Es justo reconocer a los hipocráticos su fama de exigir detallados informes de los casos, que les llevó a poseer un colosal depósito de experiencia práctica que les permitía predecir el curso de una enfermedad, aunque no comprendiesen las razones. Esta práctica tan razonable hacía que pareciesen tener el control de todo, cuando, en realidad, apenas podían pasar de ayudar a que sus pacientes murieran de la forma más cómoda posible.
Patricia Fara, Breve historia de la ciencia, Ariel, Barcelona, 2009. p. 53.
Me joroba que la editorial haya cogido este libro, cuyo título original es Science. A Four Thousand Year History y lo traduzca como Breve historia de la ciencia para aprovechar el tirón de Una breve historia de casi todo (A Short History of Nearly Everything) de Bill Bryson. Hasta la cubierta es casi igual... Pero bien, el libro es muy entretenido, muy ameno y se lee en un plis plas.
lunes, 28 de diciembre de 2009
Acabáramos
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4 comentarios:
Oiga, Harry, ¿sabía usted que Murnau se llamaba en realidad Plumpe? ¿Que sí? Vale, pero lo que no sabe usted es que de niño se cambió el apellido porque cada vez que llegaba el 28 de diciembre sus amigos le cantaban el Plumpeaños Feliz. Ojo, que esto es verídico y pronto aparecerá en la wikipedia.
Pues pica la curiosidad, sí.
Pues Plumpe parece que es «crudo» en alemán, Arkab. A mí me sonaba más a fontanero, pero no, que fontanero es Klempner. Esas son las cosas que hacen los alemanes para llevar siempre la contraria, llamar Klempner al fontanero cuando suena mejor Plumper.
Ojo, Lady in the radiator, que puestos a que pique la curiosidad, el de Bryson es cien mil veces más divertido, más completo y más todo.
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