Siempre leo antes de dormir. Leer me conduce al sueño. Todas las noches enciendo la lámpara despertador, cojo alguno de los libros que hay apilados sobre la librería baja del dormitorio, me tumbo, doblo la almohada en dos y leo. Sé que el sueño viene porque en mitad de la lectura suele aparecer una imagen, como una peliculita pequeña sobre el papel, o unas frases que dice alguien en mitad del texto que resuenan en el interior de mi cabeza. Son frases que no tienen nada que ver con lo que estoy leyendo. Es como un jingle inconexo que, de puro raro, me hace saber que el sueño está a punto de entrar. Anoche, mientras leía un entretenido texto sobre los rasgos hereditarios y Gregor Mendel, aparecieron de pronto dos tipos trajeados, de cuerpo entero, uno se parecía a John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln, y el otro creo que era otro John Wilkes Booth o, al menos, se parecía. El de la izquierda le decía al otro: «¡Detente, avellanero!». En ese momento pensé que la imagen de dos tipos, uno frente a otro, gritándose «¡Detente, avellanero!» tenía poco que ver con Mendel y los rasgos hereditarios, así que supe que acababa de llegar el sueño. Cerré el libro, extendí la almohada, apagué la lámpara despertador, pensé «esto de "detente avellanero" debo recordarlo», cerré los ojos y me dormí al instante.
miércoles, 11 de marzo de 2009
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11 comentarios:
La cuestión es: ¿a dónde iba el avellanero? ¿qué avellanas pensaba vender, o recolectar? ¿eran suyas?
los rasgos de mendel se esconden en las avellanas...
(ummm, no sé no sé...)
Igual en su árbol genealógico de usted hubo algún avellanero, y usted sin saberlo, y en pleno duermevela le ha asaltao lo que podría llamarse un recuerdo genético, o un gen con memoria, o algo así.
Pues raro ya es, oiga, pero se lo dije: "los sesicos agua" tanto granjero y tanta cosa de esa por la tele.
Y, ¿durmió bien?..que igual es una frase de esas hipnóticas y se la aplicaron en el dentista o en alguna de esas conferencias de arte sacro que frecuenta usted.
Digo.
Sí, es una manera bonita de decir que se te amontonan las letras; al menos eso fue lo que me recordó el leer esta entrada.
Bonita de leer, por cierto, sí, porque cuando está todo bien nexado y conjugado transmite tranquilidad y eso está bien, ala, a dormir avellanedo.
¡Está usted como una cabra!
Afortunadamente.
Tal vez entre se coló en su sueño Cervantes y el sr. Avellaneda.
Un saludito
Pues todo puede ser, sí.
Bienvenida, Gema.
Pues yo no me atrevo a interpretar la frase del avellanero.
Pero le comentaré que yo siempre leo antes de dormir y que leer me conduce al sueño. Y que también doblo la almohada en dos, fíjese.
Pues a ver si a estas alturas va a resultar que somos familia, Garbanzo. Yo desde chico he tenido la ilusión de cambiarme de familia, así que, si le parece, no me cuesta nada cambiarme de apellido, hacerme pruebas genéticas y todo eso.
Pues mire Harry que mi familia es bastante apañada. Incluso algunos miembros (no es mi caso) tienen ciertas dotes artísticas que usted apreciaría. Y respecto al apellido, tal vez no hubiera que cambiarlo mucho...
¡Vale! ¿dónde hay que firmar?
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