La reina francesa del siglo XIV Catalina de Médicis disponía del dinero y de los medios para acceder a cualquier tratamiento cuando no conseguía quedarse embarazada. Primero eligió a una sanador, quien le recomendó beber orina de yegua y empapar su «fuente de la vida» (¿la vagina?) en un montón de excrementos de vaca mezclado con astas de venado pulverizadas. Lo cierto es que el rey nunca se sintió sexualmente atraído por su esposa y es dudoso que el pañal de estiércol fuera un afrodisiaco eficaz. Con el tiempo, los Médicis acudieron a un médico, quien determinó que los jóvenes monarcas tenían órganos reproductores defectuosos y recomendó un tratamiento muy distinto. No sabemos cuál era, pero el caso es que funcionó. Tuvieron nueve hijos. Entre la sabiduría popular y la médica, la reina decidió probar su propia táctica personal: ordenó a sus criados que perforaran un agujero en el suelo para poder observar a su marido cuando este se acostaba con su amante y así aprender un par de cosas sobre cómo se hacen los niños. Quizá esa fue la clave.
Randi Hutter Epstein, ¿Cómo se sale de aquí? Una historia del parto. Turner, Madrid, 2010.
martes, 14 de diciembre de 2010
Sobre Catalina de Médicis
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Los desayunos de Cambio Radical
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3 comentarios:
Sospecho que el tratamiento "caca de la vaca" debría estar bendecido por el confesor de Catalina, que era muy de misa... ¡Y pensar que la beatería estuvo apunto de acabar con dinastía de los Capetos mucho antes que la guillotina!
El tratamiento que resultó ,en mi opinión, fue hablar con la amante de Luis,Diana de Poitiers,y hacerle entender que si el tipo no engendraba un heredero el poder que ella misma ostentaba como amante real se deterioraría.Y ella lo habrá mandado a hacerle el servicio a su esposa y ya me lo imagino arrastrando los pies y diciendo "Ufa!"
Sí, muy de misa, Gloria, pero ahí mirando por el agujerico.
Busqué en su día retratos de Catalina, Fanny Riffel, y la verdad es que mucho bajo instinto no despertaba, no. Otra cosa era Diana, que era bien resultona.
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