado".
Y un recepcionista como el del relato, siempre atento y sin desfallecer.

Anónimo dijo...

Yo me pediría unas botas camperas, pero ésas me parece que hay que tratarlas con cosas complicadas, tipo grasa de caballo o algo así de asqueroso, así que no sé si eso cuajaría con el refinamiento circense...