Ustedes no saben lo molesto que es carecer de huellas en las yemas de los dedos. Los vasos se escurren y ciertas telas como la lana y la seda o la textura del yeso producen una dentera de morirse. El hombre sin huellas en las yemas de los dedos hacía lo imposible para tenerlas, al contrario que algunos asesinos y ladrones de guante blanco (que por comodidad trabajan sin guantes) que hacían lo imposible para borrarlas de sus dedos. El hombre sin huellas en las yemas de los dedos se perforaba los dedos con cuchillas para levantarse heridas que con el tiempo se convirtieran en cicatrices que asemejaran los valles y cordilleras de las huellas dactilares. Pero con el tiempo la piel volvía a su ser y borraba toda marca, al contrario que los asesinos y ladrones de guante blanco, que por mucho que intentan borrar sus huellas siempre aparecen. En verdad, el hombre sin huellas en las yemas de los dedos no era lo contrario en todo a los asesinos y ladrones de guante blanco, pues era un hombre más bien normal, ni malo ni bueno. Más bien malo cuando se enfadaba.
miércoles, 9 de mayo de 2007
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