lunes, 28 de diciembre de 2009

Y me lo dice ahora, con la cuchara


Cómo observar el cráneo

Para corregir la deformación del hueso de sepia y observar el cráneo sin usar medios informáticos, puede utilizarse el dorso de una cuchara. Se pone la cuchara en la parte superior del hueso, a la derecha. El dorso de la cuchara debe apuntar hacia la izquierda y ponerse perpendicular a la imagen del cuadro.
Colocando la mirada frente al dorso de la cuchara y modificando su orientación, se observa fácilmente el cráneo sobre la superficie de la cuchara.

Leído en la Wikipedia, en la entrada sobre el cuadro Los embajadores (1533) de Hans Holbein el Joven.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

El tiotico de hoy, ¿no le da un aire a Rodrigo Rato?


Tojunto.

Gloria dijo...

Cuando vi este cuadro en su museo había un cuadrito que explicaba como descifrar gráficamente el embutido mutante a los pies de los embajadores.

Si te ponías a mirar el cuadro de lado también de veia la calavera.

Harry Sonfór dijo...

Sí que tiene un aire, Tojunto, sí. Es Murnau, o Plumpe. Como Rato pero con más pelo.

Harry Sonfór dijo...

Así es, Gloria. Yo el otro queriendo enseñarle a mi señora la calavera en la lámina de un libro le jodí el lomo (los problemas de la encuadernación rústica) de tanto mirarla de lado, pero sí, de lado se ve divinamente. Que se jodió el lomo, también.

Anónimo dijo...

Hombre, que en denantes Rato también estaba capotao.
Mire lo esto:

http://images.google.es/imgres?imgurl=http://www.diariocritico.com/imagenesPieza/rodrigo_rato_california3.jpg&imgrefurl=http://www.diariocritico.com/2008/Febrero/juegos/58587/la-otra-cara-del-famoso.html&usg=__87JgzRYvpkV3puw_fZNYsBQkuno=&h=706&w=500&sz=46&hl=es&start=3&sig2=xR0ZH0lCxBW3zuiQMJE3Pw&um=1&tbnid=EyaN-taTU4gaxM:&tbnh=140&tbnw=99&prev=/images%3Fq%3D%2522rodrigo%2Brato%2522%26hl%3Des%26rlz%3D1R2SUNC_esES355%26sa%3DN%26um%3D1&ei=_7s4S8ehH9L4-QaUzdiuCg


Tojunto

Harry Sonfór dijo...

Anda, pero si Rato de chaval era como Paquirrín.

Inde dijo...

Joer, pues yo no veo un pimiento...

Claro, que también hay que reconocer que estoy especialmente espesa. Vaya uno a saber por qué, pero así es.

Badil dijo...

Pues menos mal que nos ha hecho el trabajo, Harry. En la actualidad entrar en la National Gallery con un cucharón debe ser igual de fácil que con una metralleta

Harry Sonfór dijo...

¿Que no ve la calavera abajo, Inde?
Abajo, a los pies. Una calavera desanamorfosizada. Ahí, en tres cuartos, bien contenta y bien maja. ¿Ya la ve?

Harry Sonfór dijo...

Pues imagine a cientos de personas entrando con cucharones en la National Gallery, Badil. Qué digo cientos, miles...

Tuzut dijo...

Pues creo que si a la pared del costado del cuadro le clavasen un cordel con un cucharón, ya estaría solucionada una parte del problema. Tambien acarrearía otros fastidios, como por ejemplo que a un desequilibrado se le ocurriese hundir el artefacto gastronómico en el propio lienzo o en el cogote de alguien que pasa. Sólo para darse quenta de que no es un tenedor.

Badil dijo...

Pues cientos de miles haciendo cola para agarrar el cucharón sería el momento idóneo para que los alienígenas decidieran visitar a la raza humana y sacaran sus propias conclusiones.
Mejor un espejo curvo de esos que ponen para los coches en las esquinas de las calles bien atornillaos.
Y un guardia para traficar.
Para regular el tráfico, quiero decir.

gregor dijo...

¡Ditasea!...hola Don Harry y compañía, aun estoy lustrando la cuchara sopera y ya me tiene nosecuantas entradas más. No doy abasto, nada que no...será que con el frio se me ralentiza el metabolismo...