martes, 25 de marzo de 2008

Fotos de Circa

Avenida Columbus, Circa, 1930.

Profesores de Física de la Universidad de Harvard en su viaje de fin de curso a la ciudad de Circa, 1900.

19 comentarios:

Helter dijo...

Andaaaa, qué viaje de fin de curso más animao, si con la cara que ponen ya pagan... Que no, que no pienso matricularme en Harvard.

Arkab dijo...

Harry, ¿esa última foto no se haría más bien cerca de los alrededores de Circa, hacia 1900?

Harry Sonfór dijo...

No, no, Arkab, esa foto está tomada en las escaleras de una casa que esta justamente en el centro de Circa. Lo sé porque sale en otras fotos de Circa y se distinguen los alrededores.

Arkab dijo...

Aaaaaaahhhh, pues me deja usted mucho más tranquilo, porque yo estaba intuyendo la cojera del señor Físico de atrás con sombrero, barba y bigote que sostiene un bastón -un accidente sin importancia seguramente, quién sabe si doméstico, como otro cualquiera, pongamos por caso el que podría tener una persona que intentase patinar sobre hielo hacia atrás sin haberlo aprendido aún- y me he dicho «pues si este hombre está cerca de los alrededores de Circa, todavía le debe de quedar un buen trecho hasta su casa estará por el centro de Circa; espero que no tenga que volver andando». Pero si la foto se hizo en el mismísimo centro de Circa, entonces ya me quedo mucho más relajado a la par que gratificado por la aclaración.

Harry Sonfór dijo...

Nada, está a un tirico piedra de casa. Oiga ¿se ha fijado en el señor cuarto por la izquierda de la última fila? ¿Ese sombrerito de físico no le parece de lo más bonito que ha visto en sombreritos de físico en los últimos diez años?

Arkab dijo...

Pues la verdad es que sí, Harry, ese sombrero de físico es lo más bonito que he visto en los últimos tiempos. Solamente hay uno que lo supera y con creces: el de Einstein paseando junto a Bohr por la calle. A Dios pongo por testigo de que no hay otro sombrero de físico más bonito que ése. Es más, me gusta tanto que se lo voy a colocar a usted en su enlace desde mi blog.

Farencica dijo...

Ya hacían fiestas científicas en Circa allá por 1900?

Harry Sonfór dijo...

Claro, Faren, los físicos han sido siempre muy fiesteros.

Helter dijo...

Pero los que les suministran las drogas son los químicos.

Helter dijo...

Sin olvidar a los botánicos, que no son los científicos que llevan botas. Bueno, algunos botánicos sí llevan, pero eso no tiene nada que ver con las plantas. Bueno, con las plantas de los pies sí.

Javier de la Iglesia dijo...

Harry, ya sé que siempre estoy con lo mismo (¡qué pensarán los contertulios!) pero es que no logro reprimirme y te pregunto: en este momento sale en la cartela tan bonita esa que pones ahí arriba y que hace de letrero anunciador y suele presentar un variado elenco artístico, pues en este momento sale una beldad como del cine clásico con la mirada biselada y al bies o en chaflán y que porta sobre la frente dos torcidas crenchitas o garfios pilosos de gran efecto, pues...¿de quién se trata?, por favor.
Gracias.

Trikki dijo...

Oiga Harry, lo que es la entrada no tiene mucho que ver con lo que le voy a decir, pero aprovechando sus multiples conocimientos de casi todo, ¿Cree usted que hay una manera limpia y eficaz de engañar unos caracoles?.

Harry Sonfór dijo...

Javier, la señora de la foto con crenchitas es Gloria Josephine Mae Svensson, la Swanson, Gloria Swanson, que nació un 27 de marzo del año 1899. Así que hoy es el día de Gloria Swanson. Mañana será el día de otro, pero hoy, durante todo el día será el día de la Swanson.

Harry Sonfór dijo...

Trikki, si lo que desea es encontrar la manera de engañar a los caracoles de forma limpia, sin cargo de conciencia, le diré que no, que no hay manera. Lo tradicional es, tras haberlos lavado en varias aguas con sal gorda para que suelten la baba, sumergirlos en agua fría e ir subiendo la temperatura lentamente, creando un estado de desasosiego al caracol para que saque de la concha buena parte de su cuerpo y entonces, placa, subir la temperatura a tope y matarlos cruelmente. Luego ya los guisa con su tomatito, su laurel, su tomillo, su pimentón y lo que desee. Eso sería la forma tradicional y canalla de engañar a los caracoles. Otra forma de matarlos no sé, pues en mi caso en la vida he matado a un caracol, que soy hiperalérgico a ellos y después de matarlos me matarían a mí. Lo de engañar a los caracoles en el microondas no se lo recomiendo, mejor seguir la tradición.

Helter dijo...

Mi abuela, además de hacer lo que dice Harry de ponerlos en agua fría e ir subiendo la temperatura, les contaba trolas. Abría la tapa y susurraba, y no sé qué les decía pero picaban, ya lo creo que picaban. Mi abuela era la auténtica mujer que susurraba a los caracoles.

Javier de la Iglesia dijo...

Hago una pequeña cata en internet y sólo encuentro un par de fotos comparables a ésa: una en postura egipcia y otra sugestiva, en miniatura, pero que no se deja ampliar (o yo no lo logro).
Festejemos el día de la Swanson. ¡Cómo estaba a veces cuando no se ponía demasiado teatral!
Gracias, otra vez.

Trikki dijo...

Caramba con su abuela Helter.

Fijesé que yo los tengo de monte, en una jaula de rejilla, comiendo romero a to meter, pero es que me dá pena meterles mano, creo que les he cojido cariño, con lo buenos que están guisaicos me dá como cosa ahogarlos sin cargo de conciencia. Encima las niñas les tienen aprecio, con sus carreritas y todo que se hacen, aunque luego se los comen en un primor.¡Si hasta tengo uno al que llamo Charlie¡.

No sé, me dá que la vida de estos caracoles vá a ser larga.

Harry Sonfór dijo...

Trikki, ¿ha pensado usted la cantidad de estrés acumulado en los cuerpecitos de esos pobres caracoles que se comerán usted usted y sus niñas? No cree usted que es tope anti-feng shui?
¡¡¡Liberad a Charlie y sus amiguitos!!!

ludovico dijo...

Oigan, por tierras levantinas (del sur) primero se tienen los caracoles a régimen durante un par de días, o hay quien les hace comer harina de trigo para que limpien bien la tripa. Por supuesto se lavan escrupulosamente que esos bichos se pasean por cualquier sitio. Y se engañan en una olla puesta al sol, con un plato de cristal encima para que no se fuguen, claro. Luego se cogen rápidamente y se escaldan con premeditación y alevosía.

Me contaron en una ocasión que la cuñada (volvemos a los cuñaos) de una compañera de trabajo compró varias docenas de caracoles serranos y los olvidó durante un fin de semana en el coche. Cuando quiso entrar el lunes dentro descubrió que los tenía repartidos y dejando rastro por todo. Puajj.