Y para muestra, tres ejemplos gráficos. Los camisones blancos atraen a los monstruos. Y los pijamas de esos de tela de camisa, esos con botones y cuello, los que a veces llevan bolsillos con ribete de otro color, esos también. Hoy les confieso que no puedo dorimir con pijama. Me obligan a ponerme un pijama, me meten en la cama y, zaca, me muero. De pequeño, como estaba un día malo y otro también, había siempre un pijama sin usar en el armario, dentro de su celofán o de su caja, o blanco o azul. Nuevo, con su apresto, esperando, al acecho. Era el pijama «por si me ponía malo y había que llevarme al hospital». Luego también estaba el pijama «por si me ponía malo y venía el médico», que ese ya tenía más uso en gripes y fiebres. El otro, el acechante, el pijama nuevo, estaba ahí esperando día y noche como una mortaja paciente. Así que, con el tiempo, el pijama «por si me ponía malo y había que llevarme al hospital» trocó en el pijama de la enfermedad, el pijama de la muerte. Más que un pijama era el Cuervo de Poe, el Horla de Maupassant y el Yaciyateré de Quiroga todo junto y en versión textil. Era un pijama tan insistente que conforme yo crecía, crecía él: de talla infantil pasó a talla cadete y de talla cadete a talla mayor. Crecía, cambiaba de color pero siempre estaba ahí, nuevo, dentro de su caja o de su celofán, esperando vestirme a la voz de «ya eres mío». De ahí viene que siempre duerma, en invierno o en verano, con una camiseta vieja con una estampación publicitaria de esas imposibles de poner y unos calzoncillos. Bien, es posible que esperaran algo más chic, pero no voy a mentirles, las cosas como son. Y los pijamas nuevos, bien lejos.
domingo, 27 de enero de 2008
De los peligros que conlleva dormir con camisón blanco
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2 comentarios:
Amigo Harry:
Diga usted que sí, que aún peleo con mi señora cada vez que insiste que me compre al menos un pijama por si el médico y esas cosas. Yo acostumbro a dormir en pelotas; nada como el placer de sentir las sábanas frescas en contacto con el cuerpo. ¡Abajo la tiranía! ¡Viva la libertad!
Nianankoro: lo bueno sería que hubiera un médico aquí en la sala para decirnos si agradece que los enfermos le vayan al hospital con el pijama nuevo o si le da igual. O si es un engorro, cuando lo bueno es esa especie de camisón atado por detrás que es lo realmente práctico para limpiar y lavar el cuerpo.
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