domingo, 27 de abril de 2008

El gorila bicéfalo y el cerebro femenino

Es posible que usted, amable lector, se haya despertado un día con una idea fija que le ronda por la la cabeza. Una idea que con el paso de los minutos, la ingestión del café y el asentamiento en la realidad mañanera muda y se convierte en la siguiente pregunta: ¿Ha existido en este mundo alguna persona que haya comparado a una mujer inteligente con un gorila de dos cabezas? Esa pregunta que tantas veces ha rondado por su cabeza tiene respuesta aquí y ahora. La respuesta es «Sí, ha existido», la persona es Gustave Le Bon.
Gustave Le Bon (1841-1931) fue un destacado psicólogo social francés de la escuela de Paul Broca que escribió, entre otras cosas, sobre antropología, sobre arqueología, sobre la superioridad racial y sobre el comportamiento de las masas. También, como físico aficionado, descubrío la luz negra, una clase de radiación que luego resultó que no existía. Aunque la razón para traerlo hasta aquí es por el siguiente escrito. Sí, además de todo lo anterior, Le Bon era un misógino de narices, qué digo misógino de narices, era El Gran Misoginón. No me digan que no es de bofetón:

En las razas más inteligentes, como entre los parisienses, existe un gran número de mujeres cuyos cerebros son de un tamaño más próximo al de los gorilas que al de los cerebros más desarrollados de los varones. Esta inferioridad es tan obvia que nadie puede discutirla siquiera por un momento; tan sólo su grado es digno de discusión. Todos los psicólogos que han estudiado la inteligencia de las mujeres, al igual que los poetas y los novelistas, reconocen que ellas representan las formas más inferiores de la evolución humana y que están más próximas a los niños y a los salvajes que al hombre adulto civilizado. Son insuperables en su veleidad, en su inconstancia, en su carencia de ideas y lógica y en su capacidad para razonar. Sin duda, existen algunas mujeres distinguidas, muy superiores al hombre medio, pero resultan tan excepcionales como el nacimiento de cualquier monstruosidad, como, por ejemplo, el de un gorila con dos cabezas; por consiguiente, podemos olvidarlas por completo.

Texto citado en el ensayo «El cerebro de las mujeres», de Stephen Jay Gould (El pulgar del panda, Ed. Crítica, Barcelona, 1994.

10 comentarios:

Badil dijo...

Si por varón desarrollado vale Bush, es un placer ser una salvaje. He dicho. (Que majo el menda....)

Arkab dijo...

Harry, la Enmanuelle Tardígrada tiene su puntillo.

Acabo de preparar tres macetitas con sendos estolones (ones), pero me han salido con pocas raíces, asínesque las vamos a dejar unos días a ver si terminan agarrando y será entonces cuando se las haga llegar en mi jet privado.

Arkab dijo...

Harry, tenemos que identificar al pajarraco de sus noches nocturnas. Si le ha hecho un cartel al comando de perritos, hay que hacerle otro al pájaro que guía sus noches.

Arkab dijo...

Hala, que se me ha olvidado la página con los gritos de las aves para que lo identifique. Ahí va:

http://www.brinzal.org/cantos.htm

Harry Sonfór dijo...

Nada, rapaces no son, que suenan más a pájaro diurno, al final serán ruiseñores, sí. Sí que he identificado una lechuza que pasó una noche persiguiendo a otra por encima del jardín, que si no bajo la cabeza me la arranca. Madre qué gritos.
Arkab, tenemos ya una zona vacía en espera de los estolones. Vaya, se ha convertido en la zona de los estolones, que ayer hablábamos de comprar alguna flor y salía todo el rato la frase «no, ahí no, que van los estolones sevillanos», «no, no, que ahí van los estolones», «esta zona no me la toques, que es para los estolones».
Muchas gracias, mi guía zarazamorano.

Arkab dijo...

Pues que me he puesto a ver vídeos de señoras que toca el sitar. Que es que he visto uno primero de George Harrison con el señor Ravi Shankar y de resultas de lo cual he visto a su hija Anoushka, ojo, que no es la Norah, que es la otra, y que eso, que vaya hijas que tiene este señor. Que son como guapas, guapas y además te tocan el sitar por las noches, así suavecito. Qué monas que son las Shankar, ¿berdad, Harry?

Harry Sonfór dijo...

Huy, remonas. Son remonas. No sé si conocerá usted ese chiste benarescense que cuenta que iba Ravi Shankar por la calle y se encuentra con una lámpara. La frota y, placa, sale un genio. Y el genio le dice
—Me has hecho un gran favor liberándome de la lámpara, por ello te concedo tres deseos.
Y le dice el Ravi Shankar:
—Pues quiero tocar el sitar muy bien, grabar discos con los Beatles, tener hijas muy guapas y ser muy alto.
Y le contesta el genio:
—Tres, Ravi Shankar, he dicho tres deseos.

Trikki dijo...

Jo, ya tendré que hacerme otra pregunta al levantarme por las mañanas. Harry, que el Señor que cuelga las fotos en la web del Ayuntamiento de mi pueblo, dice que eso es una gárgola, vealó en la pestaña de postales (www.valencia.es) ahora bién, no seré yo quién le lleve la contraria, si usted dice que no es una gárgola, pués no será una gárgola, para mi visto in situ, es una especia de pantera con alas y colmillos afilados, a la que además, le han colocado unos genitales de hombre adulto bien desarrollao.

Me estaba imaginando a la Tardígrada en la proa del titanic a toda máquina gritando "soy la reina de las mascotas del muunndoooo".

Harry Sonfór dijo...

Nada, eso será una escultura o como se quiera llamar, pero gárgola, lo que se dice gárgola no es, pues una gárgola no es más que un caño adornado a veces con la forma de personaje fantástico, pero un personaje fantástico si no tiene un caño dentro para echar agua pierde su gargolilismo y se convierte en eso, en una escultura. Me le diga al colgador de fotos que el gargolismo lo da la utilidad de echar agua por un caño, no que tenga forma de bicho raro y feo, que entonces podríamos decir que José Luis Uribarri es una gárgola y no es plan.

Helter dijo...

Cuánta razón tiene el Sr. Le Bon (Gustave, que no Simon). Venga, sean valientes, aparquen la politicorrección y reconózcanlo. Con estadísticas en la mano a nivel mundial sobre alfabetización, recursos propios, sueldos, calidad de vida, derechos, presencia en la vida pública, cuota en puestos de responsabilidad, presencia en las listas de grandes fortunas, concesión de premios nobel, calles y monumentos dedicados, etc. etc., ¿quién vive mejor, las mujeres o los hombres? Pues ya está. Sin duda, los hombres viven mejor que las mujeres, luego son más inteligentes.