Mrs. Marilyn es guapa, elegante, presumida, y viste un bonito vestido verde pistacho con franjas negras y topos naranjas. Nos hemos conocido hoy, en el jardín. Le he preguntado si le podía tirar unas fotos y me ha dicho «No faltaba más, caballero, proceda, proceda». Mrs. Marilyn es coqueta como ella sola.
sábado, 23 de octubre de 2010
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11 comentarios:
: )
Seguro que las fotos no desmerecen de ella.
Un saludo.
Un saludo, Max E.G.B., y sea usted bienvenido.
Cuando mi Fernando era pequeñico fui a enseñarle todo ilusionao a una tocaya de su misis Marilyn. Le pillé y le llevé junto a la marifila (así les llamamos en Tauste a las orugas).
Tras explicarle (mas o menos) el porqué de su colorido, que comía y alguna cosa mas, Fernando exclamo "¡TANO!" (¡GUSANO!) y la chafó de un rápido y certero pisotón. Yo no pude hacer otra cosa que soltar alguna lágrima de satisfacción por tener un hijo con tanta gracia.
Moraleja:
No presente a Mrs. Marilyn a sus sobrinos o similares.
O sea, que usted no pinta perros rabiosos pero retrata orugas verdes. Vaya, vaya...
Oiga qué historia más buena, Miguelgato.
Ojo, Don Cano, orugas verdes con franjas negras y topitos naranjas, que solo fotografío orugas finas.
que liiinda,mi hija de 6 años también adopto una oruga,y le puso de nombre Sparkling,vaya Dios a saber porque.la llevaba pegada en el brazo a todos lados,hasta se la mostró a su amiga,la cajera del supermercado chino,que casi vomita del susto.cuando la pude convencer de que la deje un rato en un arbol,la bichita empezó a tejerse su capullo,y estuvo durmiendo unos meses hasta que un buen dia desapareció.sospechamos de la perra.´
moraleja:tampoco le presente a Mrs. Marilyn a su perra.
Oiga, que mi enterao que hay por ahí un individuo, un tal mogollón, o cogollo o algo asín, que dibuja carteles de no sé qué. Usté que sentera destas cosas, ¿no sabrá como los puedo ver?, me haría un gran favor.
Hay que empezar a desenmascarar a esos diseñadores de tres al cuarto.
Cuando mi hija tenía tres años, descubrió en el pinar una fila de procesionaria y se acercó a cogerla. Le pegué un grito advirtiéndole de lo que pica el polvillo que sueltan.
– Pica más que las ortigas, le dije.
– Jodo, me respondió muy seria.
Martínez
Y mire que son bonitas las procesionarias, tan peludonas. Pero para tocarlas no, la verdad es que no conviene.
Sean bienvenidos a este blog, Fanny Riffel y Martínez.
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