lunes, 29 de septiembre de 2008

Marinerotes

Tras dar por finalizada la encuesta sobre los gustos de nuestros lectores y obtener el mayor número de votaciones en la casilla «¡eso, eso, marinerotes!», este blog, que como único deseo tiene satisfacer la demanda de sus visitantes, les ofrece, eso, una foto de marinerotes.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Plutón BRB Nero

El miércoles 24 a las 23:00 h en La 2 de TVE, estreno universal.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Paseo por el jardín del paraíso

En 1946, William Eugene Smith, tras casi dos años de encontrarse hecho un asco y de sufrir numerosas operaciones de reconstrucción maxilar (el 22 de mayo de 1945, una esquirla de metralla le hirió en la mano izquierda y en la mandíbula cuando realizaba el trabajo para la revista Life «Veinticuatro horas de la jornada de un soldado de infantería», siguiendo al soldado raso Terry Moore durante la decimotercera campaña de Okinawa. Tras el suceso se vio obligado a abandonar el trabajo), tomó de nuevo su cámara y fotografió a sus dos hijos de paseo por el bosque. La tituló Paseo por el jardín del paraíso. Dicen que es la fotografía más conocida del siglo XX. Posiblemente sea una de las imágenes que más comentarios blandengues y y melifluos ha recibido de todas las fotografías del mundo mundial. Que si los niños surgen de la oscuridad cavernosa para encontrarse con el futuro, que si es la foto que muestra la esperanza después de la segunda guerra mundial... Les falta poco para compararla con esos dibujos horrorosos y cabezones de «Amor es...» que se pusieron de moda hace años (desconfíe si su pareja conserva ese libro en su librería o, aún peor, si tiene un pijama con los dos personajes desnuditos en la pechera y le invita a ponerse un esquijama a juego). A mí me parece que los niños de la foto son Hansel y Gretel y me gusta imaginarlo así. Once años después, Hansel y Gretel se habían convertido en dos preadolescentes pesaos pidepropinas y Eugene Smith abandonó a su familia, se fue a vivir a una buhardilla de Manhattan y se hizo beat y fiestero nocturno.

viernes, 19 de septiembre de 2008

El cuento cursi de las cinco de la mañana

Dicen que una buena parte de los pacientes que han sufrido la amputación del algún miembro sienten su fantasma durante tiempo. Años, toda una vida también. El fantasma de una parte de su cuerpo que ya no está pero que ellos ven o sienten (unas veces les causa molestias; otras les produce dolor; otras les incomoda para realizar ciertas tareas, como le sucedía a aquel marinero que perdió el dedo índice de su mano derecha y durante cuarenta años temió sacarse un ojo con el miembro amputado cada vez que se rascaba la nariz). F. perdió a su novia, y tan acomodado estaba a ella que sintió que le acompañaba su fantasma durante muchos años. F. hacía una vida normal. Se levantaba temprano para ir a trabajar y daba un beso al fantasma de su novia. Volvía por la noche y preparaba la cena con el fantasma de su novia. Se acostaba junto al fantasma de su novia y le contaba todo lo que le había acontecido en el día. Una vida normal con un fantasma. Cuando su novia aún no era un fantasma, F. solía acompañarla al cine los domingos por la tarde (cómo le gustaba el cine a esa mujer), hiciera frío o calor, aunque cayeran chuzos de punta. F. salía del cine con su novia a eso de las siete, rodeando sus hombros con el brazo derecho. Pasaron tantos años de noviazgo con su novia antes de que se convirtiera en fantasma que aquello se convirtió en costumbre y, varios años después de la desaparición de su novia, F. seguía yendo cada domingo al cine, de cinco a siete. Compraba dos entradas en la taquilla, dos paquetes grandes de palomitas (unas con sal, otras, de esas de colores azucaradas), regalices rojos y negros, altramuces y caramelos blandos y veía con su novia fantasma el estreno de la semana. A F. le gustaban las películas del Oeste, pero su novia era más de películas románticas y cuando coincidía que veían una película de vaqueros cariñosos se sentían muy felices los dos. A la salida, F. tomaba el fantasma de su novia con el brazo, apoyando la mano en su hombro de novia fantasma. Eso resultaba bien raro para la gente que veía a F. caminado por la calle con el brazo en alto, como si lo tuviera escayolado o llevara un enorme paquete invisible. Aquí, en este momento, entra S., que era una mujer bien bonita que siempre estuvo por los huesos de F., aunque él nunca se percatara de aquello. Lo quiso desde el primer momento que lo vio, en clase de primaria, incluso se acordaba de la ropa que llevaba ese día cuando entró en clase por primera vez, cinco minutos tarde y mirando de un lado a otro. S., la chica bonita, lo seguía con la mirada, a escondidas, todos los domingos a la salida del cine, en un tiempo, cuando paseaba con su novia, después, cuando paseaba con el brazo levantado y todo el mundo se reía de él tomándolo por un loco. Un día, S. se armó de valor y corrió de puntillas tras F. y, cuando estaba bien cerca de él, agachó su cabeza, dio un respingo y se acomodó bajo el brazo de F. F., tan absorto estaba con su novia fantasma que no se dio cuenta de aquello, tampoco de los dos años siguientes en los que F. se levantaba para ir al trabajo y le daba un beso, o cuando hacían la cena juntos, o cuando le contaba todo lo que le había sucedido en el trabajo a lo largo del día y la llamaba con el nombre de la novia fantasma. Una noche, mientras veían la televisión, F. giró la cabeza y se encontró con S. «Pero ¿qué haces tú aquí?» le dijo. y S. le respondió «Pues mira, aquí estoy». F. acababa de perder de vista al fantasma de su novia. Le quedaba una oportunidad para no volver a ser tan comodón.

martes, 16 de septiembre de 2008

Casco no retornable

El Lone Star fue uno de los 16 grandes buques de transporte de la Emergency Fleet Corporation que prestaron sus servicios a la Armada americana en la Primera Guerra Mundial. Tras el armisticio, en 1918, los buques de esta clase fueron reconvertidos en barcos de transporte de pasajeros. Posteriormente, en 1940, una compañía de trasportes belga lo compró. Pocos meses después, el Lone Star fue bombardeado por aviones alemanes.
En la foto, la señorita Georgiana W. Dean bautiza el casco del barco Lone Star con una botella de champagne momentos antes de la botadura en su nueva etapa como barco de tranporte para pasajeros el 23 de diciembre de 1920.
La he encontrado en ladies who launch
ship christening photographs from delaware valley shipyards
, que, como su propio nombre indica, es una página dedicada a las fotografías de señoras y señoritas bautizando barcos en los astilleros momentos antes de su botadura. No me digan que hay algo mejor que eso, una página toda llena de fotos de señoras estampando botellas de champagne en el casco de un barco. ¿La mejor foto? la mejor foto es la que se ve aquí arriba. O la más sexy. Sí.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Solucionado el problema de espacio en el arca de Noé



Extracto de un artículo de Antonio Cruz, de la Iglesia Evangélica de Betel:

¿CABRÍAN TODOS LOS ANIMALES EN EL ARCA?
Hemos dicho antes que el arca podría desplazar aproximadamente unas 24.000 toneladas. Se han efectuado los cálculos pertinentes y esto equivale a ocho trenes de mercancías con 65 vagones cada uno. Cada uno de estos trenes puede transportar 15.000 animales del tamaño medio de una oveja. (15.000 x 8 = 120.000) ¿Cuántas especies existen en la actualidad? Según Erns Mayr existen unas 17.500 especies terrestres. Si multiplicamos por dos, ya que eran macho y hembra, tendríamos 35.000 animales que cabrían en 146 vagones de tren especialmente preparados.
Los insectos son 850.000 especies, es decir, 1.700.000 insectos que cabría en 21 vagones más. Con lo que tendríamos: 146 + 21 = 167 vagones en total. Es decir, todos los animales cabrían en el primer piso del arca. Noé y su familia en el segundo y aún sobraría el tercero para el transporte de alimentos y para actividades recreativas.
No había problemas de espacio, porque además las especies de entonces no eran tan numerosas como hoy. Debemos también tener en cuenta que los animales acuáticos no era necesario que estuviesen representados en el arca.


Si les queda alguna duda sobre cómo subsistieron en el arca los pobres animales carnívoros, aquí encontrarán las respuesta:

Los animales vegetarianos no plantearían serios problemas, pero, ¿y los carnívoros? Desde luego, para Dios todo es posible, pero creo que podemos dar una solución que satisfaga nuestras mentes. Dios pudo actuar sobre el metabolismo de algunos animales –los carnívoros- para que pasaran la parte más tempestuosa del viaje en estado de vida latente, es decir, en hibernación.

Donde no llega la pseudociencia demente y retrógrada de estos iluminados, llega la mano de Dios, que lo puede todo. Están tontos. Pero tontos. Bueno, tontos pero manipuladores.

En la foto: una pareja de avestruces (Struthio camelus skeltericis, Linnaeus, 1758), macho y hembra, a punto de entrar en el arca, conducidos por Sem (sentado en el carro), con su hermano Jafet (en la izquierda de la imagen); los dos, hijos de Noé, único hombre que nació ya circunciso por la gracia de Dios.

martes, 9 de septiembre de 2008

Bienvenidos

El constructor de maquetas a escala de grandes monumentos con cerillas y cola de carpintero colocó la última pieza, que previamente afiló con un cortaplumas y lija de agua, en la punta de la torre Eiffel, sobre el mirador, a modo de antena. Dio dos pasos hacia atrás y contempló la obra satisfecho. Dos calles más abajo, M. llamó a S. para quedar a cenar (primero unos vinos, luego cenar), por primera vez tras varios meses de hablar y hablar por teléfono. Es muy temprano, le dijo, pero no podía dormir. Un piso más arriba, una chica se lavaba la cabeza en la bañera; agachada, de rodillas, se echaba agua templada sobre la nuca y la espuma del jabón se colaba por el sumidero. Una calle más arriba, en el primer piso, un gato gordo, cuando nadie le veía y después de varios meses de desinterés absoluto por los insectos, saltó sobre una polilla, la cazó con su pata derecha y rápidamente se la llevó a la boca. Orgulloso, la masticó, volvió a su colchón de gato, se acomodó, echó las orejas hacia atras y cerró los ojos con cara de satisfacción, sonriente. En la avenida de la izquierda, un hombre miraba las fotos de un álbum viejo: una foto en la playa con su esposa y su hijo con tres años; una foto en un espigón junto a su esposa, abrazados; una foto de su esposa con el pelo recogido con un pañuelo blanco, también en el espigón; una foto en un cenador con unos amigos de los que ya no recuerda el nombre; una foto de su esposa rascando la tripa a Duffy, el perro ratonero de su hermana; una foto del coche que compraron en el año 1954, con un acantilado detrás. Dos pisos más abajo, un muchacho besa la espalda desnuda de su joven amante. Ella se vuelve ¿qué hora es? le pregunta, él le dice que aún es muy temprano, que vuelva a dormir. La muchacha deja caer la cabeza y duerme. Él le huele el pelo y piensa que le gusta ese olor, Es, tal vez, el mejor olor del mundo. El el bar de abajo, una mujer toma, sentada en una mesita de la terraza, un café con leche corto de café y un pastel de manzana. diez calles más arriba, un hombre levanta la persiana de su taller con una larga vara acabada en un gancho de metal. Abre la puerta, entra, coge una bata de color azul tiza, se la pone y mira por el cristal hacia el exterior. Tres kilómetros hacia el norte, un perro lame con interés su ingle, se hace cosquillas con la lengua y agita enérgicamente la pata derecha arriba y abajo. Dos niños lo miran y ríen mientras dicen que el perro está tocando la guitarra. Seis pisos más abajo, P. ha decidido abandonar a su amante y guarda su ropa en dos bolsas de deporte mientras él duerme. Abajo, en el coche, le espera un amigo. El amigo espera, fuma y espera, espera que baje su amiga con las bolsas, espera llevarla a su casa por unos días, espera enamorarla. Espera muchas cosas ese día. Una calle más arriba, al sur, una mujer abotona la camisa de su hijo y le dice que en el colegio lo va a pasar muy bien y que hará muchos amigos. 32 kilómetros al oeste, R. sube al coche para ir al trabajo. 58 kilómetros a su derecha, una mujer duerme acostada en el sofá. Bienvenidos al día del fin del mundo.

domingo, 7 de septiembre de 2008

18 de marzo de 1945


Queridísima Putzie:
Creo que esta semana he estado trabajando otra vez demasiado duro. Duermo bastante, sueño normalmente pero me he ido a la cama a las 3 y me he levantado a las 11 la mayor parte de las veces. El problema es que eso rompe mi programa, de modo que siempre estoy demasiado cansado para escribirte y lo dejo para la mañana, y entonces, al cabo de un rato se ha ido ya el día y tú has perdido una carta.
Ayer por la noche fui a la casa de una pareja que no conoces. El tipo fue instructor en Cornell. La chica trabajó en un zoo durante un tiempo; en cualquier caso le gustan los animales. Tienen dos perros, entre ellos una perra que está a punto de tener cahorros. Ella llevó la perra al veterinario, que la examinó y dijo «Bonitos pezones», a lo que ella bajó la vista con modestia y repuso: «Oh, gracias», para embarazo del doctor.
También había allí otro colega, que tocaba el ukelele mientras el marido tocaba el clarinete y yo daba golpes en los muebles, etc., con varios objetos. Después de eso vimos fotos (Kodacrome) de Ithaca, Nueva York, de Nuevo México y de su mujer en poses atrevidas (fotos, he dicho).
Hoy me levanté pronto para ir a una reunión pero algo pasó con el reloj y llevo media hora de adelanto.
También hoy voy a verte. Te quiero mucho. Adiós, cariño.
R.P.F.


Carta enviada desde Los Álamos por Richard Feynman a su primera esposa, Arline Feynman (Arline Greenbaum de soltera). Arline, que llevaba largo tiempo internada en un sanatorio enferma de tuberculosis, murió pocos meses después.
Del libro de correspondencia ¡Ojala lo supiera!, cartas de Richard P. Feynman recopiliadas por su hija Michelle, p. 63. Editorial Crítica, Barcelona, 2005.
En la foto: Richard Feynman y Arline Greenbaum.