Hace cosa de veinte años, cuando tenía un contestador automático de esos que funcionaban con dos cintas de casete pequeñitas y el número del que llamaba no se quedaba registrado en ningún sitio, un señor chino me dejaba muchos mensajes pidiéndome que le llevara un pedido de gaseosas al restaurante. Cada vez pedía más cajas de gaseosas y con el tono más elevado. Un día, tras varias semanas, me pilló en casa y le dije que no servía gaseosas, que el número al que llamaba lo tenía equivocado. Al principio creo que no me creyó y luego me contestó algo molesto una frase que no supe traducir, pues se le entendía poco y mal. Tantas semanas sin gaseosas, también es normal que se enfadara. Meses más tarde, volvió a dejarme en el contestador un nuevo pedido de gaseosas, pero ya no insistió.
lunes, 27 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Durante los años que vivimos en Barna, nuestro número era muy parecido al de Radio Barcelona. Ni te imaginas las cosas que nos llegábamos a encontrar en el contestador...
un ejemplo más de la sabiduría ancestral del pueblo chino
Publicar un comentario