Cada día cojo dos tranvías, un tren y un autobús (o un autobús, un tren y dos tranvías) para ir al trabajo y volver a mi espartano hogar. Entre Mannheim y Heidelberg se extiende una extensa Nada sólida, cubierta de nieve inmaculada y virgen sobre la que nadie ha puesto el pie. Son campos extensos sembrados de macizos postes metálico-eléctricos, de seda helada, de hileras escuálidas en las que se alinean árboles mondos y arbustos tiritantes. Cuando voy en tren sólo existen dos colores en el mundo, el blanco cegador y el negro retraído, y me gustaría que algún paisajista dejase a un lado las verdes colinas, los riachuelos primaverales y todo el cobre del otoño, y se atreviese a pintar un cuadro con estos dos colores, las dos esencias, los dos venenos de mi día a día.
No tengo vergüenza ni la he conocido. En un plis plas me he hecho una nueva entrada robando un texto de una entrada de A princesa no xardín (El tío Otto y el mar de pelusa), que narra sus trayectos de casa al trabajo y del trabajo a casa (unos veinte kilómetros de mucha nieve según el google maps) más una foto de Lady in the radiator (Leg tree) que no sé cómo viaja pero que vistas sus fotos también es de mucho viajar. No hay razón aparente para unir a estas dos personas en una misma entrada. En todo caso, son razones subjetivas, que me parece que A princesa no xardín cuenta las cosas como dios hecho carne inmortal y Lady in the radiator hace fotos como dios hecho carne inmortal también. Si esas razones no les sirven, tengo un puñado más.
domingo, 24 de enero de 2010
Pues árboles, postes y árboles
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4 comentarios:
Ays, pues envidio yo esas idas y venidas de la señorita de las palabras.
Me voy ahora a ver la exposición de Eugene Smith de la Lonja (corran si no han ido ya), que es como viajar pero sin gastar dinero.
Me ha sacado los colores, Harry, menos mal que en en la biblioteca-despacho (la misma por la que se pasean los señores-alemanes-con-zapatos-que-
resuenan-como-tacón-de-aguja
no hay nadie que pueda descubrirme.
No consigo seguir su blog como debiera, porque en mi apartamento no tengo internet. Ni tele, tampoco tele. Sólo un ordenador viejo que ha visto más mundo que yo, y una radio, para escuchar lo que los señores y señoras alemanas tengan que decir. Y estos no llevan tacón alto.
Con gusto me daba un paseo por el jardincillo de la foto…
¡Ole qué alegría!
Pues cada uno hace las asociaciones que le gusten o le apetezcan, faltaría más. Y ésta, pues es bien maja. Sí.
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