Cambio Radical, su blog de confianza, anda siempre a la zaga buscando las imágenes que más puedan perturbar a sus lectores. En este caso, la foto fue tomada en Disneyland en 1955. La encontré en miehana's photostream, que cuenta con una maravillosa selección de imágenes sobre el mundo Disney: maquetas, publicidad, fotos de los locales de Disneyland en sus tiempos buenos... (ay, esos garitos tiki, que me vuelven loco). Como sé que el señor Portorosa estuvo hace poco en Euro-Disney pues le voy a dedicar esta entrada.
Tengo el cuento de los tres cerditos como un cuento norteamericano, aunque es posible que una versión mas antigua viajara desde Inglaterra hasta allí. En todo caso es un cuento instructivo que te enseña que si eres de natural dejado siempre tendrás un hermano mayor al que acudir cuando tengas problemas. También, que si eres el hermano más cabal, antes o después te vendrán a tu casa los hermanos más vivales y descabezados. Tras muchos años de oírles «eh, que yo llevo mi vida, que voy a mi bola, que soy libre», al tiempo, te vienen con la murga. En el cuento no sale, pero en la versión original hay varias escenas en las que mamá cerda llora desconsolada y le dice al cerdito cabal «ay, hijo, no me des más disgustos y ayuda a tus pobres hermanos, que mira lo mal que les ha ido en la vida, que no han tenido suerte como tú y no le des un disgusto a tu padre que está del corazón, que lo vas a matar del disgusto si no dejas entrar en la casa a tus hermanos» y papá cerdo le dice que «es tu obligación ayudarlos porque son de tu sangre y la sangre llama y no le des un disgusto a tu madre que mira cómo está por lo que has dicho». Hay otra versión en la que el cerdito cabal no permite entrar a sus hermanos en la casa de ladrillos, recién llegados de unas vacaciones en Ibiza, y deja que el lobo feroz los devore, lenta, felizmente, con deleite, justo delante del porche mientras él mira por la ventana. Es una versión tirando a gore y de terribles trazas cuando al final se descubre que el cerdito previamente había contratado al lobo por una módica cantidad, más derecho a comida-cena, claro está.
jueves, 17 de septiembre de 2009
Los tres cerditos y el niño
Etiquetas:
Buenas noches con Dormidín
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16 comentarios:
Jajajajjaja....Señor Sonfór,ha explicado con bastante veracidad la realidad del malinterpretado cuento.
Un saludo desde la casa de ladrillos .-
Yo pasaba por aquí a preguntarle si sabía para que servía la toallica esa azul que viene con el Camel
Mire esto (que lo he dejao también por los pombos de dios)
"Si no te comes el marsmallow éste ahora, luego te daré mas) o sea, mas vale pájaro en mano ...
http://vimeo.com/5239013
Hola
En La Curvatura también tuvimos de visita a tres cerditos:
http://lacurvaturadelacornea.blogspot.com/2008/04/javier-lpez-con-el-sueo-cambiado.html
Salu2 córneos.
Bueno, sí, hay más versiones, Si tu supieras y Javier López Clemente, pero la buena es en la que el lobo se come a los tres cerditos.
También está la versión esa de dibujos en la que el lobo, vivo, toca muy mal la trompeta, pero después en el infierno aprende a tocar. Una versión un poco sosa porque nadie se come a nadie.
Spanique, lo de la toalla de Camel ya está desvelado. Angelillo nos descubrió que era una toalla para nadadores. Aún no la he usado, que soy nada de nadar.
El vídeo que pone es el famoso Experimento del malvavisco, pergeñado en la Universidad de Stanford en los años sesenta. Es un experimento muy atroz, no por el hecho de que hagan esperar quince minutos a un niño para que se coma uno o dos malvaviscos, que por mí como si los dejan tres horas, lo terrible es que luego, durante toda la vida de los pobres críos del experimento, tienes detrás a un psicólogo estudíándote a ver si triunfas o no triunfas en la vida. Según el experimento, los triunfadores en la vida son los que no se comieron el malvavisco, dejaron el malvavisco en el plato a plazo fijo, esperando la recompensa del segundo malvavisco. Esos controlaron los impulsos y luego, al hacerse adultos, fueron unos triunfadores. A los demás, los que no controlaron el impulso y se comieron el malvavisco, les fue la vida mucho peor, les tocaron trabajos peores, ganaron menos dinero, sus parejas eran más feas y se vieron obligados a tener como vecinos a una familia baptista. Eso por chupetear de críos un malvavisco en un experimento monstruoso. Yo digo que la culpa la tiene el malvavisco, no los impulsos naturales. Es un malvavisco maldito, lo chupeteas y te jode para toda la vida. Luego, no puedo más que pensar en lo terrible que tiene que ser salir a la calle, ir al cine, entrar en un bar y sentir que tienes detrás a un psicólogo apuntando en una libretita todo lo que haces. El psicólogo de los malvaviscos. Eso es peor Freddy Krueger. Me lo imagino vestido con bata de médico llevando consigo un bote de malvaviscos rosas, al acecho de nuevas víctimas. Puestos a añadir información, los americanos suelen comerse los malvaviscos calientes y medio quemados, que les da por calentarnos cuando hacen fogatas. Si quieren degustar un malvavisco sin tener que ir al bosque, sin encender peligrosas hogueras y sin salir de casa, colóquenlo de pie en un plato y métanlo en el microondas. Háganme caso, que funciona.
Vaya, ya me quedo tranquila con lo de la toalla.
En cuanto a lo de los tres cerditos...pura propaganda de los "lobis" inmobiliarios. Seguro.
Así nos va.
Malvavisco?
O sea, una nube, de las de toda la vida?
Nosotros las quemábamos con mechero, hasta que un día nos pilló mi abuela y nos puso a todos de cara a la pared (ya no se estila el "cara a la pared", verdad?)
Ah, sí, Helter, esa es la versión más beat jazz de la historia.
Claro, como que es un cuento para economistas, laMima.
Nube, malvasvisco, jamón, todos esos nombre tiene, A filla do mar. Los primeros llevaban extracto de malvavisco, de ahí el nombre, que además era bueno para la garganta. Si no, que se lo pregunten a los de Bilbao, que esos sí que siguen tomando caramelos de malvavisco para San Blas.
Autopromo: Mis tres cerditos en
http://davidblogcartoon.blogspot.com/2008/03/titeres.html
Y otros aquí, en la página rosa
http://www.cafecontinuo.com/cuento/
¡Ay, y yo que me acabo de enterar de que me había usted dedicado este post...!
Muchísimas gracias, Harry.
Claro, no me sigue, no me sigue y pasa lo que pasa.
¡Cualquiera lo sigue a usted, al ritmo que publica!
No será para tanto... si llevo una temporada que publico poco, que no me dejan, que no hago más que trabajar y trabajar.
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