Aeropuerto de Detroit. Una sala de espera como cualquier otra en cualquier parte del mundo: mucho ruido y bastante confusión, hombres con corbata, algún turista. Gente que sólo piensa en salir de allí. Largas filas de asientos de plástico, interrumpidas por mesitas de vidrio oscuro repletas de ceniceros. Ceniceros, sí: estamos en plena década de los setenta.
Un caballero con sombrero se levanta de su asiento y se dirige a una cabina telefónica que se encuentra al fondo de la sala. Al abrir la puerta de la cabina repara en una carpeta transparente abandonada encima de la repisa. La coge y comienza a hojearla. Ve que se trata de la solicitud de una joven, graduada en un instituto, de una plaza en la universidad para estudiar psicología. Sobre la carpeta está pegada una notita escrita a mano: «Querido papá: ¡Que tengas un buen viaje! Por favor, no te olvides de enviar la solicitud por correo antes de tomar el avión. Te quiere, Linda». Después de realizar su llamada, el caballero en cuestión mira de nuevo la fotografía del currículum y se lleva consigo aquellos papeles (entre los que se halla también, como por arte de magia, un sello de correos). Le queda tiempo para entregar la solicitud en la oficina postal del aeropuerto.
Hay algo que este hombre ignora: está tomando parte en un experimento psicológico. E ignora asimismo que ese día, en algún otro lugar del aeropuerto de Detroit, otros 503 pasajeros hojean unas carpetas abandonadas que contienen solicitudes absolutamente idénticas: el mismo nombre, la misma dirección, los mismos certificados; tan sólo la fotografía es distinta en cada caso. Algunas documentaciones se envían, otras no. Tras la dirección postal proporcionada se halla el hombre que ha organizado toda esta jugada: Richard Lerner, un experto en psicología social de la East Michigan University. Lerner, junto con sus colegas, desea dar respuesta a la siguiente pregunta ¿existe alguna relación entre el atractivo de la solicitante y el número de carpetas remitidas? Unos meses más tarde, la respuesta puede leerse en el Journal of Experimental Social Psychology: cuanto más bello es un rostro, mayor es la disposición a ayudar que manifiestan los espíritus.
Inicio del libro La ciencia de la belleza, de Ulrich Renz, Destino, Barcelona, 2006.
La foto, Lady Libertine, es de Fritz W. Guerin, 1902.
viernes, 16 de enero de 2009
Sobre la belleza
Etiquetas:
Criaturas del señor
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15 comentarios:
Pero tambien se entregaria alguna solicitud con rostro poco agraciado. ¿O no? ¿Solo las caras bonitas?
Así de injusto y así de cierto. Hace tiempo leí un estudio sobre hasta qué punto influye el aspecto físico de un paciente en cómo le tratan las enfermeras de un hospital, y era definitivo. Si el paciente es guapo o guapa, se deshacen en cuidados y mimitos.
Pero ¿Hay algún estudio que diga que a las personas agraciadas les den los medicamentos más efectivos? Porque según sean las enfermeras a lo mejor se podrían meter los mimos.... Sabe lo que le digo ¡Viva House!
Helter, qué estudios más raros lee usted. Pero no crea, yo también he leído un estudio raro parecido al suyo: Los hombres casados, o emparejados, mean haciendo ruido apuntando con el chorro al líquido del fondo del inodoro y procurando mantener el sonido de forma ininterrumpida, es la única de saber si no van a ser salvajemente atacados por su pareja instantes después. Según demuestra el estudio, es un momento de manguerazo especialmente grave si no se ha levantado la tapa, la subtapa, y/o si la circunstacia (miopía, politoxicomanía o, simplemente, soplapollez nocturna) ha sido percibida por la pareja socorrista sin haber podido evitarla.
Es una gran verdad todo. Cabe destacar que el autor del libro, Ulrich Renz, es un guaperas y que Richard Lerner, el psicólogo del estudio, es un señor con bigote que quedaría bien en el programa Saber vivir.
Si hay una constante en los post que en este día estoy leyendo en los blogs es el hablar del pesimismo y de la belleza, de las dos cosas pero por separado, es decir, que cada blogger o hablar de un tema o del otro. Tal vez me estoy perdiendo alguna realidad que está influyendo en sumo grado a los bloggeros. Bueno, también es verdad que yo, hoy por hoy, no estoy muy en la realidad.
Otra cosa, no me hacen demasiada gracia lo sexperimentos psicológicos, yo no haría ninguno, aunque se le quitaría sal a la vida, pues supongo que parte de ella se basa en eso, en experimentos psicológicos. Y..., hablando del tema, me voy a enrollar sobre lo que un día un profesor de filosofía que tuve me contó, y es que resulta que un rey o un conde o algo así, muy de experimentar psicológicamente cogió a unos jovenzuelos, creo que recién nacidos y los encerró en la torre de un castillo y los observaban para saber en qué lengua se ponían a hablar, algo así que como para descubrir cual era el idioma que surgía espontáneamente. Qué cosas!! Lo curioso es que yo, anteriormente, había pensado que esa no era mala idea para conocer cosas sobre el ser humano, su comportamiento y demases, pero claro, siempre pensé que a ningún padre le haría gracia...
Otra cosa, me parece muy cruel el ser humano si no se dispone a aplicar belleza a su crueldad, pero de la buena, claro.
He mentido en el título de la entrada, Yahuan, aquí no se habla de belleza y menos de pesimismo. Aquí sobre lo que se habla es de las posibilidades que se tienen en la vida según se sea más feo o más guapo. Pero no es una postura pesimista. Todo tiene su punto bueno y su punto malo. Mire, es posible que los poco agraciados tengan menos posibilidades para encontrar trabajo en algunos sectores, pero luego también los que somos tremendamente guapos nos encontramos que no nos toman nunca en serio y nos tratan como si sólo fuéramos una simple cara bonita sin sentimientos. Y luego llegó Internet, cuando se aseguraba que era un fantástico sistema de relación entre humanos donde el aspecto físico no importaba. Nada de eso, hace mil años, en los albores interneteros, hice un experimento sociológico de esos: solía frecuentar un foro, donde aparecía sin foto, pues oiga, un día se me ocurrió ponerme de avatar una foto de un señor mayor tripudo con barba blanca pilotando un velero y, oiga, que perdí muchas amistades femeninas. Que igual no les preocupaba eso del aspecto físico, pero que perdieron interés, pues también.
¿Aeropuertos con oficinas postales? Eso sí es primer mundo.
PD: Extraño los ceniceros en los aeropuertos.
A mí me gustaría saber qué hay en la copa de lady Libertine (qué nombre, eh), porque parece un papel o tal vez unos pétalos de rosa blanca o...
Sobre la belleza, el consejo que el padre de las Deneuve (al parecer todas las hermanas eran guapas requeteguapas) les dio a sus hijas es que supieran la responsabilidad que tenían por ser tan guapas. Y es bonito eso de la responsabilidad del guapo, que parece que siempre lo consigue todo gratis, el guapo, bueno, sobre todo la guapa.
Koldo, que ando mirando la foto ampliada de Lady Libertine y no es papel ni flor lo que sale de su copa (no es papel ni flor lo que sale de su copa, carajo, parezco poeta), que es espuma. Podría ser o espuma de cerveza (una cerveza oscura) o, mejor, nata batida. Es posible que sea entonces un licor de café con nata o algo que estuviera de moda en la época. Digo que mejor nata porque con el ratazo que se pegaban para hacer una foto, si fuera espuma de cerveza igual ya se había bajado. El humo del cigarro está retocado, imagino que sin photoshop, más bien con un pincel (a fin de cuentas, siempre se retocaron las fotos).
¡Anda!. Koldo es lo mismito que le decía el abuelo de Spiderman a Dpiderman: un gran poder, conlleva una gran resonsabilidad......
Es verdad eso del foro?? Qué grande...
Así como se lo digo, Yahuan.
Releyendo posts de estas semanas: todo fantástico, en serio.
Un saludo, y siga usted así, por favor.
Pues muchas gracias, Portorosa. Me alegra mucho que le guste.
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