miércoles, 31 de diciembre de 2008

Del derecho y del revés

De nuevo, la familia Sonfór y el personal del Warwick First National Bank de Nueva York les desean un feliz fin de año 2008 y una feliz entrada en el año 2009.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Circa, treinta años después

Cuando H. regresó a la ciudad de Circa tras treinta años, encontró que sus amigos estaban treinta años más mayores. Encontró asfaltada la vieja calle de tierra de la tienda de ultramarinos; cerrada la barbería; la comisaría, de otro color, más baja, cambiada. Cuando H. regresó a la ciudad de Circa tras treinta años vio que la hiedra que crecía sobre el muro que estaba justamente frente al colegio de las chicas seguía en su sitio, verde y marfil, creciendo, cubriéndolo todo, cubriendo el muro, los ladrillos del muro, las voces del muro que se escuchaban a través del muro, trepando por el tronco del sauce que había justo detrás del muro. Crecía verde y brillante y H. se preguntó si sería la misma hiedra de hace treinta años o si sería otra, o la hija de la otra hiedra, o la hija de la hija de la primera hiedra. H. compró una bolsa de almendras en la pequeña tienda que había frente al instituto, se sentó en un banco del parque y las comió despacio. Cuando H. regresó a la ciudad de Circa tras treinta años, descubrió que los árboles crecen más aprisa si se dejan de mirar por el espacio de treinta años que cuando te acompañan día tras día en el camino al colegio. Eran frondosos y altos esos árboles. Cuando H. regresó a la ciudad de Circa tras treinta años, descubrió que las plazas, las calles, las casas, las habitaciones, los objetos, parecían más pequeños que hacía treinta años, menos los árboles, que le decían «mira qué altos y frondosos estamos». H. acabó la bolsa de almendras, hizo con ella una pelota y la tiró en una papelera pequeña. Cuando H. regresó a la ciudad de Circa tras treinta años, compró un billete de tranvía que le llevó hasta el centro, entró en la vieja sala del cine y vio una película sobre una invasión extraterrestre que asolaba todo el planeta. Entonces en ese instante recordó que hacía treinta años se había intentando imaginar cómo sería con treinta años más y recordó que se imaginó con aspecto de hombre, con una americana de color tabaco, con el gesto serio, respetable. Se imaginó de muchas formas, pero no sentado en una butaca del cine de la ciudad de Circa recordando que hacía treinta años había intentado imaginar cómo sería con treinta años más. Y mientras, afuera, en la calle, los árboles, creciendo, hacia arriba, a lo ancho, cubriéndolo todo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

La estrategia de Humboldt


«Joseph-Louis Gay-Lussac [1778-1850] fue un ilustre químico francés recordado, entre otros muchos logros, por su ley que relaciona los volúmenes combinantes de gases —un avance importante en la teoría química—. En su trabajo fue ayudado por el joven Alexander von Humboldt [1769-1859]. Sus experimentos necesitaban unos vasos de reacción de paredes especialmente finas que tenían que comprarse en Alemania. Humboldt aplicó su ingenio natural al problema de evitar los aranceles sobre las importaciones que en aquella época eran excepcionalmente elevados. Dio instrucciones a los sopladores de vidrio alemanes para que sellaran los largos cuellos de los recipientes y pusiesen una etiqueta en los envases: Manejar con cuidado-Aire alemán. Los douaniers franceses no tenían instrucciones respecto a tasar el "aire alemán", de modo que dejaron pasar el envío. Humboldt y Gay-Lussac cortaron los extremos de los recipientes sellados y continuaron los experimentos».

Del libro Eurekas y euforias, de Walter Gratzer. Crítica, Barcelona, 2005.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Un sueño corto (tres)

Me levanto de la cama. Voy al baño y en el espejo del pasillo descubro que me he convertido en Eva Mendes. Al instante llaman al móvil. Es el sastre, que llama para recordarme que tengo cita con él a las once de la mañana para la última prueba del traje. Le digo que me resulta imposible ir, dadas las circunstancias. Aplaza la cita para el próximo viernes. Le digo que bien, que intentaré personarme ese viernes a las once de la mañana y que si me resultara imposible acudir llamaría antes para cancelar la cita. Uno no sabe cuánto tiempo va a durar el nuevo aspecto de Eva Mendes. Vuelven a llamar. L. me dice que debo pasar por la oficina a recoger los balances. Le digo que intentaré pasar por la oficina antes de las ocho, pero que no se lo aseguro. Vuelvo a mirarme en el espejo. Me preparo un café y y pienso en lo complicado que se ha puesto el día. Me llevo la taza a la boca mientras camino por el pasillo, tropiezo con una caja de cartón que hay en el suelo y se derrama un poco de café sobre mi muslo bronceado de Eva Mendes. Pues igual hoy me cojo fiesta. Que sí.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Felices Fiestas


La familia Sonfór y el personal del Warwick First National Bank de Nueva York les desean que pasen unas felices fiestas. Paz y felicidad para todas las personas de buena voluntad (a los que no tengan buena voluntad y a los creacionistas, que se la pique un pollo). Saben que les quiero a todos ustedes; para irme a la cama con todos a la vez tal vez no, les hablo de un querer fraternal más bien.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Sobre la creación de las garrapatas

Cuando el Altísimo creó a todos los animales dio vida también a un buen número de ácaros y, entre ellos, a las garrapatas. Y dio el Altísimo utilidad a cada uno de los animales, a las ovejas les dio la utilidad de dar lana, carne y leche; a las laboriosas abejas, la capacidad para fabricar miel y cera; a los zorros y demás animales de pelo bonito y largo, su piel para proteger del frío a las concubinas y a las mujeres de clase alta; a los perros pequeños, su capacidad para entrar en las madrigueras para cazar a los animales que viven en las madrigueras y para calentar los pies de los durmientes; y así, uno por uno, a todos los demás animales les dio muchas utilidades muy valiosas para el hombre.
Cuando el Altísimo llegó a la garrapata, ésta le preguntó:
—Señor, he visto que has dado muchas y muy valiosas utilidades a todos los animales ¿qué queda para mí?
Y el Altísimo le contestó:
—A ti, garrapata, te ofrezco el don para que puedas pegarte meses sin comer, agarrada a una rama y no mueras de hambre, pues te haré paciente. Y así podrás esperar y esperar hasta que otro animal pase por tu lado, tú te dejes caer sobre su cuerpo, te enganches y te hartes de sangre hasta que no puedas más y te desprendas solo cuando te encuentres totalmente harta y gorda como un odre lleno.
—Perdona, Señor —dijo la garrapata—, pero no veo mucha utilidad en todo eso.
—Tienes razón —respondió el Altísimo—, que serás animal de poca utilidad, pero como compensación, te hago entrega del don para que puedas transmitir la tularemia, la fiebre botonosa mediterránea, la enfermedad de Lyme, el tifus, la fiebre de las Montañas Rocosas, la neningoencefalitis, la hepatozoonosis canina, la enfermedad de Kyasanur, la fiebre del Colorado, la babesiosis, la fiebre bovina, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y la fiebre reincidente, así, para empezar.
Y la garrapata sonrió y dijo al Altísimo:
—Pues mal no lo voy a pasar. Al menos haré la puñeta.
Y trepó lentamente por una rama y quedó esperando pacientemente la llegada de algún animal que pasara por su lado.

martes, 16 de diciembre de 2008

Una Polaire para Javitxu


La ciencia aún no ha descubierto si la Polaire inventó el diábolo o si el diábolo invento a la Polaire.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Musidora

Musidora bailó, actuó en películas, escribió novelas, poemas, letras de canciones y guiones de cine, dirigió películas, fue amiga de la bella Colette, fue admirada por Louis Aragon y André Breton y está considerada la primera vamp del cine francés. Y si quieren saber más sobre ella, no tienen más que pasar por el blog Musidora-cine, que su autor, Eduardo, les hablará mucho mejor que yo y con muchos más datos sobre Musidora.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Edward G. Robinson

Hoy es el cumpleaños de Edward Goldenberg Robinson, Edward G. Robinson. Interpretó a un Johnny Rocco más chulo que un ocho en Cayo largo, de John Huston y a un Christopher Cross, entrañable cajero de banco-pintor que sufre los las malas artes de la perraza malaza de su amante (y de la perraza castrante de su esposa), en Perversidad de Fritz Lang. Ya por eso, merece que le dediquemos todas las entradas del próximo año. Tuvo fama de actor que hacía de hombre feo, pero yo lo veo muy hermoso. Un señor guapo. Mírenlo en la foto, recién herido, con los platos de cerámica salvados de milagro, y díganme qué tiene de feo ese hombre. Es guapo. Bien guapo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Faren, Farenhusband y el gatico, the film

En la primera imagen, Faren y Farenhusband en el mercado, como si estuvieran en la Boquería, pero en Montreal. Salen guapos y lozanos. Se les ve limpios y amables.
En la segunda imagen, Faren y Farenhusband rememoran el programa «Con las manos en la masa». Faren hace de Elena Santonja y Farenhusband de actor consagrado del cine español.
En la tercera imagen, plano contrapicado del gatico con Farenhusband al fondo. Es, posiblemente, el plano más complicado de todo el metraje, pues tuvieron que construir un gatico de dos metros de altura, con una estructura de madera y alambre forrado de pelo de conejo, homenajeando el famoso plano del vaso de agua en la mesilla del largometraje Ciudadano Kane. Segundos antes, el mismo gatico interpreta una escena de gato ángel del infierno violento en la barra de un bar heavy pidiendo una jarra de cerveza mientras golpea insistentemente la encimera de la cocina.
En la cuarta imagen, primerísimo plano del gatico. El gatico mira al lejanía absorto en sus pensamientos. Es un plano de profundo dramatismo actoral y cromático (aquí el efecto cromático no se percibe porque la imagen está virada a tonos sepia). El gato se siente cómodo, amado por la cámara y da lo mejor de sí. Ha nacido una estrella y él lo sabe.
Luego vienen unos planos de la pelota grande y de la pareja patinando con el entrevistador.

martes, 9 de diciembre de 2008

El profesor puñetero

Si un día a usted le da por cambiar de oficio, hacerse paleontólogo y decide dedicarse a estudiar la estratigrafía y los fósiles del Himalaya, se encontrará con un problema más que engorroso. Si rasca un poco, es posible que descubra conodontos (unos microfósiles con forma de cono de aspecto brillante que se supone que son las partes duras, los «dientes» de unos bichos parecidos a las anguilas) igualitos que los conodontos neoyorkinos y, si rasca cerca, con amonites marroquíes. Tras el hallazgo, usted llegará a pensar varias conclusiones. Una, que acaba de hacer un descubrimiento importante, eso de encontrar en pleno sistema montañoso del Himalaya esos bichos que hasta ese momento solo se habían hallado en canteras muy concretas y muy alejadas de allí. Dos, que los conodontos neoyorkinos y los amonites marroquíes eran unos turistas gambiteros que se pusieron de acuerdo para hacer realidad el viaje de sus sueños en un crucero devónico. Tres, que todo eso es obra de un cabrito con mucho tiempo libre. Si se decanta por la tercera conclusión, bien, acertó. Viswat Jit Gupta, profesor de la Universidad Penjabí de Chandigarh, se entretuvo durante años enterrando fósiles pertenecientes a colecciones didácticas en la zona comprendida desde Cachemira hasta la oriental del Bután, pasando por la zona más septentrional de la India y en el Nepal. El paleontólogo australiano John Talent publicó en el año 1989 un artículo en la revista Nature que llevaba por título «El caso de los fósiles ambulantes» en el que da cuenta de los más de trescientos artículos que durante 25 años publicó Viswat Jit Gupta contando sus extraordinarios hallazgos. O sea, que Viswat Jit Gupta enterraba aquí y allí fósiles baratos que robaba en la universidad, luego los desenterraba, escribía un artículo y lo publicaba en una revista especializada. Viswat Jit Gupta era un puñetero, los paleontólogos aún andan con un pollo enorme sobre la estratigrafía del Himalaya y el trabajo bienintencionado de otros autores que hicieron eco en su momento de los artículos del profesor han perdido buena parte de su credibilidad. Hasta ahí, bien, vale. Pero lo jodido es que los tontoligos de los creacionistas, que además de tontoligos e incultos son unos canallas que están esperando a la primera de cambio que un científico meta la pata o haga algo deshonesto para así dar base seudocientífica a sus puñetitas bíblicas, utilizan este asunto del Himalaya para desmentir, una vez más, la evolución, ensombreciendo el trabajo de todos los demás peleontólogos que no son de su cuerda. Es que me pongo malo. Pero malo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

La noticia más bonita del día

La noticia más bonita del día la encontrarán hoy en el blog de HelterSkelter.
La foto (por orden de aparición, de izquierda a derecha) del señor sentado, el señor esqueleto ciclista y el señor ciclista pertenece a Early Visual Media, que es una página para verla y disfrutar con todo tipo de fantasmagorías.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Bess

Bess Houdini (de soltera, Beatrice Rahner), esperó durante diez largos años que su fallecido marido, el escapista y mago húngaro Harry Houdini, se apareciera de alguna manera para revelar ante todo el mundo la existencia del más allá. Antes de su muerte a causa de una peritonitis, provocada por el golpe en el estómago que le propinó el boxeador universitario pelirrojo William Lances, Harry Houdini había ideado un código de diez palabras, extraídas de una carta del escritor y crédulo espiritista Arthur Conan Doyle, palabras que sólo conocía ella. Harry Houdini tan sólo tenía que comunicarse por boca de un médium, o a través de la escritura automática o de la forma que fuera. Lo importante: que se revelaran las diez palabras secretas. En todo ese tiempo ninguno de los médiums lo consiguió, así que un 31 de octubre de 1936, diez años después de la muerte de su marido, Bess Houdini celebró una última sesión de espiritismo y, según el resultado, los médium comunicaron lo que habían dicho los anteriores: oscuridad, camino, amor, querida, felicidad, recuerdo, alma, acompaño, dulce y espíritu o algo parecido (los médiums no saben que son, en realidad, poetas, por la cantidad de veces que repiten unos y otros las mismas palabras). Así que, finalizada la sesión, Bess Houdini se levantó de la mesa y apagó la vela que mantenía encendida desde hacía dos lustros junto al portarretrato con la foto, ya ahumada, de su marido y dijo: «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», que no me negarán ustedes que no es una frase buena. Yo imagino que, momentos después, la menuda Bess Houdini despachó de la casa a los médiums y demás curiosos, se sirvió una copita de kirsch, puso un disco, se quitó los botines y bailó sola un foxtrot muy alegre, que en aquellos tiempos hacía furor. Pero tal vez no fuera así. Sí es verdad que en ese momento Harry Houdini se lamentaba en silencio por la pandilla de médiums falsarios y mal comunicadores que había en Michigan y se decía «joder, sólo me espera diez años, con lo que he sido».

martes, 2 de diciembre de 2008

¡Gran sorteo navideño!


¡YA TENEMOS LOS TRES GANADORES DE CD + CAMISETA DEL DISCO DE THE FURTIVOS DISCOS DE ORO, JETS PRIVADOS & CHICAS EN BIKINI QUE EDITA GRABACIONES EN EL MAR!

Que son:
Joaquín Rayado, de Zaragoza, que se lleva CD y camiseta
María Cardiel, de Zaragoza, que se lleva CD y camiseta
Francisca González, de Umbrete, que se lleva CD y camiseta

Y mención especial para David Vela, que también se lleva CD y camiseta, que respondió tan rápido que me fue de gran ayuda para comprobar que todas las las preguntas se podían encontrar buscando con un poco de paciencia por internete.

y las respuestas son:

1.- ¿Cuál fue el primer nombre, allá por 1963) que tuvieron los Kinks antes de ser los Kinks?
The Ravens
2.- ¿Qué banda de rock'n'roll aparece actuando (con destrozo final de guitarras) en una escena de la película Blow Up de Michelangelo Antonioni en 1966?
-The Yardbirds
3.- Nombre completo del líder, cantante y compositor principal de los Kinks.
Raymond Douglas Davies
4.- ¿Cuál fue el primer Lp en el que los Monkees tocaron de verdad (ellos mismos... no simplemente metiendo las voces)?
-The Monkees Headquarters, en 1967
5.- ¿Qué grupo de rock'n'roll compuso la banda sonora de la segunda película de Francis Ford Coppola, titulada Ya Eres Un Gran Chico y estrenada a finales de 1966 o principios de 1967?
-The Lovin' Spoonful
6.- ¿A qué virgen invocan los componentes del grupo barcelonés de rock'n'roll los Cheyenes en la canción que abre su primer Ep de 1965?
A la Macarena
7.- ¿Cómo se llamaba el último cantante que tuvieron los Botines (grupo español de rock'n'roll) allá por 1966?
-Camilo Sesto (o Camilo Blanes)
8.- Nombre de la primera película en la que Mick Jagger tiene un papel protagonista (mano a mano con James Foxx) en 1969.
-Performance
9.- ¿Alguien se acuerda del nombre de aquella moza, pechugona y jamoncica (hubiese pasado sin problemas el casting para cualquier película del maestro Russ Meyer... y hasta con mención especial), que danzaba en purititos cueros encima del escenario mientras los Hawkwind montaban la de diosescristo en sus conciertos circa 1972-75?
-Stacia
10.- ¿Cuál fue el último emperador romano de Oriente?
-Constantino XI Paleólogo
11.- ¿De qué estaba llena la bañera en la que se refocilaba libidinosamente Roger Daltrey en la portada del tercer Lp de los Who, Sell Out, allá por el año de Nuestro Señor de 1967?
-De judías pintas cocidas (Heinz Baked Beans)
12.- ¿Cuál es la razón (según la leyenda... otra cosa es que sea verdad) por la que Gene Clark abandonó amistosamente a los Byrds en 1966?
-Por que tenía miedo (no terminaba de acostumbrarse) a volar en avión
13.- Traducción (lo más aproximada posible) del siguiente texto:
«Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn»
-En la ciudad de R'lyeh Ctuhlu,muerto, espera soñando
14.- ¿De qué localidad era natural Bernal Díaz Del Castillo, soldado a las órdenes de Hernán Cortés durante la conquista de México y autor de La Historia Verdadera De La Conquista De La Nueva España?
-De Medina Del Campo
15.- ¿De dónde sacaron los Pink Floyd (los buenos, los primeros, los de Syd Barret y 1967) el título para su primer Lp, The Piper At The Gates Of Dawn?
-De esa maravilla de cuento infantil para adultos que es El Viento En Los Sauces (The Wind On The Willows), escrito por Kenneth Grahame en 1908. Hay un capítulo que se titula así. El Flautista A Las Puertas Del Amanecer. El flautista, of course, es El Gran Dios Pan. Faltaría más.

sábado, 29 de noviembre de 2008

El río

Las tardes de verano bajábamos a la ribera del río para mirar, escondidos tras los carrizos, a las hijas de los hombres. Eran tan hermosas. Amasael, el de la mirada limpia, me indicaba con la mano «mira, por ahí llegan»; Amasael las veía llegar desde muy lejos. Las hijas de los hombres venían por el camino cantando y riendo. Eran tan hermosas. Nosotros, agazapados, observábamos fascinados cómo las hijas de los hombres se desnudaban, entraban en el río y jugaban entre ellas con el agua. Amasael me señalaba «mira la de la izquierda de los cabellos oscuros, todo ella es belleza», y yo la contemplaba a través de las cañas, escondido, su piel mojada y brillante, los rizos de sus cabellos oscuros que se pegaban a sus hombros y su espalda como algas marinas, su forma de moverse tan delicada y le decía que sí, que era toda ella belleza. Mientras, otras mujeres mayores lavaban lienzos sobre las piedras planas de la orilla cantando bonitas canciones. Así pasábamos las tardes de verano Amasael y yo, observando cómo las hijas de los hombres se bañaban y jugaban en el río. Y ese era nuestro lugar mágico y secreto de las tardes de verano. Un día, Amasael, durante una reunión, habló a los otros de nuestro lugar secreto. Y todos ellos se interesaron por el lugar donde las hijas de los hombres se bañaban desnudas, pues Amasael les contó que eran muy hermosas. Y quedaron al día siguiente en lo alto del monte Hermón, y allí se llegaron a juntar más de doscientos ángeles que querían bajar al río para observar cómo se bañaban y jugaban las hijas de los hombres. Y a la voz del cabecilla bajaron todos, en legión, y yo corrí tras ellos implorándoles que no les hicieran daño, pero uno de los ángeles me golpeó en la cabeza y caí contra unas rocas. Y pasó el tiempo porque cuando desperté el cielo había tornado al color del oro y el sol se escondía entre los montes. Y bajé coriendo hasta el río amado y las cosas que vieron mis ojos eran todas horror y desesperación. Las mujeres gritaban con los brazos en alto y las hijas de los hombres lloraban bajo los cuerpos desnudos de los ángeles. Y corrí entre cadáveres, cuerpos mutilados y mujeres que imploraban, hasta llegar a Amasael, que estaba forzando a la hija de los hombres del cabello oscuro y rizado. Y le dije «detente, Amasael», pues llevaba una gran piedra entre sus manos. Y Amasael giró su cuerpo para mirarme y me respondió «está gritando», y la hija de los hombres gritaba con mucho terror pues toda ella era ahora miedo. «Detente», le dije. Y Amasael me respondió «no para de gritar», y dejó caer la piedra de sus manos y la hija de los hombres de los cabellos oscuros y rizados dejó de gritar y quedó quieta. Y Amasael miró sus manos manchadas de sangre y me dijo «pero qué nos ha sucedido, hermano», se levantó y huyó corriendo hacia el bosque para esconderse. Y el cielo tomó el color de la sangre de los inocentes y desde ese momento todo ha sido llorar y rechinar de dientes para los ángeles culpables, pues no encuentran lugar donde ocultarse.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Un sueño corto (dos)

Sueño que me despierto en un camarote del Crescent City. Miro por la ventanilla y veo que navegamos sobre el Mississippi. Me digo que estoy soñando, pues no es tan fácil reconocer que uno está navegando sobre el Mississippi en el Crescent City, sin más detalles. Vale, es un sueño. Tranquilo. Ahí, bien templado. Llaman a la puerta con dos golpes de nudillos: «señor, le esperan para cenar en la sala de banquetes», escucho. «¿Quién me espera?», pregunto. «Le están esperando, señor», me responde la voz de un muchacho, será un camarero. Parece inquieto. Miro a mi izquierda y veo que hay un frac colgado en un galán de noche. Me quito la camisa de dormir y me pongo los pantalones, la camisa almidonada, el chaleco y, sobre el chaleco, el frac. No me queda mal, es de mi talla. Me miro en el espejo. Me miro de frente, de perfil, doy una vuelta. Me miro de soslayo, hago el gesto de mover la mano al estilo saludo real y el reflejo me devuelve el saludo, a la vez, como hacen los espejos. Pues no me queda mal. Me acerco al espejo. Veo que tengo un bigote nuevo. Lo miro y lo remiro. Me lo toco. Cinco minutos después veo que me reconozco ante el espejo con el bigote, así que ya me veo con suficiente familiaridad con el bigote como para atusármelo. Me lo atuso, primero con inseguridad, luego, en pocos segundos, con la maestría de un buen atusador de bigotes. Llaman de nuevo a la puerta: «Señor, le están esperando». «Voy», contesto. Me calzo los botines, me miro de nuevo en el espejo y me preparo para salir. Salgo del camarote.
Y el cielo está azul y rosa y naranja en tonos muy brillantes.
Y la vegetación tiene mil verdes distintos perfectamente diferenciados.
Y miro mi piel y está azul y rosa y naranja.
Y respiro fuerte y huelo el aire caliente, el olor a humedad de la fruta madura y caliente, de la hierba caliente, de la tierra caliente en una tarde de verano.
El olor del agua verde: huelo la madera húmeda y seca del barco, huelo las algas que lamen el casco bajo mis pies, huelo el ruido seco y grave del motor del barco, su olor a madera húmeda y seca, su olor a aceite negro. Huelo los colores calientes y fríos como nunca los había olido. Y noto que todos los poros de mi piel se abren para recibir la buena nueva.
Y viene el camarero, «señor, le esperan para cenar, acómpáñeme, por favor». Yo lo sigo, detrás, poniendo cara de persona seria. Abre la puerta de la sala de banquetes y me hace un gesto para que pase. Y paso. Habrá que entrar.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Un sueño corto

Sueño que me despierto. Me levanto. Hago pis. bajo a la cocina, meto una dosis en la máquina del Nespresso, que dice que tiene dispensador automático de líquido para taza grande y taza pequeña, taza grande, taza pequeña, pero nanay, hay que estar ahí, viendo cómo baja el café, dándole al botón una y otra vez para llenar la taza (otro día les hablo de mi manía con las tazas y de cómo soy capaz de abrir el lavavajillas cuando se encuentra en plena recreación de La tormenta perfecta para conseguir mi taza favorita. Quedan tres. Pues una de ellas). Si no estás ahí mirando fijo a la taza, o el café se queda corto o el café se derrama. Echo dos cucharadillitas de café mientras el café va cayendo (otro día les cuento mi manía con las cucharillas de café, que tienen que ser de esas pequeñas, no esas de postre o de café con leche, no, esas pequeñas de café solo. Si no hay cucharillas de café de esas pequeñas en el cajón del cubertero, otra vez que me veo abriendo el lavavajillas, cuando está ahí, venga dale, a todo trapo). Cojo el café y me subo al ordenador, le doy al botón para que se encienda la pantalla. Voy al baño de nuevo, me miro al espejo y ¡Santo dios! veo que me he convertido en Eduard Punset. Me miro y me remiro y veo que sí, que soy Eduard Punset. Me acerco al espejo, me alejo de él, miro de soslayo, hago el gesto de mover la mano al estilo saludo real y el reflejo me devuelve el saludo, a la vez, como hacen los espejos. No hay duda, soy Eduard Punset. Tampoco me sorprendo mucho porque estoy en mitad de un sueño y cosas más raras se han visto. Vuelvo al ordenador, escribo la dirección de mi blog, repaso por encima mi última entrada, a ver si le falta alguna coma, o le sobra. Le doy al botón de comentarios. ¡Santo dios! veo que me acaban de meter los comentarios más largos de la historia de los comentarios largos. ¿Pero es que no tienen otra cosa que hacer? me digo, poniendo las manos en alto y llevándomelas luego a la cara en un gesto de desesperación ¡Pero cómo pueden ser tan pesaos! grito. Me despierto con sudores y palpitaciones. Me intento calmar. Me levanto, voy corriendo al baño, me miro al espejo y veo que ya no soy Punset, que ya soy el de siempre. Bravo, bien, bueno, ya se pasó, me digo. Echo un vistazo por la habitación y veo que todo está normal. Normal. La cama está normal, la ropa tirada del día anterior está tirada normal. Todo está normal. Bajo a la cocina. La cocina está normal. Huele a cocina. Un poco a la basura del día anterior, un poco a cocina normal. Respiro con alivio. Cojo una dosis de café para el Nespresso. El gato pasa frotándose entre mis piernas formando una «ese» con su espina dorsal. ¡Hay dios! ¡que no tengo gato!

A la memoria de Scatman Crothers

Hoy recordamos el día de la desaparición de Benjamin Sherman "Scatman" Crothers (23 de mayo de 1910 – 22 de noviembre de 1986), actor, músico y actor de doblaje de series y películas de dibujos animados. Y vamos a recordarlo con esta foto de la revista Hue (agosto de 1954), en la playa, bajo la bailarina Harriet Young, que parece que se le ve muy a gustico.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Traspasando el umbral

—Está muy oscuro.
Me dice.
—Está muy oscuro, no veo nada.
Me dice.
—¿Dónde te encuentras?
Le pregunto.
—No lo sé. No veo nada. Está muy oscuro.
—¿Hace frío o calor?
Le pregunto.
—Hace frío. Está muy oscuro.
Me responde.
H. es un niño rubio, de diez años, que se encuentra perdido.
—¿Sigues ahí?
Le preguntó.
—Sí.
Me responde.
—¡Ahora veo una luz!
Grita.
—¿Cómo es la luz?
Le pregunto.
—Es una luz blanca, muy brillante, pero que no hace daño a los ojos.
Me responde.
Ya está. Uno más. Todos dicen que ven una luz blanca muy brillante que no hace daño a los ojos. Si algo tienen los humanos grabado como a fuego en su ADN, es la frase «Es una luz blanca, muy brillante, pero que no hace daño a los ojos». Si pasan el umbral ya no hay vuelta atrás.
—H. ¿me oyes?
Le pregunto.
—Sí.
Me responde.
—Escucha, H., no te acerques a la luz. ¿Me oyes? no te acerques a la luz.
Le grito.
—La luz me lleva. Viene a mí.
Me responde.
—Escucha, no te acerques a la luz. Huye de la luz. ¿Me has entendido? ¡Huye de la luz!
Le grito.
—H., escucha: ¿ves una especie de cordón umblical todo pringoso y bien tirante que tiene que haber por ahí?
Le digo.
—No veo, sólo veo la luz.
Me responde.
—¡Ah, esto es!
Grita.
—H., escúchame, es muy importante. ¡Aléjate de la luz! ¡Huye de la luz!
—Sí.
Pasan unos segundos, que se me hacen horas. He perdido la conexión.
—¡Aquí está!
Grita.
—¡Bien! ¡agarra ese cordón umbilical! ¡Agárrate a él!
—¡Ya está!
Grita.
Agarro el cordón con mis dos manos y lo enrrollo en uno de mis brazos. Tiro, tiro, tiro con todas mis fuerzas. Tiro con todas mis fuerzas. Tiro con todas mis fuerzas. De entre la bruma lechosa surge una figura, primero una sombra informe, luego, la figura de H. Lo agarro con fuerza, arranco el cordón de mi brazo, lo suelto y cierro la puerta de golpe. ¡Trac!
Abrazo a H. Está tiritando de frío, con el cuerpo lleno de ese moco pegajoso que tienen por costumbre usar en el más allá para envolver a los nuevos.
Lo abrazo durante largo tiempo para que entre en calor.
Le retiro con mis dedos los mocos de la cara. Me quito la chaqueta y lo cubro con ella.
H. se limpia la nariz y me mira fijamente.
—Y... ¿ya está?
Me dice.
—¿Cómo que ya está?
Le pregunto.
—Que si ya está.
Me dice.
—¿Qué quieres pues?
Le pregunto.
–No, no, nada, nada.
Me responde.
—¿Pues qué quieres pues?
Le pregunto.
—No, no, nada, nada.
Me responde.
—No, no, oye, dime qué quieres.
Le digo.
—Hombre, pues ya que estás, que si me llevas a ver High School Musical 3.
Me dice.
—Vale, bien —le digo—, si te iba a llevar igual.

jueves, 20 de noviembre de 2008

The Furtivos

Me llega este afiche que anuncia la presentación del disco recopilatorio de The Furtivos, uno de los grupos más grandes del mundo mundial. Será en Zaragoza, en el bar La Lata de Bombillas. Y, bien, no pueden faltar ustedes. Si pueden ir, vayan. Que no pueden ir, no vayan. Ustedes mismos.

La familia

En la foto, la granja de la familia Beal, en el lado norte de la carretera del telégrafo. De izquierda a derecha: un perrito patiblanco, Mary Beal, Gladys I. Beal, Irene (una sobrina de Mary) y Ralph Beal montado sobre el caballo. Ciudad de Circa, 1910.

martes, 18 de noviembre de 2008

El hombre con rayos X en los ojos se levantó una mañana

El hombre con rayos X en los ojos se levantó una mañana y miró a través de la pared para ver qué tiempo hacía. Y miró y vio que hacía frío a juzgar por lo abrigados que iban los viandantes: sus abrigos de lana, sus chaquetas de paño grueso bajo sus abrigos de lana, sus camisas de franela bajo sus chaquetas de paño grueso, sus camisetas gruesas de invierno bajo sus camisas de franela, los pelos de sus pieles erizados bajo sus camisetas gruesas de invierno, los pulmones encogidos de frío bajo sus pieles. Recogió el periódico que el repartidor había dejado como cada día sobre el escalón de la puerta de entrada al apartamento y se preparó un café en su cafetera mientras comprobaba que debía limpiar de cal el depósito interior de agua y buena parte de sus conductos. El hombre con rayos X en los ojos se sentó frente a la mesa de la cocina con su taza de café para leer el periódico y al fijar la vista en las noticias de la primera página vio el mantel de hule que había debajo del periódico, vio la madera de la mesa que había debajo del mantel de hule, vio sus zapatillas de pana marrón sin talón y suela de goma, sus pies dentro de las zapatillas de pana marrón sin talón y suela de goma, sus venas, sus terminaciones nerviosas, sus músculos, los huesos de sus pies, las baldosas del suelo, el forjado del suelo, el vecino del piso de abajo rascándose la espalda con un rascador-calzador de madera y caña con forma de mano pequeña, el suelo del vecino de abajo, el forjado del suelo del vecino de abajo, la habitación de la familia del primer piso, el perro de la familia del primer piso mordisqueando un juguete de goma amarilla y el suelo de la familia del primer piso. El hombre con rayos X en los ojos cerró el periódico, dejó a un lado la taza de café a medio beber y se volvió a meter en la cama. —Esto no es vida —se dijo—, qué agotador.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Tabaco y mujeres


Unas señoritas vestidas de paquete de tabaco gigante durante una promoción de los cigarrillos Old Gold, año 1956, que demuestra que las cosas que nos gustan por separado a veces combinan mal si las juntamos.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El sacrificio

Y aconteció que Dios llamó a una oveja, y le dijo: «oveja». Y la oveja respondió: «Heme aquí». Y dijo: «Toma ahora tu hijo, tu único, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en sacrificio sobre uno de los montes que yo te diré». Y la oveja se levantó muy de mañana, y tomó consigo dos ovejas familiares suyas, y a su hijo, el carnero, y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó la oveja sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo la oveja a sus compañeras: «Esperad aquí y yo y el carnero, mi hijo, iremos hasta allí, y adoraremos, y volveremos a vosotras». Y llamó la oveja a su hijo y fueron ambos juntos. Entonces habló el carnero a la oveja, su madre, y dijo: «Madre mía». Y ella respondió: «Heme aquí, mi hijo». Y él dijo: «Aquí estamos los dos, pero ¿dónde está la bestia para el sacrificio?». Y respondió su madre, la oveja: «Dios se proveerá de bestia para el sacrificio, hijo mío». E iban juntos. Y como llegaron al lugar que Dios le había dicho, dirigió la oveja a su hijo, y trabó sus cuernos a una zarza que allí había. Y cuando su hijo, el carnero, se vio con los cuernos trabados a la zarza agitó su cuerpo para liberarse, pero, aunque se agitó y cabeceó con todas sus fuerzas, sus esfuerzos fueron en vano. Entonces el ángel de Dios le dio voces del cielo, y dijo: «Oveja, oveja». Y la oveja respondió: «Heme aquí». Y dijo: «Tu trabajo ya ha terminado, oveja, ya puedes marchar, deja aquí a tu hijo y tú vuelve con las demás, al rebaño». Y la oveja giró la cabeza para mirar a su hijo y sintió mucho pesar, y se le hizo un nudo en la garganta que le impidió decir palabra para despedirse. Y bajó por la ladera con la cabeza gacha y con mucho dolor en su espíritu. Y entonces vio cómo subía por el camino un hombre con un muchacho que llevaba leña sobre los hombros y un gran cuchillo. Y la oveja sintió mucho miedo en todo su cuerpo, y sintió que sus patas temblaban como las hojas de los sauces y que sus ojos se llenaban de lágrimas. Y bajó corriendo por la ladera y sus balidos se escucharon en el valle durante toda la noche, hasta la mañana siguiente, y la noche siguiente volvió a lamentarse, y así se escuchó en todo el valle, y así hasta trescientas noches que no dejó de balar.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Un gran día

Hoy, 9 de noviembre, se celebra el día del Inventor en honor a Hedwig Eva Maria Kiesler, después conocida como Hedy Lamarr, la ingeniera en telecomunicaciones austríaca más guapa de todo Hollywood.
¿Que no se han preocupado por saber sobre la vida de Hedy Lamarr? no se la pierdan, es lo más grande que hay.

Apostilla televisiva: hoy jueves, 13 de noviembre, Jorge Fernández, en La ruleta de la suerte de Antena 3, ha empezado el programa recordando a Hedy Lamarr como inventora. A ver si va a resultar que Jorge Fernández se pasa por este blog, o algún guionista o algo. Qué alegría más grande.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Una noche en el teatro

Cuando murió se vio de pronto sentado en la última fila de un teatro igual que el teatro dal Verme de Milán. Miró hacia atrás y observó que el patio de butacas era mucho más amplio de lo que pensaba. Hubiera creído que ese patio era infinito a no ser por unos hombres que movían los brazos de un lado a otro que percibió al fondo, apoyados en la pared. Miró al frente y vio un escenario iluminado y vacío. Esperó unos minutos, miró atrás y vio una pared desconchada y oscura a menos de un metro del respaldo de su asiento. «Es de noche», se dijo, y a los pocos segundos pensó que no podía saber si era de noche o de día pues se encontraba en un recinto cerrado. «Sé que es de noche porque estoy muerto», pensó, y no pensó mal. Al contrario de lo que le habían dicho en vida, sentirse muerto no le produjo ninguna sensación de calma, de bienestar o de placidez. Bien al contrario, se sentía molesto, inquieto, le picaba todo. Miró al fondo y de nuevo vio un patio de butacas interminable con unos hombres que movían los brazos de un lado a otro. Miró al escenario, que se iluminó gradualmente. De los dos lados del escenario salieron más de de treinta, quizá cuarenta actores disfrazados de chinos mandarines, que bailaban al son de una música oriental. Miró hacia atrás y vio un espacio inerminable, oscuro, infinito. Miró al escenario y vio cómo un prestidigitador sacaba violentamente unas palomas del cuello de su ayudante. Primero una, luego otra, así más de veinte. Giró la cabeza y se encontró con una mujer que le dijo al oído «estás muerto, está bien así, nada puedes hacer». Giró la cabeza hacia el escenario y vio un bonito espectáculo de perritos amaestrados. Giró la cabeza hacia atrás y se encontró con un enorme telar de tapices que representaba la imagen del interior del teatro dal Verme de Milán con su figura medio tejida, sentada en una butaca, bordada en brillantes colores. Se dijo «estoy muerto, lo sé». En el escenario, un domador de pingüinos saluda al público con grandes aspavientos al inicio de su espectáculo.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Vuelve Silvana Mangano


En la foto, un Kirk Douglas todo morenote charla con Silvana Mangano durante un descanso del rodaje de la película Ulises, un 16 de septiembre de 1953 en Roma. Silvana está, una vez más, guapa. Miren qué bien coloca la mano con el cigarrillo, miren qué tensión en la mano que apoya sobre el brazo del sillón. Está más que guapa. Kirk, morenote. «¿Y la escoba?» se preguntarán, «¿y la escoba?». No quiero hablar de la escoba. Quiero hablar de Silvana. Qué guapa. «¿Y la escoba?», pues no lo sé, no pregunten por la escoba, pero no me negarán que la unión de las tres cosas: Kirk morenote a calzón quitao, Silvana con vestido negro y la escoba, convierten esta imagen en un capricho del CFNM más coqueto y recatado.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La casita

Hará ya cosa de veinte años que compré ese pequeño terreno en mitad del bosque de Thüringen. Heredé una cantidad de dinero tras la muerte de mi marido, Alexander, y lo utilicé para levantar lo que sería mi nuevo hogar. Es una casa pequeña y humilde, con un dormitorio, un cuarto de estar, un baño, un pequeño establo que utilizo como granero y despensa y una amplia cocina. Allí paso la mayor parte del tiempo. Cocino a todas horas, por la mañana, por la tarde y antes de irme a la cama. Soy una gran cocinera, señor. En la cocina fabriqué los cimientos de mi casa con grandes ladrillos de bizcocho, las tejas de chocolate negro que cubren el tejado, los ventanales de cristal de caramelo de colores, las baldosas, que fabriqué en porciones de pasta de azúcar y coloqué con esmero para cubrir el suelo de las dos plantas. También en la cocina confeccioné las cortinas, los cojines y el colchón, que preparé con mullidas nubes de malvavisco. Tardé más de quince años en acabar la casa. Más de quince años levantándome de madrugada para fabricar litros de almíbar, bollos, bizcochos, crema pastelera y pasta de chocolate. Entonces llegaron esos dos niños. Rompieron la valla de azúcar de la entrada y se dedicaron a arrancar los cristales, morder las tejas y lamer las paredes. Entonces enloquecí, ver aquello me volvió loca y quise darles un escarmiento. Enloquecí, señor, me volví loca. Desearía que se pusiera en mi lugar, al menos por un momento ¡me costó tantos desvelos, tanto sufrimiento terminar mi querido hogar! Es lo único que poseo en la vida. Tenga piedad, señor juez, tenga piedad.

martes, 4 de noviembre de 2008

El verde hospital

El olor de los hospitales, cuando se queda en la ropa, huele a verde hospital. Es un verde que no tiene nada que ver con el verde bosque, el verde musgo, el verde manzana o el verde rana. Es un verde triste, que le falta amarillo y le sobra un poco de rojo y de negro. Es un verde sin la luz y la alegría cincuentas del azul piscina de los coches americanos. Es un verde que no sabe si ser militar o aséptico. Es un verde que huele triste. A veces los hospitales huelen a dulce, pero es un dulce triste. Es el olor dulce de una clase de niños después del recreo que se han encontrado de pronto con el desencanto. Es un olor dulce que te pone lo pies en la tierra y a poco que te descuides se te lleva con ella. Pero no todo iba a ser malo, también hay doctoras muy guapas y enfermeras muy guapas.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Los muertos

Los muertos también se mueren. Lo único que los diferencia de los vivos es que los muertos deciden cuándo quieren morir. Algunos muertos, cuando ya se ven hartos de ir de un sitio a otro dando sustos, de vigilar a los familiares, de enviar comunicados espectrales a los mediums y de tirar nueces de los árboles para que las recojan los niños, deciden que están cansados y que prefieren morir. Así lo dicen: «Mañana me muero». A los demás muertos les parece bien pues ya tienen la costumbre de ver que, quién más quién menos, se encuentra cansado y quiere pasar a mejor muerte. Organizan una ceremonia sencilla, sin misas ni entierros, quedan con los demás muertos en una sala que hay para esos acontecimientos, charlan un poco, se abrazan y se despiden. «¿Ya te has cansado?» le dicen «¿No estás bien entre nosotros, estás seguro de que te quieres morir?», y el muerto les dice que sí, que ya es hora de descansar. Besa a los más queridos y se despide de los demás con la mano mientras se va por un pasillo muy estrecho. Al final del pasillo hay una habitación chiquita, con una cama pequeña pero muy cómoda, que tiene un colchón cálido y mullido. El muerto se mete en la cama, se cubre con una manta que le recuerda a las mantas de cuando era niño y con el calor que le pone rojas las orejas y los olores de su primera habitación va dejando que le venga la muerte. «Ay, qué descanso», dice, y ya se deja morir.

jueves, 30 de octubre de 2008

Los moleskines

Hoy, en la tienda, a eso de las once, entra un comprador con una mochila al hombro.
—Hola, tienes moleskines?
—¿Qué es eso?—le pregunto.
—Moleskines, moleskines ¿qué van a ser? —me responde nervioso mientras se ajusta las gafas con el dedo índice sobre el puente de la nariz.
—Ah —le digo con cierto desdén—, moleskines. Pues no, no tengo.
—¿Sabes si por aquí hay alguna tienda donde vendan moleskines?
—Pues no, lo lamento, no te puedo ayudar.
—¿Sabes? es que me voy de viaje y, bueno, es que no puedo meterme en un avión sin mi moleskine.
Le digo que no sé dónde puede encontrar moleskines, pero que por si acaso mire en la farmacia que está justo enfrente. Sale corriendo. Veo que entra en la farmacia, pregunta a Patri, Patri lo mira raro, le enseña unos parches adelgazantes, mueve la cabeza de un lado a otro. Al poco rato veo que el chico sale de la farmacia corriendo hacia la plaza.
Doce y cuarto de la mañana, entra otro comprador.
—Hola.
—Hola.
—¿Tienes moleskines?
—No tengo, no —le respondo sonriente. Qué digo sonriente, con la mejor de mis sonrisas.
—Vale, chao.
Se va, me deja con la sonrisa helada en la boca. Otro que pide moleskines. Llamo por teléfono a Fran, que es un tipo que sabe de todo.
—Dígame.
—Mé.
—Hombre, cuánto tiempo.
—Hombre, un día no más, que ayer hablamos.
—Es verdad, sí.
—Oye, Fran, que te llamo para preguntarte qué son los moleskines.
—¿Moleskines?
—Sí, moleskines.
—¿Moleskines?
—Sí, moleskines.
—¿Que no sabes qué son los moleskines?
—Para eso te llamo, tú que lo sabes todo —ya dije que Fran sabe de todo. No le preguntes por el año de la batalla de Lepanto, que eso no lo sabrá, pero luego es capaz de decirte de carrerilla la filmografía completa de Orson Welles, con los nombres y apellidos de los cámaras, los maquiladores, los ayudantes de cámara, los de vestuario, los de foto fija, todos y cada uno. Tiene una cabeza rara el Fran.
—Hombre, los moleskines son unos cuadernos que se han puesto muy de moda. Unos cuadernos, como los que tienes en la tienda, pero de marca. Hacen furor entre los pijolabas. Se los llevan de viaje y ahí pegan sus tarjetitas del metro, sus papeles de caramelos, sus fotitos... ¿Que se comen un melón? pues arrancan la pegatina del melón y la pegan en el moleskine. Y debajo escriben «Pegatina de Melón. Nos lo comimos en una terraza de Cadaqués» y cosas así. Carlos, el Tontoligo, tiene la casa llena de moleskines con cosas de esas.
—Hostia, el Carlos.
—Que sí. Estanterías llenas con moleskines de cada uno de sus viajes. Yo le vi el primero que hizo, el del viaje a Estambul y, oye, aún estaba bonito, que además de pegatinas le había hecho unos dibujitos al natural, unas señales de tráfico pintadas con rotulador, un poco de todo, y estaba bonito de ver. Pero ojo, es que ahora lo menos tiene doscientos, y cada vez que vas a su casa te los enseña. «Mira, jaja, el burrito con gorro, mira, jaja, qué buena esta foto, mira jaja, este ticket, qué supercutre» y ya es que no hay quién lo aguante. La Carma ya me ha dicho que no quiere volver a su casa, que se agobia, no te digo más, para que se agobie la Carma...
—Ah, así que eso son los moleskines... —le digo—, oye, gracias. Que te cuelgo, que entra uno.
Entra un nuevo comprador.
—Hola ¿Tienes moleskines?
—No, no tengo.
—Ay, qué puñeta.
—Tengo otros cuadernos —le indico mostrándole la estantería—, si le sirven.
—Pero no —me responde seco—, yo necesito un moleskine.
—¿Y qué tienen de especial los moleskines?
—Hombre, que son moleskines ¡Son los cuadernos que usaba Hemingway!
—Pues anda que no estarán viejos.
—¿Pero qué dice? —el tipo me mira mal, levantando tanto la nariz que hasta le veo los pelos internarinales—. Yo sólo escribo en moleskines. Los moleskines son... —y aquí adopta un tono lento y melifluo, sin tilde, moviendo las manos con los dedos hacia arriba, como si fueran dos pulpos tripa arriba a punto de morir al sol—, cómo diría yo... la inspiración del literato, el cuaderno de bitácora del viajero de las palabras..., la pizarra donde los sentimientos...
—Pues no tengo, no —le espeto cortándole la frase—, ni creo que vaya a tener.
—Está bien, adiós.
—Adiós.
El tipo se gira y se va, ofendido.
Cuatro de la tarde. Recién subo la persiana, doy la luz del interior y enciendo la registradora, entra un nuevo comprador.
—Hola, buenas tardes.
—Buenas tardes.
—Una pregunta ¿tienes cuadernos de dibujo?
—Sí, mira —le señalo la estantería de los cuadernos de dibujo.
—El chico mira arriba y abajo. Revuelve. Se agacha para buscar en la balda inferior. Se gira hacia mí.
—¿No tienes moleskines?
—No, moleskines no tengo.
—Ah...
—Pero cuadernos de dibujo tienes muchos modelos. Tienes estos de Guarro para bocetos, este otro de papel de acuarela, este para dibujo técnico.
—Ya, ya, pero no. Yo quería un moleskine.
—¿Y qué tiene de especial el moleskine ese?
—Hombre, el moleskine es el moleskine. Lo usaban Van Gogh, Matisse y hasta Picasso.
—Ah, muy bien.
—Y además tiene una gomita para cerrarlo, y un bolsillito para meter papelines... vaya, lo que viene siendo un moleskine.
—Pues no tengo no.
El chico saca de una bolsa un cuaderno viejo con las esquinas gastadas.
—Mira. Esto es un Moleskine.
Lo miro. Parece un cuaderno normal de tapas negras. Lo abre. Está todo lleno de dibujos.
—Es que ahora, oye, si dibujas y no lo haces en un moleskine, es que no te aprecian tu arte.
Miro sus dibujos y pienso para adentro que si no le aprecian su arte será porque sus dibujos son una puta mierda, estén hechos sobre un moleskine o no. El chico, como no me ve muy interesado por seguir mirando su obra, cierra el cuaderno y lo ajusta con la gomita.
Plac.
—Pues nada, chico. Mira a ver en la librería Hermanos Molina, pasada la plaza a la derecha, que igual ahí encuentras, que suelen tener cosas de esas.
—Bueno, gracias, adiós.
Adiós le digo. El chico se va en la dirección que le indico. Empiezo a pensar que no me he enterado de que en mitad de la ciudad ha caído una bomba que ha vuelto tontos a todos los compradores. Me acerco a la puerta. Veo que la gente camina como siempre; primero un pie, luego otro. Todo normal. Vuelvo al mostrador.
Entra un nuevo cliente.
—Hola.
—Hola.
—Oye ¿tienes agendas moleskine?
—No tengo no.
—¿No tienes?
—No tengo.
—Pues vaya mierda de papelería. No tener moleskines.
—Pues vale —le digo.
El tipo cierra de un portazo. Cojo una agenda Myrga, la más gorda, la que tiene hasta planos de toda Europa, bloc de notas, pequeño traductor y tabla de añadas de vinos, encuadernado en guaflex con anillas. Abro la puerta, tomo impulso y se la tiro a la cabeza, con todas mis ganas. El tipo cae, se lleva la mano a la cabeza, se levanta y sale corriendo como alma que lleva el diablo. La agenda se queda en mitad de la acera. Se ve que esa no le sirve. Que sólo es de moleskines.
Hale, pues uno menos. Éste ya no vuelve. Mejor.

domingo, 26 de octubre de 2008

El perro

El perro me dijo: «Si veo que me tienes miedo, iré a morderte». «¿Y si no te tengo miedo?», le pregunté. «Iré a morderte igual», me contestó. «Está sobrevalorado eso de que los perros mordemos cuando vemos que el otro tiene miedo. Bien, es verdad, nos gusta ver el miedo en el otro, pero no por ello nos vamos a tirar a morderle. Los perros a veces mordemos por gusto, por morder, porque nos duelen las encías, porque no nos duelen las encías. Nos gusta morder. No es plato de buen gusto encontrarte con esa persona atemorizada ante ti temblando de miedo. A veces los mordemos y otras veces no. El oficio de morder es otra cosa. Hay veces que te encuentras con ese humano que dice que no te tiene miedo, ese humano que te rasca el lomo a contrapelo, y te dices, zasca, a este humano es al que voy a morder. Y lo muerdes con gusto, no con saña, con el gusto de morderlo bien. Ahí tú y tus tonterías de "yo me llevo muy bien con los animales", pues llévate bien, pero el bocao no te lo quitas. Es casi un oficio. Hay que saber morder bien. Morder y aguantar como un buen perro mientras te golpean en el oído para que sueltes la presa. Morder por gusto, de improviso, a traición, de vuelta. Morder por morder. Un buen mordisco. Aquí estoy. Acabo de aparecer en tu vida y no me olvidarás mientras no se borre la herida. Aquí estoy. Soy el perro que te muerde sin razón aparente. No busques más razonamientos. Soy un perro».
—¿Entonces me vas a morder o no? —le pregunté.
—Hoy no, que se me ha ido toda la fuerza por la boca —me contestó—, pero que mañana no te vea rondando por aquí.

sábado, 25 de octubre de 2008

Casandra, hoy se cumplirá la profecía

El hombre, sentado en una silla frente a la pitonisa, se rasca la rodilla con su mano derecha. Afuera, cuatro calles más abajo, dos perros ladran.
—Necesito saber qué me deparará el futuro.
Casandra mira el rostro del hombre. Mira sus ojos, del color de la aguamarina, que le devuelven la mirada durante unos segundos y luego saltan hacia un punto lejano de la habitación. Mira su nariz, angulosa, estrecha y larga. Mira su bigote castaño y descuidado. Primero el lado izquierdo y luego el lado derecho. Mira su boca, con los labios apretados y nerviosos. Baja con su mirada por la mandíbula hasta la barbilla, de la barbilla hasta su cuello; de su cuello a la nuez de adán, de la nuez de adán al cuello de la camisa. El hombre lleva un traje marrón oscuro, una desgastada camisa de algodón de color beige abotonada hasta el cuello, sin corbata. Su piel es oscura, como la piel de las personas que han trabajado duramente desde niños a pleno sol. Todo el hombre es de color marrón. Tostado, oscuro, todo él parece hecho de tierra, salvo sus ojos, que son luminosos, de un azul muy claro y transparente.
—¿Ve algo? —le dice el hombre. Y Casandra baja la vista y observa su manos, que ahora reposan extendidas apoyadas sobre la mesa. Son fuertes y grandes, oscuras y nudosas, como tallas de madera.
—Encontrarás una mujer maravillosa, que llenará tu hogar de amor y te dará dos preciosos hijos.
—Perdone, pero me cuesta creerle —le dice el hombre—. ¿Sabe? la vida no ha querido que tuviera mucha suerte.
—La tendrás —le dice Casandra, mientras se retira el pelo de la cara— No hace falta que me creas. Así será.

viernes, 24 de octubre de 2008

Dormir

No soy, me cuesta reconocerlo, un durmiente discreto y atractivo. La mayoría de la gente, cuando duerme, parece que necesita una manta; yo parezco necesitar atención médica. Duermo como si me hubieran inyectado un potente relajante muscular en fase experimental. Se me abren las piernas de forma grotesca y provocativa; me cuelgan los nudillos a ras del suelo. Todo lo que tengo dentro —lengua, campanilla, babas o aire intestinal— pugna por salir afuera. De vez en cuando, como uno de esos patos de juguete que bajan la cabeza, la mía cae hacia delante y vacío casi un litro de saliva viscosa en las rodillas, y luego cae hacia atrás para recargarse emitiendo un ruido parecido al de una cisterna de retrete al llenarse. Y ronco, con fuerza y constancia, como un personaje de dibujos animados, con los labios gomosos temblequeantes y emitiendo prolongadas exhalaciones a modo de válvula de vapor. Durante largos períodos me quedo inmóvil de una forma anormal, lo que hace que los observadores intercambien miradas y se acerquen a observarme con cierta preocupación; entonces me pongo artificialmente rígido y, después de una agustiosa pausa, empiezo a agitarme y a sacudirme en una serie de espasmos corporales que recuerdan los de una silla eléctrica cuando se acciona el interruptor. Después me estremezco un par de veces de forma excéntrica y afeminada y, cuando me despierto, descubro que todo movimiento en un radio de 500 m se ha detenido y los niños menores de ocho años se agarran a las faldas de sus madres. Es un peso terrible con el que tengo que cargar.
Bill Bryson, En las antípodas, RBA editores, Barcelona, 2006.

jueves, 23 de octubre de 2008

San Mateo y el rechinar de dientes

...mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
(Mateo 8,12)

...y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
(Mateo 13,42)

...y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
(Mateo 13,50)

Entonces el rey dijo a los sirvientes: «Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes».
(Mateo 22,13)

Le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
(Mateo 24,51)

Tras una cuidadosa lectura del Evangelio de San Mateo, lo que más nos sorprenda tal vez sea la fijación que el autor tenía con el rechinar de dientes. Así, en el Evangelio de la infancia, juventud y edad madurita de San Mateo (manuscrito pseudoepigráfico probablemente escrito originalmente en arameo, del que se hallaron unos pocos rollos, traducidos al griego en el siglo II) podemos encontrar que la aversión que tenía Mateo por el bruxismo fue provocada, posiblemente, por la enfermedad nerviosa que padecía su esposa. En el pasaje del rollo 32 de la obra anteriormente citada leemos:

...Y Mateo se levantaba todos los días muy temprano al amanecer, pues Jesucristo apuntó a todos sus discípulos a un taller de expresión corporal, pues decía que con esas enseñanzas tonificarían la mente y el cuerpo. Y llegó el día Iom Tov shel Galuiot, que era un gran día de fiesta para Mateo, pues ese día no tenía que ir al taller de expresión corporal y no debía levantarse temprano. Y así Mateo decidió quedarse unas horas más en la cama, pero a su lado dormía Batsheba, su esposa, que sufría de rechinar de dientes. Mateo despertó y le dijo a su esposa: «Despierta, mujer, despierta, tus dientes están rechinando, me despertaron y ahora no me dejas dormir». Y Batsheba despertó y le dijo a Mateo: «¿Qué sucede, esposo mío?», «¿Qué me va a pasar?», respondió Mateo «Que mañana se celebra el día Iom Tov shel Galuiot, y como es el único día que no debo ir al taller de expresión corporal al que nos apuntó el Maestro pues puedo dormir más horas, pero no me dejas, pues estás ahí dale que te dale con tu incesante rechinar de dientes». «Pues vete a la cama de la habitación pequeña», le dijo Batsheba. «Sabes, esposa mía, que en esa cama no cojo el sueño, pues el colchón es duro y la manta, desde que dejaste allí dormir a tu hermano, me provoca picores». «Pues duerme en el sofá, esposo mío», le respondió Batsheba. «Sabes, esposa mía, que en el sofá tampoco cojo [el sueño], pues entre cojín y cojín se queda un espacio hueco, se me enfría el costado y luego ando todo el día aquejado de fuertes dolores», le contestó Mateo. «Pues tira, que ya me levanto, que me has desvelado y no puedo ya coger el sueño», respondió Batsheba y al momento se levantó y ya se dispuso a hacer sus cosas. Y así fue como Mateo volvió a coger el sueño y durmió varias horas más la noche anterior al día [Iom Tov shel Galuiot].
... Y llegó el día quincuagésimo del taller de expresión corporal y mientras el monitor gritaba a sus alumnos que sacaran el animal que llevaban dentro y, así, unos representaban a un gato, otros a una cabra, otros a un perro y otros a un elefante con mucha gestualidad, Mateo dirigióse a Jesús: «Jesús, tengo un gran problema en mi casa, mi esposa no me deja dormir, pues por las noches tiene gran rechinar de dientes». Y Jesús le preguntó «¿Ya le das de comer pipas de calabaza, no vaya a ser que tenga lombrices?». Y Mateo le contestó «Así es, Señor, mi esposa come [pipas de calabaza] desde hace años, pero sigue con el rechinar de dientes». «Entonces, Mateo, lo que tienes que comprarle es una férula dental». Y Mateo le compró una férula dental a su esposa, Batsheba, y a partir de ese día su esposa dejó de sufrir de rechinar de dientes, pero Mateo siguió sin poder conciliar el sueño, pues ya se había acostumbrado a escuchar el ruidico y ahora, con su ausencia, lo echaba en falta.

lunes, 20 de octubre de 2008

Las paredes oyen

Las paredes oyen y, en algunos casos, hacen comentarios. Así sucedió en la casa de la señora Luana Enescu, en Botoşani. La señora Enescu se vio sorprendida en la madrugada del 12 de marzo de 1967 cuando tras decir en alto la frase «Ay, si las paredes hablaran» escuchó que el tabique orientado al oeste de su dormitorio, construido con ladrillo hueco de 115 mm de ancho, contestaba «sí que hablamos, pero lo que nos cuesta es lanzarnos». A partir de ese día, la señora Enescu descubrió que convivía con una pared parlante. «Las primeras semanas me pareció algo gracioso, pero, conforme pasó el tiempo, cada día me resultó más cargante el diálogo de esa pared –explica la señora Enescu—, unas veces hablaba durante toda la tarde, otras veces me despertaba a las cuatro de la mañana para contarme chismes del anterior inquilino; otras, hacía críticas negativas sobre mi peinado o sobre mi forma de vestir». Pasados unos meses, la situación se hizo insostenible para la señora Enescu, «me despertaba de madrugada vociferando canciones populares moldavas, recitaba poemas y gritaba frases sin sentido». El 21 de octubre de 1969, la señora Enescu mandó tirar el tabique parlante, «me quedé muy tranquila y contenta, ahora tengo unido el dormitorio con la despensa y con solo alargar el brazo puedo coger los botes de encurtidos desde la cama y servirme mientras veo la televisión».

miércoles, 15 de octubre de 2008

Curso de Nueva Cocina Aragonesa

Si desean ver el primer capítulo del Curso de Nueva Cocina Aragonesa, pinchen aquí.
Si desean ver el segundo capítulo del Curso de Nueva Cocina Aragonesa, pinchen aquí.
Si desean ver el tercer capítulo del Curso de Nueva Cocina Aragonesa, pinchen aquí.

Recetas sencillas y prácticas que encandilarán a sus invitados.

domingo, 12 de octubre de 2008

Notas sobre la máquina para viajar al pasado y sus repercusiones

La máquina para viajar al pasado que construyó el fabricante de máquinas bordadoras y licenciado en Ciencias de la Computación por la Universidad de Bangor Phineas Saldmon en el año 1986 en los bajos de su taller ubicado en Gwynedd (Gales) sólo le permitió realizar un total de ocho viajes. Un primer viaje, que le transportó siete horas antes; un segundo viaje, que le llevó 38 días antes; un accidentado tercer viaje, que le llevó 23 días antes y del que volvió al presente con varias fracturas, dos de ellas, de carpo y metacarpo, de consideración; un cuarto viaje, que realizó dos meses después, ya recuperado, y que le llevo al año 1912; un quinto viaje, que le transportó al año 1850 y del que se conserva una fotografía; un sexto viaje, a mediados del siglo XVI; un séptimo viaje, que le llevó a la primavera del año 1972 y un octavo viaje, el más largo y complicado que, supuestamente y, a juzgar por los datos recogidos en la caja negra del aparato, le trasladó a la segunda mitad del siglo XII. Los ocho viajes al pasado de Phineas Saldmon fueron los causantes de la formación de ocho mundos paralelos que coexisten con el nuestro. Así, en este mismo momento en el que usted está leyendo estas líneas pero en otro mundo paralelo hay otro usted igual que usted haciendo un viaje en autobús; otro usted igual que usted, pero con el pelo más cardado, durmiendo; otro usted igual que usted, luchando contra una enorme araña de ocho metros, ojos saltones y colmillos afilados de color rojo oscuro; otro usted igual que usted durmiendo con un sueño más pesado que en el otro mundo paralelo; otro usted igual que usted viajando en un autobús a la vez que se rasca detrás de la oreja y mira por la ventanilla; otro usted igual que usted aullando en mitad de un bosque; otro usted igual que usted tocando una guitarra pequeña y otro usted igual que usted caminando por una calle mientras escucha que la persona que va delante le dice «corre, si no vamos más deprisa no vamos a llegar».

sábado, 4 de octubre de 2008

De por qué hay ladillas en el mundo

Y llegó el día anterior al Diluvio. Y Sem se acercó a su padre, Noé, y le dijo: «Padre, en la puerta número quince hay una pareja de Phthirus pubis, el uno macho, la otra hembra, esperando que les concedamos acceso a la nave». Noé giró su cabeza, miró a su primogénito y le preguntó: «¿Son criaturas marinas o que viven en el agua?», «No, padre», le contestó Sem. «Pues entonces, bien tendrán un sitio en el arca», dijo Noé. «Pero, padre, hace tres días que ya dimos aceso a la pareja de gorilas, el uno macho, la otra hembra, infestados de Pthirus gorillae, así que pienso que tal vez no sea necesario meter una pareja de Phthirus pubis, pues son de naturaleza parecida», dijo Sem. «Serán de naturaleza parecida, pero no de la misma, pues Dios quiso que fueran diferentes, así que bien merecido tienen su sitio en el arca», dijo Noé. «Está bien lo que tú ordenes padre, pues las palabras que salen de tu boca son siempre sabias, pero insisto que tal vez no sea necesario que esa pareja de Phthirus pubis entre en el arca», contestó Sem. «No, si lo hago más que nada por joder a las generaciones venideras y por darles quebraderos de cabeza a los evangelicalistas, que van a ser muy pesaos, a ver cómo carajo dan sentido a esos bichos creados por el Altísimo», dijo Noé. «En verdad que tienes razón, padre, cuando dices que los evangelicalistas van a ser muy pesaos, y como así quieres que sea, haré entrar a la pareja de Phthirus pubis en el arca», dijo Sem, reverenciando a su santo padre. Y así fue cómo la pareja de Phthirus pubis, el uno macho, la otra hembra, entraron en el arca y por eso aún siguen entre nosotros.

viernes, 3 de octubre de 2008

Bienvenidos al único blog que celebra el cumpleaños de Charles Middleton


Así es, hoy el el cumpleaños de Charles Middleton y vamos a celebrarlo colocando una foto de Charles Middleton poniendo gesto de Ming con tres chicas guapas detrás en el año 1938.
¡Felicidades, Charles Middleton!

Si quieren ver la primera parte de una muestra de cine independiente, no tienen más que darle aquí, y aquí si desean ver la segunda y última parte.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Marinerotes

Tras dar por finalizada la encuesta sobre los gustos de nuestros lectores y obtener el mayor número de votaciones en la casilla «¡eso, eso, marinerotes!», este blog, que como único deseo tiene satisfacer la demanda de sus visitantes, les ofrece, eso, una foto de marinerotes.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Plutón BRB Nero

El miércoles 24 a las 23:00 h en La 2 de TVE, estreno universal.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Paseo por el jardín del paraíso

En 1946, William Eugene Smith, tras casi dos años de encontrarse hecho un asco y de sufrir numerosas operaciones de reconstrucción maxilar (el 22 de mayo de 1945, una esquirla de metralla le hirió en la mano izquierda y en la mandíbula cuando realizaba el trabajo para la revista Life «Veinticuatro horas de la jornada de un soldado de infantería», siguiendo al soldado raso Terry Moore durante la decimotercera campaña de Okinawa. Tras el suceso se vio obligado a abandonar el trabajo), tomó de nuevo su cámara y fotografió a sus dos hijos de paseo por el bosque. La tituló Paseo por el jardín del paraíso. Dicen que es la fotografía más conocida del siglo XX. Posiblemente sea una de las imágenes que más comentarios blandengues y y melifluos ha recibido de todas las fotografías del mundo mundial. Que si los niños surgen de la oscuridad cavernosa para encontrarse con el futuro, que si es la foto que muestra la esperanza después de la segunda guerra mundial... Les falta poco para compararla con esos dibujos horrorosos y cabezones de «Amor es...» que se pusieron de moda hace años (desconfíe si su pareja conserva ese libro en su librería o, aún peor, si tiene un pijama con los dos personajes desnuditos en la pechera y le invita a ponerse un esquijama a juego). A mí me parece que los niños de la foto son Hansel y Gretel y me gusta imaginarlo así. Once años después, Hansel y Gretel se habían convertido en dos preadolescentes pesaos pidepropinas y Eugene Smith abandonó a su familia, se fue a vivir a una buhardilla de Manhattan y se hizo beat y fiestero nocturno.

viernes, 19 de septiembre de 2008

El cuento cursi de las cinco de la mañana

Dicen que una buena parte de los pacientes que han sufrido la amputación del algún miembro sienten su fantasma durante tiempo. Años, toda una vida también. El fantasma de una parte de su cuerpo que ya no está pero que ellos ven o sienten (unas veces les causa molestias; otras les produce dolor; otras les incomoda para realizar ciertas tareas, como le sucedía a aquel marinero que perdió el dedo índice de su mano derecha y durante cuarenta años temió sacarse un ojo con el miembro amputado cada vez que se rascaba la nariz). F. perdió a su novia, y tan acomodado estaba a ella que sintió que le acompañaba su fantasma durante muchos años. F. hacía una vida normal. Se levantaba temprano para ir a trabajar y daba un beso al fantasma de su novia. Volvía por la noche y preparaba la cena con el fantasma de su novia. Se acostaba junto al fantasma de su novia y le contaba todo lo que le había acontecido en el día. Una vida normal con un fantasma. Cuando su novia aún no era un fantasma, F. solía acompañarla al cine los domingos por la tarde (cómo le gustaba el cine a esa mujer), hiciera frío o calor, aunque cayeran chuzos de punta. F. salía del cine con su novia a eso de las siete, rodeando sus hombros con el brazo derecho. Pasaron tantos años de noviazgo con su novia antes de que se convirtiera en fantasma que aquello se convirtió en costumbre y, varios años después de la desaparición de su novia, F. seguía yendo cada domingo al cine, de cinco a siete. Compraba dos entradas en la taquilla, dos paquetes grandes de palomitas (unas con sal, otras, de esas de colores azucaradas), regalices rojos y negros, altramuces y caramelos blandos y veía con su novia fantasma el estreno de la semana. A F. le gustaban las películas del Oeste, pero su novia era más de películas románticas y cuando coincidía que veían una película de vaqueros cariñosos se sentían muy felices los dos. A la salida, F. tomaba el fantasma de su novia con el brazo, apoyando la mano en su hombro de novia fantasma. Eso resultaba bien raro para la gente que veía a F. caminado por la calle con el brazo en alto, como si lo tuviera escayolado o llevara un enorme paquete invisible. Aquí, en este momento, entra S., que era una mujer bien bonita que siempre estuvo por los huesos de F., aunque él nunca se percatara de aquello. Lo quiso desde el primer momento que lo vio, en clase de primaria, incluso se acordaba de la ropa que llevaba ese día cuando entró en clase por primera vez, cinco minutos tarde y mirando de un lado a otro. S., la chica bonita, lo seguía con la mirada, a escondidas, todos los domingos a la salida del cine, en un tiempo, cuando paseaba con su novia, después, cuando paseaba con el brazo levantado y todo el mundo se reía de él tomándolo por un loco. Un día, S. se armó de valor y corrió de puntillas tras F. y, cuando estaba bien cerca de él, agachó su cabeza, dio un respingo y se acomodó bajo el brazo de F. F., tan absorto estaba con su novia fantasma que no se dio cuenta de aquello, tampoco de los dos años siguientes en los que F. se levantaba para ir al trabajo y le daba un beso, o cuando hacían la cena juntos, o cuando le contaba todo lo que le había sucedido en el trabajo a lo largo del día y la llamaba con el nombre de la novia fantasma. Una noche, mientras veían la televisión, F. giró la cabeza y se encontró con S. «Pero ¿qué haces tú aquí?» le dijo. y S. le respondió «Pues mira, aquí estoy». F. acababa de perder de vista al fantasma de su novia. Le quedaba una oportunidad para no volver a ser tan comodón.

martes, 16 de septiembre de 2008

Casco no retornable

El Lone Star fue uno de los 16 grandes buques de transporte de la Emergency Fleet Corporation que prestaron sus servicios a la Armada americana en la Primera Guerra Mundial. Tras el armisticio, en 1918, los buques de esta clase fueron reconvertidos en barcos de transporte de pasajeros. Posteriormente, en 1940, una compañía de trasportes belga lo compró. Pocos meses después, el Lone Star fue bombardeado por aviones alemanes.
En la foto, la señorita Georgiana W. Dean bautiza el casco del barco Lone Star con una botella de champagne momentos antes de la botadura en su nueva etapa como barco de tranporte para pasajeros el 23 de diciembre de 1920.
La he encontrado en ladies who launch
ship christening photographs from delaware valley shipyards
, que, como su propio nombre indica, es una página dedicada a las fotografías de señoras y señoritas bautizando barcos en los astilleros momentos antes de su botadura. No me digan que hay algo mejor que eso, una página toda llena de fotos de señoras estampando botellas de champagne en el casco de un barco. ¿La mejor foto? la mejor foto es la que se ve aquí arriba. O la más sexy. Sí.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Solucionado el problema de espacio en el arca de Noé



Extracto de un artículo de Antonio Cruz, de la Iglesia Evangélica de Betel:

¿CABRÍAN TODOS LOS ANIMALES EN EL ARCA?
Hemos dicho antes que el arca podría desplazar aproximadamente unas 24.000 toneladas. Se han efectuado los cálculos pertinentes y esto equivale a ocho trenes de mercancías con 65 vagones cada uno. Cada uno de estos trenes puede transportar 15.000 animales del tamaño medio de una oveja. (15.000 x 8 = 120.000) ¿Cuántas especies existen en la actualidad? Según Erns Mayr existen unas 17.500 especies terrestres. Si multiplicamos por dos, ya que eran macho y hembra, tendríamos 35.000 animales que cabrían en 146 vagones de tren especialmente preparados.
Los insectos son 850.000 especies, es decir, 1.700.000 insectos que cabría en 21 vagones más. Con lo que tendríamos: 146 + 21 = 167 vagones en total. Es decir, todos los animales cabrían en el primer piso del arca. Noé y su familia en el segundo y aún sobraría el tercero para el transporte de alimentos y para actividades recreativas.
No había problemas de espacio, porque además las especies de entonces no eran tan numerosas como hoy. Debemos también tener en cuenta que los animales acuáticos no era necesario que estuviesen representados en el arca.


Si les queda alguna duda sobre cómo subsistieron en el arca los pobres animales carnívoros, aquí encontrarán las respuesta:

Los animales vegetarianos no plantearían serios problemas, pero, ¿y los carnívoros? Desde luego, para Dios todo es posible, pero creo que podemos dar una solución que satisfaga nuestras mentes. Dios pudo actuar sobre el metabolismo de algunos animales –los carnívoros- para que pasaran la parte más tempestuosa del viaje en estado de vida latente, es decir, en hibernación.

Donde no llega la pseudociencia demente y retrógrada de estos iluminados, llega la mano de Dios, que lo puede todo. Están tontos. Pero tontos. Bueno, tontos pero manipuladores.

En la foto: una pareja de avestruces (Struthio camelus skeltericis, Linnaeus, 1758), macho y hembra, a punto de entrar en el arca, conducidos por Sem (sentado en el carro), con su hermano Jafet (en la izquierda de la imagen); los dos, hijos de Noé, único hombre que nació ya circunciso por la gracia de Dios.

martes, 9 de septiembre de 2008

Bienvenidos

El constructor de maquetas a escala de grandes monumentos con cerillas y cola de carpintero colocó la última pieza, que previamente afiló con un cortaplumas y lija de agua, en la punta de la torre Eiffel, sobre el mirador, a modo de antena. Dio dos pasos hacia atrás y contempló la obra satisfecho. Dos calles más abajo, M. llamó a S. para quedar a cenar (primero unos vinos, luego cenar), por primera vez tras varios meses de hablar y hablar por teléfono. Es muy temprano, le dijo, pero no podía dormir. Un piso más arriba, una chica se lavaba la cabeza en la bañera; agachada, de rodillas, se echaba agua templada sobre la nuca y la espuma del jabón se colaba por el sumidero. Una calle más arriba, en el primer piso, un gato gordo, cuando nadie le veía y después de varios meses de desinterés absoluto por los insectos, saltó sobre una polilla, la cazó con su pata derecha y rápidamente se la llevó a la boca. Orgulloso, la masticó, volvió a su colchón de gato, se acomodó, echó las orejas hacia atras y cerró los ojos con cara de satisfacción, sonriente. En la avenida de la izquierda, un hombre miraba las fotos de un álbum viejo: una foto en la playa con su esposa y su hijo con tres años; una foto en un espigón junto a su esposa, abrazados; una foto de su esposa con el pelo recogido con un pañuelo blanco, también en el espigón; una foto en un cenador con unos amigos de los que ya no recuerda el nombre; una foto de su esposa rascando la tripa a Duffy, el perro ratonero de su hermana; una foto del coche que compraron en el año 1954, con un acantilado detrás. Dos pisos más abajo, un muchacho besa la espalda desnuda de su joven amante. Ella se vuelve ¿qué hora es? le pregunta, él le dice que aún es muy temprano, que vuelva a dormir. La muchacha deja caer la cabeza y duerme. Él le huele el pelo y piensa que le gusta ese olor, Es, tal vez, el mejor olor del mundo. El el bar de abajo, una mujer toma, sentada en una mesita de la terraza, un café con leche corto de café y un pastel de manzana. diez calles más arriba, un hombre levanta la persiana de su taller con una larga vara acabada en un gancho de metal. Abre la puerta, entra, coge una bata de color azul tiza, se la pone y mira por el cristal hacia el exterior. Tres kilómetros hacia el norte, un perro lame con interés su ingle, se hace cosquillas con la lengua y agita enérgicamente la pata derecha arriba y abajo. Dos niños lo miran y ríen mientras dicen que el perro está tocando la guitarra. Seis pisos más abajo, P. ha decidido abandonar a su amante y guarda su ropa en dos bolsas de deporte mientras él duerme. Abajo, en el coche, le espera un amigo. El amigo espera, fuma y espera, espera que baje su amiga con las bolsas, espera llevarla a su casa por unos días, espera enamorarla. Espera muchas cosas ese día. Una calle más arriba, al sur, una mujer abotona la camisa de su hijo y le dice que en el colegio lo va a pasar muy bien y que hará muchos amigos. 32 kilómetros al oeste, R. sube al coche para ir al trabajo. 58 kilómetros a su derecha, una mujer duerme acostada en el sofá. Bienvenidos al día del fin del mundo.