martes, 29 de marzo de 2011

Ese donut deseado


En primer lugar, lo primero de todo, decirles que estoy muy contento, por varias razones. La primera, porque he descubierto que tengo nuevos seguidores y que uno de ellos es un carlino. Los seguidores de este blog saben que tengo una debilidad insana por los carlinos. Carlino que veo por la calle, carlino que me comería a besos, aunque siempre me contengo, que les recuerdo que soy alérgico al epitelio de los perros, entre otras cosas. Eso, el que no me convenga tocarlos porque si los toco y me llevo las manos a la cara se me ponen los ojos como tomates y me salen todo tipo de eccemas y asmas, creo que me sensibiliza aún más, que me gustan más aún como bichos besables inalcanzables. Algo me remueven por dentro los carlinos, que son como demonios cariñosos. Si Mijaíl Bulgákov hubiera pensado en un perro en lugar de un gato para su personaje Popota, seguro que habría elegido un carlino. Pongo la imagen, espero que me lo permita la autora, Mar, del carlino seguidor. Miren qué foto más buena. Anda que no cuenta cosas esa foto. Anda que no nos hemos sentido como este carlino más de una vez.
La segunda cosa que me tiene muy contento es que mañana metemos el primer libro de nuestra editorial en imprenta. En cosa de quince días estará impreso y encuadernado y nos dará tiempo para presentarlo en el día del libro, el 17 de abril (esperamos). Cuento con la mejor socia que se pueda imaginar y con un autor que escribe con una honestidad llena de hermosura que desencaja las coyunturas de los huesos en cada página. Más no puedo pedir. Que estoy muy contento. Así que pido a los amigos que me conocen que me dejen seguir con esta felicidad, tan a gusto, ahí sacando libros, que es lo que he deseado hacer desde los diez años, cuando me compraba mis primeros libros de Lovecraft de Alianza Editorial y temblaba de gusto con cada nueva cubierta de Daniel Gil y cuando me entró ese deseo malsano de sacar libros que, treinta años después, se mantiene fresco, como el primer día. No me digan que no es difícil eso. Aún recuerdo cuando, con el primer sueldo que cobré en una agencia de publicidad, me pude comprar Monstruos y prodigios, de Ambroise Paré, en tapa dura, editado por Siruela. Y la amabilidad, ese mismo día, de la dueña de una librería que ya no existe, que viendo que no me llegaba para comprar una humilde edición de Alicia con ilustraciones de Carroll, me lo regaló. Porque sí, porque tenía cara de posible lector. Nunca agradeceré suficientemente ese gesto. Algo siento, de corazón, que debo a todo eso.
Y a los seguidores, copón, que compren nuestros libros, si es a pares, mejor, que cuantos más libros vendamos, más libros sacaremos. Así está la cosa. ¿Que dónde pueden comprar nuestros libros? en las mejores librerías, claro. Y si no les llega, avisen, corran (a las librerías de Heidelberg igual no llega el libro, ojo, haremos línea directa con Heidelberg).

Aquí, el blog, incipiente, de la editoral.
Aquí, el blog de Miguel Ángel Ortiz Albero, autor del primer título de nuestra editorial.
Y, también, claro, estamos en Facebook. Que no hay más que buscarnos.
Y, esperen, que les vamos a dar la barrila buena, que en pocos días nos pondremos de gira, un día aquí y otro allá.

Pues qué movido está el Harry, dirán. No me han visto ustedes movido de verdad. Fú. Boh. Para verme.

viernes, 25 de marzo de 2011

Les Robinsonades


Estoy terminando de leer el segundo tomo de Les Robinsonades, del polaco Marcel Coscat y, pese a las críticas no del todo favorables que leí hace unos meses acerca de la trama de la novela, que me hicieron dudar si comprarla o no y, ya con los libros en casa, si comenzar a leerlos o no, debo confesar que me está gustando más que mucho. Como si se encontraran el protagonista de La invención de Morel de Bioy Casares y el Robinson Crusoe de Defoe y se fueran de copas, largo y tendido, toda la noche.

jueves, 24 de marzo de 2011

Los peces terribles

Estábamos, me dijo Guillaume, diciendo adiós a toda una época, en aquellos días en los que los gigantes furiosos se erguían sobre Europa seguir leyendo.

Avance del libro Un día me esperaba a mí mismo,
de Miguel Ángel Ortiz Albero,
Jekyll & Jill editores, Zaragoza, 2011


domingo, 20 de marzo de 2011

Il y a le reflet de votre blancheur au fond de cet aluminium


Hace ya tiempo, refugiada en una librería, me puso, el que susurra, la mano sobre el hombro y así encontré el cuaderno azul, el diario de los gestos; y ya sentada en casa, leí en él las huellas sobre cada una de las páginas. Después de dejar vacío el asiento, de dejar el cuaderno azul de palabras para las desapariciones, aún tiemblo, con los ojos cerrados, al recordar las palabras, los roces y el azul.

Volví a encontrarme con el que narra sus caminos con las mejores palabras posibles, y con Marcel dancé en aquella soir bleu entre las mesas de mármol y los farolillos de papel. Intuíamos ya, quizá, en aquella tarde azul de arrabal, que no había comenzado aún la ceremonia en la que bailan las gentes para protegerse de la muerte que se acerca, en la que se reviven amores y dramas.

Ya sin mapa y con la herida abierta, quisimos compartir con Guillaume el baile que silba como el huracán, cantar sus esquirlas con palabras nuevas, y crear, así, la danza de este tiempo que es nuestro.

Así comienza nuestro trayecto...

Jekyll & Jill editores


viernes, 18 de marzo de 2011

Y claro, pues seguimos con las ballenas



Fragmento de la película Werckmeister harmóniák, de Béla Tarr (2000), que aún no he tenido ocasión de ver, pero que si la socia dice que es buena, será buena, o más.

martes, 15 de marzo de 2011

Sobre el cuerno del narval


Se trata de un órgano tan sensible que, si el narval lo pierde, porque se le rompe o se lo arrancan, el animal sufre tanto que, en un gesto notablemente filantrópico, otro narval inserta la punta de su propio cuerno en el hueco y se rompre un trozo a posta para que la dolorida brecha quede taponada.


Philip Hoare, Leviatán o la ballena, Ático de los libros, Barcelona, 2010.

¿Ya les había dicho que Leviatán o la ballena es un libro bien bonito que es cogerlo y no parar de disfrutar? Sí, creo que ya lo había dicho, sí. Pues otra vez.

martes, 8 de marzo de 2011

Colazione, Petit déjeuner, Frühstück, Breakfast, lire

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Cinco veces. Si no me equivoco, este plano sale cinco veces en la película Don't look now, de Nicolas Roeg (1973), con Julie Christie y Donald Sutherland. Ya es, sin dudarlo, una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Porque Julie Christie está reguapa y miren que nunca he sido yo muy de Julie Christie; porque Donald Sutherland lleva un abrigo azul eléctrico que solo le puede quedar bien a él; porque sale una Venecia muy bonita, muy de casas, de barrios, de gente que vive y se levanta por la mañana a trabajar; porque el cámara se mueve de aquí para allá, sin parar; porque los protagonistas echan un polvo familiar, de matrimonio que se quiere, que da gusto verlo de lo bien que está rodado y porque me gusta mucho la tipografía del cartelito del bar en cuya entrada hay un letrero de Fanta. «Colazione, Petit déjeuner, Frühstück, Breakfast, lire» ¿Faltan razones? Alguna más habrá, pero ya si nos ponemos así se desvela la trama, y no nos vamos a poner a desvelar la trama.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Lepisma saccharina

Que no publica nueva entrada, que no publica nueva entrada, dirán. Pero es que me llevan a mal traer, que llevo unos días de no parar. Que si con una cosa que si con otra. Sin parar. Eso no es nuevo en mí, pero en estos días creo que más, que aún paro menos. Ya llegarán tiempos más tranquilos. Bueno, no lo sé.
Mientras, les dejo una imagen del Lepisma saccharina, que es un artrópodo plateado muy entrañable que se alimenta de papel, de cola de encuadernación, de gelatina fotográfica y de piel. En ese orden. Si tiene papel, come papel; que tiene poco papel, pues come cola de encuadernación o gelatina fotográfica; que un día le apetece cambiar la dieta, pues come piel; que le ponen una ensalada ilustrada, pues pregunta «¿tiene bien de almidón?», y si le contestan que no, responde «pues entonces no, gracias», aunque más de una vez se le ha visto comer ensalada de patata. El Lepisma saccharina huye de la luz, como los amantes y los vampiros, y puede vivir ocho años, como un niño chico.
Sobre su sistema de reproducción, dice la Wikipedia:
«Debido a su naturaleza nocturna, la fecundación del pececillo de plata solo se conoce de forma reciente. Los pececillos de plata no copulan, sino que el macho produce un espermatóforo que adhiere colgante a un hilo tensado que tiende desde algún objeto vertical. Conduce a la hembra mediante maniobras de cortejo a tropezar con el espermatóforo. La hembra lo recoge con sus cercos y lo lleva hasta la abertura genital, donde lo introduce y se produce la fecundación».
Que no me negarán que no es una bonita cópula, aunque la Wikipedia no la defina como tal. Complicada, claro, pero bonita.
Al Lepisma saccharina no hay más que conocerlo un poco para cogerle cariño. No pide más que un poco de papel, un poco de humedad y mimos. Y la promesa de que todos ustedes le dejarán un pequeño espacio en su biblioteca, claro está.