lunes, 31 de agosto de 2009

De las cosas

—Si me preguntaran el nombre de mi director de cine favorito, diría, sin dudarlo, que Andréi Tarkovski. Ningún director nos ha representado tan bien como él, ninguno como él mostró todas nuestras texturas, los reflejos de luz sobre nuestra superficie, las manchas y desgarros del tiempo anidando sobre la pintura —dijo la pared.
—Si me preguntaran el nombre de mi director de cine favorito, diría, sin dudarlo, que Andréi Tarkovski. Ningún director nos ha representado tan bien como él, ninguno como él mostró todas nuestras texturas, los cristales viejos deformados, las capas y capas de pintura acrílica sobre nuestra superficie —dijeron las puertas y ventanas.
—Si me preguntaran el nombre de mi director de cine favorito, diría, sin dudarlo, que Andréi Tarkovski. Ningún director nos ha representado tan bien como él, ninguno como él mostró nuestra caída, nuestros colores pardos, los dibujos entretejidos que nos conforman —dijeron las cortinas.
—Me hubiera gustado ser un jarrón de cristal, grande y transparente, lleno de agua limpia, con unas pocas flores silvestres sobre mi cabeza y salir en una de sus películas, sobre una mesa de madera, frente a una casa que está frente al bosque —dijo el vaso.

PS: y, además, las campanas.

viernes, 28 de agosto de 2009

El otro

Me veo sentada debajo de la mesa del comedor. Encima de la mesa está mi tazón de café —veo aún claramente los dibujos de la porcelana— el cual me disponía yo a arrojar por la ventana en el momento en que mi abuela entró en la habitación.
Aquella mañana no se había ocupado nadie de mí, y en la superficie de mi café con leche se había formado una capa de nata, cosa que me daba, y me da aún, mucho asco.
Aquel mismo día nació mi hermano, dos años y medio menor que yo. Por eso nadie me hacía caso.
Me han contado que aquel día estuve insoportable; en el almuerzo tiré de la mesa el vaso favorito de mi padre; luego ensucié repetidamente mis vestidos, y desde por la mañana hasta por la noche hice gala de un malísimo humor. También una muñeca que tenía fue objeto de mis iras, quedando destrozada.

Primer recuerdo infantil (dos años y medio) de una joven casada, de diecinueve años.
En el ensayo «Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesía y verdad"» de Sigmund Freud, Psicoanálisis del arte. Alianza Editorial, Madrid, 1991.

Premio Copón de Oro

Cambio Radical, su blog de confianza siempre preocupado por los intereses de sus lectores, le ofrece la nueva chapeta del Premio Copón de Oro.
No tiene más que colocar la dirección de su blog en la casilla inferior y enviarlo a sus blogs más queridos. Además de afearles la estética de la plantilla ¡Se hará publicidad gratis!
¿Sus blogs favoritos no muestran su dirección de correo? ¡No hay problema! Haga una nueva entrada, ponga una lista de sus diez blogs elegidos a los que les quiera hacer la puñeta y luego deje un comentario en cada uno de esos blogs invitándoles a que pasen por su blog diciéndoles que les ha dejado un premio por lo bueno que es su blog, por sus altos valores y todo eso que se dice. Los dueños de los blogs, si tienen buena fe, entrarán en su blog, cogerán su premio y escribirán una nueva entrada en su blog agradeciendo el detalle. Igual no les agrada mucho el premio, pero lo pondrán por no hacerle el feo. ¡Y es posible que continúen la cadeneta! Además, conseguirá que otros lectores de esos blogs entren a ver qué le han regalado al otro blog, que la curiosidad es así y la envidia lo peor ¡y alguno picará!
El Premio Copón de Oro es gratuito, indeformable y personalizable.
¡No lo dude, regale sin parar los premios Copón de Oro, que no cuestan y quedan muy lucidos!
¡El mejor regalo para estas fiestas!

Características del producto: el Premio Copón de Oro es una chapeta de 189 píxeles por 340 píxeles que muestra un copón rodeado de mariposas de colores revoloteadoras hechas con un tampón de photoshop de esos que haces así con el ratón, raca-raca, y en un momento te decoran cualquier cosa.

Así que... (II)

Cuatro inmigrantes y sus pertenencias en la Isla de Ellis, Nueva York, 1912.

Así que el futuro, el mañana, el porvenir, el destino, es de color blanco, lechoso, brumoso y borroso.

jueves, 27 de agosto de 2009

Así que...

Así que [si] fuese una lagartija,
Saldría todas las mañanas a tomar el sol.
Así que [si] fuese una salamanquesa,
Saldría por las noches a cazar insectos.
Me quedaría quieta cerca de los faroles
Y comería inmensas cantidades de mosquitos.
Así que [si] fuese una lagartija
Me comería los mosquitos de la mañana,
¡Bien frescos!
Así que [si] fuese un mosquito
Iría con mucho cuidado
Por la mañana y por la noche.
¡Plat! (aquí se da una palmada)
Lo lamento, mosquito, es media tarde.

Ludger Misha Gottsched*, El cancionero popular infantil prusiano, Ediciones Miralvent, Castellón, 1947.

*Ludger F. Misha Gottsched (Lübeck, 1835 - Bremen, 1916).

miércoles, 26 de agosto de 2009

Apple bobbing

El Apple bobbing (bamboleo de manzanas) es un juego popular que se practica durante la celebración de la fiesta de Halloween en los Estados Unidos. Los jugadores, con las manos atadas a la espalda, intentan cazar con los dientes manzanas que cuelgan de una cuerda o que flotan dentro de un gran barreño de agua. «Pues no sabía que el apple bobbing resultara tan sexy», dirá alguno de ustedes tras ver la foto. Pues ya ven que sí. Los baptistas llevan la tira de tiempo condenando la fiesta de Halloween porque les parece un invento del demonio. Vale, es un invento del demonio, pero es un invento del demonio bien divertido. Recuerden: vayan preparando su traje para la fiesta de Halloween, que ya se acerca. Cada vez que uno de ustedes se disfraza en Halloween, un baptista sufre de cistitis, colitis o cólico nefrítico. ¿No es suficiente razón para hacerlo?

lunes, 24 de agosto de 2009

Connie Mason

Hoy celebramos el cumpleaños de Connie Mason, playmate del mes de junio de 1963 que además interpretó ese mismo año el papel de rubia pija que celebra su fiesta de puesta de largo en la película Blood Feast, de Herschell Gordon Lewis, junto a William Kerwin y Mal Arnol. El guión es más bien sencillo: un señor con las cejas pintadas que tiene una tienda de catering exótico llamado Fuad Ramses practica un extraño culto a un maniquí dorado del Sepu vestido de deidad egipcia. Para tener contenta a la diosa, se dedica a asesinar y cortar en pedazos señoras y luego prepara calderetas, chiretas, ropa vieja, jarrete asado, cocido maragato y todo tipo de sabrosas viandas para fiestas. La escena en la que le saca la lengua (en el sentido literal) a una señorita es tirando a bruta. La escena en la que el asesino está que le corta el cuello que no se lo corta a Connie Masson en la cocina de casa de mamá es puro pop. No es la mejor película del mundo, pero es bonito ver gore del 63. A mí el gore de ahora como que no me hace gracia. Si se pasa por aquí El Ente Dilucidado o Borgo y no la conocían, seguro que me lo agradecen (que si además rebuscan en la página encontrarán más pelis bonitas). Y Connie Mason, con ese pelazo, está muy guapa, claro que sí.
Mientras, leo que David anda pensándose si come a su gata Morgana o no se la come. Yo le digo que no, que no se la coma, que en la foto se la ve pequeña y de carnes tirando a jascas y luego le penará.

domingo, 23 de agosto de 2009

¡Felicidades, Gene!

Creo que soy fan de Gene Kelly desde que tengo uso de razón, que se dice. No sé cuántas veces vi de crío Levando anclas (Anchors Aweigh, 1945) pero el baile con el ratón Jerry me lo sabía de memoria. Me maravillaba el reflejo de los pies de los dos bailarines, Gene y el ratón, en el suelo. Ahora vuelvo a verlo y me sigue pareciendo tan perfecto que me maravilla igual. Sigo sin saber cómo lo hicieron. Magia. Era el año 1945, olvídense del Fotoshop y de los programas 3D. Pura magia.
Hoy celebramos su cumpleaños y por eso pongo esta foto que le hizo Alfred Eisenstaedt en 1949 para la revista Life. Miren qué guapete está. Miren qué bien le queda esa camiseta de manga larga con cuello redondo, que parece hecha para él. Miren qué bien le queda la cicatriz de la mejilla izquierda. Es Gene Kelly y bailaba como un hombre que baila (sobre Fred Astaire, el baile de salón para pijos y la maravillosa revolución coreográfica de Bob Fosse que derivó en los horrores de la danza-jazz hablamos otro día, que miren qué horas son).

sábado, 22 de agosto de 2009

¡Ole Ray!

Hoy celebramos el cumpleaños de Ray Bradbury (89 años). Ahora releo después de muchos años El sonido del trueno. Lo publicó la revista Playboy en junio de 1956 y yo lo leí de crío en una recopilación de relatos suyos que aún debería tener por ahí. Ahora lo releo en versión digital y dudo de la traducción y de mi memoria, pero me trae muchos recuerdos. Sin este cuento Michael Crichton se hubiera metido a repartidor de pizzas a domicilio, el equipo de guionistas de Matt Groening hubiera tenido que inventarse otro capítulo para la serie de historias de Helloween de Los Simpson y servidor igual no se hubiera interesado por El origen de las especies de Darwin. Ahora lo leo y digo, ay, cuántas cosas ha querido contar este hombre en tan poco espacio. Qué parrafadas sobre las consecuencias, que parecen más sermones que otra cosa... Bradbury mete ciencia ficción, política, sociedad, evolucionismo y no sé cuántas cosas más en un solo cuento (y roba un poco bastante de esa escena final tan maravillosa de La máquina del tiempo de H. G. Wells, la de la mariposa gritona). Pero la idea es redonda. Es muy buena. Es la idea.
El otro día, al salir al jardín, pisé, y chafé, sin querer, a un pobre caracol y al día siguiente sacaron en la tele unas fotos de José María Aznar en la playa convertido en un mazas musculado. Ay Dios, ay, Dios..., que algo he tocao.

viernes, 21 de agosto de 2009

¡La yausa!

...Me hallaba entonces en una comunidad de gentes rudas, sombrías, poco acogedoras, entre las que era muy difícil encontrar buenos informadores. Una tarde trabajaba yo con un grupo de estos colaboradores poco celosos a la sombra de una enorme higuera de Bengala y a la orilla del Lagoon. Atravesaba yo por uno de esos períodos de desaliento y esterilidad bien conocidos por los que se entregan a las vastas investigaciones etnológicas. De repente, me había dado cuenta de que mis informaciones estaban llenas de lagunas y contradicciones. Comenzaba a estar harto de mis informadores, los que, a su vez, debían comenzar a estar hartos de mí. La vida en una atmósfera cultural que me era profundamente ajena y que carecía para mí de toda significación emocional, comenzaba a pesarme y a producirme el deseo de evadirme a toda costa. En el estado de ánimo en que me hallaba, el paisaje del lagoon, tan encantador y monótono a la vez, simbolizaba este deseo, y mi mirada procuraba distinguir a través de la bruma las montañas Koya, de la parte sur de los archipiélagos de Amphlett y Entrecasteaux, por donde pasaba el camino que podía reintegrarme a la vida civilizada. Luego miré lo que ocurría en la playa y envidié a los que iban a embarcarse dos o tres días después para regresar a sus hogares. La conversación languidecía, y no lograba sacar nada de mis informadores cuando, en un momento dado, se comenzó a hablar de la yausa.

Bronislaw Malinowski, La vida sexual de los salvajes del Noroeste de la Melanesia. Descripción etnográfica de las relaciones eróticas conyugales y de la vida de la familia entre los indígenas de las Trobiand (Nueva Guinea Británica), pp. 218-219. Ediciones Morata, Madrid, 1975.

En la foto, Bronislaw Malinowski con unos nativos trobiandeses (1918). Malinowski es el que aparece en el centro, vestido de blanco.

jueves, 20 de agosto de 2009

La primera vez

Éramos cinco, señor. Una granada acababa de arrancarle la pierna al pequeño William, señor, a la altura de la ingle. Gritaba como un condenado y temimos que el enemigo nos descubriera guiado por sus alaridos. Ambler le inmovilizó la cabeza contra el suelo y yo le disparé en la sien. El pequeño William dejó de gritar, al instante. Al disparar vino a mi cabeza la imagen de mi padre cuando le tocó sacrificar el caballo del doctor Ashbery. Se había fracturado una pata y mi padre me dijo que no había otra manera de aliviar su sufrimiento. Colocó el cañón de la pistola sobre su frente y disparó. Su cuerpo cayó como un saco de grano. Acto seguido introduje mi dedo índice en el orificio que había dejado la bala y sentí su pulso latiendo en mi mano, señor, hasta que paró. Luego me llamaron para comer y vi desde la ventana cómo se alejaba el cuerpo del caballo tirado por un carro. Un caballo muerto tirado por dos bueyes vivos. El cuerpo del caballo dejó un surco sobre el suelo como el arado cuando remueve la tierra para plantar la semilla de maíz. En el comedor, sobre la mesa, había un hermoso pedazo de carne de ternera asada rodeada de dorada polenta. Mi madre me sirvió un trozo de carne con el trinchante y una buena ración de polenta. Recuerdo el sabor de las gachas mezclada con el jugo de la carne en mi boca. Recuerdo perfectamente, detalladamente, el sabor y su textura. Ambler inmovilizó la cabeza del pequeño William, que no paraba de gritar, coloqué el cañón de la pistola sobre su sien y disparé. El pequeño William dejó de gritar, al instante. Luego ordené a los soldados que avanzaran. Yo me quedé rezagado mirando el cuerpo del pequeño William y luego me incorporé, alcé mi brazo empuñando la pistola y disparé a la cabeza de cada uno de los soldados. Fueron cayendo conforme disparaba. Primero el soldado Barrie, luego el soldado Ambler y, por último, el soldado Hoyle. Enloquecí, señor. Luego corrí hacia el bosque y estuve no sé cuánto tiempo escondido entre la maleza. Creí morir. Días después desperté sobre una cama. Una hermosa muchacha y su padre me limpiaban las heridas y secaban el sudor de mi frente. Era un día muy luminoso y las sábanas de algodón resplandecían. Más tarde, entró la mujer con una bandeja de carne guisada y polenta. Comí como si fuera la primera vez. Luego vino usted, señor.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Diana Aller y Escher

Acabo de leer a Diana Aller, que dice que los grabados de Escher gustan a los cerebros poco trabajados. Sus lectores seguidores de Escher ya le están recriminando lo escrito. Servidor, que aboga siempre por lo políticamente correcto, nunca diría que a los que les gusta Escher tienen los cerebros poco trabajados, pero que de pequeños les metieron una pedrada en la cabeza y se quedaron medio tontos sí. Madre el Escher, qué tipo más aburrido y más hortera. ¡Pon las escaleras bien, copón, que te se van a caer los monicacos esos que pintas! Confieso que no me gustan las paradojas visuales. Ya solo imaginarme al tipo ahí en su estudio pensando una paradoja visual (mientras se circunspecta todo él mismo hacia su interior lúdico-creativo) y me entran sudores, ganas de abrir la nevera y arramblar con todo lo que encuentre con un alto contenido en glucosa. Me dan bajones de azúcar las paradojas visuales. Y también los trampantojos. El otro día veía un reportaje en la tele sobre un palacio de Andrea Palladio y me entró el síndrome de Stendhal pero al revés. Madre mía toda la casa ahí pintada con trampantojos por aquí y trampantojos por allá, que no quedaba una pared limpia. Qué angustia. También les confieso que siento un hermanamiento sideral con Diana Aller desde que le leí que no soportaba a Jordi Mollà, que Vetusta Morla le parecen insípidos, que critica los bautizos civiles y que odia los bolsos serigrafiados con la cara de Audrey Hepburn. Digan si no es para hermanarse. Y más cosas. Bueno, yo ya me hermané con ella con lo que dijo del Mollà. Que no puedo con Mollà. Que es verlo y me salen unas ronchas en el envés de los antebrazos tamaño donuts. Que no puedo.

El chiste del perro llamado Mistetas deconstruído

Una mujer se compra un perro y le pone de nombre Mistetas. Una mañana, la mujer saca de paseo a su perro, con tan mala suerte que la correa se le suelta de la mano y el perro sale corriendo como un descosido. La mujer, alarmada, llega hasta un hombre que está sentado frente al porche de su casa, al que pregunta:
—¿A visto a Mistetas?
Y el hombre le contesta:
—Sí, lo he visto hace un momento corriendo hacia la derecha, luego se ha metido por esa calle y supongo que en estos momento estará entrando en el callejón de la trasera de la tienda de recambios de automóvil. Si corre, lo alcanzará.

martes, 18 de agosto de 2009

Tesla leyendo la prensa

Dicen que la foto Tesla im Labor del doctor B. Jovanovic (1900) tiene truco. Que es una foto realizada en dos exposiciones. Primero mandaron lanzar la descarga eléctrica de corriente alterna y Jovanovic hizo la primera exposición y luego realizó una segunda exposición con Nikola Tesla sentado en la silla tan ricamente, sin rayos ni gaitas. A mí me da igual, es una de mis fotos favoritas. Me gusta mucho la textura de esas bobinas negras, la estructura de madera del taller y esos rayotes eléctricos que parecen ectoplasmas felices, ahí descargando donde les mandan. Dicen que la idea de tirar la foto con doble exposición fue cosa de Tesla. Cuando el doctor B. Jovanovic le dijo a Nikola Tesla que sería mejor hacer una foto de una sola exposición, sin trampa ni cartón, Tesla le contestó «Pues ponte tú, espabilao».

Resultados de la encuesta orina y espárragos

Estos son los resultados de la encuesta ¿Usted nota un olor diferente en su orina tras ingerir espárragos?
Cambio radical, su blog amigo, ha recibido 84 respuestas, de las cuales 66 dicen que sí y 18 dicen que no.

domingo, 16 de agosto de 2009

Estamos tontos pero tontos

Acabo de ver en la tele un reportaje sobre enoturismo de ese que te llevan de un lado para otro y te preparan catas de vino. Pues que dicen que los niños también pueden ir a las catas, que en ese caso les ponen un vino para niños, un mosto. Catas de mosto para niños. Qué necesidad habrá, digo yo, de que los niños tengan que participar en una cata. Si encima luego el niño se pondrá tonto en casa con las visitas todo el día haciendo catas de mosto torciendo el morro y meneando la copa («es un caldo de tonos dorados y tostados, con intensos aromas afrutados y, en boca, recuerdos a melocotón, vainilla y caramelo, etc.» Imagínenlo). Estamos tontos pero tontos. Se me están llevando los demonios ahora mismo, así que si no aparezco por aquí en dos días llamen a protección civil de humanos llevados por los demonios.

sábado, 15 de agosto de 2009

Barbara Shelley

Hoy celebramos el cumpleaños de Barbara Shelley (Londres, 15 de agosto de 1933), que es la señora que aparece primero sin morder y luego mordida (en realidad, en las dos fotos ya ha sido mordida, pero solo en la segunda se ven las heridas) por Christopher Lee en las fotos promocionales de la película Drácula, príncipe de las tinieblas, de Terence Fisher. Barbara Shelley nos gusta porque pone cara de mitad miedo, mitad me dejo, mitad «ay qué gustico», mitad «este ángulo me queda bien» (y ya van cuatro mitades). Christopher Lee, mientras, pone cara de amante primerizo, que no sabe si primero bajarle la falda o mejor quitarle el sostén. Es un Drácula entrañable Christopher Lee. Chapucerete. Humano.

viernes, 14 de agosto de 2009

Se movía

A la mañana siguiente, me retiré al amplio ropero de nuestro cuarto, coloqué el cinematógrafo sobre un cajón, encendí la lámpara y dirigí la luz hacia la blanca pared. Después lo cargué con la película.
En la pared apareció la imagen de una pradera. En la pradera dormitaba una joven vestida con lo que parecía un traje regional. Al mover la manivela —esto no se puede explicar, no puedo poner en palabras mi excitación; puedo, en cualquier momento, rememorar el olor del metal caliente, el olor a polvo y alcanfor del ropero, la manivela en mi mano, el tembloroso rectángulo de la pared.
Yo movía la manivela y la joven se despertaba, se sentaba, se levantaba lentamente, estiraba los brazos, daba una vuelta y desaparecía por la derecha. Si seguía dando a la manivela, la chica volvía a estar en la pradera y luego repetía exactamente los mismos movimientos.
Se movía.

Ingmar Bergman, Linterna mágica, memorias. Tusquets, Barcelona, 2007.

La «incalculablemente» rica tía Anna regala para Navidad un cinematógrafo a Dag, el hermano mayor de Ingmar. Ingmar intenta convencer a su hermano para que le cambie el cinematógrafo por sus cien soldados de plomo. Lo consigue. El cinematógrafo ya es suyo.
Comienza la magia.
En casa, cuando era crío, había un proyector de super ocho. No tengo nada más que añadir a lo que escribe Bergman, son las mismas sensaciones. Bueno, sí, que además del olor del metal caliente recuerdo el olor del polvo quemándose sobre la lámpara con todo lujo de detalles olfativos. Lo demás, lo mismo. Bien, lo de la tía rica tampoco. Lo demás, lo mismo. Bueno, lo del hermano mayor tampoco. Lo demás, lo mismo. Bueno, lo de la colección de cien soldaditos de plomo tampoco. Lo demás, lo mismo.

Además, ayer, 13 de agosto, se celebró el día de los zurdos. Esos seres inadaptados que siempre las pasan canutas cuando tienen que hacer exámenes sentados en esas sillas que llevan una mesita incorporada en el lado diestro; esos seres que te dicen la dirección contraria cuando van de copiloto en el coche (a la derecha, ay, no, a la izquierda, ay, no, por ahí); esos seres que según las estadísticas se quedan sordos de una oreja antes que los diestros; esos seres que siempre dudan dónde hay que meter el billete del metro para que se les abran las puertas; esos seres con problemas para utilizar ciertas tijeras, ciertas plumas y la mayoría de las cámaras de fotos. Tengo manía a los zurdos que dicen que ser zurdo es lo mismo que ser diestro pero al revés y aún tengo más manía a los zurdos que se sienten especiales, más creativos y más chic por ser zurdos. Son unos inadaptaos y ya está. ¡A aprender con la mano derecha, cofón, como dios manda! ¡Unos vagos ses lo que sois!

lunes, 10 de agosto de 2009

La cabecera

Que no cambia la cabecera, que no cambia la cabecera... Copón, cómo quieren que cambie la cabecera si estoy de vacaciones. Ahora mismo estoy en L'Ampolla, en una terraza con vistas al mar, música chilau de esa y una cerveza fresca. He venido a L'Ampolla porque se dice que de lo que se veranea se cría. A ver.

viernes, 7 de agosto de 2009

El pato y la muerte


Mañana he quedado con un señor chiquitico al que quiero mucho. Así que he ido a comprarle un libro y tras buscar y rebuscar en la sección de libros para niños y cuando ya estaba por desistir porque todo lo que veía o era muy feo como libro, o los dibujos eran feos de asustar, o tenía una tipografía muy fea, o era muy cursi o era de la prima del cuñado de Harry Potter. Al final, a punto de irme, lo he visto ahí todo hermoso luciéndose en un estante, todo color crema con un pato mirando a lo alto en la cubierta, como los patos laqueados colgantes de los restaurantes chinos. ¿Cómo voy a negarme a comprar un libro con fondo color crema con un pato mirando al cielo en la cubierta? Me lo acabo de leer, en cinco minutos, y me he dicho que sí, que tengo buen ojo para los libros, copón. Pues es un libro bien bonito. El texto es bien bonito, las ilustraciones son preciosas, la tipografía es bien bonita (aunque en la traducción ponen, ay, comillas altas o inglesas en lugar de las comillas latinas). Se llama El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch (Barbara Fiore Editora, 2007) y va de un pato que se encuentra con la muerte (una muerte que lleva una bata de cuadros y tiene por cabeza la calavera de un niño) y se ponen a hablar de sus cosas. Ojo, que ahora me da palo regalárselo al chicote y quedarme sin él. Mejor, se lo regalo y el próximo día que vaya a la civilización me lo compro para mí. Recuerden: El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch y es bien bonito. Ni conozco personalmente al autor ni conozco personalmente a la editora, así que es una recomendación libre de prejuicios o de intereses. Para algo servirá que este blog no sea un blog cultural. Miau.

Arriba, en la foto, Wolf Erlbruch, el autor de los textos y las ilustraciones del libro. Miren qué guapete es. Con ese nombre y esas gafas tan bonitas no se puede dibujar mal. Wolf Erlbruch es también el autor del libro El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza, que va de un topo que se levanta con un cagote sobre la cabeza y va preguntando a diferentes animales por el autor de la obra. Wolf Erlbruch no es solo un autor recomendable, es el autor que hay que comprar. Hay un batallón de ilustradores y escritores infantiles que lo copia sin ningún reparo, pero nadie lo hace tan bonito. Puestos a comprar, pues habrá que comprar el original.

Y ahora ya, más blando que la mierda de pavo tras leer el dichoso libro, vengo a confesar que me he hecho fan del anuncio de Evax Adapt. Es el anuncio que más me gusta del momento. Estaría horas y horas ahí viéndolo, con esa musiqueta tan pegadiza. No hay anuncio mejor. Bueno, el de Balay de la chica que baila en la cocina con ese vestido campestre y esa rebequita azul celeste. Ese también. Yo creo que ya solo acepto los anuncios en los que sale gente que baila. O bailan o no hay nada que hacer. Me gustan los anuncios de gente que baila. Ojo, no todos. Por ahora, estos dos.

jueves, 6 de agosto de 2009

Warhol y su ciudad ideal

Mi ciudad ideal sería la que tuviera una sola calle comercial sin calles perpendiculares ni calles laterales que atascaran el tráfico. Tan sólo una larga calle en dirección única. Con un alto edificio vertical donde todo el mundo viviera con:

Un ascensor
Un portero
Un buzón de correo
Una lavadora
Un cubo de basura
Un árbol enfrente
Una sala de cine en la puerta de al lado

Esa calle sería muy ancha, y lo único que tendrías que decir a los demás para que se sintieran bien es «Hoy te he visto en la calle».
Y llenarías tu coche de gasolina y pasearías por la calle.

Andy Warhol, Mi filosofía de A a B y de B a A. Tusquets, Barcelona, 2006.

Hoy celebramos el cumpleaños de Andy Warhol (6 de agosto de 1928 - 22 de febrero de 1987).

miércoles, 5 de agosto de 2009

Dos señores mirando orillas


Para encontrar a los tritones ahí abajo dormidos entre los juncos hay que introducir los pies en el agua muy despacio, procurando no enturbiarla. No lo conseguirás a la primera y casi seguro que el color marrón sucio del café con leche cargado con vetas negras será durante un tiempo el del líquido predominante y casi no habrá nada que hacer con la charca. Se habrán despertado y se habrán ido. Pero, si entras despacio y, una vez depositado el limo en el fondo y cuando el agua se aclara, existe la posibilidad de verlo, si se tiene buen ojo y se mira con cuidado, ahí, como flotando entre dos aguas, dejándose llevar un momento, con sus manitas colgando o disimulado (¿dormido?) junto a esa hoja o bajo aquel fragmento de rama, con sus barbas ostentosas como gorgueras, en ese único segundo en que el tritón está quieto y disponible si lo ves.

El texto, Orillas, es de aquí, y la foto, Acequia, es de aquí. Son de dos señores que, entre muchas otras cosas, miran orillas, las orillas les devuelven recuerdos y los recuerdos les conforman presentes, como si fueran regalos. Se convienten en dos Huckleberry Finnes cuando miran ríos. Y eso me lleva al texto de otro señor, que también, sobre una balsa de neumáticos de tractor, fue Huckleberry Finn. Heráclito de Éfeso, también conocido como «El Oscuro de Éfeso» decía En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos. Lo jodido de citar a Heráclito es que luego ya no hay más que decir. El cabronazo lo dice todo en una frase. A Miranda, si me lee después de la siesta, se la llevarán los demonios, que no le gustan las citas ni los citadores, pero espero que esta vez me dé un pase, que la cita es muy buena. Heráclito es Heráclito. Pero a lo que voy, que los señores de arriba, el del texto y el de la foto, para mí que no se conocen, pero que me los imagino un día paseando, el uno por una orilla del río, el otro por la otra, y saludándose. «Hola», «Hola, buenos días», «Qué bonito está el río hoy ¿eh?», «Sí, bien bonito que está».

martes, 4 de agosto de 2009

Jack London en traje de baño

En la foto, Jack London y su esposa Charmian en la playa de Waikiki, Hawái, 1915. Es una foto veraniega, de buen tiempo, de la página sobre London, que es una página para dejarse caer y no salir de ella en cuatro horas. De esta pareja, si en lugar de tan lejos fueran de aquí, la foto rezaría «El Santi y la Carmina en Hawái, de vacaciones». Jack, en la foto, lleva unos tabis japoneses. Hay que poner de moda los tabis japoneses. O mejor aún, los jikatabis, que son del estilo de los tabis pero en versión bota. Uno se pone unos jikatabis y parece que le ha dejado las botas un soldado gorila marrullero de esos del planeta de los simios, pero molan. Hay que poner de moda los jikatabis. A partir de hoy, me vengan, además de peinaos, duchaos y bien frotaos de colonia, con jikatabis.

lunes, 3 de agosto de 2009

Líbranos del mal

Hoy he visto el documental Líbranos del mal (Deliver us from evil) de Amy Berg, que trata sobre el padre Oliver O'Grady, un tipo que toqueteó, violó y sodomizó a cientos de niños de diferentes edades (de nueve meses en adelante) durante veinte años y que la Iglesia Católica hizo lo imposible por ocultar. Cientos de niños. También hizo dobletes madre-hijo; no se privó de nada. El padre O'Grady es el malo más malo que he visto en una pantalla. Es un malo de cojones, de los que caen bien. Es un malo que sonríe y que hace gestos graciosos con la cabeza cuando reconoce que ver niños desnudos le pone. Tiene rasgos agradables, parece un tipo cercano. De los que caerían bien a los que nos gustan los malos de las películas, si fuera un personaje de película. También es posible que les guste el obispo de Stockton (California) Roger Mahony, que es una especie de Norman Bates con más edad, que fue el responsable directo de la ocultación del caso O'Grady y su mayor protector y que ahora luce el cargo de cardenal de Los Ángeles. También. Con malos así, tan jodidamente amorales, no nos queda sitio para Hannibal Lecter.

sábado, 1 de agosto de 2009

Feria baturra

Hoy se cumplen 22 años de la desaparición de Barbara Apolonia Chałupiec, conocida como Pola Negri (Lipno, Polonia, 31 de diciembre de 1894 - San Antonio, Texas, 1 de agosto de 1987). Siempre me ha gustado mucho su nombre, aunque debo confesar que uno es más de Louise Brooks, con ese corte de pelo y esa manera de posar de camioneraza distante y malaleches; o de Theda Bara, a la que siempre he visto muy baturra. Cojan cualquier foto de Theda Bara e imagínenla vestida para la ofrenda de flores del Pilar y verán como no desentona. Theda Bara es baturra. Pola Negri, ojo, también es un poco baturra. Louise Brooks no.
La foto de arriba les recordará, si la han visto alguna vez, a la ofrenda de flores del Pilar. Sí, es que está puesta a idea. Es una entrada baturra la de hoy. ¡Ole clavel!

Una especie de tela azul

Esta tarde he ido a comprar un nuevo kit de riego por goteo, chorreo y aspersión al Leroy para la terraza de arriba y, de paso, me he dicho, pues mira que me voy a comprar un cartón de Camel, para ver cómo son los cartones de Camel. Y bien, porque fumo, todo hay que decirlo, pero menos que antes, eso también. Eso, que me he comprado un cartón de Camel, que venía dentro de una caja azul noche y dentro de la caja venía un regalo. A saber: dentro de una bolsa transparente de plástico con cierre de zip me sale un rectángulo de una especie de tela de espuma de color azul tiza. Un azul intenso y mate. Es eso, como una especie de neopreno viscoso que lo tocas y está húmedo y fresco. Se diría casi que moja, pero no moja, da la sensación de que moja y, eso, a 40 grados lo tocas y se nota frío. Huele un poco a algo plástico. Ahora veo que del calor que ha pasado en el coche ha evaporado parte de la humedad y la bolsa que lo contiene tiene vaho. Ni en la caja ni en la bolsa de plástico que lo contiene ni en la tela pone nada. ¿Alguien sabe qué carajo es? ¿Es una bayeta limpiacoches? ¿es una toallita refrescante para la playa? ¿Es un mantel comestible? ¿Es un nuevo tejido que te lo pones sobre la cabeza y te vuelve invisible? ¿Qué me han dao?