Carlos Mirabelli nació en Botucatu, en el estado de Sao Paulo (Brasil), en el año 1889. Carlos Mirabelli era un tipo bien raro, que envió un cuadro por telequinesis desde una casa a otra que se encontraba a varias millas de distancia. En estado de trance, valiéndose de la escritura automática, redactó largas disertaciones eruditas (algunas de ellas escritas al estilo de Lombroso, Kepler, Voltaire o Galileo) redactadas en 28 idiomas, a una velocidad imposible de alcanzar en condiciones normales. También redactó en trance un ensayo sobre el Mal, escrito en hebreo y firmado por Moisés; un texto sobre Alejandro Magno y un ensayo sobre los misterios que hay en el cielo y la tierra, firmado por Shakespeare. Como xenoglosista no tuvo precio: impartió numerosas conferencias sobre filosofía, astronomía, sociología, política, medicina, historia y ciencias naturales en varios idiomas: alemán, francés, holandés, inglés, griego, polaco, sirio, albanés, español, inglés, en cuatro dialectos italianos, en árabe, turco, hebreo, chino, japonés y varios dialectos africanos, además de latín, griego antiguo, caldeo y en su lengua nativa, el portugués. Mirabelli movió con la mente sillas, candelabros, calaveras, libros y campanas. También materializó ante un concurrido público zapatos dentro de sus cajas y espíritus de muertos (entre ellos, el cuerpo de un mariscal y el de un obispo) y creó de la nada una orquesta de viento y percusión ante un millar de personas. En una ocasión materializó durante 36 minutos el cuerpo de la hija del doctor Ganymedes Souza, fallecida unas semanas antes. Souza la reconoció al instante, pues llevaba el mismo vestido con el que fue enterrada. El doctor, emocionado, la cogió entre sus brazos.
El 29 de abril de 1951, Carlos Mirabelli murió atropellado por un coche cuando salía de su casa y se disponía a cruzar a la otra acera.
En la foto: Carlos Mirabelli (a la izquierda) y el doctor Carlos de Castro (a la derecha) sentados en una mesa con la supuesta materialización del poeta Giuseppi Parini (en el centro), muerto en 1799, en la Academia de Estudios Psíquicos Cesare Lombroso de San Paulo, Brasil.
Está bien, la materialización de Giuseppi Parini es un poco chapucera pero ¿no les crea un cierto malestar, mayor incluso que si estuviera realizada en condiciones?
martes, 11 de marzo de 2008
El misterioso Carlos Mirabelli, un señor con ojos de color azul claro
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fenómenos extraños fenomenales
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20 comentarios:
Pues qué quiere que le diga, a mí me provocan muchísimo más malestar los otros dos.
!Y lo elegante que era este caballero cuando levitaba para cambiar las bombillas del techo...!
La materialización es un cruce entre el monchito de J.L.Moreno, el rubio de los hermanos Marx y la duquesa de Alba.Vamos que para estar muerto no parece tan mal.Los otros para estar vivos tienen un aspecto más raro, como de jugar al burro, que no me pega.Y miran con ojos de susto, pero cada uno se asusta de una cosa.Con diferencia e l más tranquilo es el muerto
Pues yo hubiera jurado que era la materialización de Harpo Marx, pasado de bronceador, eso sí, moreno Zaplana, vamos
Oigan, pero yo me refiero a que los humanos damos por hecho que la materialización del poeta de la foto es un embuste, porque está mal hecha, pero ¿quién nos dice que en el Más Allá todos los espíritus construyen materializaciones bien hechas y creíbles? ¿por qué no creemos que en el Más Allá no hay chapuceros y le quitamos el mérito a los vivos en lugar de a los muertos?
David, me resisití a poner la foto de Mirabelli levitando porque los expertos declararon que esa imagen había sufrido retoque fotográfico (que le habían borrado la escalera en la que apoyaba sus pies, para ser más exactos). Esta imagen, la del poeta, no tiene retoque, eso es una realidad tan grande como es saco escrotal del caballo de Espartero. Lo peor es que me lié a buscar imágenes (grabados y óleos) del poeta, y es que encima no se parece a la materialización. Es un misterio muy grande todo esto.
¿Cuántos años llevaba muerto? A lo mejor por eso ya no se le parecía.
Unos 125 años a ojo de buen cubero, Ludovico.
Harry, se ha zampado ud. mi pregunta, pero veo que estaba de más, por que en su relato noto que pone que falleció en 1799. Por eso está mas tieso que la mojama.
Harry, que conste que no quiero yo sembrar más dudas, pero ¿Carlos de Castro no era uno de los de Barón Rojo? Sí, hombre, el de las chicas son guerreras en Coz.
No, no, Arkab, que tenga el mismo nombre no significa que sea la misma persona. Es más, si se fija usted, el Carlos de Castro de la foto es más delgado y más antiguo.
Nada, no me ha convencido por mucho que usted sea mi faro, mi guía y mi pastor, lo siento, no me ha convencido: El Carlos de Castro calvo y bien alimentado de Barón Rojo es una materialización actual del Carlos de Castro ése viejuno de la foto. ¿Que no se parece? Bueno, vale, no se parece. Tampoco se parece el Parini de la foto al Parini ¿Quién nos dice que en el Más Allá los espíritus no construyan materializaciones mal hechas y poco creíbles?
Ah, bueno, si lo que usted argumenta es que el Carlos de Castro de Barón Rojo es una materialización del Carlos de Castro doctor que aparece en la foto junto Carlos Mirabelli y a la materialización del poeta Parini, entonces sí. Entonces sí que sí. Le había entendido mal, que pensaba tras leerle que usted decía que el Carlos de Castro de Barón Rojo y el Carlos de Castro doctor eran una misma persona, y yo le decía que no podían ser una misma persona, pues las fechas no coincidían, pero una materialización claro que sí, claro que sí que puede ser. No hay duda. Puede ser una materialización constante, persistente y fuertota, pero no hay ninguna ley que diga que una materialización no puede ser constante, persistente y fuertota.
Bueno, pues entonces todo aclarado. Oiga, ¿el micui puede valer o tiene que ser la cosa foie fresca fresca para la receta recetosa del boletus?
Sí señor, el mucuit le sirve perfectamente y así se ahorra el limpiarlo y todo eso. Es más, que de un hígado fresco no sé yo cómo va a sacar medallones, ahora que lo pienso, sino trozos. Micuit mucho mejor, oiga. O foie, también.
Está usted con el más allá que lo tira, oiga. Le veo a usted de sucesor de Iker Jimenez, antes Jimenez del oso,¿no se apellidará usted Jimenez?. Arkab, creo que el tal Carlos de Harry es primo lejano de Fidel y Raúl, el otro, el de la guitarra (no se lo diga a nadie) del Diablo.
Oiga, que el otro día ví de paso a Rappel en pasapalabra, y no daba una el joio. Vaya mielda adivino, como el del chiste. Eso sí, lucía lentejuelas que daba gusto de verlo.
Harry, Pk. no ha consumido jamás, conscientemente, ningún tipo de carne con la sola excepción del cerdo (excluyendo las vísceras e incluyéndome a mí). Al principio tampoco las cocinaba y, por supuesto, ni tocaba, literalmente, el resto de carnes, especialmente la de gallina que le da un tremendo asco. Después tuvo hijos y el instinto maternal ha dado al traste con la dichosa manía (la de preparar carne no porcina, que comerla ni por asomo). Cosa de la que se ha aprovechado un servidor. Todavía quedan algunas excepciones, porque cuando me regalan alguna perdiz o alguna liebre es un servidor quien tiene que limpiarlas, trocearlas y preparararlas; pero como no sé, se pone ella en la puerta de la cocina y me va diciendo "haz esto, haz lo otro; no hagas eso, no hagas lo otro".
Bien, pero el micuit sí que lo ha preparado alguna vez, aunque ella no lo consuma. Se ha pedido la mitad de los boletus para hacérselos como le venga en gana y sobre mi mitad me ha dicho:
"Como chef de tu cocina que soy -aquí había algo de retintín, creo- te debo una explicación, y esa explicación que debo te la voy a pagar: dile al Harry que voy a caramelizar el micuit en un golpe de plancha muy caliente, y que haré después su propuesta del boletus con la reducción de mermelada de mora, pero que, en sana competencia, me arriesgo a preparar otra rebanada en la que sustituiré la reducción de mermelada por vinagre de Módena del bueno". Como soy el catador oficial de ambas recetas, no me he atrevido a decirle que no.
Y aquí estoy, como el perro de Pavlov, esperando a que lleguen los boletus.
Oiga, Arkab, dígale a su Pk que la receta del micuit la puse pensando en que le iba a gustar a su señora, que no es receta de mi gusto, pues a mí el hígado... er... que me dieron mucho de pequeño y no puedo con él. Pero la comprendo en todo eso de no comer carne, que servidor, por distintas razones, de carne sólo come pollo. No obstante, lo de usar cosas dulzonas con el micuit es algo antiguo y muy francés, que les da por poner mermelada de fresa y cosas así. Pero oiga, si su Pk no come carne le puedo dar la receta de los huevos cocotte, que son bien sencillos, aunque me suena que hace años ya la conté.
Ahí va:
guise los boletus con su ajo en aceite bueno. Cuando estén ya hechos eche un chorrazo de vino dulce (Málaga virgen, por ejemplo) y redúzcalo.
Pónga los boletus en tarrinas individuales que sirvan para horno. Eche un huevo (o dos, según el hambre) sobre los boletus. Coloque encima una pizca de boletus que habrá reservado, sal, pimienta y unas tiritas de trufa (de la de los gorrinicos, no de la dulce). Tape con papel de aluminio y meta al horno. Controle de vez en cuando el horno, para que le salgan los huevos a su gusto (o poco hechos, o más hechos, o muy hechos o, si se le va la mano, como goma de guante de fregar). Sáquelos calientes y degusten.
El boletus casa muy bien con los huevos y con las reducciones dulces. Y oiga, receta más fácil no hay.
Sea como fuere, la fotografía es sin duda de lo más inquietante...
Diga usted que sí, Mónica. Además, si se fija en la cara de Mirabelli verá usted que se parece mucho a uno de los componentes del trío «Académica Palanca», el que ya no está, pero con barba. Usted coje a ese señor, le pone una barba y, placa, se convierte en Mirabelli. Eso también es misterioso.
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