Sueño que me despierto. Me levanto. Hago pis. bajo a la cocina, meto una dosis en la máquina del Nespresso, que dice que tiene dispensador automático de líquido para taza grande y taza pequeña, taza grande, taza pequeña, pero nanay, hay que estar ahí, viendo cómo baja el café, dándole al botón una y otra vez para llenar la taza (otro día les hablo de mi manía con las tazas y de cómo soy capaz de abrir el lavavajillas cuando se encuentra en plena recreación de La tormenta perfecta para conseguir mi taza favorita. Quedan tres. Pues una de ellas). Si no estás ahí mirando fijo a la taza, o el café se queda corto o el café se derrama. Echo dos cucharadillitas de café mientras el café va cayendo (otro día les cuento mi manía con las cucharillas de café, que tienen que ser de esas pequeñas, no esas de postre o de café con leche, no, esas pequeñas de café solo. Si no hay cucharillas de café de esas pequeñas en el cajón del cubertero, otra vez que me veo abriendo el lavavajillas, cuando está ahí, venga dale, a todo trapo). Cojo el café y me subo al ordenador, le doy al botón para que se encienda la pantalla. Voy al baño de nuevo, me miro al espejo y ¡Santo dios! veo que me he convertido en Eduard Punset. Me miro y me remiro y veo que sí, que soy Eduard Punset. Me acerco al espejo, me alejo de él, miro de soslayo, hago el gesto de mover la mano al estilo saludo real y el reflejo me devuelve el saludo, a la vez, como hacen los espejos. No hay duda, soy Eduard Punset. Tampoco me sorprendo mucho porque estoy en mitad de un sueño y cosas más raras se han visto. Vuelvo al ordenador, escribo la dirección de mi blog, repaso por encima mi última entrada, a ver si le falta alguna coma, o le sobra. Le doy al botón de comentarios. ¡Santo dios! veo que me acaban de meter los comentarios más largos de la historia de los comentarios largos. ¿Pero es que no tienen otra cosa que hacer? me digo, poniendo las manos en alto y llevándomelas luego a la cara en un gesto de desesperación ¡Pero cómo pueden ser tan pesaos! grito. Me despierto con sudores y palpitaciones. Me intento calmar. Me levanto, voy corriendo al baño, me miro al espejo y veo que ya no soy Punset, que ya soy el de siempre. Bravo, bien, bueno, ya se pasó, me digo. Echo un vistazo por la habitación y veo que todo está normal. Normal. La cama está normal, la ropa tirada del día anterior está tirada normal. Todo está normal. Bajo a la cocina. La cocina está normal. Huele a cocina. Un poco a la basura del día anterior, un poco a cocina normal. Respiro con alivio. Cojo una dosis de café para el Nespresso. El gato pasa frotándose entre mis piernas formando una «ese» con su espina dorsal. ¡Hay dios! ¡que no tengo gato!
sábado, 22 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
17 comentarios:
Lo veo bien yo ahí en ese sueño, sí... Yo venía a contarle, que me han regalao el libro de "Cocina caníbal"... Si, el de Arrabal. Y también el del "Leyendario, criaturas de agua" los dos de Tropo, qué a ver que le parecen... (Aún no he leído todo pero la traducción del Arrabal me parece "justita")
http://www.tropoeditores.com/ (Le pego la dire para usted como sé que modera, pero que la quite si quiere, que es solo para su comodidad)
Ja!!!...que bueno.
Trabajar el sábado por la mañana es un fastidio, pero leyendo tu blog se me está pasando rápido.
..ya sólo me queda una hora y media.
Un saludo.
Pus a ver cómo se lo digo, Spanique. Tengo también esa edición de La cocina caníbal de Roland Topor y... me sobra libro por todos los lados. Que no sé qué hacer con él. Que hay tanto espacio en blanco que no sé si usarlo de agenda. Que me gustaría mucho más una edición de bolsillo, sin nada más. El texto, los dibujos y nada más. Y que al verme en las manos con esta edición pues no sé si estoy ante un libro para leer, un cuento para niños o un catálogo de espacios en blanco. Igual le pego unas fotos de las vacaciones a ver si se anima un poco, que lo veo muy desproporcionado. Pero bien, no todo va a ser malo, ese tipo de libro suele gustar a la gente y que se edite La cocina caníbal siempre será buena cosa. Ahora, con un papel más malote, sin colores salvo en la portada y con la mitad de tamaño, pues mejor. No es necesario lo demás. No es necesario para mí, ojo, que si eso hace que la gente lo compre, pues bienvenido sea.
¡Bienvenida, Estrella de Mar, pásese por aquí cuando quiera!
Duda: ¿Por qué últimamente todo el mundo sueña con Punset?, ¿qué tendrá el Punset?
P.D.: Mi labavajillas no se puede abrir cuando está en marcha (aunque también es verdad que nunca lo he intentado...)
1 abrazo novembrero
Oiga, Harry, hay una señora que le sigue a la que usted dice que es un señor que le sigue. Y además tiene trenzas.
Y yo, y yo también le sigo, oiga!
Yo no he visto el libro de Arrabal... Pero ayer mismo me encontré, sobre una estantería de Cálamo, con una novedad recién reeditadica por Atalanta. Tres Novelas En Imágenes, de Max Ernst. Oye... literalmente [las tres susodichas se intitulan, además, La Mujer Con Cien cabezas (1929), Sueño De Una Niña Que Quiso Entrar En El Carmelo (1930) y Una Semana De Bondad O Los Siete Elementos capitales (1934)].
Una maravilla de libro.
Bueh... A mí, al menos, me ha gustado mucho. Y yo creo que a vuesas mercedes también podría resultarles curioso...
Yo no he visto el libro de Arrabal... Pero ayer mismo me encontré, sobre una estantería de Cálamo, con una novedad recién reeditadica por Atalanta. Tres Novelas En Imágenes, de Max Ernst. Oye... literalmente [las tres susodichas se intitulan, además, La Mujer Con Cien cabezas (1929), Sueño De Una Niña Que Quiso Entrar En El Carmelo (1930) y Una Semana De Bondad O Los Siete Elementos capitales (1934)].
Una maravilla de libro.
Bueh... A mí, al menos, me ha gustado mucho. Y yo creo que a vuesas mercedes también podría resultarles curioso...
Pues estaba yo medio arrepentida de no haber cogido una Nesspreso que calculara la dosis ella sola, pero ya veo que hice bien en ahorrarme los 50 euros de diferencia!!
Por cierto Harry, estuve a la tarde con unas señoras que se alegraron mucho de saber de usted y que me preguntaron mucho sobre su vida
oiga, Yahuan, a mí es que Punset me gusta mucho. Me gusta verlo, ojo, que luego me compro sus libros y me gusta menos. Me gusta verlo. Y también entrevistando. Y también me gusta porque en sus libros me conduce a libros mucho más interesantes que los suyos, que es una buena cosa para un buen divulgador. Así que sí: quiero a ese hombre. Luego veo su blog y me da cosa, que le escriben unos comentarios larguísimos, y como además tiene los comentarios en letra chiquitica y gris se tiene que dejar los ojos este hombre.
Yo creo que todos los lavavajillas se dejan abrir. Pruébelo. Es una experiencia interesante. La lavadora, sin embargo, se me resiste cuando la intento abrir en mitad del proceso.
Oiga, Arkab, que en lo que llevo de día ya tengo siete seguidores y estoy muy contento. Qué cosa más grande.
Oiga, El Ente Dilucidado, pues me interesa mucho ese libro. A mí Max Ernst me ha parecido siempre un relamido, y eso me gusta. Como lo tengo cerca de casa a usted, un día se lo pido. Diga que sí.
Ole qué alegría, Marieta, hacía cosa de veinte años que una señora no preguntaba por mí. Y hoy encima más de una. ¿Qué tal están? ¿Todas bien? ¡mándeles besos y recuerdos!
Respecto a lo de la Nespresso, oiga, sí, la máquina era más cara, era automática, pero... a los cuatro días dijo que ella ponía los cafés como le salían. Es una máquina con personalidad. Aún con eso, la quiero mucho. No sabe usted cuánto la quiero.
Esto... presiento que Estrella de Mar es farmacéutica. Y no sabe ustedes lo que me alegra que entren farmacéuticos en el blog. Me gustan mucho los farmacéuticos, de toda la vida. De corazón.
Así que vamos a esperar a ver si responde y nos dice que sí, que es farmacéutica. Si dice que sí, vamos a tratarla bien para que vuelva, y luego, cuando haya confianza, le preguntamos todo eso de «es que me duele aquí y no tengo tiempo de ir al médico», que si es mejor el paracetamol o la couldina, que si tengo alergia de otoño y no sé qué es. Pero, primero, vamos a ser correctos, para que no se espante.
Qué bien. Me ha gustado mucho; y el siguiente también.
Un saludo.
Muchas gracias, Portorosa, me alegra mucho que le hayan gustado.
Publicar un comentario