miércoles, 29 de abril de 2009

Juguemos (IV)

Juan se encuentra en un viaducto sobre las vías del tranvía y puede ver que el tranvía que se aproxima al puente está fuera de control. Sobre la vía hay cinco chimpancés y los márgenes son tan empinados que los animales no lograrán salir de la vía a tiempo. Juan sabe que la única manera de detener un tranvía fuera de control es lanzar un objeto muy pesado a su paso. Pero la única cosa disponible y lo bastante pesada es un gran chimpancé que se haya sentado en el viaducto. Juan puede empujar a este chimpancé al paso del tranvía, y matarlo; o bien abstenerse de hacerlo, dejando que de esta manera mueran los cinco chimpancés.
¿Es moralmente lícito que Juan empuje al gran chimpancé a la vía?

Marc D. Hauser. La mente moral. Paidós, Barcelona, 2008.

En la foto, Kokomo Junior, un joven chimpancé creyente, durante el rezo diario que realiza cada noche antes de acostarse junto a su dueño Nick Corrado en su apartamento en la ciudad de Nueva York, 1955. Photo: Vecchio/Getty Images.

martes, 28 de abril de 2009

La voz del Demonio

Mercedes McCambridge (Joliet, Illinois, 16 de marzo de 1916 – La Jolla, California, 2 de marzo de 2004), interpretó el personaje de la vengativa ganadera Emma Small en la película Johnny Guitar (1954), de Nicholas Ray, junto a Joan Crawford (que se llevaban de fábula las dos; una noche, la Crawford se entretuvo tirando por aquí y por allá el vestuario de la McCambridge a lo largo de una carretera de Arizona). También trabajó en Gigante (1956), de George Stevens, junto a James Dean, Elizabeth Taylor y Rock Hudson, y en El político (1949), de Robert Rossen, película por la que ganó un Oscar. Comenzó su carrera con Orson Welles interpretando dramas radiofónicos (el mismo Welles dijo de ella que era «la mejor actriz de radio del mundo»). Tenía una voz profunda y poderosa, es por ello que fue elegida para interpretar la voz de la niña Regan MacNeil (interpretada por Linda Blair) cuando está poseída por el Demonio en la película El exorcista (1973), de William Friedkin. Según la McCambridge, su papel más difícil. A McCambridge le prometieron que su nombre aparecería en los títulos de crédito de la película, pero, antes del estreno, decidieron suprimirlo. Así que montó un pollo con la ayuda del Sindicato de Actores contra William Friedkin y la Warner Bros. y al final incluyeron de nuevo su nombre. Es la voz del Demonio, ojito.

lunes, 27 de abril de 2009

Sobre el corazón


VOY A DECIRTE ALGO MUY IMPORTANTE:


El corazón está situado
justo en el centro del pecho.
Se piensa que está más a la izquierda
porque el lado izquierdo late más fuerte.

Lo he leído en una enciclopedia.

Beatriz Ros, De cómo descubrí que seguía viva.
I Premio de Poesía Joven «Pablo García Baena». Editorial La Bella Varsovia, Córdoba, 2008.

Y eso me recuerda que la tradición suele dibujar el corazón a la izquierda también por otra razón. La forma más cómoda de realizar una autopsia es en decúbito supino, con el muerto tripa arriba, es obvio. Tras romper el esternón, las vísceras se deslizan hacia los lados y el corazón se escora hacia la izquierda como un dulce de gelatina de fresa sobre una superficie inclinada. Tuvieron que pasar muchos años hasta que los patólogos y anatomistas decidieran realizar una disección con el muerto de pie. Fue entonces cuando descubrieron que el corazón estaba situado en el centro del esternón, un poquito hacia la izquierda, pero poco. También descubrieron que practicando la autopsia con el cadáver de pie se les quedaba el suelo hecho unos zorros.

domingo, 26 de abril de 2009

La Marca de Caín (II)

Y Adán se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: «He procreado un varón, con la ayuda del Señor». Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín, Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor. Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró a Caín ni su ofrenda, pues al Señor le gustan las verduras, sí, pero para acompañar. Al señor le pones un guisote de cordero con patatas y bien que se lo come, pero ¡ay de ti! si le pones unas verduras asadas, o un pisto, que no lo comerá. Caín se mostró muy resentido y le dijo al Señor: «Señor, veo que la ofrenda de carne de mi hermano te ha gustado mucho, sin embargo, mis judías verdes con patatas y sofrito de ajos a la antigua no te han agradado». Y el Señor le respondió: «Caín, deberías haberle echado un poco de panceta frita, o un poco de jamón, pero así, sólo judías verdes con patatas, es que no me saben a nada». Y Caín, pesaroso, le preguntó: «¿Y unas alcachofas de esas medianas de temporada con una salsa de almendras, te gustarán?», y el Señor le respondió «Hombre, Caín, si le echas unas almejas, o un poco de panceta frita, me las comeré, pero tampoco te voy a decir que sea mi plato favorito». Y Caín le volvió a preguntar «¿Y unos espárragos trigueros con champiñones, eso te agradaría?», y el señor le contestó «Ay, Caín, es que yo no soy muy de espárragos, el día que los creé no sé en qué estaba pensando». «¿Y unas acelgas con su patatica?» «Ay, no, acelgas no, que no me gustan nada», le contestó el Señor. «¿Y unas berenjenas a la parrilla?», «Ay, no, berenjenas tampoco, no». Así que Caín se alejó del Señor, se acercó a su hermano Abel y le dijo: «Vamos afuera». Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Entonces el Señor gritó a Caín desde lo alto: «¡Caín, Caín, ven, que ya sé lo que me apetece!», y Caín se acercó hasta el Señor mientras se limpiaba disimuladamente en su taparrabos de lino la sangre de las manos. «Dime, Señor», le dijo Caín. «Caín, que ya sé lo que me apetece ¿Por qué no vas hasta tu hermano, le pides una paletilla de ternasco y me la preparas con cebollitas francesas, pimiento verde y ajos tiernos acompañada con una buena tostada bien untada de pringá?». «Pues no va a poder ser —le contestó Caín—, que ya he cerrado cocinas».

viernes, 24 de abril de 2009

La marca de Caín

—Estaban locos todos esos baptistas, pentecostalistas y mormones cuando decían que la marca de Caín consistía en tener la piel negra.
—Estaban locos, sí.
—Pero eso les sirvió para, durante muchos años, defender la esclavitud y sus intereses, proclamando que los negros eran de la estirpe de Caín y, por tanto, malditos.
—Así es.
—Estaban locos.
—Sí.
—Yo conocí a un hombre con la marca de Caín.
—Y ¿cómo eso?
—Era tan blanco como tú y como yo, se llamaba L. C. y tenía la marca de Caín bien visible en mitad de la frente.
—¿En mitad de la frente?
—En mitad de la frente.
—¿Y cómo era esa marca?
—Era una mancha azulada, de unas dos pulgadas, que asemejaba el rostro de un payaso triste.
—¿De un payaso triste?
—Sí, de un payaso triste, como los payasos de uno de esos cuadros horribles que cuelgan en los pasillos tristes y oscuros de algunas casas. Un payaso triste, con su sombrero tocado con una flor, su boca con las comisuras hacia abajo, su pelo erizado, su nariz de payaso y su lágrima pintada bajo el ojo izquierdo.
—Cielos, jamás pensé que la marca de Caín consistiera en eso.
—Pues así es.
—Y bien, no sólo era eso, L. C. siempre tuvo muy mala mano para la jardinería. Planta que cuidaba, planta que enfermaba irremediablemente.
—¿Ah, sí?
—Es la maldición del Altísimo a Caín para que no continuara con su oficio, que era lo que se le daba bien, sembrar y recolectar.
—Oh, vaya.
—Así es. Planta que plantaba, planta que se le moría, era como tener mano verde pero justo al revés.
—Sería triste la vida de ese hombre.
—Bueno, no del todo. El Altísimo en su maldición le imprimió esa marca bien visible para que, quien lo encontrase, no lo matara, o sería vengado siete veces.
Ah, entonces, con eso, los que quisieran matarle se lo pensarían dos veces.
—Dos y tres. Y mira que se metió en todo tipo de problemas para acabar de una vez por todas con su vida, pero no había manera. Era bravucón, metiche y pendenciero, pero no encontró hombre que se midiera con él.
—¿Y cómo entonces?
—Por accidente. Paseaba una mañana por una vía secundaria de tranvía hacía años inutilizada, un tranvía descarriló, el cambio de agujas se accionó de extraña manera, el tranvía pasó a esa segunda vía y se lo llevó por delante.
—¿Así murió?
—Así fue. O eso es lo que se cuenta.
—¿Y el conductor del tranvía?
—Pues fue vengado siete veces, imagino.

jueves, 23 de abril de 2009

Paulette Goddard

Hoy se cumplen 19 años de la desaparición de la actriz Pauline Marion Goddard Levy, Paulette Goddard (Whitestone Landing, Long Island, Nueva York, 3 de junio de 1911 - Ronco, Suiza; 23 de abril de 1990). Paulette Goddard era guapa, muy guapa. Se casó mucho, primero con el millonario Edgar James, luego con Charles Chaplin, luego con Burgess Meredith y luego con Erich Maria Remarque. Rodó, junto a su segundo marido, Tiempos Modernos y El Gran Dictador; Piratas del mar Caribe de Cecil B. DeMille y Memorias de una doncella, de Jean Renoir, entre otras, y además le dio tiempo para mantener romances, según se decía, con Howard Hughes, Gary Cooper, Aristóteles Onassis, George Gershwin, John Wayne, H.G. Wells, Diego Rivera, Aldous Huxley y John Huston, entre otros. Era guapa, muy guapa, y pizpireta, y murió a la edad de 79 años de un problema cardiaco en Monte Tabor, en el cantón suizo del Ticino (Suiza), en la casa que heredó de su último marido, Erich Maria Remarque (autor de la novela novela Sin novedad en el frente).
En la foto superior, Paulette Goddard comiendo tarta. En la foto inferior, Paulette Goddard con un perro. He puesto dos fotos para que elijan. A mí me gustan las dos, la de la tarta y la del perro. La tarta está contenta, el perro está contento. Qué más queremos.

martes, 21 de abril de 2009

Tiempo de habas

Mis plantas de haba han dado sus frutos: muchas vainas de haba bien hermosas. Así que he estado un par de días cortando vainas de haba (cuando me dejaban las abejas, que no saben ustedes lo territoriales que se ponen las abejas con las flores de haba) y desgranando vainas de haba hasta llenar un cuenco. Esta noche he hecho un guiso de habas frescas con unas senderuelas (Marasmius oreades) que guardaba congeladas. Ajo tierno, tomillo, un poco de puerro, un poco de cebolla, caldo casero de pollo con verduras, una patata cortada en trozos pequeños y un huevo frito encima para darle alegría proteínica animal, que proteína vegetal ya tienen a puñados. Las senderuelas han formado una textura melosa y sabrosa y las habas estaban más que tiernas. Así que no sé si acabo de inventar las habas con senderuelas, pero si es así, deberían ya estar inventadas o la historia de la humanidad se está perdiendo algo importante. También iba a contarles que un hombre no es hombre del todo hasta que corta, desgrana las vainas de haba que meses antes había plantado y las cocina con sus propias manos, pero es mentira. No cambia nada. Ni miaja. Te quedas igual, pero con la tripa más llena.

Juguemos (III)

Óscar está dando su paseo diario cerca de la vía del tren cuando se da cuenta de que éste que se aproxima está fuera de control. Ve lo que ha ocurrido: el conductor se ha desvanecido y el tranvía se dirige hacia cinco personas que caminan por la vía; los margenes son tan empinados que los cinco excursionistas no podrán salir de la vía a tiempo. Por suerte, está cerca de un cambio de agujas y puede accionarlo, lo que hará que éste se desvíe temporalmente por una vía secundaria. Sobre dicha vía hay un objeto pesado. Si el tranvía choca con ese objeto, éste reducirá su velocidad, dando así a los excursionistas tiempo para escapar. Sin embargo, sobre la vía secundaria hay una persona delante del objeto pesado. Óscar puede accionar el cambio de agujas, impidiendo que el tranvía mate a los excursionistas, pero matará a la persona que se halla delante del peso. O bien puede abstenerse de hacerlo, dejando que los cinco excursionistas mueran.
¿Es moralmente lícito que Óscar accione el cambio de agujas, desviando el tranvía por la vía secundaria?

Marc D. Hauser. La mente moral. Paidós, Barcelona, 2008.

En la foto, unos felices muchachos disfrutan de la agradable temperatura de una noche primaveral en la ciudad de Circa, año 1950, sin apercibir la llegada, ya justo detrás de ellos, del siempre sediento de sangre tranvía de la muerte.

lunes, 20 de abril de 2009

Juguemos (II)

Paco está sobre un viaducto que pasa sobre la vía del tranvía. Conoce los tranvías y puede ver que el que se acerca está fuera de control, con su conductor desvanecido. Sobre la vía que pasa por debajo del puente hay cinco personas; los márgenes son tan empinados que no podrán salir de la vía a tiempo. Él sabe que la única manera de parar un tranvía fuera de control es arrojar un peso muy grande a su paso. Pero el único peso disponible y suficientemente grande es una persona obesa que está también mirando el tranvía desde el viaducto. Paco puede empujar a esa persona a la vía delante del tranvía, lo que le ocasionará la muerte; o puede abstenerse de hacerlo, dejando que mueran cinco.
¿Es moralmente lícito que Paco empuje a la persona obesa a la vía?

Marc D. Hauser. La mente moral. Paidós, Barcelona, 2008.

sábado, 18 de abril de 2009

Juguemos

Diana es una pasajera de un tranvía que circula fuera de control. El conductor se ha desmayado y el tranvía se dirige hacia cinco personas que caminan sobre la vía; los márgenes son tan empinados que los cinco no podrán salir de la vía a tiempo. La vía tiene un desvío a la izquierda y Diana puede hacer que el tranvía vaya en esa dirección. Sin embargo, hay también una persona sobre la vía de la izquierda. Diana puede accionar la palanca y desviar el tranvía, matando a una persona, o abstenerse de accionar la palanca y dejar que mueran cinco.
¿Es moralmente lícito que Diana accione la palanca, desviando el tranvía hacia la vía secundaria?

Marc D. Hauser. La mente moral. Paidós, Barcelona, 2008.

miércoles, 15 de abril de 2009

Las Shankar y cuatro deseos cumplidos

Ando en un no parar, oigan, por eso me retraso, pero voy a intentar contentar a todos a la vez. Arkab me pide en la entrada anterior una foto del señor Shankar con sus hijas y, bien, he encontrado esta foto de las hijas del señor Shankar sin el señor Shankar. Como a Arkab no le importaba mucho que saliera el padre, pues yo creo que he cumplido cubriendo su desiderata. A la izquierda, Norah Jones; a la derecha, Anoushka Shankar, fotografiadas por Vincent Limongelli en diciembre de 1999. Por tanto, Norah tenía 20 años y Anoushka 18. Las dos, lucen su tatuaje bien contentas. Helter pide una foto de Angelina Jolie y Brad Pitt completamente desnudos con todos sus hijos, pero en la que no salga ni John Voight, ni Angelina, ni los retoños, así que aquí le pongo esta bonita foto de las hermanas Shankar fotografiadas por Vincent Limongelli en diciembre de 1999. Falta Brad Pitt desnudo, es cierto, pero es la única licencia que me he permitido, en todo lo demás he cumplido con el pedido de Helter, pues en la foto no sale ni el padre de Angelina, ni Angelina, ni los hijos de Angelina. LaMima me pide que despierte y aquí me tiene, a las dos de la mañana, despierto y sereno, poniendo esta foto de las hermanas Shankar fotografiadas por Vincent Limongelli en diciembre de 1999. También he cumplido. Y por último, Marideliwes dice que a ver qué va a pasar aquí y ahora mismo le digo que lo que va a pasar es que en cuanto saque un rato este blog volverá a relucir con nuevas entradas y se pondrá más bonito que un san Luis, y como muestra, pongo esta bonita foto de las hermanas Shankar fotografiadas por Vincent Limongelli en diciembre de 1999. Así que también he cumplido con Marideliwes. Nada, es cuestión de que aterrice, que aún estoy como si hubiera recién llegado del puente, pero en poco como que ya vuelvo a ser persona.
Pues tenían mollicas las Shankar, se dirán ustedes. Pues sí, bien guapas están con sus mollicas.

miércoles, 8 de abril de 2009

Descanso

El Ente Dilucidado me pide que ponga más fotos de Silvana Mangano y, como no sé decir que no, aquí pongo esta foto de Gjon Mili para la revista LIFE con Silvana Mangano (izquierda) y Jeanne Moreau (derecha) echando una siesta durante el rodaje de la película Cinco mujeres marcadas (1960). Las dos descansan con gorro de lana para que no se les enfríe la cabeza, pues llevaban el pelo muy corto en este rodaje en el que interpretaban a dos mujeres yugoeslavas acusadas de haber tenido relaciones con el enemigo.
Ah, sí que sí, es una foto bien bonita.

lunes, 6 de abril de 2009

A Roland Topor le hubiera gustado este texto

-En verdad estaba sorprendido. Nunca pensé encontrar algo así en mi comida.
-¿Y qué hiciste?
-Llamé al mesero y le dije: "Mesero, hay un caníbal en mi sopa".
-...y luego.
-El mesero se la pasó evangelizando al caníbal amazónico hasta que llegó el momento del postre.

de Cadáver Muerto, en su blog La tumba del cadáver.

domingo, 5 de abril de 2009

Lorenz y los gansos grises


Si me ofrecieran una segunda vida y pudiera elegir, me gustaría ser una de estas tres cosas: o epistemólogo, o un boy de esos que bailotean con una toalla delante y que se frotan nata batida por el cuerpo ante un concurrido público femenino, o etólogo. Konrad Lorenz fue dos de esas tres cosas (la primera y la tercera). Konrad Lorenz se interesó por el comportamiento de los gansos grises y sus estudios le valieron un Nobel de Medicina, compartido con Nikolaas Tinbergen y Karl R. von Frisch, los tres zoólogos, en el año 1973. En la foto, de la revista Life (hagan el favor de visitar este enlace para ver más fotos bonitas de Lorenz), Konrad Lorenz aparece observando unos paticos con pelazo y barba de científico. Konrad Lorenz se vio obligado a adoptar a una gansa gris a la que llamó Martina. La buena de Martina, recién salió del cascarón, se encontró con Lorenz mirándole fijamente y decidió que ese señor de barba blanca tenía que ser su madre y ya no se apartó de él. A ese comportamiento, la «vinculación al primer objeto visto tras el nacimiento» se le llamó posteriormente «troquelado», «impronta» o «impregnación». A los humanos es algo que no nos sucede, pues si fuera así nos pegaríamos años persiguiendo a nuestras comadronas. A Martina, como era una gansa gris, le pareció aquello lo más normal del mundo. Y es bonito todo eso, no me dirán que no.

viernes, 3 de abril de 2009

La Radical Change Fundation


En la foto, multitudinaria asamblea durante el XXII Congreso Bianual de la Radical Change Corporation, Salón de Plenos de la Citizen Golden Tower, Ciudad de Circa, 1953. En este congreso nació la Radical Change Fundation, que en los años comprendidos entre 1953 y 1962 se dedicó a la recogida de fondos destinados al mantenimiento, ampliación y desarrollo de los campos de cría y cultivo de la cochinilla grana (Dactylopius coccus) que la Radical Change Industries creó en las afueras de la Ciudad de Circa en el año 1951. Durante más de veinte años, la Radical Change Industries se consolidó como líder en el sector, exportando cochinilla deshidratada, cochinilla desecada, pasta de cochinilla prensada y polvo de cochinilla a más de treinta países para su uso como colorante natural en la elaboración de productos farmacéuticos, alimentación, textiles y cosméticos. Años más tarde, la entrada de los tintes sintéticos en estos sectores provocó un brutal descenso de ventas de los colorantes naturales, que obligó a la Radical Change Industries a cerrar buena parte de las plantaciones.

miércoles, 1 de abril de 2009

Discusión sobre la resurrección de los muertos (Mateo, 22 23-33)

Aquel mismo día se acercaron dos saduceos a Jesús, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: «Maestro, Moisés dijo: "Si alguien muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y como murió sin tener hijos, dejó su esposa al hermano. Lo mismo ocurrió con el segundo, después con el tercero, y así sucesivamente hasta el séptimo. Finalmente, murió la mujer. Respóndenos: cuando resuciten los muertos, ¿de cuál de los siete será esposa, ya que lo fue de todos?» Entonces Jesús les preguntó: «Me decís que la viuda de un hermano se casó primero con uno de los hermanos, luego con otro hermano y luego con otro hermano y así con los siete hermanos?». «Así es, Maestro», le respondieron los saduceos. «¿Y cuándo decís que murió la mujer?», preguntó Jesús. «Pues tras morir los siete hermanos, no antes, Maestro», le respondieron los saduceos. «Un momento, un momento, un momento ¿Pero esos siete hermanos eran hermanos vuestros o no eran hermanos vuestros?», preguntó Jesús. «No, no, Maestro, hemos dicho que "había entre nosotros", no que fueran nuestros hermanos», respondieron los saduceos. «Ah, bien, osea que eran siete hermanos, la mujer se casó primero con un hermano, que se murió, luego la tomó como esposa otro de los hermanos, que también murió, luego se casó con otro hermano, que también se murió, luego con otro y con otro y así hasta los siete hermanos. Es que si no no me salían las cuentas, que fueran siete hermanos todos muertos y que dos de los hermanos me estuviérais ahora aquí preguntando por los siete hermanos muertos, digo yo, entonces o bien murieron cinco hermanos o bien el total de hermanos era de nueve hermanos», dijo Jesús. «No, no, Maestro, la mujer se casó primero con un hermano, luego enviudó de este primer hermano, luego se casó con otro de los hermanos, que también murió, luego se casó con otro hermano, que también se murió, luego con otro y con otro y así hasta los siete hermanos, pero esos hermanos no eran hermanos nuestros, sino que eran conocidos, pero no de la misma sangre, Maestro», le contestaron los saduceos. «Ah, bien, entonces esta historia de los siete hermanos es como en Siete novias para siete hermanos pero con una sola novia», contestó Jesús. «Eso es, Maestro, como en Siete novias para siete hermanos pero con una sola novia, Maestro», respondieron los saduceos. «Bueno, novia no, que era esposa más bien», dijo Jesús. «Eso es, maestro, era esposa, que no novia», respondieron los saduceos. «Pero tras la muerte del marido ¿la mujer disfrutaba de unos meses de noviazgo con el siguiente marido o se casaba así a las bravas, a los pocos días y con el cadáver del marido anterior aún caliente?», preguntó Jesús. «Eso no lo sabemos, Maestro», respondieron los saduceos. «Y... ¿cuál era la pregunta que me hacíais?», preguntó Jesús. «Pues, Maestro, la pregunta era que cuando resuciten los muertos, ¿de cuál de los siete será esposa, ya que fue esposa de todos los hermanos?», preguntaron de nuevo los saduceos a Jesús. «Pues yo imagino que la pobre, cuando resuciten los muertos, no querrá ser esposa de ninguno de los siete, que estará hasta el gorro de esa familia, digo yo», respondió Jesús, y los saduceos se dijeron entre ellos «Pues también es verdad. Qué razón tiene este hombre y qué gran verdad los que dicen que es un hombre muy versado y muy ducho en el arte de la oratoria y en los grandes enigmas del espíritu». Jesús se rascó la barbilla, levantó su mano derecha y dijo: «Ojo, que igual los hermanos eran buena gente y la mujer estaba contenta con ellos como maridos, que eso yo no lo puedo saber, lo que sí que me parece es que era una familia con una alta tasa de mortalidad, de siete hermanos, los siete hermanos muertos es una alta tasa de mortalidad, eso no se puede negar», añadió. «Pues también es verdad, es una gran verdad lo que ha dicho», se dijeron los saduceos entre ellos. «Ojo, o también puede ser que la mujer fuera una cocinera mala y descuidada y que estuviera todo el día haciéndoles que si venga fritangas por aquí, que si venga fritangas por allá, que si grasas saturadas, que si radicales libres, que si venga grasas parcialmente hidrogenadas y los pobres se le murieran como pajaritos con las arterias más atascadas que la Vía Maris en el puente vacacional de los Santos Manes», dijo Jesús. «Pues también puede ser, Maestro», respondieron los saduceos. «Ojo, o también puede ser que la mujer se casara con ellos cuando ya estaban mayorcetes y por eso le duraban poco, pues morían de muerte natural, pero de puro viejos», dijo Jesús. «Está bien, Maestro, ya nos has contestado a la pregunta que te hemos hecho y ya hemos quedado bien satisfechos, no necesitamos más», espetaron los saduceos. «No, no, esperad, que aún tengo más, que aún tengo más, esperad...», les dijo Jesús agarrándolos de las túnicas para detenerlos. «Ya, Maestro, pero es que ya nos tenemos que ir ¿eh? que se nos está haciendo tarde», respondieron los saduceos al tiempo que se alejaban de Jesús dando las zancadas más grandes que les permitían sus sandalias sin que se les salieran de los pies. «¡Esperad, que ahora se me ha ocurrido un chiste con eso de los siete hermanos!», gritó Jesús haciendo aspavientos con los brazos mientras observaba a los saduceos corriendo como almas que lleva el diablo. «¡Esperad, detenéos, que ahora me ha venido el puntito Grissom y estoy pensando que igual lo que sucedía es que la mujer era una asesina y mató uno por uno a los hermanos para quedarse con la herencia de toda la familia, como en esa canción de Massiel que decía "Yo tuve siete maridos y a los siete envenené con unas cuantas gotas de cianuro en el café!"», gritaba Jesús. «¡Bien bien, maestro, a ver si mañana sacamos un rato, pasamos por tu casa con más tiempo y nos lo cuentas», gritaron los saduceos, perdiéndose en la lejanía, sin volver la vista atrás.