viernes, 12 de octubre de 2007

Dos amigos


Sir Arthur Conan Doyle y Harry Houdini se conocieron un nuboso día de 1920. Houdini había visto el retrato del escritor en periódicos y gacetas, fotografías de busto o sentado en un sillón mirando a un lado. Comparó sus recuerdos de las imágenes fotográficas, pequeñitas e impresas a una tinta, con la presencia del escritor, ahí en persona, y se dijo para sí: «qué hombretón». Houdini, por pequeño y elástico, tenía facilidad para deslizarse dentro de chaquetas, camisas de fuerza, cuerdas, correas y cadenas; Conan Doyle no. Se cuenta que Conan Doyle admiraba a Houdini como médium y Houdini le decía que no, que de médium no tenía nada, que era todo truco y tramoya, pero Conan Doyle, que era como un perro lanudo ovejero montañés, firme en sus convicciones y testarudo como él solo, pensaba para sí que Houdini le engañaba y que no le decía toda la verdad. Hasta lo invitó a una sesión espiritista en su casa, en la que su señora, la señora de Conan Doyle, le escribió automáticamente un tocho que según ella venía de su madre recién muerta, pero Houdini seguía erre que erre con que no, que su madre sólo entendía el idish, que es como escribir en alemán pero con caracteres hebreos, y la mujer de Conan Doyle escribía en perfecto inglés. Mala suerte. Así pasó el tiempo y la comadreja se hizo amiga del perro pastor: Conan Doyle pensando que su amigo no le decía toda la verdad y Houdini pensando que lo mejor de Conan Doyle era cuando mudaba de perro ovejero a pastor alemán, aunque, en persona, eso sucedia contadas veces. «Tu no me dices todo lo que sabes» le decía Conan Doyle, y Houdini le contestaba que sí, que no había más. «Que no, que yo sé que te guardas cosas» le decía Conan Doyle, y Houdini al final le decía que sí, que algo le guardaba, pues le daba gusto ver a ese hombrote hecho y derecho mirándole como un crío con el brillo iluminado de veinte focos en los ojos, esperando que en cualquier momento sacara de su bolsillo o de su boca un conejo, una paloma o un pañuelo de colores.

2 comentarios:

david dijo...

Al hilo de Houdini, hace días, buscando para mi colección inconclusa de madelmanes, encontré una figura de acción del escapista en una página de juguetes curiosos:
http://www.mcphee.com/categories/action.html
Bueno, aunque los muñecos no parecen muy buenos, la página entera no tiene desperdicio, incluido el muñeco de Freud, y su versión en chupachús.. lo mejor, en la sección de zombies and monsters el patito de goma-zombie... véalo, véalo con sus propios ojos...
http://www.mcphee.com/items/11726.html

Harry Sonfór dijo...

Maldita sea, me recomienda usted que visite una de las páginas que más me gustan de todo internet. Me gusta todo, absolutamente todo, y el problema es que lo quiero todo. Una caja con una cosa de cada. Así que cuando entro y me digo «voy a darme un capricho» al final me pongo nervioso porque no sé si quiero el Freud o el Jesucristo o el reloj tiki o la vaca esa que por una lado se ve con piel y por la otra las entrañas o el patito demonio o el narval que pincha un pingüino y me da como un perrenque y la cierro. Eso, lo quiero todo. Luego ya les buscaría sitio y utilidad. Todo. Una solución sería casarme y de lista de bodas poner esta página web. Ay, señor, me gusta todo...