martes, 20 de julio de 2010

Los orígenes (II)

Daniel Viscain en su etapa en el Cuerpo de Marina

Los orígenes. Catálogo de la exposición 15 años de Grabaciones en el Mar (2009), segunda parte

Su hijo, Daniel, disfrutó de una infancia feliz en la mansión de los Viscain. Años más tarde, se enroló en el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, obteniendo numerosas condecoraciones como oficial técnico jefe de salsas en la cocina de diversos submarinos y portaaviones en los que desempeñó sus labores. En 1966, nueve años antes de que finalizara la Segunda Guerra de Indochina y con la excusa de que es absolutamente necesaria para su completa formación como jefe de cocina, Daniel pide una excedencia y parte hacia Benarés. Allí descubrirá el hinduismo y la meditación profunda y aprenderá el idioma sánscrito con la lectura del Mahábharata y el Ramayana. Su maestro, Sri Agama Khan, le introducirá en la tradición de la música hindú clásica y aprenderá a tocar el sitar en la prestigiosa Escuela de Música de Benarés (8). Su padre, al conocer la noticia, le desheredará.

Daniel Viscain en Benarés, 1968

En Benarés Daniel conocerá a Brita Tranströmer, artista plástica y profesora de danza jazz sueca de origen finlandés que había viajado a la India para preparar su exposición Action Sönderfall Reaktion (9). En una emotiva (y larga) ceremonia siguiendo el rito hindú, Daniel y Brita se casaron y esa misma noche concibieron un hijo, al que llamaron Pedrín.

Daniel Viscain y Brita Tranströmer en su segunda boda, esta vez por la iglesia
protestante, durante su estancia en Bristol, Londres, 1970


Tres años después y, según palabras de Brita, «con la intención de que el niño no viviera como un salvaje, que parecía Mowgli el pobre» la pareja decide buscar un nuevo lugar para vivir. Se establecen primero en Londres, luego en Copenhague, Reims, Ibiza, Palma de Mallorca, Pollença, Tortosa, Salou, y terminan recalando en Zaragoza.
«Mis padres —recuerda Pedro— estuvieron buscando suerte en diversos trabajos: tras varios meses como camareros en un pub irlandés reunieron un poco de dinero y montaron un chiringuito ilegal en una cala ibicenca, crearon espectáculos callejeros de action-painting con performances muy coloristas y transculturales, trabajaron también para una multinacional de mobiliario sueco y en unos grandes almacenes..., pero la verdad es que nunca con mucha suerte».

Daniel Viscain, ya en Europa, coincide con David Bowie
en el vagón-restaurante del ferrocarril británico


Una estrellada noche de verano en una playa de Ibiza (alrededor de 1971) Daniel Viscain tiene un sueño. En él se ve desnudo, con el pelo recogido en una coleta por una goma elástica verde fosforescente, caminando plácidamente sobre un luminoso arco iris con una flauta dorada en las manos. «...Cuando llegué a lo más alto del arco, el cielo se abrió y de él bajaron tres hongos alados enormes con brazos de muchos colores y multitud de ojos y bocas que me dijeron al unísono: “Daniel, Daniel, el futuro está en la música. Monta una compañía discográfica y realiza así el deseo del Altísimo de expandir sus melodías por todo el planeta”. Tal impacto me creó, que ese mismo día, nada más levantarme, llamé por teléfono a unos amigos mallorquines que llevaban un tiempo metidos en el mundo del espectáculo organizando conciertos de rock sinfónico y jazz progresivo.

Celebrando la creación y elección del logotipo del sello Grabaciones en el Mar (1971).
Meses más tarde, la empresa de Daniel Viscain y Brita Tranströmer quebró.
Tuvieron que transcurrir 23 añospara el relanzamiento del sello,
esta vez impulsado por Pedro, el hijo de ambos

En pocos días, Brita y yo ya teníamos alquilado un pequeño local en un bajo, un logotipo, una máquina de escribir portátil marca Olivetti, un teléfono con dos líneas y muchas, muchas ilusiones». Comenzaron haciendo una campaña publicitaria de buzoneo con el eslogan «Música, qué hermosa eres», convocando a los artistas musicales noveles de la isla para que nos presentaran sus trabajos. Fue en esos primeros días cuando un muchachuelo inglés se pasó por la oficina para presentar una cinta que había grabado en su casa. «Así que vino el chaval, puso la casete en el magnetófono y al rato me pregunta “¿Qué te parece?”, “¿Que qué me parece? —le digo— pues qué me va a parecer, una mierda así de grande me parece”. Así que apagué el aparato, saqué la cinta y le dije “Más te valdría probar a hacer canciones más cortas y cantadas, melón” y lo despedí con un par de palmadas en la espalda y una colleja paternal» (10). Pasaron los meses y la discográfica se vio obligada a cerrar y a abandonar el local por numerosos impagos... antes de estrenarse. Un sueño perdido, que el tiempo borró de la historia de la música en España. Brita continuó su carrera artística y Daniel encontró trabajo en el departamento creativo de una famosa agencia de publicidad madrileña. Suyos son los eslóganes (claros, directos y fáciles de memorizar) para diversas campañas turísticas («Murcia, qué hermosa eres», «Galicia, qué bella eres», «Pozuelo de Alarcón, qué hermoso eres», «Tauste, qué hermoso eres» y «Embid de Ariza, qué bonito eres», entre otros).
Mientras, pasó el tiempo y Pedro se fue convirtiendo en un esbelto mozalbete. «Fue en 1984 —explica Pedro—, lo recuerdo como si fuera ayer, cuando entró mi madre en la habitación con un paquete con remite de Estados Unidos. Lo abrí y en su interior encontré una caja dorada con una carta (11). La caja contenía una enorme colección de sellos. En ese tiempo andaba mucho más interesado en ponerme pequeñas cantidades de pasta dentífrica sobre las marcas del acné y en perseguir chicas de mi edad al grito “eh, moza, eh, moza, eh” que en quedarme una sola tarde en casa mirando sellos, así que cogí la caja, la dejé en la estantería de mi dormitorio y al rato me olvidé de ella».
Unos años después, en 1993, Pedro Vizcaíno abre la tienda de discos Plasticland en un pequeño local ubicado al fondo de un pasaje comercial. Le acompañará en la empresa Sergio Algora. En poco tiempo, recuerda Pedro «El poderoso marketing ejercido, la increíble ubicación del local, así como la innovadora forma de dirigir una empresa, propiciaron un ascenso imparable cuya mejor prueba fue que hasta un total de treinta y siete personas llegaron a trabajar en Plasticland Corporation S.L.C. Miles de referencias se despachaban diariamente, ya fueran en vinilo o en el entonces ya pujante formato del cd. Largas colas de aficionados a la música aguardaban la apertura del local cada mañana y cada tarde, ávidos de novedades o de esas peticiones acordes a nuestro principal slogan “solicítanos el disco inencontrable y nosotros lo encontraremos”».
Por la tienda, que debido a su reducido espacio parecía que estaba en todo momento llena, pasaba todo tipo de gente «Huy, sí, todo tipo de gente», recuerda Pedro, «...amantes de la música, señoras preguntando que si hacíamos fotocopias, señores preguntando dónde caía el paseo Teruel, músicos, coleccionistas de todo tipo de objetos...», así que un día recordó que en la casa de sus padres guardaba en una estantería la colección de sellos que heredó de su abuelo y decidió exponerla en la tienda «por si pasaba por allí algún filatélico perdido». Más tarde, recuerda Pedro «En alguna de esas placenteras mañanas de 1994 surgió en mi por entonces neuronada y poblada cabeza (12) la idea de comenzar a editar la música que nos gustaba, crear un sello independiente o, mejor llamado, indie, denominación creada no sé por quién para referirse a no sé muy bien qué tipo de música. Para ello adquirí en propiedad una vieja casa de madera en el borde de un acantilado de las afueras de mi ciudad, compré la maquinaria necesaria para fabricar vinilos y una pequeña impresora y tostadora de cds. Al poco tiempo encargué instalar una entrada-recibidor y al fondo dos puertas; la que daba acceso a mi oficina y la que daba acceso directo al vacío. De esta sencilla manera podía indicar la puerta adecuada a los visitantes según el grado de agrado que me proporcionara su visita o sus propuestas».

Casa al borde del acantilado de Pedro Vizcaíno.
Antiguas oficinas del sello Grabaciones en el Mar


¿Y la promoción del sello? Pedro Vizcaíno asiente: «Teniendo ya el local y repleto de grandes ideas iniciaba las dos grandes fases de toda discográfica que se precie: elegir los artistas y promocionarlos. La promoción se antojaba un arma fundamental por lo cual decidí apostar, lejos del tópico de insertar anuncios en revistas especializadas, por publicidad más abierta a todos los públicos, diseñando una campaña innovadora y creativa. Para ello adquirí cuatro halcones peregrinos que equipé con sendas pancartas con el lema “Grabaciones en el Mar, su sello discográfico”. Cada mañana, temprano, liberaba de sus grilletes a los halcones, que se pegaban buena parte del día sobrevolando la ciudad con gracioso estilo. Era una campaña novedosa y muy vistosa que recibió varios premios a nivel europeo, aunque no obtuve la pronta repercusión que yo deseaba. Tiempo después, decidí adquirir doce palomas mensajeras, encantadores animales que durante más de seis años ejercieron de mecanismo de correos para el envío periódico de los catálogos del sello. Fue un servicio económico, ecológico y de alta sostenibilidad, pero decidí abandonarlo aquella mañana que, en mala hora, decidí soltar los halcones y las palomas a un mismo tiempo», se lamenta Pedro. Años después, la discográfica dejaría también el sistema de envío por correo ordinario para pasar a los nuevos sistemas informáticos: «La informática llegó a nuestra empresa, y con ella todo un despliegue de luz y color, ordenador, pantalla, teclado y hasta una impresora. Se acabaron los envíos de catálogos por paloma mensajera, por lo que cedimos al museo ornitológico de la ciudad los dos ejemplares que sobrevivieron». Con el tiempo, Pedro pudo comprobar que el maravilloso invento de enviar boletines a varios miles de personas con sólo pulsar un botón dio paso a la entrañable tarea de «...recibir información de miles de personas que amablemente te ofrecen medicinas varias para mejorar tu salud sexual, para el amueblamiento de tu cabeza, y miles de cosas igual de interesantes que al principio resultaban incluso divertidas de leer y responder. Gracia que hoy ya se ha perdido del todo. Ya no hay imaginación ni para el spam». Se lamenta Pedro «Sigo echando de menos aquella pizzería de Lima que enviaba puntualmente sus menús especiales para los viernes. Siempre reservaba mesa, pero nunca pude ir».
¿Y el sello del guacamayo de Cochabamba? le preguntamos, «¿El sello ese de mi abuelo con un loro? por casa estará... Mira, eso me recuerda un día que un tío mío, ya mayor, pero aún en la tierra, me preguntó hace ya unos años: “Pedrín, oye una cosa, me dice siempre tu madre que te ganas la vida con un sello que tienes. Y ese sello ¿dónde lo guardas pues?”».

Actuales dependencias (oficinas, departamento de ventas y almacén)
del sello Grabaciones en el Mar (Gelmar)

8 VV.AA. «El sitar, origen, evolución, expansión en Occidente y su influencia en la música popular española» en Folklore Vivo, número especial primavera-verano, Alcalá de Henares, 1989.

9 Lovisa Bergström, New Art Svenska, Marbåcka, Sällsyntaböcker, 1993, p. 523.


10 «...unos amigos me recomendaron que me pasara por una compañía discográfica de reciente creación. Tras escuchar no más de tres minutos de mi grabación, el tipo de la compañía me dijo: “Más te valdría probar a hacer canciones más cortas y cantadas, melón”. Por supuesto que no volví a ese sitio». Mike Oldfield contando sus experiencias anteriores a la publicación de su primer álbum Tubular Bells, entrevista para la BBC en Las tardes con Samantha, 1994.

11 «Querido Pedro, mi queridísimo y desconocido nieto. Solo unas líneas para desearte paz, amor y felicidad en todas estas navidades anteriores en las que no te había felicitado. Ya viejo y en el final de mi vida quisiera ofrecerte un regalo que en verdad es muy especial para mí. Espero que lo disfrutes y que en tu corazón se despierte la pasión por el mundo de la filatelia como lo hizo en mí hace ya muchos años. Te quiere, tu abuelo, Gary». Carta de Gary Viscain a su nieto, Miami-Dade (Florida), 1984. Archivo personal de Pedro Vizcaíno.

12 Hemos recogido numerosos testimonios que lo acreditan. Entre ellos: «Nació con todo el pelo. Mira si tenía pelo que la comadrona le hizo una trenza nada más nacer. Y con las uñas largas, que al día siguiente se las cortó con unas tijericas de manicura la Amparín. Pero pelo, tenía mucho pelo. Yo no se lo corté hasta que me dijeron que eso era pelusilla, como el plumón de los canarios, que luego se les cae y les sale el pelo bueno. Así que un día se lo dejé corto corto, como lo lleva ahora, y luego ya le fue saliendo el pelo bueno. Pero pelo, vaya si nació con pelo, que luego me dijeron que por eso me pegué medio embarazo con cólicos, por el pelo, que da muchos cólicos. Pero pelo, nació con todo el pelo, que la comadrona le hizo una trenza nada más nacer y lo enseñó por todo el hospital y todo el mundo decía que qué niño más hermoso y más guapo, que parecía una niña de guapo que era y con ese pelo recogido en una trenza. Que Pedrín de niño era precioso, que no había día que lo sacara a pasear en el carrito que no me paraba una mujer para decirme que qué niño más guapo y más hermoso».
Entrevista a Brita Tranströmer. Archivo personal, Zaragoza, 2008.

6 comentarios:

miguelgato dijo...

Trentaños con la pegatina del eslogan en el coche sin saber quien había sido el genio que lo parió.
To los días saprendialgo.

¡Viva Viscain!

Harry Sonfór dijo...

¡Viva!

Anónimo dijo...

pero qué GRANDE! Por fin la verdadera historia

Anónimo dijo...

Cacho bandurriaca, ¿no?


Tojunto

El Ente Dilucidado dijo...

Oiga, maese Harry, y la banda ésa que sale en la foto con Mr. Viscain circa 1972 (la que enseñan una tarta con el logo del sello discográfico) ¿Quiénes son?

Es que no estoy seguro ¿Eh? No estoy seguro... Pero yo juraría que son un conjunto que hubo en mi pueblo (bueh... la mitad eran de mi pueblo y la otra mitad de Casetas). Unos que empezaron en 1964 o 1965, llamándose Los Tropicals y versioneando a los Beatles y a los Animals, pero que en 1970 se cambiaron el nombre (por el de Arkhimedes' Principle, así, en inglés que sonaba más hip), se dejaron barbas y melenas y se pasaron al rock progresivo.

No llegaron a publicar nada, pero yo he oido una maqueta suya de 1972 o 1973, muy bien grabada, con una versión en plan rollo rock sinfónico-progresivo de Gigantes Y Cabezudos (sí, la zarzuela) toda en inglés y que duraba noventayocho minutos. En plan suite.

Una cosa tremenda.

Inde dijo...

Lo mejor es la casa del acantilado, ay sí, la casa del acantilado. Grabaciones en el acantilado.