jueves, 28 de enero de 2010

Del diario de un artista minimalista

15 de febrero de 1991
El ayuntamiento de mi localidad acaba de encargarme una escultura de grandes dimensiones para conmemorar el 420 aniversario de la batalla de Lepanto.

8 de abril de 1991
Esta mañana he presentado el proyecto en el ayuntamiento, maqueta de cartón plume incluida, de la escultura que he denominado «Batalla de Lepanto». En la presentación estaban presentes el alcalde, los concejales de cultura y varios representantes de los medios de comunicación de la comarca. Será una escultura espectacular formada por cinco grandes piezas rectangulares curvadas de acero oxidado de ocho por quince metros enfrentadas a otra gran pieza de veinte por quince metros, también curvada y del mismo material. Las primeras representarán la Liga Santa (España, Génova, Venecia y Santa Sede) y la última, la de mayor tamaño, representará la flota otomana. La lluvia, el viento y la humedad ambiental irán deteriorando el acero y de él rezumarán hermosos charcos de óxido (la sangre de los hombres muertos), que cubrirán, pasados los años, la base de ladrillo recubierto con cotegrán. Hermoso. Juan ha preparado una animación en 3D con el Autocad que ha encantado a todos los asistentes. Bien.

15 de mayo de 1991
Ya tengo la empresa que se encargará de la construcción de las seis piezas de acero. Jacinto, el jefe, un hombre muy amable, me dice que ellos se encargan de todo: compra del material previo pago del 75% del presupuesto, construcción, transporte e instalación en la que será su ubicación, la plaza de Cervantes.

21 de octubre de 1991
Llamo esta mañana a Jacinto para ver cómo va todo. Me dice que de maravilla, que ya han recibido el material y que en dos días se disponen a cortar, curvar y montar la pieza de mayor tamaño, la otomana. Me dice que son planchas de chapa enteras de seis centímetros de grosor, como acordamos. Bien.

25 de octubre de 1991
Llamo a Jacinto para preguntarle por el proceso de construcción de la escultura, me dice que de maravilla. Que ya han montado los perfiles de veinte centímetros de la pieza otomana y que en cuatro días se meten ya con las piezas restantes. Le pregunto por el proceso de oxidación. Jacinto me dice que a qué oxidación me refiero. Yo le respondo que me refiero a la oxidación natural del acero, que si van a preparar las planchas para que se oxiden allí en fábrica o que si ese tratamiento lo dan después, cuando se coloque en la plaza. Que qué oxidación, me dice, que no hay oxidación. Yo le digo que le hablo de la oxidación de las planchas, la oxidación de las esculturas, la sangre derramada por todos aquellos hombres. Jacinto me dice que no hay oxidación. Vamos a ver, le digo ¿ustedes están construyendo las piezas en chapa de acero oxidado o se oxida después? Jacinto me responde que ni antes ni después, que para eso compraron planchas de acero inoxidable, de larga duración, que eso no lo oxida ni el meado de mil gatos. Yo le digo que desde el principio les hablé de planchas de acero oxidado. ¿Acero corten? me pregunta. Y me suelta que si quería acero corten tenía que haber especificado que la escultura la quería en acero corten, pero que en el pedido en ningún lado venía especificado lo de acero corten y que pensaron que me refería a acero inoxidable, que es más duradero. Me pongo nervioso. Les digo que paren, que la escultura va en acero oxidado, que no puede ser de otra manera, que el concepto de la obra se basa en la oxidación. Me dice que ya han comprado todo el material y que ya han montado la primera pieza, que no hay vuelta de hoja, que acero inoxidable. Le digo que devuelvan el material. Me dice que no hay manera si quiero que las piezas estén acabadas para el 8 de diciembre, que es la fecha acordada para el montaje. Intento explicarle que no es posible que la escultura conmemorativa de la Batalla de Lepanto sea de acero inoxidable. Le explico de la mejor manera posible que yo quiero que la escultura parezca como de Richard Serra, que mi escultura debería ser una escultura minimalista, sobria, contemporánea, como de Richard Serra, y que eso solo se consigue con acero oxidado. Él se ríe desde el otro lado del teléfono y me dice que no será para tanto, que el acero inoxidable queda mejor, que es más limpio y no mancha, que el acero corten tiene peor vida y no queda tan acabado. Yo le digo que o cambian el material o no hay escultura y le cuelgo, furioso.

28 de ocubre de 1991
Hablo por teléfono con Álvarez, mi marchante, le cuento el problema de la escultura de la Batalla de Lepanto en acero inoxidable. Me dice que igual en acero inoxidable no queda tan mal. Le digo que yo de la única manera que veo artísticamente, conceptualmente, la Batalla de Lepanto es en acero oxidado. Me responde que a él le pasa lo mismo, que la Batalla de Lepanto la ve en acero oxidado como si fuera de Serra y que el acero oxidado queda siempre bien. «Mira, hasta si haces una mierda enorme, la forras con acero corten y queda bien, sobria, contemporánea». Yo le digo que mi escultura no es una mierda. Él me dice que no me quería decir eso, pero que el acero corten es muy resultón y que precisamente se estaba cambiando las puertas de la entrada de casa y que se las estaban haciendo en acero corten barnizado, que queda muy bien, muy sobrio, muy moderno y muy contemporáneo. «Queda como una escultura del Serra pero en puerta para la entrada del coche, tú», me dice. Le pido que arregle el asunto de la escultura, que se ponga inmediatamente en contacto con Jacinto. Le digo el teléfono. Me dice que bien, que lo arreglará y que ya ha pensado en lo que tengo que hacer para mi próxima exposición. Le pregunto que qué ha pensado. Me dice que me olvide ya de las esculturas de acero corten y que me dedique a hacer figuras en escayola de personas a tamaño natural. Le digo que qué es eso de las figuras de escayola. Sí, me dice, lo que tienes que hacer es mogollón de figuras de escayola de personas, a tamaño natural. Mogollón de figuras de escayola, veinte o treinta, o más, algunas si quieres las repites, que no se notará. Luego las metemos en la sala de exposiciones todas juntas y eso queda total. Está gustando mucho eso, me dice. Yo le digo que no me agrada la idea. Él me dice que no es cuestión de gustos, que es lo que se lleva en Nueva York. Mogollón de figuras de escayola a escala 1:1. Haces un molde de tu padre, haces un molde de tu vecino, haces un mode de tu mujer, de tus chicos, moldes, moldes, y luego lo pones todo junto en una sala grande, toda blanca, eso es lo mejor, eso es lo que vende. Si quieres me haces un molde a mí, como quieras, lo importante es que hagas mogollón de figuras de escayola a tamaño natural. Imagina, mogollón de figuras de escayola ahí puestas, como que no se sabe si son los visitantes los que miran las figuras o son las figuras los que observan a los visitantes. Eso es total, me dice. Eso está gustando mucho en Nueva York. Yo le digo que no me convence la idea. Que no lo veo. Que lo que yo quiero hacer para mi próxima exposición es una escultura enorme en plancha de acero oxidado. Me dice que lo llaman por la otra línea, que me llama luego, y me cuelga.

8 de diciembre de 1991
Hoy a las 12:30 horas se presenta la escultura «Batalla de Lepanto», que conmemora el 420 aniversario de la batalla de Lepanto. Estoy muy orgulloso de esta pieza. El sol se refleja, deslumbra, sobre las grandes planchas de acero inoxidable. Esos brillos, que refulgen sobre la superficie de toda la obra, representan para mí el brillo de las espadas, los cañones, la batalla encarnizada de los hombres contra los hombres. La lucha, el cruento y lamentable fragor de la batalla.
En enero comienzo a preparar mi nueva exposición: «Urban people», que consistirá en una obra coral formada por figuras de personas, a tamaño natural, en diferentes posturas, realizadas en escayola, con estructura de alambre. Será una exposición impresionante, donde el espectador no sabrá si observa o si es observado por la obra. Como base de cada pieza, quiero poner una plancha de acero corten, que represente el latido urbano, el sentir de la humanidad, el desgaste de sus pies, el rezumar de cada uno de sus pasos. Va a ser la bomba.

11 comentarios:

Farencica dijo...

Que no Harry, que no me creo que usted siga tantos blogs (una cincuentena, le he contado), que no es humano, que no.

Harry Sonfór dijo...

Mujer, que no son cincuenta, que son cuarenta y cinco.

Helter dijo...

Le habrá costado mucho encontrar un foto de Sabú poniendo cara de malo y mirando de reojo como haciéndose el sospechoso... Que hasta me recuerda al Cristiano Ronaldo, fíjese.

gregor dijo...

Hola don Harry y compañía, el desenlace de la historia es el normal después del final "Me dice que lo llaman por la otra línea, que me llama luego, y me cuelga."
Cuando te cuelga el marchante...malo, malo, malo...


Faren, para un humano puede que sean muchos...pero para los batracios eso no es nada

Badil dijo...

Acabo de entender el monumentos a la Constitución, el denfrente Ibercaja.

Spanique dijo...

Yo sé de alguien que como lo inauguraron poco antes de Navidá (o sea pa'la constitución) se pensaba que eran los tres Reyes Magos y el Niño Jesús, (se lo juro)

Inde dijo...

Badil: El monumento a la Constitución en el paseo de la Constitución representa a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que son los tres pinchos, rodeando la bola, que no sé si es el mundo, el ciudadano, el texto de la Carta Magna en sí o una bola, tal cual.

La exposición "Urban people" necesita un punto pop, retro, sesentero. Si no, no será bomba ni bombón ni ná.

Badil dijo...

¡Coño! Pues la prensa,Inde, la bola es la prensa.
¿no es la prensa el cuarto poder?.
Ya puestos,Inde y ese coso que hay en los Enlaces, en la placeta que es como la gráfica del índice de la bolsa... sabemos lo quë es?

Gloria dijo...

Pues va cambiando los nombres, el tema de la obra y los materiales (en plan pega y corta), y esta historia se puede aplicar a cualquier artista contemporàneo desos que por ahí pululan y viven de mis impuestos y del sindrome de Nwod de muchos alcaldes.

Esto me ha recordado una historia que leí sobre un famoso y polifacético diseñador, y que le comenté a David en su post La Plaza":
"Esto me ha recordado una historia que leí sobre el ínclito Javier Mariscal.

Por lo visto, se le encargó diseñar una escultura para la Plaza Cerdá de Barcelona (para los que no conozcais el lugar: una enorme rotonda on varios carriles de circulación. Como es habitual en él, Mariscal cogió un edding gordote e hizo cuatro rayujos mal hechos sobre una foto de la plaza.

El "diseño" se pasó a unos ingenieros que, tras examinarlo, dijeron que a la "escultura" habría que añadirle unos cables aquí y allá, ya que el diseño original no era lo que se dice, muy estable, y que sólo faltaría que un dia de viento el mamotreto se desplomara en un momento dado sobre un camión cisterna transportando queroseno...

Pues va Mariscal y dice que esos cables alterarían su diseño (para él los cables eran "rayicas", ya ves)...y que lo hacen tal cual o no lo hacen.

Por suerte, decidieron respetar la integridad del artista y la "escultura" no se llevó a cabo, gracias a lo cual si he de pasar por al plaza cerdá en coche paso mucho más tranquila..."

Inde dijo...

Pues es el sol poniéndose tras el perfil del Moncayo, Badil. Creo que se titula justamente así, "Atardecer en el Moncayo". :o

Badil dijo...

¡Jate tú!