sábado, 8 de noviembre de 2008

Una noche en el teatro

Cuando murió se vio de pronto sentado en la última fila de un teatro igual que el teatro dal Verme de Milán. Miró hacia atrás y observó que el patio de butacas era mucho más amplio de lo que pensaba. Hubiera creído que ese patio era infinito a no ser por unos hombres que movían los brazos de un lado a otro que percibió al fondo, apoyados en la pared. Miró al frente y vio un escenario iluminado y vacío. Esperó unos minutos, miró atrás y vio una pared desconchada y oscura a menos de un metro del respaldo de su asiento. «Es de noche», se dijo, y a los pocos segundos pensó que no podía saber si era de noche o de día pues se encontraba en un recinto cerrado. «Sé que es de noche porque estoy muerto», pensó, y no pensó mal. Al contrario de lo que le habían dicho en vida, sentirse muerto no le produjo ninguna sensación de calma, de bienestar o de placidez. Bien al contrario, se sentía molesto, inquieto, le picaba todo. Miró al fondo y de nuevo vio un patio de butacas interminable con unos hombres que movían los brazos de un lado a otro. Miró al escenario, que se iluminó gradualmente. De los dos lados del escenario salieron más de de treinta, quizá cuarenta actores disfrazados de chinos mandarines, que bailaban al son de una música oriental. Miró hacia atrás y vio un espacio inerminable, oscuro, infinito. Miró al escenario y vio cómo un prestidigitador sacaba violentamente unas palomas del cuello de su ayudante. Primero una, luego otra, así más de veinte. Giró la cabeza y se encontró con una mujer que le dijo al oído «estás muerto, está bien así, nada puedes hacer». Giró la cabeza hacia el escenario y vio un bonito espectáculo de perritos amaestrados. Giró la cabeza hacia atrás y se encontró con un enorme telar de tapices que representaba la imagen del interior del teatro dal Verme de Milán con su figura medio tejida, sentada en una butaca, bordada en brillantes colores. Se dijo «estoy muerto, lo sé». En el escenario, un domador de pingüinos saluda al público con grandes aspavientos al inicio de su espectáculo.

5 comentarios:

Spanique dijo...

Enhorabuena Harry, ¿ha visto? Su blog recomendado por el de Plutón BRB Nero, como el mejor blog del mundo.
Besín

Yahuan dijo...

¿Qué pasó?, ¿que al hombre se le terminó su actuación en el Gran Teatro Del Mundo y ahora sólo podía observar las actuaciones de los demás? Bueno, no está tan mal eso.

Por cierto, reconoceré algún día no muy lejano, tal vez hoy, que lo que escrbiste me ha recordado todo el rato a Cortázar, que decía que sus Cronopios y famas y todo lo demás, se le ocurrió cuando en el intermedio del teatro todo el mundo salió a tomar una copa y el se quedó solo, imaginando nada mejor que por ahí estbaan saltarines unos cuantos gnomos y hadas y todas esas curiosidades... jeje, todo muy bonito.

Anónimo dijo...

Los domadores de pingüinos sufrían de una enfermedad profesional asimilada a la congelación.
Lo que no sé es si los domadores de pingüinos muertos sufrirán amputaciones de dedos muertos por congelación. O si se puede amputar algo a un muerto. A un tuerto sí, A un tuerto le puedes amputar lo que quieras.
Enhorabuena por la mención, Harry!!

Arkab dijo...

No, Spanique, el blog de Harry es el mejor del sistema solar. Qué digo del sistema solar, es el mejor del sistema solar y de la gran constelación Erideno. Pero no tiene mucho mérito dada su procedencia ummita.

Oiga, qué de girar y de girar el cuello el muerto. Qué tortícolis y cuanto desasosiego.

Harry Sonfór dijo...

Oigan, servidor ya sabía que este blog era el más bueno del mundo, pero le da mucho gusto que se lo digan. Así que estoy muy contento, sí.
Ole qué bien. Gracias, chicos.