martes, 7 de julio de 2009

Shelley, sweet Shelley

Hoy celebramos el cumpleaños de Shelley Duvall (7 de julio de 1949). Ayer Janet Leigh gritaba en la ducha viendo el cuchillo que empuñaba la madre de Norman Bates y hoy Shelley Duvall grita al ver que su marido, Jack Torrance, lleva un dia malo y se entrena rompiendo puertas con el hacha. No ganamos para sustos. Ojo, que era escritor, ya estaba avisada, habérselo pensado antes de casarse. Un día tenemos que hablar del doblaje que le encargó Kubrick a Carlos Saura para la versión en español, tan poco querido. Vale que Verónica Forqué igual no era la voz más agradable, pero servidor ya no podría verla de otra forma. Es un doblaje respetuoso con la declamación inglesa. Igual es el doblaje más respetuoso con la declamación inglesa de la historia del doblaje español, por eso nos suena tan raro. Se me vean a Kenneth Branagh interpretando Enrique V en versión original y a ver qué les parece. Que se ha comido a Michael Jackson parece, sí. Cuando vivía Michael Jackson, quiero decir, nada de necrofagia ni cosas de esas raras.

4 comentarios:

Arkab dijo...

Harry, que finalmente me he enganchado a esa serie que se llama En Casa del Marido de Juliette Norton y coincido con usted: al marido de Juliette Norton se le está poniendo cara de pandereta (no me extraña con las cosas que cocina), la presencia esporádica del jardinero no tiene precio y servidor termina cada programa como el perro de Pavlov. Benditoseaelsantísimo.

Harry Sonfór dijo...

Es lo que le digo a mi señora: el sabor está en la grasa. No hay más. Si usted coge un trozo de madera y lo marina en grasa, venga grasa venga grasa, y lo asa convenientemente, al final quedará sabroso. Y es más, dorado y brillante. Nunca conseguiré unas patatas asadas como las que hace este hombre, doradas y brillantes, pero es que echo una quinta o una sexta parte de grasa. Si además a sus asados me le echa un buen chorretón de vinagre de Módena, del barato dice, pero ya no es la cosa del precio, también se le dorará todo por la cantidad de azúcar que lleva el vinagre de Módena. Azúcar caramelizado que se dice. Que Juliette Norton se mantenga delgada, eso es algo que ya se escapa de mis entendederas, con ese marido que tiene, que no hace cosa que esté mala. ¿Lo ha visto churruscando la piel del salmón, qué buen aspecto, con todos esos radicales libres ahí bailando sobre sus escamas? Ay.

Santiago Cabello dijo...

Y lo mejor de todo es como soba la comida, que casi le da un masaje antes de asarla. Así es imposible que la carne no salga tierna y que las ensaladas no estén bien aliñadas. Venga sobe. A lo mejor es que los humanos deberíamos sobarnos más, como hace este hombre con la comida, quizá entonces seríamos mejores personas.

El Ente Dilucidado dijo...

Oiga usté: Lo de los doblajes es una pelea que tengo yo conmigo mismo desde hace muchos años.

Según parece sólo hay dos países en Europa que tengan una industria del doblaje comodiosmanda. España e Italia. Y las dos vienen de los mismo.

Cuenta la leyenda que en los tiempos aquellos del fascismo y de los regímenes dictatoriales y nacionalistas, los gobiernos de estos dos países (y de Alemania, of course... pero como Alemania fue purgada hasta la raíz a partir de 1945, ya no cuenta) decidieron que por prurito patriótico y cosa así no se podía ver película alguna en idioma extranjero. Que tenían que estar dobladas. Y a lo tonto, a lo tonto, la cosa ha llegado hasta ahora. Más que nada porque la gente nos acostumbramos enseguida a lo fácil.

Ahora bien... Una vez que se crea una industria y uno se acostumbra a ver dobladas las películas (y a verlas, a veces, mejor interpretadas que en la versión original... porque eso es lo que pasa en muchísimas ocasiones. No nos engañemos...) lo de don Stanley Kubrik no deja de ser una forma de enredar y de desconocer que aquí, efectivamente, éramos diferentes.

De no conocernos, vaya...


¿Alguien duda de que si en lugar de doblar a la Shelley Duvall la Verónica Forqué la hubiese doblado la dobladora de la Shelley Duvall de toda la vida no hubiese quedado no sólo igual de bien, sino incluso mejor?

¿Y de que si a don Jack Nicholson lo hubiese doblado el Jacknicholson español de siempre nos hubiese costado menos asimilar la cosa?

Amos... yo estoy convencido.

Y que conste que han pasado ya muchos años y estoy acostumbrado, eh...