lunes, 16 de marzo de 2009

Muerte de Pinocho, de Carlo Collodi

Los asesinos persiguen a Pinocho y, después de haberlo alcanzado, lo ahorcan en una rama de encina grande.
Entonces el muñeco, perdido el ánimo, estuvo a punto de tirarse al suelo y darse por vencido, cuando, mirando a su alrededor, vio blanquear a lo lejos, entre el verdinegro de los árboles, una casita cándida como la nieve.
«!¡Si tuviera aliento para llegar hasta esa casa, quizás me salvaría!», dijo para sus adentros. Y sin dudarlo un minuto, volvió a echar a correr por el bosque a carrera tendida. Y los asesinos siempre detrás.
Después de una carrera desesperada de casi dos horas, por fin, jadeante, llegó a la puerta de aquella casita y llamó.
Nadie respondió.
Volvió a llamar con más violencia, pues oía acercarse el ruido de los pasos y el respirar profundo y cansado de sus perseguidores. El mismo silencio.
Dándose cuenta de que llamar no conducía a nada, empezó por desesperación a dar patadas y cabezazos a la puerta. Entonces se asomó a la ventana una hermosa Niña de cabellos color añil y de cara blanca como una figura de cera, los ojos cerrados y las manos cruzadas sobre el pecho, quien, sin mover los labios, dijo con una vocecita que parecía venir del otro mundo:
–En esta casa no hay nadie. Todos han muerto.
–¡Ábreme tú al menos! –gritó Pinocho llorando y suplicando.
–También yo estoy muerta.
–¿Muerta? Y entonces, ¿qué haces ahí en la ventana?
–Espero que venga el féretro a llevarme.
Y apenas dijo esto, la Niña desapareció y la ventana se cerró sin hacer ruido.
–¡Oh, hermosa Niña de cabellos color añil –gritaba Pinocho–, ábreme, por misericordia! ¡Ten compasión de un pobre chico perseguido por los asesi...
Pero no pudo terminar la palabra, pues sintió que le agarraban por el pescuezo y aquellas dos típicas vozarronas que le gruñeron en son de amenaza:
–¡Ahora ya no te escapas!
El muñeco, viendo relampaguear la muerte ante sus ojos, fue acometido de un temblor tan grande, que, al temblar, metían ruido las junturas de sus piernas de madera y los cuatro cequíes de oro escondidos debajo de la lengua.
–Entonces –le preguntaron los asesinos–, ¿quieres abrir la boca, sí o no? ¡Ah! ¿No respondes?... ¡Espera, que esta vez te la vamos a abrir nosotros!...
Y sacando dos viejos cuchillos muy largos y afilados como navajas de afeita, ¡zas! Y ¡zas!..., le sacudieron dos cuchilladas entre los riñones.
Pero el muñeco, para su suerte, estaba hecho de una madera muy dura, y por tal motivo las hojas, quebrándose, saltaron en mil pedazos y los asesinos se quedaron con el mango de los cuchillos en la mano, mirándose asombrados.
–Ya entiendo –dijo entonces uno de ellos–, ¡hay que ahorcarlo! ¡Ahorquémoslo!
–¡Ahorquémoslo! –repitió el otro.
Dicho y hecho. Le ataron las manos a la espalda y, pasándole un nudo corredizo alrededor de la garganta, lo colgaron de la rama de un gran árbol, llamado la Encina grande.
Después se quedaron allí, sentados en la hierba, esperando que el muñeco estirara la pata; pero el muñeco, después de tres horas, permanecía con los ojos abiertos, la boca cerrada y pataleaba más que nunca.
Cansados, por fin de esperar, se volvieron hacia Pinocho y le dijeron riéndose burlonamente:
–Adios, hasta mañana. Esperamos que, mañana, cuando volvamos, tangas la amabilidad de estar bien muerto y con la boca abierta de para en par.
Y se fueron.
Mientras tanto, se había levantado un viento fuerte de tramontana, que, soplando y bramando con furor, azotaba de aquí para allá al pobre ahorcado haciéndole balancearse violentamente como el badajo de una campana que tocase a fiesta. Este balanceo le causaba agudísimos dolores, y el nudo corredizo, apretándole cada vez más la garganta, le quitaba la respiración.
Poco a poco se le empañaron los ojos; y aunque sintiera acercarse la muerte, seguía esperando que de un momento a otro pasara un alma caritativa y lo ayudara. Pero, cuando, espera que te espera, vio que no aparecía nadie, absolutamente nadie, entonces le volvió a la mente su pobre padre... y balbuceó casi moribundo:
–¡Padre mío! ¡Si estuvieras aquí!...
Y no tuvo aliento para decir más. Cerró los ojos, abrió la boca, estiró las piernas y, dando una gran sacudida, se quedó allí como aterido.

Información sobre Carlo Collodi y su obra aquí.
La ilustración es de Carlo Chiostri (1901).

15 comentarios:

Yahuan dijo...

Y qué guapo era pinocho, ahí él todo fortote. Venga que voy a contar un chiste que viene muy a cuento con el debido respeto de su presidencia que preside este blog. Allá vamos

Estaba San Pedro en las puertas del cielo, pero pues después de 2000 años quiere hacer un descanso y le dice a Jesús que si puede suplirle un momento. Como por allá todos son muy buenos este accede, así que va abriendo las puertas del cielo a los buenos y cerrándoselas a los malos. A esto que llega un hombre así mayor y con canas y le pide que le cuente un poco sobre su vida. Este dice:

- Pues yo he trabajado mucho toda mi vida, era carpintero, y mi hijo fue todo un milagro, una vida digna...

Jesús dice entonces:

- ¿¡Papá?!

- ¡Pinochooooo!

jejej, así no tiene mucha gracia porque ya te lo esperas, pero igualmente.

Un saludo.

ECDC dijo...

Vaaleeenciaaaa en Fallaaas, Valencia en Fallas!!!

Harry Sonfór dijo...

Ay si es viejo ese chiste, Yahuan. Para mí que es anterior a la versión de Disney, no le digo más.

ECDC, si usted supiera que a servidor le tiran un petardo de esos infantiles dos calles más arriba y ya está de los nervios para toda la semana no daría estos gritos. Madre mía las Fallas, si es poner imágenes de la mascletá en el telediario y lo primero que hago es darle al botón de anular sonido. Que no es animadversión especial a las fallas, que me pasa lo mismo con los tambores. Oiga, petardos y tambores, no puedo con ellos. Y toros. Petardos, tambores y toros.
Declarando principios:
Petardos: cohetes, tracas, bombazos, militares de maniobras, aviones traspasando la barrera del sonido y fuegos artificiales.
Tambores: tamborradas, procesiones de semana santa, charangas, djembés y mayumanases.
Toros: corridas de toros, encierros de toros, recortadores, vaquillas y toros de fuego.
Nada, que no puedo con ellos.

Anónimo dijo...

Solo puedo decirle que a mi, el cuento de Pinocho me daba tan mal rollo que me lo saltaba siempre (y no se qué diría el señor Bettelheim al respecto) pero era así, (hágase cargo pues de mi desazón al leer esto). Sigo sin tenerle ni pizca de apego, y mire que el moñaco no me disgusta pero oiga no, así que no se lo he contado nunca a mis cachorros.Ni pienso.
En cuanto a lo de Fallas ... tengo dicho a mis allegados que no me busquen por allí en estas fechas si desaparezco.
En verano, si eso, puede ser. O en invierno a ver la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que ya tengo ganas, pero ahora me niego.
Y, para finalizar, decirle que me sumo al gusto de usted con el resto de eventos. Yo añadiría alguno más pero bueno, eso son cosas mías.
Saludos mañaneros.

faq dijo...

Yo recuerdo de Pinocho eso que dicen algo así como " te crecerá la nariz por mentiroso " ¡Pobre pinocho! no?. Por cierto! este año de crisis - y me da igual, aunque no fuese de crisis - se quema la falla más cara de la historia "gensantadelamorhermoso"

Spanique dijo...

Las jotas, se ha olvidao las jotas ;-))

Yo es que Pinocho, nooooo. Mucho mejor lo que pone Harry... Pero creo que cuando lo descubrí ya era demasiado vieja y no. Lo de la ballena ya me lo sabía que Pinocho no era el único...
Pinocho ni fu ni fa.

Portarosa dijo...

¿El primer párrafo es una introducción, o qué?

Menos mal que está usted contra los cuentos surrealistas, madre de Dios...

Helter dijo...

A mí me gustaba la parte esa en que Pinocho, recién "humanizado", siente hambre por primera vez. Busca por toda la casa y lo único que encuentra para comer es un huevo. Entonces empieza a pensar cómo lo cocinará, que si frito, que si al plato, que si en tortilla, que si cocido... Tanto pensar tanto pensar, la cáscara se parte y sale un pollito. Ahí Pinocho ya no tiene estómago para comérselo y se queda solo con su hambre recién estrenada.

Harry Sonfór dijo...

A mí, oigan, me daba miedo la serie de «Le avventure di Pinocchio», de Luigi Comencini que echaban en la tele. De esos recuerdos me queda una sensación de malrrollismo con la figura de Pinocho. Pero no mala, oigan, que me da gustirrinín. Esa sensación que mezcla el mal cuerpo con el gustico, pues esa. Si la viera ahora pues seguramente no me gustaría, eso también.

Trikki dijo...

Que yo creo que lo que usted le molesta es el estruendo en general, Harry, y tal vez su subconsciente asocie los toros con gritos estruendosos de oooleeeee, silbidos y aplausos, pero que todo tiene solución, hombre, en el caso de los petardos (y le hablo por experiencia) dos son las cosas que recomiendan los especialistas para perder el miedo o animadversión, el sistema que podémos llamar poco a poco, usted empieza por las bombetas que vienen sin mecha y estallan por presión (plif), se pasa a los chinos una vez superado este primer paso(ya con mecha, hacen "plaf"), y poco a poco aumenta el tamaño hasta llegar al super masclet (pooomm, o POOMM el super, super masclet). Ya la otra forma la llaman "exposición directa", que esto viene a ser plantarle en medio de la plaza del Ayuntamiento pegao a los petardos durante cinco minutos, y si vive, ya estará totalmente curao y nunca jamás le molestará un estruendo, ni aunque sea el guitarrista de Deep Purple, ni los tambores, ni el organillo de la misa de 11. Buemo, vale, esto ultimo sí le molestará, no se cura con eso.

Harry Sonfór dijo...

Calle, calle, Trikki, no menee el tema que tienen ustedes la cosa candente con lo del medio ambiente, que hoy salía en las noticias que cada vez que queman una falla de esas, entre el corchopán derritiéndose, el polyéster y las pinturas acrílicas en ebullición matan a 500 fluvis por minuto.
Que no es por cosa del bullicios, que servidor ha sido asiduo a conciertos de heavy metal, death metal, trash metal y un de todo, que no es por el bullicio. Que no.

david dijo...

A propósito de Pinocho y de Valencia. Hace algún tiempo descubrí que los de las naranjas Selfa -de Cullera- tomaron "prestado" un dibujo del cuento "Pinocho se hace pelícano", de Bartolozzi. Fíjese cuando vea una caja de naranjas Selfa con un muñeco rarico: es una mala copia del Pinocho disfrazado de pelícano que dibujo Bartolozzi. Esto es más complicado explicarlo con Bettelheim:.
Para ver el monigote:http://www.ecoribera.com/

Harry Sonfór dijo...

Qué dato más bueno, David. Ese dibujo lo recuerdo desde crío, que para mí era, eso, Pinocho vestido de pájaro, así como se lo digo, pero nunca supe la relación entre las naranjas y Pinocho vestido de pelícano. Tampoco sabía que el original era de Bartolozzi. Si Bartolozzi hubiera sido un ilustrador moderno desos de ahora hubiera publicado una entrada en su blog todo ofendido al ver que le habían pirateado el dibujo. Y la de años que lleva en uso. Para vivir la familia Bartolozzi y todos sus descendientes hasta ahora.

Garbanzo dijo...

Pues a mí el sonido que me saca de mis casillas hasta hacerme perder el control de mis nervios por completo es el del Carrusel Deportivo en la radio.

Saludos.

Harry Sonfór dijo...

¿El Carrusel Deportivo es el de los puritos Reig? ¿El de «dame un purito»? madre mía, eso no tiene nombre.