En la década de los años cuarenta del siglo pasado, una pareja de niños disfrazados de Minnie y Mickey Mouse se retratan en un estudio fotográfico profesional de Ohio durante la celebración de la fiesta de Halloween. Ni los padres, ni los niños, ni el fotógrafo, eran conscientes de que esta imagen, de puro bizarra y sórdida, se iba a grabar en nuestras retinas hasta el final de los días. Puestos a buscar unos buenos guardianes de las puertas del infierno, la pareja de ratones tristes lo haría de maravilla. Ahora, a ver cómo dormimos.
domingo, 9 de mayo de 2010
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5 comentarios:
yo por si acaso no le dejo ver a los niños esas imágenes, que luego se meten a cualquier oficio extravagante o enloquecedor, y no es eso lo que los padres queremos para los hijos, no señor
y a mí mismo incluso con prevención, que luego no se puede descansar sin que en los ojos aparezcan esos niños convertidos en mickeys
Qué foto más chula.
Pues no sé yo usted, pero yo a pierna suelta, dando tripazos, eso sí.
Hay que ser un padre o madre burro, o ser los niños muy tozudos, para disfrazarles y hacerles una foto sin que se les vea la cara. "Mira, Pepe, qué gracioso eras de chico". Y lo mismo debajo de la máscara está la Juani.
Dios mío de mi vida... Qué miedo.
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