jueves, 11 de noviembre de 2010

Sobre la manera de limpiar una carpa

[...] Una vez en casa, tuvimos no poco trabajo en limpiar y sazonar aquel enorme pescado resbaladizo, enfangado y espinoso. Por fortuna, se ocupó de ello Gardener, un viejo y entusiasta peón, en apariencia enteramente hotentote, cuya larga y agitada trayectoria incluía una temporada como pescador en Saldanha Bay. A diferencia de los otros trabajadores de color de El Cabo, este hombre no vendía su ración legal diaria de tres botellas de jerez —en realidad un fuerte moscatel que se cotizaba a chelín el litro— a los obreros africanos que por entonces tenían vedado comprar nada que no fuese cerveza Kaffir en las licorerías oficiales. El se la bebía íntegra.
Gardener (nadie conocía su verdadero nombre) pidió para limpiar el pescado una botella de brandy barato y trabajó duro en la pila que había fuera, al pie de la escalera. Como fuera, el caso es que, cuando acabó, no quedaba una gota de brandy y él, además de cortarse los dedos, había bajado rodando dos tramos de escalera. Al regresar lo encontré inconsciente; el médico del vecindario le estaba practicando unos puntos de emergencia y por la escalera goteaba una mezcla de agua, barro y sangre humana y de pescado. A pesar del accidente, Gardener sobrevivió para cumplir por varios años su consumo diario de jerez.

Sheila Patterson en «Sabrosos platitos de El Cabo», La cocina de los antropólogos, edición de Jessica Kuper, Tusquets, Barcelona, 2001, pp. 187-188.

3 comentarios:

Francisconixon dijo...

Supongo que usted ya lo conoce, pero por siaca.
http://www.youtube.com/watch?v=pgqTS3XcAuI

Abrazos.

Harry Sonfór dijo...

Sí que lo conocía, sí, Francisconixon, pero no está de más recordarlo. Allá que lo pongo corriendo
Abrazos.

Francisconixon dijo...

Ya me parecía a mí ;)