La guitarra parecía un camello. Era mi moto. Hacía ruido. La recuerdo muy bien. Estaba muy orgulloso de mi moto. En nuestro patio había una moto, la de Maks. Era una de las dos motos de la ciudad de Rakvere. La otra era la mía.
Llevo una temporada quitándome muelas. Me explico, no me quito muelas como Jeff Goldblum delante del espejo en La Mosca; voy a un dentista y él se encarga de sacármelas. El jueves que viene me sacan la sexta y última pieza. Me gustaría decir que lo celebraré, pero es posible que en el piscolabis no coma pistachos, maíz frito o almendras garrapiñadas y un piscolabis sin pistachos, maíz frito y almendras garrapiñadas no es lo mismo. En unas semanas me he convertido en un experto sobre el mundo de la extracción de muelas. La gente que conserva todas las muelas suele temer lo que no duele: está bien presente el miedo al fórceps que extrae la muela, cuando lo que más miedo debería dar es el botador. Un día les hablo botadores, esa especie de escoplos del demonio que el dentista gira sobre la pieza dental mientras en el interior de tu mandíbula oyes el cricro-crico-crocro-crico. Bueno, a lo que iba. Que cada vez que me extraen una muela vuelvo a casa infinitamente triste, mareado y dolorido (ya sabrán que soy, además de todo lo demás, de natural aprensivo y quejicoso). Así que llego a casa y me pongo un rato un dvd que me regalaron hace unas semanas, Arvo Pärt, 24 preludes for a fugue, dirigido por Dorian Supin y, oigan, que se me pasan casi todos los males. Veo al señor Pärt ahí contando recuerdos de infancia; recortando trocitos de pentagrama y pegándolos sobre partituras; pidiendo a una señora de un mercadillo si le puede coser un botón que se le va a caer, oigan, lo veo ahí haciendo todas esas cosas, moviendo las manos de esa manera tan preciosamente precisa, y se me cura todo. Claro, al rato se me pasa la anestesia y me tengo que tomar el ibuprofeno, pero esa pena infinita posterior a la extracción ya me la he quitado de encima. Mano de santo. Odontólogos del mundo entero: regalen dvds de Pärt a sus pacientes.
El texto de arriba, claro, es uno de los recuerdos de infancia que Pärt cuenta a la cámara, y oigan, si lo componemos en versos, miren qué bonito queda:
La guitarra parecía un camello.
Era mi moto. Hacía ruido.
La recuerdo muy bien.
Estaba muy orgulloso de mi moto.
En nuestro patio había una moto,
la de Maks.
Era una de las dos motos
de la ciudad de Rakvere.
La otra era la mía.
viernes, 14 de mayo de 2010
Mano de santo
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13 comentarios:
¡Saquemos un libro de poemas! No, mejor no.
También a mi Part me quita los pesares. Además de que su saber-hacer es tremendamente elegante.
Así de elegante me gustaría ser a mí.
¡Qué bien nos lo cuenta!
Una pregunta, ¿habla mucho su sacamuelas?
Qué bien lo has contado, Harry. En efecto, lo que se siente después de que te quiten una muela (e incluso, casi casi, después de ir al dentista a cualquier cosa) es tristeza. Enoooorme depre.
Gracias por la recomendasao.
Y qué guapa la Gilda. Qué guapa pero qué guapa.
que guapa margarita!! seguro que le quitaron alguna muela para perfilar esos mofletes.
http://www.videosurf.com/video/eugenio-el-del-aumento-de-pechos-67000309?vlt=ffext
Tojunto
Sr. Sonfor,
Me ha encantado este post, por la manera de contarlo y por identificarme mucho con sus problemas dentales, cuidese mucho...
Bonito, bonito, casi estoy deseando que me saquen una muela..
Pues a mi me quitaron todas las del juicio (así estoy), las dos íltimas (que eran las del maxilar inferior) tenían la raiz en forma de gancho y no vea... para quitarme la última el dentista a poco no me tiene que poner el zapato en la pectoral para hacer fuerza y arrancarla a la muy puñetera, que no vea comos e resistía... Que conste que me las saqué todas con sólo anestesia local, que delante el dentista me gusta hacerme la chica dura.
Y tiene usted razón, que desagradable es el crik-crrok ese.
Y ya puestos, Harry, puede intentar explicar a los odontólogos esos el significado de la palabra regalar
Sr. Harry, su blog es siempre un bálsamo refrescante en estos tiempos tan cargaditos. Siento lo de sus muelas.
Yo soy adicto a los dentistas... Me como uno al mes...
Venga que sí, lady in the radiator, saquemos un libro de poemas. Cosas peores se han hecho en esta vida y hasta ahora lo de sacar libros de poemas no está tipificado como delito. Aunque en algunos casos... madre si lo tienen. Vale, bien, dejemos lo del libro de poemas para el siglo que viene.
Muchas gracias por el piropo, Mis adarmes. A la pregunta de si habla mucho el sacamuelas; no, al contrario, habla poco y bajito. No le pillo la mitad de lo que dice. Yo quiero saberlo todo (a fin de cuentas está hablando de que hay que ponerme esto y aquello, algo me competerá, pero nada, que no, que no lo pillo).
Ole otro piropo, Inde. Digo yo que buena parte de la culpa la tiene la anestesia, que me deja pocho y triste. Otra parte es el miedo, los nervios y el verte protagonista de un acto teatral muy raro. Sin aplausos ni nada, y encima con una muela de menos. La Gilda, bien guapa.
Huy, muelas y más cosas, Eva, que también le quitaron un puñao de pelacos de la cara para hacerle la frente más ancha. Yo estoy en lo mismo que la Rita, ahí ensanchándome la frente, pero no me queda igual.
Pues no es mal chiste, Tojunto. Da alegría.
Muchas gracias, mindinmungui. Digo yo que al Áltísimo poco le hubiera costado ponernos un pico de pato donald y todos contentos, pero no, ahí venga a poner dientecitos, para hacer la puñeta.
No desee eso, Yahuan, que eso sólo se le puede desear a alguien al que se le quiere mal.
Sí señora, Gloria, a la primera de cambio nos quitan las muelas del juicio, que dicen que no tienen utilidad. Pero la tienen. La de paluegos felices que se quedaban ahí horas y horas esperando ser chupeteaos con la lengua. Ay, pobres muelas.
Inicio de poema a las muelas perdidas:
¿Dónde estáis, muelitas mías?
¿en qué lugar os escondieron?
¿Hay cielo para las muelas tras perder de vista el cielo palatal?
Fin del poema a las muelas perdidas.
Es verdad, desierto. Bueno, a mí me regalan unas gasitas para que me ponga en la herida por si me desangro por el camino. Prevención se llama. Están muy bien esas gasas, porque no saben como las gasas que venden en las farmacias, que saben a rayos. ¿Han chupeteado gasas de farmacia?
Eso quiero yo, Faren, un bálsamo refrescante. He descubierto, eso sí, que los aguacates con un poco de sal, vinagre y aceite son, ay qué cosa más grande, otra mano de santo. Madre qué cosa más grande el aguacate cuando se está mal de las muelas.
Le pasaré la dirección de mi dentista, dvd, pero ya cuando me acabe, que si me deja a medias es una puñeta y ya le he pagado el trabajo, que no es poco. Acabado el trabajo, ya, se lo come. Igual le pido que lo grabe en vídeo para ponerlo en casa de vez en cuando.
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