Se sabe poco de la vida de Gutenberg. Que sus comienzos fueron en el oficio de la herrería y la platería y que a los años se echó unos socios y montó un taller de pulimentado de piedras preciosas y fabricación de espejos para los peregrinos. Aquello de los espejos para peregrinos parecía un buen negocio. Se iban a vender bien en esas fechas, que avecinaban la peregrinación a Aquisgrán. Todo buen peregrino desearía tener un espejo para, entre la multitud, cuando los oficiantes mostraran las reliquias, que el espejo las reflejara en su superficie y así guardar el poder de ese objeto milagroso (el peregrino no tenía más que colocar el espejo frente a la reliquia, tomar su imagen como si de una cámara fotográfica se tratase, tapar seguidamente la zona pulimentada con un paño y guardarlo consigo. Pasado el tiempo, el espejo conservaría sus propiedades mágicas: sólo había que descubrirlo y colocarlo frente a lo que se quisiera bendecir). Gutemberg y sus socios se empeñaron hasta las cejas con la compra de materiales y fabricaron una buena cantidad de espejos para la peregrinación a Aquisgrán. Calcularon mal. Ellos habían oído que la peregrinación comenzaba en 1439, pero tardó un año en salir. Con tanta deuda y tantos meses por delante, se vieron obligados a emprender otro negocio. Aquello, no exento de complicaciones, les salió un poco mejor.
jueves, 21 de mayo de 2009
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8 comentarios:
vamos, que era una joy-venture lo del señor gutenberg.
Sobre los espejos, su popularización y sus usos mágicos leí hace tiempo un artículo, pero no recuerdo dónde, ni casi lo que decía, pero vamos, en resumiendo, que hasta fechas no tan lejanas no eran muy comunes en las casas del vulgo y seguían siendo objeto de "adoración".
Mecagüen la leche qué historia más bonita, señor Sonfór. Pero qué maja y qué maja y qué maja.
Bueno, koldo, esos espejos para peregrinos se utilizaban como ahora se usan los móviles con cámara en grandes concentraciones. La cosa ha cambiado poco, más tecnológico todo, eso sí.
Sí que es buena, sí. Se le conoce poco más, y que estuvo pidiendo perras toda la vida, que cada dos por tres lo embargaban al pobre. Bueno, a fin de cuentas era editor de libros.
Harry, que venía a contarle la preocupación que me embarga en estos momentos porque a Lily Allen le noto cierta propensión a poner mollicas innecesarias en los días que corren.
Oiga que sí, Arkab, ha sido cosa de teñirse de rubia y hala venga con los hidratos de carbono y las grasas polisaturadas.
Anda, y que es un invento barato: pagas una vez por el espejo, y hala, a disfrutar. Nada de negativos, carretes, revelados, copias de 15 x 20, ampliaciones...
Ojo, Helter, barato es, pero ni le puedes cambiar la óptica ni la sensibilidad de la película ni luego puedes pedir que lo pasen a papel en las tiendas de revelado.
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