Es sabido que además de hombres con aspecto de lobo los hay de otros pelajes. En el año 1318 apareció en la plaza central de la ciudad de Schweinfurt (Baviera) un hombre de gran estatura y muy corpulento, totalmente desnudo pero cubierto de un largo pelaje oscuro por todo el cuerpo. Este hombre-oso fue conocido en poco tiempo como Haariger Mann en toda la Baja Franconia. Fue acogido por una familia de la localidad, que además de enseñarle modales en la mesa y en el vestir le dieron buena instrucción en el manejo de las armas y en el arte de la cetrería además de hacerle conocedor del mundo de la música, arte en el que destacó con gran virtuosismo, llegando a representar conciertos ante nutrido público, destacando el que ofreció en la iglesia de la localidad ante el rey Luis IV y su corte, en el que valiéndose del dulzimer interpretó la pieza «Cuncti simus concanentes» que años más tarde se incluiría en el «Llibre Vermell de Montserrat». Se sabe que el doctor cirujano y miembro del Colegio de San Cosme Ambroise Paré supo de este relato y a punto estuvo de incluirlo en una de sus obras, pero no llegó a tiempo y cuando fue a ver al impresor el libro ya estaba en máquinas.
jueves, 26 de julio de 2007
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6 comentarios:
Vale Harry, pero que sepas que habría sido más exacto decir "interpretó la pieza «Cuncti simus concanentes» del que más tarde sería el «Llibre Vermell de Montserrat»" porque cuando hizo tal derroche de virtuosismo el Haariger Mann (entrada que te ruego no pruebes en gluglú porque te lleva a páginas gays de hombretones machomen) todavía no existirá como tal hasta 1399. El disco lo tengo yo, lo que no sé es dónde. Lo buscaré para ambientarme.
¡A ver si el tal Haariger Mann además de intérprete fue compositor y acabamos de hacer el descubrimiento del siglo! No obstante, y para ser fieles a la verdad, voy a retocar el texto para que no lleve a errores a terceros. Muchas gracias. Si buscas en Google "hombres peludos" u "hombres oso" es probable que sí, que te aparezcan varias entradas con fotos de hombrotes peludones con barba y bigote, y más ahora, que el concurso de osos internacional lo ganó un español. En todo caso y si deseas profundizar más en el tema, te aconsejo el libro «The Bear Book. Readings in the History and Evolution of a Gay Male Subculture» (El libro de los osos, lecturas acerca de la historia y la evolución de la subcultura de los gays), en dos volúmenes, escrito por Les Wright.
No sé si conoce a un personaje llamado Joseph Pujol, hijo de francés y de catalana, que fue muy famoso en su época. De hecho a mí me lo descubrió un amigo inglés. Le dejo un enlace: http://en.wikipedia.org/wiki/Le_P%C3%A9tomane
Se lo comento porque parece responder al perfil que a usted le llama la atención.
Y que quede claro que, si lo hubiera, no se ha demostrado parentesco alguno entre este Pujol y Jordi Pujol...
Helter, no, que el dulzimer o dulcimer no es un músculo esfinterítico, que es un instrumento con aspecto de caja que se percute con unos palillos. Claro que interpretar el «Cuncti simus concanentes» con los intestinos tiene su gracia, sí, más que con un dulcimer...
A ver, si se percute con unos palillos, ¿está diciéndome que no es técnicamente posible hacerlo con los esfínteres? ¿Acaso no conoce a la famosa Chin-Lu, capaz de abrir -sin manos- una botella de lejía con tapón de seguridad contra ninios?
En verdad que es posible interpretar el «Cuncti simus concanentes» con los enfínteres, Helter, pero hay temas que por su melodía resultan más cómodos para interpretar con ellos. Le recomiendo «Spanish Flea» y «Tijuana Taxi», las dos de Herb Alpert & The Tijuana Brass. Aún tras el paso de los años, continúan siendo éxito seguro en fiestas y cócteles.
Y sí, no sólo conozco a Chin-Lu sino que me fue de inestimable ayuda durante un tiempo cuando venía a tomar café a casa pues me abría todos los botes de menestra, garbanzos y demás que la fuerza bruta me había impedido abrir en los días anteriores. Luego ya me compré un utensilio metálico con forma de envase para porción de pizza que hace la misma labor y resulta más cómodo. En todo caso, aún la echo de menos en mis partidas solitarias de pádel.
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