La caja de ampollas de Astenolit vienen con un rompedor de puntas de ampolla que no funciona mal. Es una pieza de plástico blanco con el logotipo del medicamento marcado en hueco relieve. La pieza tiene un agujerito, colocas la punta dentro del agujerito y, plac, la rompes. Luego das la vuelta a la ampolla y repites el proceso. No funciona mal, pero suele suceder que la punta de cristal se queda dentro de la pieza de plástico y es complicado sacarla. Así que ahí me tienen dando golpecitos a la pieza de plastico para que salga la punta de la ampolla. Si no se saca la primera, la segunda punta de la ampolla se junta con la anterior y se rompe una con otra formando muchos cristalitos. Tengo cierta fobia a tragarme cristales, en parte porque no creo que sea una cosa agradable para casi nadie, en parte porque hace años ya tuve la oportunidad de tragarme un parabrisas de coche y recuerdo la sensación de tener la boca llena de trozos de vidrio moviéndose entre las encías y los carrillos y crujiendo entre las muelas. Así que suelo pasar el líquido de las ampollas por un colador, no vaya a ser. Hoy he visto un trozo de cristal en el fondo del vaso. Necesito un colador más fino.
jueves, 4 de junio de 2009
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12 comentarios:
¿Un "cascampollas"?¡maño que avances!.
Mi madre, de toda la vida, rompía las ampollas de Ferroprotina de mi querido hermano con un trapico entre los dedos para no cortarse. Zaca.Zaca.
Aquí se corría el riesgo (cierto) de que el cristal se quedase pegado a los nudos del paño y apareciese en cualquier momento.
Eso sí, en la boca no: normalmente los paños de cocina no se usan en la boca.
Que repelús me ha dado pensar en esos cristales por las encías..uyyyyy....
Nada, nada..cuele el Astenolit con el filtro de la Melita hombre.
Que no tengo Melita, laMima, que tengo que buscar un filtro de esos pequeños que se usan para colar el té. Tenía uno, pero no lo encuentro.
Eh, Harry, pregúntele a su santa.
Seguro que lo recuerda color blanco nuclear y resulta que es marroncico...y eso confunde una barbaridad. Alguien lo dijo un día.
O, si no, volvamos a lo artesanal: un buen calcetín.
Un buen calcetín no le fallará Harry, hágame caso hombre.
Nada, imposible, en casa, el que se acuerda de esas cosas, filtros pequeñitos, cosas así, soy yo. Mi señora es más de la Dremel. Y el filtro es un filtro metálico con una malla muy fina y muy tupida. De tela ya sé que no hay, que esos coladores siempre me han dado grima. Esa telaca amarronada que parece el calzoncillo de un soltero... nada, de eso ya sé que no tengo.
Ajjj. Lo del parabrisas me ha recordado el día que me eché un noviete en mi pueblo partiéndole un diente. Lo explico, que si no parezco la sobrina bestia de Paco Martínez Soria:
Hasta ese día (bueno, noche), Angel Luis era sólo un conocido simpático. Pero héteme que entro en el baile del Casino de mi pueblo (dios, qué ataque de caspa me ha dao al escribir esto: ¿de qué época soy yo, diommío?), me lo encuentro bajo la alucinógena bola gorda de espejitos que había entonces en toda discoteca (o sala de baile de casino) que se preciara, y le digo: "¡Hala, Angel Luis!". ("Hala", no "hola": fue talmente así.) Y le doy un golpecito en el brazo correspondiente a la mano con la que sujetaba su cubata, justo cuando se llevaba el vaso del susodicho cubata a la boca.
Seguidamente, lo veo escupir al suelo con unos aspavientos que pa qué. Me costó lo mío darme cuenta de lo que había pasado. Se partió una paleta. Y el vaso, claro. Oye, con lo majos que tenía los dientes y lo que se los cuidaba. Pues ése se lo tuvo que empastar.
Claro, me hice novia suya. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Años después, cuando ya había dejado de ser su novia (y estaba saliendo con mi actual marío), recibí una postal suya desde Londres: "En mitad de las vacaciones, se me ha soltado el empaste del diente comiéndome un caramelo de toffee. Y me he acordado de ti".
Ojo, Inde, que contando la historia, tal y como la explica, tampoco ha quedado usted como la sobrina fina de Paco Martínez Soria. Se acepta lo de golpecito. Bien, vale. Si fue un golpecito, bien, vale, fue un accidente.
Fue un golpecito. Se lo juro yo a usté.
Nada, eso debe de ser cristalofobia. En el caso de harry lo entiendo pero lo de Inde es mala leche o síndorme de Estocolmo :)Yo lo máximo que he roto ha sido una ampolla de "nolotil" y con los dedos. Me gustaba ese sonido sordo y seco - agradable - al romperse.Para que conste en acta sin trapito, a dedos descubiertos
Sí, sí, faq, que es un sonido muy rico. Yo creo que estoy tomando las ampollas más que nada por el ruido ese. «Tu-pac» el primero y «pic» el segundo.
Faq..¿a dedo descubierto?..¡que valiente es usted!
Ay Mari, que ya no me acordaba yo de eso jujujuuuuu
Lo bonito además antes de cortar es emular a los practicantes de hace años y dar dos o tres golpecicos con el dedo corazón en la caperuza que se desecha para que baje todo el líquido, fundamental durante este proceso, impasible el ademán.
Opcional es ya ponerse una bata blanca.
Hay que joderse Sonfór como consigues que la actividad mas simple y rutinaria sea objeto de estudio y comentario.
Voy a colaborar añadiendo a tu fobia, mi fobia: ¿y esos cristales microscópicos que no cuela el colador y se quedan pululando por tu cuerpo buscando un sitio donde atracar para joderte la vida?
Lo siento, pero no he podido resistirme. Hace años que, cada vez que abro un tapón de rosca de alguna bebida y suena como si tuviera arena, no puedo dejar de ver esos cristales en el vaso y después entrando en mí.
Otro problema que tengo que resolver.
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