En 1946, William Eugene Smith, tras casi dos años de encontrarse hecho un asco y de sufrir numerosas operaciones de reconstrucción maxilar (el 22 de mayo de 1945, una esquirla de metralla le hirió en la mano izquierda y en la mandíbula cuando realizaba el trabajo para la revista Life «Veinticuatro horas de la jornada de un soldado de infantería», siguiendo al soldado raso Terry Moore durante la decimotercera campaña de Okinawa. Tras el suceso se vio obligado a abandonar el trabajo), tomó de nuevo su cámara y fotografió a sus dos hijos de paseo por el bosque. La tituló Paseo por el jardín del paraíso. Dicen que es la fotografía más conocida del siglo XX. Posiblemente sea una de las imágenes que más comentarios blandengues y y melifluos ha recibido de todas las fotografías del mundo mundial. Que si los niños surgen de la oscuridad cavernosa para encontrarse con el futuro, que si es la foto que muestra la esperanza después de la segunda guerra mundial... Les falta poco para compararla con esos dibujos horrorosos y cabezones de «Amor es...» que se pusieron de moda hace años (desconfíe si su pareja conserva ese libro en su librería o, aún peor, si tiene un pijama con los dos personajes desnuditos en la pechera y le invita a ponerse un esquijama a juego). A mí me parece que los niños de la foto son Hansel y Gretel y me gusta imaginarlo así. Once años después, Hansel y Gretel se habían convertido en dos preadolescentes pesaos pidepropinas y Eugene Smith abandonó a su familia, se fue a vivir a una buhardilla de Manhattan y se hizo beat y fiestero nocturno.
domingo, 21 de septiembre de 2008
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6 comentarios:
La vida cambia, la vida cambia mucho.
Yo, cuando veo un poema o una fotografía o un cuadro y la gente empieza a dar explicaciones sobre lo que representa..., vamos, que no me gusta. El arte es una traducción del sentimiento y del pensamiento tal y como lo pueden ser las palabras, vamos, digo yo; y no creo que haga falta hacer una traducción de una traducción.
Pues yo conservo por algún sitio una foto mucho mejor de uno de mis hermanos de pequeño bajo un cerezo. Si la encuentro, amenazo con colgarla. Oiga, ¿y qué fue de la madre de las criaturas?
Pues de la ex mujer no se sabe nada, a excepción de que consigue el divorcio en 1969. Luego, en 1970, aparece por su estudio Aileen Mioko, una joven norteamericana de ascendencia japonesa, con la que contrae su segundo matrimonio. Ese mismo año se fueron pa Japón y prepararon una de las series de imágenes más famosas del fotógrafo: Minamata, una ciudad cuyos habitantes fueron víctimas de la contaminación producida por una industria química. La foto «Tomoko y su madre en el baño» es la más conocida de la serie. La madre de Tomoko ingirió pescado del mar contaminado con restos industriales y el mercurio pasó de la placenta al feto. Después, multitud de fotógrafos de guerra han intentado hacer tomokos en el baño con distinta suerte y diferentes motivaciones.
«"Tomoko and Mother in the Bath" was taken by W. Eugene Smith during our project of photographing Minamata between the years 1971 and 1974. Taken on a chilly December afternoon in 1971, in the little bathing room, the air was intense as we all four in bated breath made this statement. It would never have happened if merely the will of the photographer had been asserted upon his subjects». Aileen Mioko Smith
Oiga el King es el colmo de la achinaturez, que lo mira uno y se pregunta «¿mestá o no mestá miranndo?» (en japonés se dice «mioko o minamata tomoko?»).
[Le voy a contar un secreto, Sonfór. Una capullaíca de las mías, para ser más exactos. Desconozco cuál es la razón, pero conozco al menos cuatro personas que me importan que ponen tilde a la "i" de la palabra melífluo; con usted, ya somos cinco. Bienvenido al club].
Cago en el copón, Arkab, es verdad, que melifluo no lleva tilde y, lo más gordo, no la ha llevado nunca. Me digo, voy a mirar algún rae viejo a ver si en alguno pone melífluo y así le digo al Arkab que es que mi intención era escribirlo siguiendo las normas del año catapún. No hubiera colao, pero bueno. O igual decirle que lo había escrito en portugués. Pero tampoco cuela. Fíjese, que en el año 1734 llevaba tilde hasta la miel (miél), pero no melífluo. Pues si somos tantos los que ponemos tilde en la palabra lo que habrá que hacer es llamar a la real academia pa que lo cambien. Pero bien, usted me permitirá que lo borre del texto...
Pues es que el King, entre que lleva cristales que le hacen los ojos chiquiticos y que parece que ve poco, pues se achina el hombre para mirar, sí. Ojo, que luego tiene mucha vista para hacer novelas que luego llevan al cine y para sacar perras.
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